Regalo

¡Hoy inicia la semana del especial!

¡Espero de todo corazón que sea de su agrado, me esforcé mucho y estoy entusiasmada por participar, reitero que disculpen las faltas de ortografía, así que mi intención no es buscar ofender, ni hacer sentir mal a nadie, solo eh adaptado las personalidades para poder dar vida a esta historia!

NOTA: Nuevamente recuerdo que si no son amantes de está pareja pasen de largo, no quiero pasar mal momento debido a la poca tolerancia para con esta shipp.

NOTA 2: Se me había olvidado comentar, las traducciones fueron hechas en san Google Traductor si están mal me disculpo.

¡Sin más los dejo con el primer capitulo!









Corría a toda prisa por las desoladas calles del lugar.

Respiraba agitadamente mientras algunas gotas de sudor bajaban por la frente, necesitaba llegar a su colorida casa cuanto antes. Realmente no tenía mucho tiempo y si quería darle la sorpresa a su pareja debía darse prisa.

¿Cuál es la prisa que tiene ese pequeño país norteamericano? Fácil, estaba entusiasmado y muy feliz con su actual relación, aquella que mantenía con ese ex eslavo de preciosos ojos violeta.

Ese hermoso country lo había llenado de regalos como detalles que día a día lo sumergían en su burbuja de color rosa, se sentía tan afortunado por haber logrado conquistar el corazón tan esquivo del ruso. No era ingenuo, bien sabía la reputación que el ex soviético cargaba.

En su pasado fue todo un don juan, se llenaba de celos el pensar cuantos otros countrys habían pasado por esos fuertes brazos, pero lo mejor era no ir por ese lado o realmente terminaría furioso con su novio por pensar en cosas del pasado, lo que el hiciera antes de conocerle no le concernía lo aceptaba, pero aun así era difícil no dejarse llevar por los celos.

También era bien sabido los detalles como regalos que le obsequiaron varios de aquellos countrys mientras gozaron de la atención del country. Toda la semana se había roto la cabeza pensando y buscando algún regalo único con el suficiente significado para hacerle saber al ruso cuanto le amaba. ¿Vodka? Eso era lo más común que las ex parejas de su amor le habían regalado, pues para nadie era secreto el gusto que este tenía por aquella bebida, no, eso estaba descartado. ¿Chocolates? Rusia no era alguien que disfrutara de las cosas dulces por lo tanto los chocolates, como postres estaban fuera del tema, además que si mal no recordaba en alguna ocasión Siria le comento que Polonia le había regalado una figura de chocolate del tamaño del mencionado. Un gruñido de molestia escapo de sus labios.

¿Alguna cena romántica? No, eso ya se lo había preparado China, otro detalle que se le había escapado al sirio, ya comenzaba a creer que este de alguna manera le daba esa información con la intención de hacerle saber que el era solo un tercermundista que no tenía nada nuevo que ofrecer a una potencia como Rusia, y posiblemente estaba en lo correcto, pero estamos hablando de México, el país más terco y decidido del mundo. No se dejaría sobajar, ni desanimar por los comentarios del mejor amigo de su novio. Quería creer que no los hacía con malicia, pero ya más adelante se daría el lujo de tratar más con el tricolor europeo.

¿Una noche romántica y llena de sexo desenfrenado? Eso estaba descartado pues lo hacían cada vez que tenían tiempo, México no se cohibía a la hora de estar en la intimidad con el ex soviético. Hubo muchas cosas que el ex soviético le enseñaba cada noche, lo que nuevamente le hacía ver rojo al tricolor latinoamericano, eso le confirmaba la larga lista de amantes.

Después de tanto meditarlo, por fin dio con aquello que sería único para ambos, un regalo que estaba seguro que le gustaría a su amado.

Oh que al menos esperaba que le gustará, él desde luego disfrutaría creándolo.

Al llegar a casa, entro sacando las llaves de su hogar para introducirlas, girando la perilla teniendo acceso a está. Encendió la luz dejando la mochila sobre el perchero que se encontraba a un lado de la puerta, cerrándola.

