Capitulo 9: Visión de la Luna

Seras, cuando era un ser humano, no le gustaban las fiestas. Siempre se sentía incómoda; incluso si hubiera sido invitada se sentía como si fuera una intrusa, alguien que estaba en el lugar equivocado. Ella nunca se sintió parte de eso. Ella no había crecido con los elegantes enseñanzas que Sir Integra tenía; la mujer de más edad siempre supo mezclarse y hacer pequeñas charlas con los demás, mientras que Seras siempre se sintió incómoda haciendo lo mismo.

Y ahora, como un vampiro, Seras todavía se sentía de la misma manera. La luna llena proyectaba su luz brillante fresca sobre la tierra, y convirtiendo la noche en una parodia de sombras lleno de días. Seras había sido invitada, a lo que el mensajero de pelo castaño había llamado "Mirar la luna", que aparentemente era el equivalente de vampiro social. El Aquelarre de Jack estaba haciendo una fiesta, y ella había sido invitada como invitado especial, cortesía de un mensajero que había mirado muy fuera de lugar, ensuciando el vestíbulo impecable del prado con sus pies descalzos sucios.

Caminaba entre los vampiros, su demonio en su forma de gato a la defensiva. Merodeando cerca de ella, sin atreverse a alejarse más de unos pocos pies de distancia por su ansiedad. La fiesta era una extraña mezcla de una fiesta en el jardín y con una especie de reunión familiar. Algunos de los vampiros que eran parte de la secta tenían viejos maestros o amigos en Inglaterra, y que había sido llamado a verlos mientras que el aquelarre aún tenía tierras en territorio de Londres.

Más de una vez había oído gritos de alegría, vio a vampiros saludarse con sus antiguos creadores, que miraban complacidos o a punto de alejarse, dependiendo de la relación que tuvieron con su ex Childe. Ella tuvo que ahogar su risa cuando Kira, una vampiresa que conocía sólo por asociación como una chica hiperactiva burbujeante, gritó y echó los brazos alrededor de un hombre, que vestía de traje con un abrigo, con una expresión severa. Había mirado tan sorprendido y confundido que Seras, que había estado cerca reprimió su risa.

-Zacarías! Te he extrañado mucho!- chilló, las puntas de sus tacones de aguja apenas rozaron el suelo polvoriento. El hombre se había congelado antes de recogerla de los hombros con firmeza. Él sacudió su abrigo antes de fruncir el ceño hacia ella.

-Compórtate!-gruñó, y ella se marchitó ligeramente en sus talones. Él suspiró, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie estaba mirándolos (Seras, que había sido alertada por su demonio, con mucho tacto, con la vista gorda). -También te he extrañado, pero estamos con la nobleza y hay que comportarse como tal. Ahora, háblame de tus viajes- Ella se animó de nuevo y le apretó la mano enguantada entre la suya, lo arrastró a un lado y el comienzo de un cuento largo sin aliento.

Seras fue moviéndose, escuchando fragmentos de conversación, deteniéndose más de una vez para ser presentada al padre de éste, el mejor amigo de éste, el ex Childe de éste... Su cabeza le daba vueltas con nombres y rostros. Finalmente se las arregló para llegar a un árbol y suspiró al apoyarse.

-¿Abrumada, Chica Policía?-alarmada, saltó detrás de la sombra oscura entre las hojas a la luz de la luna, su demonio se puso a la ofensiva como un oso antes de volver a una zorra, al darse cuenta de que era sólo Alucard.

-Por supuesto que es sólo Alucard- su demonio comentó con obviedad. Nadie deaquí se atrevería a dirigirse a ti como "Chica Policía". Ellos ni siquiera se atreven a dirigirse por tu nombre- Era cierto.; toda la noche había sido presentada como "Lady Victoria"; y se sabía de alguna manera, sin decirlo en voz alta, que ella estaba por encima de todos ellos en términos de sangre y nobleza. Evitaban cruzársela, pero además no parecían decir mucho.

