#𝐃𝐚𝐲 3: 𝐅𝐚𝐦𝐢𝐥𝐲.







































El crepúsculo comenzaba a aparecer en la ciudad de Yokohama, las personas iban saliendo de sus empleos para dirigirse a sus casas a descansar.

En un departamento lujoso se encontraba una pareja, tenían la cabeza hecha un lío, puesto que, acababan de resivir una noticia impactante.

Un bebé.

Un bebé era un giro enorme en la vida de cualquiera, generaba pánico el saber que eras el responsable de un ser que todavía no nacía y ya dependía por completo de ti.

El pánico se apoderó del pelirrojo al ver como dos líneas se presentaban en aquel dispositivo en sus dedos. Era imposible que él pudiera crear un bebé. Claro que los síntomas que había tenido eran claros; además, se hizo la prueba como una broma a si mismo. Y cuando Dazai lo llevo con la doctora de la agencia, y esta misma les explicara que era posible gracias al dios que Chūya portaba.

Cuando llego a su departamento se dio el tiempo de desmoronarse, maldiciendo a su estupidez y sus malas decisiones. Tenía miedo de un futuro incierto y lo que podía pasar con él.

La mafia lo acusaría de traición cuando se enteraran de que el hijo que esperaba era del ex demonio prodigio. Lo encarcelarian en uno de los calabozos, y Mori experimentaría con él hasta saber como replicar el proceso que llevaba.

Le daba pánico saber que apenas naciera esa criatura lo arrebatarían de sus brazos y no lo volvería a ver.

Su vista estaba nublada por las lágrimas, su cuerpo temblaba, sus oídos emitan un pitido qué no le dejaba escuchar lo que decía Dazai, y, aún así, no sabía cómo tenía la fuerza para forcejear con él.

El castaño estaba sorprendido, el pelirrojo de un momento a otro comenzó a hiperventilar y rasguñarse a si mismo, sus ojos estaban idos y balbuceaba incoherencias. Trato de detenerlo, compitiendo con las manos enguantadas de su amante para que se detuviera.

Claro que estaba asustado, para él también fue un shock enterarse que había embarazado a Chūya, se sentía responsable del dolor de su pareja al saber las consecuencias que traería un bebé.

También se sentía mal por su hijo, ni siquiera había nacido y ya estaba siendo rechazado.

—¡Tienes que calmarte, Chūya! —Grito sacudiendo los hombros del más pequeño, este mismo solo negaba soltando amargas lágrimas.

—¡No lo quiero! —Grito aterrorizado, aquel sarandeo había logrado que dejara de lastimar sus brazos —¡Lo van a matar y a mi también! ¡Yo no quiero que lo maten!

Dazai lo atrajo a un abrazo, sintiendo a Nakahara temblar como gelatina, escuchaba sollozos adoloridos y réplicas.

——Todo va a estar bien. —Claro que no, él no podía asegurar eso. No sabía si Yosano había dado aviso a su jefe sobre que llevo a un integrante de la Port Mafia a que lo revisaran, aun peor, que dijera el diagnóstico del paciente.

—¡No es cierto! ¡Mientes! —Golpeó el pecho del castaño, queriendo descargar toda la furia que traía. Sin embargo, el menor no aflojó su agarre, soportando los golpes como un fuerte roble.

—Te harás daño... Y a él también. —Susurró.

Los golpes de Chūya comenzaron a debilitarse, estaba exhausto, tanto mentalmente como físicamente.

Cuando yo no pudo seguir con sus golpes, se recargo en el pecho de su amante y abrazo su espalda con miedo. Buscando refugio de ese mundo cruel al que pertenecía.

Sabía que ambos querían al bebé, no estaba en sus planes, pero tampoco eran capaces de abandonarlo.

No iban a dejar que su hijo quedara solo en un orfanato por su cobardía, mucho menos que siguiera los pasos de alguno de los dos.

—¿Qué haremos? —Cuestionó el ojiazul recargando su frente en el fornido pecho del detective. El castaño acarició sus rizos jengibre.