Sonrió alegre al ver a su pequeño can correr a saludarlo, se inclino solo un poco repartiendo algunas caricias, mimando la pequeña cabecita de su mayor adoración, la primera ya luego seguía su novio.

- ¿Te has portado bien? Espero que sí, ven vamos a hacer el regalo para el poste con patas...-murmuro sin dejar de sonreír a su compañero de aventuras.

Con un pequeño ladrido aceptando ser su acompañante, ambos tomaron rumbo a la cocina.

Primeramente, llego al fregadero, tomo algo de jabón en las manos y procedió a tallarlas con cuidado, limpiándolas de la manera que le habían recomendado en el hospital, una vez que estuvo seguro de seguir todos y cada uno de los pazos, abrió la llave del agua para enjuagar sus manos. Cerro las llaves y sacudió un poco estás buscando sacar el exceso de agua.

Tomo del pequeño perchero de la cocina su delantal favorito y a medida que avanzaba llevo ambas manos atrás de su cintura abrochándolo.

Llego frente al despensero donde busco todos y cada uno de los ingredientes que necesitaba para llevar acabo aquello que estaba elaborando.

Con todos los ingredientes en los brazos, se giro para colocarlos sobre la isla que se encontraba en medio de su cocina. Con cuidado se acerco a la vitrina, los ojos miel brillaron con intensidad al enfocar aquella hermosa copa de vidrio.

La tomo con mucho cuidado entre sus manos, delineaba los delicados detalles que la conformaban, con suma devoción. Su dedo índice se paso con suavidad por el cuello largo bajo de la copa, recorriendo con la yema del dedo las raíces que abrazaban con celo tanto el cuello de la copa, percatándose como estas se iban abriendo a la anchura de está, sonrió al delinear las hojas que salían de las raíces, el brillo se volvió intenso al ver la primer rosa roja de cristal que sobresalía en la cuarta parte de la copa, siguió su recorrido hasta encontrar la segunda rosa roja a mitad de la copa, para finalmente terminar delineando los pétalos de la rosa roja más grande y llamativa que también formaba parte de la decoración de la copa.

Acerco con cuidado la frágil obra de cristal hasta los labios carnosos y con una delicadeza que no sabía que poseía deposito un dulce beso sobre la rosa más grande.

Dios ojalá sus sentimientos llegaran hasta aquel country que lo traía loco.

El ladrido de paco lo trajo a la realidad, sacándolo de su burbuja de amor para con el dueño de sus suspiros.

Por consecutiva vez sonrió a su lomito, para concentrarse en preparar todo.

Los primeros rayos del sol hicieron su aparición por aquella muy grande como iluminada ventana de la cocina. Dejando ver el cuerpo trabajado y agotado del país tricolor que yacía durmiendo de manera profunda sobre la isla de la cocina.

Los parpados se movieron al sentir el calor sobre estos, así como la luz que comenzaba a ser molesto.

Sobresaltado se despertó mirando para ambos lados de la cocina, buscando recordar donde estaba. Al reconocer su cocina, se estiro de manera perezosa para pasar una de sus manos por la comisura de sus labios, limpiando cualquier rastro de saliva que escapara de sus labios por el profundo sueño.

No tenía prisa alguna, pues aun quedaba mucho tiempo para la junta que organizaría la ONU, que por suerte sería en sus hermosas tierras.

Con una calma poco característica en su persona, se preparo un delicioso como merecido almuerzo, hace días tenía ganas de unos huevos estrellados con salsa de molcajete, frijoles refritos, tortillas de maíz tatemadas y ¿porque no? algo de tocino crujiente para acompañarlos, con su respectiva gran taza de café de olla.

Con su hambre saciada, tomo del pequeño aparador el alimento de paco, depositando un poco en el platillo, así como agua, dejando a su chihuahua tomar alimento, subió las escaleras de la casa con rumbo a la habitación, necesitaba darse un relajante baño, quizás en esta ocasión usaría la bañera, para relajar lo cansado de su cuerpo.