Quizás tenían miedo de decir las cosas equivocadas; no importaba si lo hubieran dicho, era poco probable que Seras hubiese notado. Ella no fue criada en la nobleza; estaba acostumbrada a que todo el mundo diga lo que quisiera, sin importar si sus sentimientos fueron heridos o no. Es más que probable, que tenían más miedo de ofender a Alucard que a ella.

-¿Qué estás haciendo aquí?!- ella gruño, sorprendida por su asistencia. El no era un fiestero, igual que ella. Él era antisocial cuando llego; la mitad del tiempo, estaba segura de que sólo habló con ella porque era necesario para la vida cotidiana que se comunicaran. Bueno, hasta estos últimos días.

Entró en la luz de la luna, y la miró con una sonrisa divertida en la comisura de sus labios. Ella le devolvió la mirada desafiante, segura de que sus mejillas estaban brillando de color rosa en la noche, con su vergüenza por haber sido tomada por sorpresa. "¿Por qué no me dijiste que estaba aquí?" Le Preguntó a su demonio en la mortificación.

-Como iba a saberlo?!-Respondió sorprendida, pero ocultándolo mejor -estoy ocupada tratando de mantener un registro de todos los demás-Su demonio sólo era una sombra en la multitud. Serás frunció el ceño y el demonio lo olió, la zorra movía muy ligeramente la cola, ya que se sentó sobre sus patas traseras, y miró hacia otro lado con altivez a los demás que se mezclaban con la multitudes, ignorando a los intrusos de su soledad. Ella echó un vistazo al demonio de el que era un lobo indescriptible, sus orejas paradas, ya que descansó desinteresadamente a los pies de Alucard.

-Lo mismo que tú- dijo arrastrando las palabras, inclinando ligeramente la cabeza mientras miraba hacia ella. -Fui invitado. Es de mala educación no presentarse, ya sabes- agregó burlonamente. Ella rodeo los ojos antes de que pudiera pensar mejor, y él frunció el ceño. -Te has vuelto muy irrespetuosa últimamente- gruñó en voz baja, pero ella lo escucho de todos modos.

-Demandarme- le espetó. -¿Desde cuándo te importa el respeto?- Su demonio se erizó ligeramente e hizo como si fuera a dar un paso adelante, pero pareció pensarlo mejor. "¿Está preocupado por hacer una escena en una fiesta?" Pensó con incredulidad.

-Más como si él está preocupado de que la gente lo vea que no puede controlar a su propia ex Childe- el demonio se rió.-O, tal vez es otra cosa...- añadió en el último momento, con voz pensativa.

-Es una noche hermosa- ronroneó, evitando su pregunta descaradamente. -Y he tenido la intención de hablar con algunas personas, ya que estamos todos reunidos, pensé que sería mejor disparar a todos los pájaros de un tiro- Seras tarareó burlonamente, sin creer una palabra de lo que dijo.

-O tal vez, simplemente no podrías soportar la idea de que yo este por mi cuenta, rodeada de otros hombres- Para su sorpresa, él le dio una mirada desdeñosa, gruñendo ligeramente.

-Por el contrario- contestó. -Me importa poco-Seras resopló, y su demonio se convirtió en un gato que gruño antes deliberadamente se alejara. Seras se cruzó de brazos y se tragó una respuesta, no queriendo terminar la noche con un par de huesos rotos. Él podría dejarla ir por ser un poco grosera con él, pero incluso ella sabía que había límites, a lo que no iba a insistir.

"Tal vez, por eso es que me permite ser así en primer lugar; porque él sabe que yo sé cuándo es suficiente" Su demonio no contestó, todavía en algún lugar echando humo. Seras suspiró, sintiendo el ligero dolor que su comentario había causado a la parte posterior de su mente. Alucard miraba la fiesta, la luz de la luna se reflejo en su anteojo y lo cegó por un momento antes de girar su cabeza.

-Él va a lamentar haber dicho eso- su demonio finalmente dijo en voz baja, y Seras descruzó los brazos, inconscientemente giro la cabeza en la dirección que se había ido. Sonaba como si estuviera a punto de llorar. Ella sintió su corazón y trató de dividir su atención entre Alucard y el demonio por igual.

