#𝐃𝐚𝐲 6: 𝐅𝐚𝐢𝐫𝐲 𝐓𝐚𝐥𝐞.
—Comienza por el comienzo..., y cuando termines de hablar... Te callas. —Pronunció con dificultad el niño castaño de ojos azules. Sus manos se movían con timidez, y sus iris zafiro estaban clavados en el techo tratando de recordar las líneas que debía decir.
—Muy bien, Fumiya. Ahora continúa. —Animo Chūya ajustando el sombrero de copa con adornos de herramientas de sastre en la cabeza de su hijo.
Dazai estaba acostado en el sofá frente a ellos con el libreto de la obra en la que participaría Fumiya. El niño interpretará al sombrerero loco en la obra de su salón por el fin de curso.
—¿Por qué tengo que ser yo el sombrero loco? Yo no estoy loco y no me parezco en nada a él. —Fumiya estaba molesto por tener que presentarse en la obra. No le causaba emoción interpretar tal personaje, solo sería trabajo extra en aprenderse los diálogos, sin mencionar, que le daba pena actuar frente a sus padres y tantas personas.
—Porque te seleccionaron. Ser elegido para algo significa que tus compañeros confían en ti para realizar un excelente trabajo. —Dijo el pelirrojo sacudiendo las pelusas del traje.
—O porque ya te pareces al perchero de tu madre. —Agregó Dazai riendo. Se sobresaltó al ver como una aguja fue clavada en el sillón.
—Callate, bastardo. —Gruño.
Se delito con el trabajo que había hecho con el traje de Fumiya. Mientras que, su hijo no estaba muy contento, con su ceño fruncido demostrando lo enojado que estaba.
—Me veo ridículo. —Se cruzó de brazos.
—Es un buen cosplay de Chūya, Fumiya-kun —Rió Dazai —. Apropósito, tengo una duda: ¿Alicia es esquizofrenica o por qué se está imaginando tanta locura? —Observó el techo de la casa pensativo —. Tal vez ingerió hongos alucinógenos, yo también he imaginado cosas, pero nunca a ese nivel; debería aumentar la dosis para poder comprender esta obra en su máximo esplendor.
—La obra trata de una historia para niños, imbécil. Tus malditos pensamientos alejalos. —Interrumpió el pelirrojo.
—En realidad, la historia original se basa en una niña internada en un psiquiatrico —Fumiya se quito en sombrero de copa, jugó con las agujas de tejer en él —. Raro. —Frunció el ceño.
—¡Ay~! ¡Pero que emocionante~! ¡Lo que la mente de un loco y un niño juntas pueden lograr! —Junto sus manos en sus mejillas.
—¡La locura es relativa! —Secundo el menor.
—¡Eso~! —Ambos castaños chocaron los cinco entre risas.
Chūya rodó los ojos, apretó el puente de su nariz y suspiro. —¿A qué hora es tu obra?
—A las diez de la mañana. Pero tengo que estar a las ocho, por eso de dar un último ensayo, y ajustar los vestuarios y escenografía.
Dazai hizo un falso lloriqueo. —¿Por qué tan temprano~?
—Callate, bastardo —Le dió un golpe en la cabeza —. Continúa, Fumiya.
—Ay~. —Lamento el niño colocando su sombrero en su lugar.
—Te quedaste en la parte de la fiesta del té. —Agregó Dazai.
—A-bu-rri-do.
El pequeño foro de la escuela era lo suficientemente grande para que todos los papás del grupo tuvieran un asiento.
Dazai dormitaba en el hombro de Chūya, a pesar, de las quejas de este mismo sobre que mantuviera la compostura. Su ceño fruncido por la falta de modales de su esposo, y con sus fornidos brazos cruzados esperando que la obra comenzará.
Hacer que su hijo se pusiera el vestuario fue una odisea, Fumiya había escondido el traje entre las vendas en el baño de Dazai, y el sombrero lo había escondido debajo de su cama.
Lucho contra la astusia del niño solo para que usará un ridículo disfraz.
No pudo ni siquiera despertar a Dazai cuando la profesora de la clase comenzó a dar un discurso largo, y tedioso sobre las actividades en grupo, y lo mucho que la clase se esforzó para llevar a telón su trabajo.
El castaño despertó asustado por el fuerte golpe en su nuca, casi cayendo de boca por el repentino movimiento. Miró sin entender a su pareja, quien amenazaba con golpearlo de nuevo si se dormía de nuevo.
—¿Quién era Fumiya? —Cuestionó a susurros.