—¿Qué quieres tú? —Chūya medito la pregunta, analizó las consecuencias que podría traer la desición qué su corazón dictaba era la correcta. Soltó un bufido cansado.

—... Quiero tenerlo. —Sabía que estaba tomando el camino más complicado, ¿lo valía? ¿Valía la pena arriesgar su vida y la de su pareja por una que todavía no comenzaba?

—¿Estás seguro? Perderemos muchas cosas por él —Explico en tono suave, no quería sonar ofensivo con su pareja, simplemente quería que viera todo el panorama que conyevaba tener un bebé. Las cosas cambiarían totalmente —. Sabes que estaré contigo sin importar la desición que tomes, chibiko.

El lugar se quedo en silencio un poco más de tiempo, Dazai se encargaba de acariciar la espalda y cintura de su pareja, sin atreverse a llegar a su vientre.

No quería tocarlo, porque sabía que si lo hacía se encariñaría con él y querría decirle adiós.

Salió de su ensoñación al sentir como Chūya lo abrazaba con más fuerza, poniéndose de puntitas para darle un beso en la mejilla.

—Lo tendremos. —Dijo decidido abrazando el cuello del contrario, obligandolo a encorvarse un poco.

Dazai asintió en silencio, un rubor se instaló en sus pómulos, además de, algunas lágrimas que amenzaban por resbalar.

—Entonces... Vamos a ser papás. —Murmuró en un tono muy bajo.

Chūya asintió volviendo a besar su mejilla. —Sí. Y vamos a ser los mejores papás del maldito mundo.

Dazai rió antes de abrazar con mayor fuera al pelirrojo, estaba feliz.

—¡Chibi y yo vamos a ser papás! —Exclamó cargando al más pequeño para dar una vuelta sobre su propio eje.

El ojiazul rió olvidandose de lo patéticos que se veían, sin embargo, ahora no se concentraría en eso. Iba a tener la familia que siempre añoro, una propia familia, formada con el hombre que amaba y amara en mil vidas más.


































En las lejanias de la ciudad, en donde más abundaba la naturaleza, se hallaba una modesta casa. Esta misma se mantenía escondida del ojo de la sociedad, nadie podría notar que tan siquiera existía; los fabricantes de la misma se habían encargado personalmente que no fuera sencillo encontrarla.

Después de mucho tiempo habían podido lograr lo que de alguna manera siempre se les fue negado, desaparecer del ojo público y dejar de ser dos usuarios con habilidad.

Ya no eran el temible doble negro.

Ya no eran un mafioso y un detective.

Ya no eran reconocidos por ser el hombre que controlaba la gravedad y su compañero con planes ingeniosos al que ninguna habilidad podía afectar.

Ahora solo eran Chūya Nakahara y Osamu Dazai. Dos hombres desaparecidos sin ninguna pista que de a su paradero.

Tenían la oportunidad de vivir como dos personas normales sin un historial delictivo qué los preocupara.

Y les gustaba la paz que les proporcionaba el lugar donde se perdieron.

Se escaparon con la ayuda del presidente de la Agencia Armada de Detectives, el detective amante de los dulces, y Ango. Quedando como guardianes de su ubicación, y que solo se les molestaría de ser urgentemente necesario. Además de que la Agencia seguía pagando a Dazai un sueldo por su tiempo de servicio y los problemas de donde los había sacado.

Los atardeceres ya no eran vistos desde el ventanal de su departamento, ahora los contemplaba desde la ventana de su habitación matrimonial.

Su hijo había nacido ocho mese después de llegar a su nuevo hogar. El doble negro había tenido a un lindo niño de cabellera café, mejillas rojiza y regordetas, con lindos ojos zafiro radiantes. Habían decidido llamarlo Fumiya.

Ese fue el único motivo por el que dio gracias por ser poseedor del Arahabaki.

Dazai era el más maravillado con el niño, jamás había imaginado que su pareja sería niñero. Fumiya tampo rechazaba su contacto, le agradaba estar cerca de Dazai.

Los seis años que llevaban viviendo ahí parecían haber sido sacados del fondo de su mente. Ver a su hijo crecer fue el mejor regalo que le pidieron dar, el pequeño Fumiya era un niño tímido e inteligente.