"Oh, crecedeunavez" Seras finalmente gritó irritada cuando se volvió de nuevo a Alucard. "No es que no haya otras opciones" El demonio gimió y casi se lo calificó como una niña mimada, antes de decidirse a ignorarla por completo.

-Bueno- dijo dulcemente, sonriendo alegremente a él -si eso es lo que deseas, ¿qué tal si caminamos juntos? Estoy segura de que no te importaría presentarme algunas personas que usted conoce-Los ojos de Alucard brillaron con ira, pero no discutió, en su lugar le hizo señas para que lo siguiera. Ella se alejó del árbol y se adentro de nuevo en la multitud.

Los vampiros se corrían de su camino mientras pasaban juntos a ellos, y Seras igualando su andar. Alucard llamó a un hombre con un peluquín, y él se detuvo, lo que permitió al hombre inclinarse profundamente antes de que empezaran a hablar de las deudas que algunos debían. Más bien fue aburrido, y Seras miraba, vagamente, a su alrededor, buscando algo interesante que ocurriera. Incluso los vampiros, era divertido de ver. Eran tan variados como lo seres humanos.

Ella lentamente se alejaba de su pequeño "grupo", hasta por completo, con la intención de encontrar a su demonio en la multitud. Ella fue detenida por una chica que había conocido un par de veces antes, y charlaron, Seras haciendo todo lo posible para ignorar los ojos amarillos oscuros que sólo se destacaron por su brillante pelo rosa de la chica.

Sintió la mirada de Alucard sobre ella, pero se negó a mirarlo, y en su lugar siguió su camino, llamando mentalmente a su demonio. No contestaba, y Seras sintió su frustración, que no estaba tan enojada con Alucard ahora. Ella suspiró y se dio por vencida y decidió que el demonio volvería cuando se sintiera capaz de hacerlo. Además, podría ser una buena idea caminar sin ella por un tiempo. Si veían un gato de piel de sombra y escupiendo cerdas, los vampiros en la fiesta pueden tener la impresión equivocada.

-Perdóneme, pero yo no pude evitar verte por allí- una voz la llamó, y Seras se giro para ver al hombre que había visto hace unos días, apoyado en la pared del invernadero. Él estaba solo, mirando, totalmente cómodo, como los otros vampiros iban de aquí para allá, mientras él se quedaba al margen. Ella hizo una pausa, deseando que su demonio estuviera allí para acurrucarse a sus pies. No ayudó mucho, pero la posición era buena si Seras tuvo que defenderse y el demonio tuvo que saltar para proteger sus órganos vitales.

Pero nunca había llegado a ninguna parte por jugar a lo seguro, ni como un ser humano y ciertamente no como un vampiro. Ella sonrió cortésmente y se dirigió hacia el hombre, observándolo cuidadosamente para cualquier signo de mala intención. Tenía que estar en guardia; guapo o no, este era un hombre extraño, y si él era capaz de dominarla antes de que llegara su demonio, entonces ella estaría en un mal lugar.

-¿Qué es lo que viste?-Seras pregunto con una sonrisa juguetona, asegurándose de que sus colmillos no estén en plena vista. Ella no quería parecer tan a la defensiva como realmente era; podría ofender a este hombre, quien a su propósito parecía una persona amable.

Inclinó la cabeza, una cicatriz larga en el lado de su cara fue iluminada por la luz de la luna, mientras que el resto estaba en la sombra. Sus ojos eran de un rojo anaranjado suave, que encajo muy bien con su piel aceitunada. Aparto su flequillo detrás de la oreja y se movió un poco.

-Vi que estabas con el Rey por allá, y los dos se parecían conocerse- respondió, asintiendo con la cabeza hacia donde Alucard aún estaba, con el hombre con peluca. -Pero te alejaste de su conversación con bastante rapidez, y estuviste paseando tú sola-

-Ellos no decían nada que me interesara escuchar- Seras explicó, todavía en busca de su demonio con la mirada. Seras realmente se sentía expuesta sin ella a su lado. Ella se sorprendió de que sólo la había conocido durante tres décadas, ella era más dependiente del demonio, lo que había sido con cualquier otra cosa en su vida. Fue asombroso.