¿Sería buena ocasión darle aquello a su novio después de la junta? ¿Se atrevería a hacerlo enfrente de todas aquellas naciones? No, lo mejor sería que lo hiciera en un lugar más íntimo, solo donde ellos dos estuvieran. Si, eso sería lo mejor.

Pero posiblemente esa decisión cambiaría después de cierto suceso que estaba por ocurrir.

Y ahí se encontraba, de pie frente al espejo de cuerpo completo, terminando de arreglar los últimos detalles de su corbata. Sonrío al ver el resultado.

El traje de color azul rey resaltaba los músculos bien trabajados de su cuerpo, debido al aumento de masa muscular los trajes le quedaban como una segunda piel, jamás en su vida creyó estar como ahora, aquel cuerpo delgado y frágil quedo en el pasado, si bien su cuerpo contaba con cicatrices, así como que en ciertas ocasiones no podía evitar recibir algún ataque por corrupción o por contaminación, ya no se avergonzaba de ellas. Le tomo años entender que lo que sucedía no era por su culpa, si no por las malas decisiones de sus gobernantes, pero con el tiempo también le costo reconocer que no todo era malo, que no estaba lleno de gente mala, corrupta. También contaba con gente trabajadora, honesta, con ganas de salir adelante, luchando día a día por mejorar la situación económica. Decidido que en lugar de enfocarse en todo lo malo que poseía, se concentraría en toda aquella gente buena que buscaba con su esfuerzo como ganas, cambiar y mejor la condición de su muy amado México. Por eso es que surgió el cambio tanto en su apariencia física como en su alma. Atrás había quedado el tricolor frágil, débil, sumiso, del cual todos pasaban encima. Mantenía la esencia bondadosa, cálida, gentil que lo representaba eso era algo que jamás en su existencia acabaría por que eso era lo que lo hacía tan él, tan único.

Ya no importaba el odio, el racismo, la humillación, las malas intenciones, así como la envidia de todos aquellos países que día a día, hora tras hora, hablaba mal de él como country, así como de su gente. No podía odiarlos, al contrario, les daba tristeza, tenían que ser tan pobres de espíritu, de valores para querer sobajar a quienes con esfuerzo salían adelante.

Sonrió radiante, estaba consciente de los errores, de las fallas, como de las malas situaciones de su gobierno, no necesitaba a terceros que se lo recalcarán. Que hicieran hincapié en los defectos con la clara intención de doblegar el espíritu, sus ansias de crecer como nación. No, el las conocía mejor que nadie y por ello día a día lucharía por que las cosas mejorarán, por él, pero sobre todo por su gente.

Terminando de arreglar los pequeños detalles de su traje, bajo sin perder la gran sonrisa que surcaba en su rostro. Bajo las escaleras en saltitos de dos en dos hasta llegar al final de está.

- ¡Buenas, Doña Lucrecia!

- ¡Buenas mi México! Hoy se te ve de excelente humor... ¿A pasado algo bueno?

Las mejillas del tricolor se tornaron de un suave rosa, la mujer sonrío alegre al ver a su linda nación. El country que estaba frente a ella era uno nuevo, feliz y seguro de si mismo. Realmente estaba contenta por el cambio tan positivo de su país.

-Nada especial, solo que hoy veré a mi pareja...-respondió sin perder el tenue color rosado de las mejillas.

La mujer soltó una carcajada divertida.

-Vamos, será mejor que te des prisa si no quieres llegar tarde, no debes preocuparte que yo me encargare de cuidar a tu bebé.

- ¡Gracias, prometo que se lo compensare! – gritó animado, tomando entre sus manos aquella pequeña cajita, mientras salía de su hogar.

El camino a donde se llevaría la junta se le antojo largo, pero bueno era entendible pues a esa hora se hacía algo de tráfico.

Llegaron al enorme edificio, bajo con cuidado del auto no sin antes darle la orden a su chofer de que se fuera, si lo llegaba a necesitar él le marcaría.

Tomo con algo de fuerza la caja que mantenía en su poder y con una mirada determinada, entro al enorme edificio.