Y era el pequeño rayo de luz en los días más oscuros que podían tener Dazai y Chūya.

Ahora solo debía esperar a que Dazai y Fumiya regresarán de pasear por los bosques para poder servir la cena, el niño había sido muy insistente en ir a caminar, y, Dazai como el padre consentidor qué era no pudo negarse.

Mientras terminaba de poner la mesa, el sonido de la puerta principal siendo abierta lo hizo sonreír. Pisadas apresuradas se escucharon por el pasillo, pronto un niño sonriente de cinco años paso corriendo con los brazos extendidos hasta él.

Se agachó para poder cargar al niño, el infante soltó una risa.

—¿Y tú padre? —Cuestionó mirándolo, Fumiya sonrió.

—Fue al baño. Se cayó a un lago cuando veníamos. —Dijo riendo; Chūya frunció el ceño al pensar que se trataba de uno de los intentos de suicidio de Dazai.

Puso al niño en el suelo y acarició sus cabellos. —Ve a lavarte las manos. Yo voy por tu padre.

Fumiya asintió y se fue contento al baño principal de la casa.

Chūya subió a su recamara, abrió la puerta encontrando a su pareja sentado en la cama cambiándose las vendas. Llevaba un pantalón de algodón y una playera blanca.

Se sentó a su lado, tomó su lugar para envolver su brazo en silencio. Conforme se iba moviendo la venda, ocultaba las cicatrices en la piel mallugada del menor.

Cuando termino beso el brazo de su amante, dejo caer su cabeza en el hombro del castaño, soltando un suspiro.

—¿Cómo te caíste? —Pregunto mirando la pared frente a ellos.

—Fumiya decía que había un cocodrilo en el lago, al principio no le creí, pero cuando me señaló algo flotando en el agua no pude evitar asomarme. Pise lodo y terminé cayendo al agua.

Chūya rió negando. —Qué idiota.

—Lo sé, soy un idiota con mucha hambre.

—Bueno, ayúdame a servir para poder cenar.

































—Dicen que los lunares son las lugares donde siempre te besaba tu alma gemela. —Murmuró el castaño recostado en el pecho de Chūya, sus caderas eran apresadas por las piernas del pelirrojo.

—¿Eh? —Balbuceo al no entender.

—Sip, tal vez por eso ChuChu tiene tantos lunares en el cuello. A mi me gusta el cuello de chibi tal vez por eso tiene muchos lunares ahí. —Dijo abrazando con más fuerza al hombre en sus brazos.

Chūya rió ante la ocurrencia de su pareja, negó divertido y comenzó a acariciar la melena café del menor. Los rayos del sol que se filtraban por las ramas de los árboles en donde estaban recostados.

Las aves nocturnas comenzaban a cantar, siendo acompañadas por el ruido del viento sacudiendo las ramas de los árboles.

El movimiento de un riachuelo a las lejanias, con el agua chocando con las rocas donde desembocaba.

—Yo extrañaba tanto~, esto. —Dazai se estiró aún estaban do sobre el cuerpo contrario.

—Que dramático.

—Claro, como a ti no te fastidian a diario.

Jaló los cabellos de su pareja. —Nuestro hijo no es una molestia.

—No, claro que no. Simplemente algo inoportuno.

Nakahara frunció el ceño y negó.

Dazai comenzó a besar su cuello, desabrocho el primer botón de su camisa besando justo el lunar en su hombro.

—Mi otro yo definitivamente tiene mis mismos gustos. —Murmuró.

El ojiazul negó, el cielo nocturno reflejaba un manto de estrellas brillantes, donde solo los ambientes fuera de la contaminación de la ciudad dejaban ver.

Sus iris azules observaron el lunar qué se escondía en los rizos de Dazai, cerca del lóbulo de su oreja.

Beso el mismo lugar y sonrió.

—Supongo que somos almas gemelas.

—Ay de eso no hay duda mi ChuChu.

































































✨El soukoku con hijos me mata. 🥺💚✨








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