-Una dama tan joven como tú no debería estar sola- comentó en voz baja, y Seras no pudo evitar sonrojarse. Ella bajó la mirada hacia el suelo, deseando que sus mejillas no se tiñan de rojo. El hombre se rió de ella, pero era un poco amable. -Dime, ¿cómo llegaste a conocer a Su Majestad?-

-Oh, él es mi padre- respondió ella rápidamente. -Y trabajamos juntos, pero nada más que eso- añadió cuando los ojos del hombre se ampliaron en el asombro. El hombre retrocedió unos pasos e hiso a Seras una profunda reverencia, el brazo sobre en la cintura y hacer una pequeña inclinación como Walter solía hacer, cuando aún estaba vivo.

-Le ruego que me disculpe, mi lady. Yo no tenía idea de que pertenecía a la nobleza de vampiros- pronunció, sus ojos mirando hacia el suelo. Su demonio, que hasta ese momento había sido un conejo saltarín, se agacho en la tierra, en la forma de un perro pequeño moviendo sumiso su cola, y ella negó con la cabeza moviendo sus manos.

-No, no lo hagas!- ella insistió, riendo nerviosamente. -Usted no tiene que inclinarse ante mí, yo realmente no soy el tipo de que le importe las inclinaciones, lo juro!- Su demonio, sintió su ansiedad y nerviosismo, llegó corriendo como un guepardo antes de deslizar alrededor de sus piernas y olfateando con curiosidad al aire. El demonio perro levantó la cabeza y, se rodearon el uno al otro con curiosidad.

-Como desees- le permitió enderezarse, como los dos demonios caminaban juntos. Seras suponía que estaban hablando, porque sentía la mente de su demonio que estaba en otra cosa aparte la de ella. Seras se acercó al hombre, poniendo la misma distancia entre ellos de nuevo, como ella lo miró con timidez.

-¿Cuál es tu nombre? Te recuerdo de cuando yo visite a Jack la otra noche, pero no tuve tiempo de conocerte correctamente-

-Me llamo Yoska, de los acantilados blancos- respondió con una sonrisa más pequeña. -Encantado de conocerte-

-Y-Yoska- Seras repitió, tratando de imitar al hombre. –Yoska- dijo de nuevo, esta vez de hacerlo bien. -El placer es mío- se rió cuando el le tomó la mano y se la besó, ella miro hacia otro lado por haber sonrojado. –Usted, em, usted no estaba aquí cuando visite el aquelarre la anteúltima vez-

-Tienes razón, yo no estaba- El soltó su mano y la miró con una pequeña sonrisa aún en sus labios. -Me uní al aquelarre el mes pasado. Durante muchos siglos he estado solo. Pero las circunstancias actuales...- Se cayó, sus ojos se endurecieron. Seras carraspeó educadamente, para traerlo de regreso de sus pensamientos.

-Bueno, me alegro de que lo agás hecho. De lo contrario, tal vez nunca te hubiera conocido- dijo Seras dulcemente. Él sonrió y los ojos de ella fueron atraídos de nuevo a la cicatriz en su rostro. -¿Qué te paso?-le preguntó sin rodeos, antes de darse cuenta de que estaba siendo irrespetuosa, y sus ojos se ancharon. -Oh, lo siento, no debí preguntar-

-No importa- declaró suavemente. -Me gusta hablar de eso, en realidad. De donde yo vengo, las cicatrices son trofeos de batallas ganadas- Señaló a la cara, su dedo trazando la cicatriz. -Me corté con un cuchillo, de la mano de mi propio hermano, no obstante. Él fue cegado por la rabia, por el asesinato de su hija, y ataqué cuando intentamos pararlo de ir tras el asesino y convirtiéndose en uno-

-guau- Seras levanto la mano y pidiendo permiso con la mirada. Se inclinó cortésmente y pasó los dedos por el borde de la cicatriz, sintiendo la vieja herida cuidadosamente. -¿Has conseguido detenerlo?-

-Si no lo hiciera, no lo consideraría un trofeo- se rió suavemente. -Cuando volvió en sí estaba muy apenado por lo que había hecho. En aquellos días no había medicina moderna, por supuesto. Yo podría haber muerto fácilmente de tal herida. Pero yo vivía, por el momento- Se frotó sobre su cuello, y Seras sabía que, como muchos otros, sintió el dolor fantasmal de la herida punzante en el cuello.