—El sombrero loco. —Respondió, tomó uno de los panfletos con datos interesantes sobre el cuento de Alicia en el país de las maravillas, que le ofrecía uno de los niños que iban a interpretar a los árboles.
—Ja, algo tenía que sacar de ti, ChuChu.
Chūya frunció el ceño, no sabiendo si se refería a lo de los sombreros o de lo loco.
—Oh~, entonces ustedes son los padres de Fumiya. —La voz aguda de una fémina se hizo presente; era rubia y de ojos cafés, llevaba un vestido turquesa mur ceñido a su figura, dejando notar por sobre la ropa la faja qué llevaba debajo.
—Así es. —La rubia sonrió al pelirrojo. Dazai sujeto el brazo de su esposo celosamente.
—Ay~, pero que lindo. Mi hija es Alicia, y mi otro hijo es la liebre de marzo.
—Oh, ¿son mellizos?
—Gemelos, en realidad. Mi novio está por llegar.
—¡Tiene pareja! ¡Menos mal! —Agregó a la platica el de iris caoba, el ojiazul lo pareo disimuladamente.
—Claro, soy una mujer con necesidades. —Jugueteo con el collar de perlas falsas qué llevaba. Dazai hizo un mohín de asco ante tal acción, lo vio como el peor coqueteo que alguien podría hacer.
«Soy papa casada.» Pensó sonriendo de felicidad por no estar atado a una mujer así.
—He escuchado muchas cosas de su hijo, esta en el cuadro de honor, ¿no es así?
——Am, eso creemos. —Se notaba tímido por la atención.
—Saco la inteligencia de su padre. —Aportó con orgullo el castaño.
—Mis hijos también se esfuerzan en sus calificaciones. Tal vez el próximo año, Fumiya tenga competencia.
—Lo dudo, señora.
El telón se abrió dejando ver a una niña de pelo rubio con un vestido azul brillante, con un mandil blanco.
La historia se iba desarrollando según el cuento. El de iris chocolate se iba aburriendo, la trama era interesante, pero la voz chillona de la niña no ayudaba, además, con los frenos que llevaba puesto no lograba comprender la mayoría de sus diálogos.
Cuando Fumiya apareció, estaban sentados en lo que parecía ser una fiesta del té. En la mayoría de esas escenas, quien más hablaba era el sombrero loco. Sin embargo, el niño que interpretaba a la liebre, cambiaba los diálogos e interrumpía a Fumiya cada que este hablaba.
Chūya y Dazai, miraban con preocupación como su hijo se iba colorando de rojo por la furia. Esperaban que el niño no fuera a pelearse con los actores ahí mismo.
—¡CALLATE YA! —Ambos padres suspiraron cansados —. ¡DEJAME DECIR MIS TONTAS FRASES!
—¡No lo haces bien! —Repuso el otro niño.
—Creo que Fumiya no tiene un bien carácter. —Dijo la mujer rubia. Dazai y Chūya la miraron enojados.
—¡Lo digo mejor que tú, orejón!
La maestra hizo que el telón bajara, tendría que hablar con los actores para que repitieran la escena correctamente.
—¿El conejo a quien representa en la historia oscura? —Cuestionó Dazai acomodándose en su asiento.
Nakahara suspiro cansado. —Al enfermero que se encargaba de darle sus medicinas a Alicia, era un empleado obsesionado con el cumplimiento de los horarios, por eso si obsesión con el reloj y llegar a tiempo.
—Uy~. ¿Y el gato de Chesirre?
—El único enfermero que era bueno con Alicia; el mismo que tiempo después también abisaría de ella. Lo relaciono con ese gato por su gran sonrisa. —Se sentía mal por relacionar a los personajes de un cuento infantil con una historia bizarra y terrorífica.
—No creo que sea correcto hablar de eso en una escuela. —Intervino molesta la mujer.
—¿Qué son los gemelos? —Osamu ignoro a la rubia.
—Niños que veía de vez en cuando en los pasillos del psiquiátrico.
—¿Y la inteligente babosa? —Dijo con burla.
—Oruga, imbécil. Y era su psiquiatra, quien la escuchaba atentamente y le daba consejos llenos de sabiduría.
—¿Por qué chibi no tiene la inteligencia de esa oruga?
—¿Por qué no cierras la boca, caballa estúpida?
—Vez~, ni un poco de cerebro hay en esa pequeña cabecita de cereza.
—Maldito bastardo, solamente no te golpeó porque estamos en una escuela infantil.
—Perro malo. No debes ladrarle así a tu dueño.
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