Las puertas del lugar fueron abiertas dejando entrar al país tricolor, su mirada viajo por todo el lugar haciendo un conteo mental de cuantos countrys ya se encontraban en él lugar. Suspiro al ver que ninguno era su amado Ruru.

Saludo con la mano, así como una gran sonrisa en su rostro a algunas naciones que le dirigieron el saludo. Se sentó una vez que llego a su lugar asignado.

¿Por qué el país amante del picante no estaba con los otros latinos? Simple, actualmente su situación con aquellos hispanohablantes ya era meramente cordial y de negocios. Tiempo atrás habían quedado los bellos recuerdos de las convivencias que compartían, todo aquello era y fue antes de que el como nación comenzara a generar una mayor economía. Ahora entendía perfectamente a Brasil, había sido marginado del grupo simplemente por ser el país con la mayor economía de toda latam. Y México al ser una nación en crecimiento solo fue cuestión de tiempo para que también fuera marginado del grupo. No lo tomaba a mal, había aprendido a hacer fiestas el solo con su gente, aunque a veces invitaba a estas a Brasil, Japón, Corea del sur, Egipto, Alemania, Italia, España y por supuesto a su actual pareja.

El resto de las naciones fueron llegando, en pequeños grupos o en solitario. Por fin la sala estuvo llena, ya solo esperaban la llegada de la organización.

Ni bien pensó sobre ello cuando la mencionada hizo su entrada triunfal al lugar.

La junta se alargo más de lo que le habría gustado, pero por fin esta llego a su fin. Tomo entre sus manos la caja, y se coloco de pie dispuesto a ir por su pareja para irse a cenar por ahí, encontrar un lugar que les diera la intimidad que buscaba para poder darle eso que con celo cargaba.

Pero el buen humor se vio opacado por la acción de cierto país bicolor. Frunció el ceño al ver como aquel country le daba un regalo a su amado.

Por otro lado, el ruso miraba confundido el obsequio que aquel país bicolor y bajo le extendía con sus brazos. Las mejillas del país se encontraban sonrojadas, la mirada café buscaba con desesperación los ojos violetas.

Trago saliva con incomodidad, realmente odiaba cuando le daban regalos de la nada, pero sus costumbres le impedían rechazar tal obsequio. Estaba por tomarlo y agradecer cuando un aroma dulzón llego al rango de su olfato.

Su mano se detuvo a medio camino llamando la atención no solo de quien estaba frente a él, si no de las demás naciones.

- Это сладко (¿Es dulce?) ...-pregunto con cierto deje de nerviosismo.

- ¡Si! ¡Son pastelillos de chocolate! ...-respondió alegre tomando la acción del mayor como algo positivo para él, casi podía saborear la victoria el que aceptara su regalo. Hace tiempo que el ruso le gustaba, por ser una nación fuerte, independiente, atractivo, sensual y sobre todo por ser una de las potencias del mundo. Si lo tenía como pareja su estatus subiría en un abrir y cerrar de ojos. Si casi podía saborear su victoria.

- Het... прости ... но мне не нравится, как мило ... (No...lo siento...pero no me gusta lo dulce) ...-murmuro mirando avergonzado al país más bajo.

La sonrisa desapareció del rostro del bicolor, los ojos se inundaron de lágrimas, esperando que con eso la gran nación se sintiera mal y aceptara su regalo, aunque fuera por compromiso, pero al ver la determinación del contrario. No pudiendo soportar la vergüenza como la humillación salió corriendo de la sala, siendo seguido por alguno de sus amigos.

El silencio predomino por algunos momentos, hasta que fue roto por el país tricolor quien se había acercado de manera lenta hasta quedar frente a su novio.

Rusia miraba apenado a su pareja, más al ver el ceño fruncido en aquel hermoso rostro. Sabía que estaba celoso, no quería tener que armar una escena al menos no una segunda enfrente de las naciones que aún estaban presentes.

-Rusia.

- ¿Da? (¿Sí?) ...-trago saliva con dificultad, en realidad odiaba cuando su taquito se enojaba con él por culpa de aquellos que no entendían que él ya tenía a México, su amado México como novio.