-¿Quién fue tu ...- hizo una pausa, preguntándose si eso también es demasiado personal. Los vampiros en general no les importa hablar de sus días como un vampiro siervo; era como un ser humano al recordar su infancia, con un sentido de cariño para los días pasados en el que todo era nuevo y sorprendente. Pero, también como seres humanos, a veces la cuestión era percibido al ser grosero si no conoces a la persona lo suficientemente bien. Sin embargo, a Yoska no parecía importarle.

-¿Mi creador?- terminó la frase por ella, y Seras asintió con la cabeza sin decir nada. Su sonrisa se volvió melancólica y mirar por encima de su cabeza antes de suspirar profundamente. -Su nombre era Eufrosina. Ella era una vampiresa griega, muy hermosa. Ella era como una segunda madre para mí-

-Suena encantadora- Seras comentó. -¿Todavía la ves, sigues en contacto?- Era una pregunta que a menudo hacían los vampiros que habían ganado su independencia y tomaron su propios camino en el mundo, dejando a sus antiguos amos o amas atrás. Era sinónimo de niños humanos que abandonan el nido, sus madres y padres les dicen adiós mientras que se apresuraran a buscar nuevos mundos.

Muchos vampiros, si no permanecen con sus creadores, se mantenían en contacto. Por lo general, hablaban de buscar a los vampiros más viejos cuando regresaban al país, o verlos en fiestas como la de esta noche. Era, en efecto, lo mismo que ver la familia de edad que no habías tenido contacto en muchos años, mientras que los humanos pueden pasar cinco o diez años y mas sin una visita, un vampiro puede pasar quinientos años. Yoska miró con tristeza el suelo, moviendo la cabeza.

-Se me informó hace unos cincuenta años que fue destruida en un incendio accidental, junto con algunos otros vampiros que también eran incapaces de escapar de las llamas. Estaba atrapada, tratando de salvar un Childe de la que ella solía llamar marido-

-¿Por qué no atravesaron gradualmente el fuego?- Seras jadeó, sus ojos muy abiertos. Yoska miró extrañado.

-El Childe no era lo suficientemente fuerte como para eso- respondió en un tono bajo. -No hay muchos vampiros que puedan hacerlo, a menos que sean de sangre Noble, o muy viejo-

-Oh...- Seras se sentía como una idiota. -Sólo pensé que... tal vez, podría haber sido lo suficientemente fuerte como para eso- Yoska sacudió la cabeza de nuevo.

-Me temo que no. Ser de sangre Real, supongo que se puede...- Seras asintió y él asintió en la comprensión.

-Lo siento, yo no debí haber preguntado- dijo ella, dándole la espalda. Él la agarró del brazo y la giro, mirando suavemente a ella.

-No importa- le aseguró. -Fue un error. Tengo la creencia de que hay un más allá de esta vida, ella está allí también, y cuando por fin sea capaz de dormir por siempre yo me reuniré con mi querida señora. Creo que ella está allí, esperando junto a su hombre, y su Childe, que pereció con ella. Un día, voy a estar allí también-

-Eso es hermoso- Seras suspiro, una sonrisa en sus labios. -Eso es realmente precioso- Se quedaron en silencio, mirando a los grupos. Las personas estaban riendo y sonriendo, disfrutando de una noche bajo la luna. Sintió la mirada de alguien sobre ella, pero no estaba segura quien podría ser. Alucard parecía estar enfrascado en una conversación, esta vez con un hombre y una mujer vestidos como salidos de un retrato del siglo 19. Entre ellos, una joven estaba de pie cortésmente, lo más probable sea la Childe del hombre.

"¿Quién nos está mirando?" Le preguntó a su demonio, que dejó al demonio de Yoska y volvió a ella como una loba. Buscando a su alrededor, con oídos alertas. "¿Puedes decirme?"

-No, pero siento la mirada de alguien puesta en nosotras- El demonio se erizó ligeramente. Su demonio lo sintió también. Seras miró sutilmente al demonio del hombre, que había tomado la forma defensiva de un puercoespín, por extraño que parezca. Seras pensó que los puercoespines estaban a la defensiva; dañaban con sus púas, supuso.

"Mantente vigilando; Voy a seguir hablando como si no pasara nada, para despistarlos" Su demonio acepto en silencio y ella se volvió hacia Yoska, una sonrisa forzada en su rostro. El la miró inquieta, pero volvió su mirada lo suficientemente uniforme.

-Tan bonita como tú, me sorprende que no estés rodeada de hombres- dijo de pronto. Serás fue tomada con la guardia baja y lo miraba con incredulidad, antes de aclararse la garganta y mirando hacia la multitud.

-Ah, sí? Um, supongo que soy demasiado para ellos ¿te parece?- ella se rió torpemente. Se rió de buen humor y se encogió de hombros.

-No puedo hablar por ellos. Todavía no los conozco a todos ellos, lo suficiente como para decirlo. Pero...- él la miró con picardía. -Yo no creo que eres demasiado para mí- Él arqueó una ceja y ella se mordió el labio.

"Oh, así que eso es lo que busca" Su demonio escuchó su pensamiento y se echó a reír.

-Hazlo- Sentencio con firmeza y tranquilidad, estaba totalmente de acuerdo con los propios pensamientos de Seras. Podía verse a sí misma pasando los años, riendo y creciendo cerca de este hombre amable con las cicatrices entrecruzando su cuerpo y corriendo por su rostro.

-Bueno, que sin duda puede tratar de averiguarlo- Yoska se inclinó hacia adelante, pero antes de que Seras podía decidir si estaba tratando de besarla o no, otra voz resonó a su derecha.

-O! ¿Pero qué es lo que quiere un hombre como tú? Usted no puede manejar algo tan feroz. Encuentre a su compañero- Seras y Yoska se giraron al mismo tiempo y vieron a otro hombre de pie cerca de ellos, su demonio un tigre al acecho. Le sonrió a Seras, sus dientes blancos y perfectamente rectos.

-¿Quién es usted?- Preguntó Yoska, sus músculos se tensaron. El hombre no le hizo caso y se inclinó ante Seras, sus ojos escarlata sin dejar de mirarla. Fue construido como un dios griego, todo músculo bronceado y rostro anguloso con el pelo tan rubio que parecía que era blanco.

-¿Cómo lo hacéis, mi encantadora chica?- preguntó con un guiño, destellando otra sonrisa. Ella se sonrojó, no estaba acostumbrada tener a alguien tan... cerca al invitarla a salir. Él no se acerco más, pero el demonio de él se acerco hacia la de ella, con valentía se sentó delante de ella.

-Estoy bien- Seras dijo con incertidumbre, con ganas de retroceder y avanzar hacia él al mismo tiempo. Él parecía agradable, al menos hasta ahora, y se le hacía agua en la boca de lo guapo que era, siempre una ventaja.

-Bueno, sería maravilloso, si usted permite que me quede por un tiempo. Yo he estado observándola toda la noche- agregó.

Seras se dio cuenta con un sobresalto que no eran los ojos de Alucard sobre ella, después de todo. Su corazón se hundió, pero empujó la sensación a un lado. Aquí tenía a dos hombres muy guapos que querían tratar de estar con ella, y lo único que podía pensar era en el único hombre que parecía desdeñar todo lo que tenía que ver con el ¿compromiso? De ninguna manera! No por ser rubia era estúpida!

-Oh, ¿verdad?- ella dijo con timidez, como si no se hubiera dado cuenta. Su demonio se rió en su cabeza. -Me gusta- dijo. -Él es valiente. Vamos a añadir a la mezcla, ¿de acuerdo?-

"Ni siquiera sabemos cómo es su personalidad, aparte de que es un tipo muy seguro de sí mismo, con un cuerpo bien parecido. Él podría ser un completo idiota total" El demonio resopló.