Su pareja extendió sus brazos mostrando la caja que llevaba.

Rusia no lo pensó ni un solo momento para tomar la cajita. La mirada violeta cuestionaba a su novio sobre el regalo.

México solo se cruzo de brazos aun molesto por lo que había visto.

-Siempre me das algo, no importando la fecha...por eso...-el tricolor volteo el rostro aun lado aun enojado y con los brazos cruzados- yo quise darte un regalo especial...pero claro si no lo quieres...-menciono cambiando su posición para ser una de querer tomar el obsequio que anteriormente diera.

Pero Rusia reacciono rápido apartando el regalo del alcance de su amor.

- Я хочу это! (¡Lo quiero!) ...-gritó haciendo reír a las naciones que aun estaban presentes. Para todos era muy raro ver a la gran nación ex soviética completamente a merced de un país bajito como México.

El ruso con sumo cuidado comenzó a quitar el gran moño que sujetaba la tapa de la caja, una vez fuera de su vista abrió con cuidado la caja, mirando entre asombrado por el contenido, pero paso a ser una avergonzada. ¿No le había dicho que el no le gustaba los dulces? Si, si le había dicho posiblemente no lo recordaba, era un regalo de su amado taquito y por él, solo por él comería el dulce. Aunque momentos atrás había rechazado un presente que contenía dulce.

- Я ... я ... спасибо ... мне очень нравится ... (Yo...yo...gracias...realmente me gusta) ...-coloco su mejor sonrisa marca Colgate buscando transmitir la alegría y felicidad que le daba ser receptor de tan hermoso regalo.

Una expresión de asombro recorrió la sala al ver la pequeña copa que el ruso sacara de la caja.

El mexicano se inclino hacía delante, depositando un rápido beso en la frente de su Ruru, había visto todas y cada una de las expresiones de su amado.

- ¿Por qué no lo pruebas? Así me dices si te gusta...-engatuso con suave voz.

México río divertido al ver como el ruso tragaba saliva con dificultad, sacaba la cuchara larga de plástico y la hundía en el suave postre.

El ruso levanto la cuchara hasta la altura de su boca, mirándolo casi con horror por que realmente, realmente le desagradaban las cosas dulces, y que su taquito le ofreciera uno, debió haber hecho algo sumamente malo. Rusia realmente creía que era una venganza de su novio.

Al mal paso darle prisa como suele decir el amante del picante, con rapidez llevo la cuchara a su boca, metiendo el pedazo del dulce cerrando los ojos con fuerza, esperando la explosión de dulce en está.

Abrió los ojos asombrados cuando el sabor que exploto en su boca fue por lo menos dulce. El sabor del vodka exploto acompañado de un ligero y suave toque de arándanos.

La carcajada alegre del norteamericano resonó por el lugar, atrayendo la mirada violeta de su pareja.

-Se que no te gusta el dulce, fue divertido crear algo como esto...-señalo la copa.

Todo paso tan rápido que para cuando México le cayó el veinte estaba rodeado por los fuertes brazos de su pareja. Mientras esté le besaba de manera apasionada, beso que fue más que bien recibido como correspondido por el mexicano.

Se separaron por falta de aire, los ojos miel se cruzaron con los violetas que brillaban intensamente.

-Ты не представляешь, как сильно я тебя люблю, спасибо за этот прекрасный подарок (No tienes idea de cuanto te amo, gracias por este hermoso regalo) ...-susurro contra los labios del contrario, repartiendo pequeños besitos en los belfos carnosos del bajito.

-Yo también te amo, mi sexy Ruru...me alegro que te gustará...-respondió sin perder el dulce abrazo.

Rusia había hecho todo con cuidado de no tirar la hermosa copa, así como el dulce que está contenía.

Para estas alturas ya eran los únicos dos en la sala, pues las naciones presentes al ver todo esto prefirieron darles intimidad. Todos felices y contentos por aquellas dos naciones que profesaban libremente su amor.

Y México al ver esos ojos violetas brillando con intenso amor, supo que el Geléen Aun Vodka fue toda una victoria.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top