-¿Crees que me dejaría llevar por una atracción? Deberías conocerme mejor que eso, niña tonta- Seras quería suspirar de resignación, pero no quería enviar un mensaje al hombre. En cambio, le sonrió y le hizo un gesto con la mano paraqué se acerque, mientras que dentro de ella todavía estaba reprendiendo a su demonio.

"¿El nombre "Alucard" te suena?" Seras gruñó, y el demonio gimió.

-Alucard no es un completo idiota. Incluso él tiene sus puntos redentores. Y este tipo es simplemente muy confiado. Él piensa que podría ser lo mejor y despertar su interés. Funcionó, ¿no?-

"Canjea puntos en mi culo. Tienes suerte que te soporto" le espetó, empujando el demonio fuera de su cabeza. El chico rubio se acerco y se arrodilló a sus pies y tomó una de sus manos entre las suyas.

-Te tengo mi amor. Mi nombre es Jet, y soy, en todos los aspectos, su humilde servidor- Él apretó la mano en su frente, y ella la retiró después de un momento, la risa burbujeando detrás de sus labios.

-¿Jet?- ella se rió, preguntándose si era realmente su nombre. Había oído hablar de la gente que ponía nombres tontos como este a sus hijos, pero este chico ... ¿se dio a sí mismo ese nombre?. El hombre levantó la cabeza y asintió solemnemente, tratando de ponerse de pie, y casi cayó hacia atrás antes de estabilizarse a sí mismo en el suelo.

-Mi nombre completo es Jeffrey Norton, pero cuando yo era un ser humano mi hermanita no podía decir" Jeffrey". Solía decir "Jet-ty ", y así quedo Jet, desde que tenía cinco años- Todo lo que dijo sonó de verdad, y Seras no pudo evitar sonreír ante la historia.

-Eso es tan lindo- comentó ella. -Usted y su hermana deben ser muy unidos- La sonrisa de Jet se desvaneció un poco y él asintió con la cabeza, mirando y deprimiéndose un poco.

-Sí, éramos muy unidos, hasta que...- Se detuvo, señalando a su cuello. -De hecho, sé que es contra las reglas, pero cuando ella estaba en su lecho de muerte, me escabullí hasta llegar a ella- Seras no sabía que había reglas para ese tipo de cosas, pero no comentó sobre el tema.

Ella podía entender por qué tal vez era una mala idea dejar que cualquier familia que tuvieras supiera que todavía estabas en la tierra, y vivir como un vampiro. No obstante, aun así, parecía una regla bastante injusta. Trató de imaginar la vida como ahora, su madre y su padre siguieran vivos. Si era contra las reglas de hablar con ellos, ¿qué podía hacer? Verlos desde lejos. Sin importar lo mucho que le rompiera el corazón, estaba segura de que si hubieran estado vivos, habría hecho algo similar a lo que Jet había hecho.

-¿Lo hiciste?- Dijo Yoska, con el ceño fruncido en su rostro. -¿Entiendes lo arriesgado que es?- Jet lo fulminó con la mirada soberbia, pero asintió con la cabeza.

-Por supuesto que sí. Esto fue hace más de medio siglo, ya sabes. Yo era joven en ese entonces. Ella tenía demencia. Tuve cuidado con ella. Esperé hasta que la hora de visita allá terminado antes de escabullirme allí para verla. Ella se acordó de mí- admitió con una sonrisa triste. -Ella dijo mi nombre...ya sabes, nunca antes de ser un vampiro no me imagine a alguien de edad ser hermosa. Pero ellos lo son, y mi hermana, acostada allí con su piel arrugada y el pelo blanco...ella parecía un ángel-

-Yo no te culpo- dijo Seras apresuradamente. -Creo que estabas actuando por amor a tu hermana. No me puedo imaginar ver a mi familia envejecer y no ser capaz de compartir esa parte de la vida con ellos. Quiero decir, mis padres murieron cuando yo era una niña, así que no tenía a nadie cuando el me dio la vuelta, nadie más que mi amo "Tal vez yo crecí muy dependiente de él... porque era todo lo que tenía"

-Tal vez él se volvió demasiado dependiente de ti, porque eres todo lo que tiene- su demonio murmuró filosóficamente. Los otros hombres asintieron y murmuraron con simpatía, y se estrecharon sus manos con condolencias.

-Al final, porque vivimos tanto tiempo, todos terminamos solos- Yoska señaló. -Pero es mejor para nosotros, para no volver a nuestras viejas vidas. Tenemos que aprender a vivir sin ellos- gruñó, mirando hacia Jet como el muchacho no era más que un cachorro para él. El joven no parecía darse cuenta, o no prestaba atención.

-Sí, eso es lo que dijo mi ama también. Ella venció el infierno para que yo baya. Ya vez- comenzó, y Seras rápidamente se dio cuenta de que era el tipo de historias de largo aliento. -Era uno de esos que se suponía que debía quemarse por ser una bruja, ¿en Salem? Bueno, yo no sé cómo diablos la catalogaron como una bruja, porque ella es una de las personas más piadosas que conozco. Y eso es mucho decir, de un vampiro-

-De hecho- Seras estuvo de acuerdo. La mayoría de los vampiros no estaban afiliados a ninguna religión o secta, aunque algunos creían en Dios y muchos creyeron en el más allá. Incluso Alucard creía en Dios y el Diablo, él simplemente no le importaba si iba al cielo, al infierno, o en algún lugar completamente distinto.

-Y además, ella es la clase que no respira antes de decidir si va contra las reglas o no. Aun así ella siempre me regaña sobre algo u otro- Hizo una pausa, y pensó. -Debo ir a verla pronto. Yo la echo de menos. Pero...- se acerca un poco más a Seras. -No quiero ir allí con las manos vacías. Me gustaría llevar una esposa bonita para mostrarle a ella-

-Bueno- Seras rió incómodamente, sin saber qué decir.

Y así fue, por el resto de la noche, con más hombres que se acercaban cada minuto. Ella se giraba y ay estaban ellos, a algunos de ellos estaban arrodilladlos, pero sobre todo ella aceptó, sólo por un poco de variedad. Incluso hubo una mujer que esperaba a Seras que tuviera que lanzarse, aunque ella lo hizo tan cordialmente como sea posible. Para cuando el amanecer estaba llegando estaba casi lista para terminar, tenía por lo menos una docena de aspirantes pululando a su alrededor, hablando y peleando entre sí sobre quién le llamaba la atención.

Seras nunca había tenido tantos hombres peleando por ella antes, y no sabía qué pensar. Su demonio estaba muy complacido, pero antes de que realmente pudiera comenzar a disfrutar de ello, todo salió mal.

Ella había estado riendo de Jet, que estaba sosteniendo en la palma de su mano un libro, que fue leído por otro hombre que acababa de terminar de leer para Seras. Todo era por diversión, pero Jet y el hombre, ambos trataban de superarse unos a otros en arte dramático, lo que hicieron una exhibición divertida. Ella se reía tan fuerte que resoplaba, con las manos sobre su cara para tratar de amortiguar los sonidos impropios de una dama, cuando una sombra se acerco a ellos.

-Chica Policía ¿qué estás haciendo?- Aún tratando de recuperar el aliento, se giro y se encontró cara a cara con Alucard, quien se inclino hacia ella con una mueca de enojo en su rostro. -Pensé que te quedarías conmigo, con el fin de conocer a algunas personas-

"Él honestamente, ¿acaba de notar mi ausencia?!" Seras pensó, completamente desconcertada.

-Lo dudo- su demonio contestó. -Él sólo quería una excusa para disolver el grupo. Parece que tienes demasiada diversión- Seras frunció el ceño y se levantó de donde todos están sentados, alrededor de la pitonisa, que de repente parecía como si hubiera visto un fantasma. Jet miró por encima de su hombro, con la boca ligeramente abierta. Yoska y otros pocos que eran los más antiguos del grupo, se levantaron y se inclinaron ante el rey. Los otros simplemente se miraban, sus rostros se mezclaron con el terror y el desconcierto.

-Me estaba riendo, obviamente- respondió ella, con voz fría. -Y me aburrí de ser ignorada, así que fui y encontré a alguien con quien hablar. Un montón de gente con quien hablar, en realidad- Hubo algunos jadeos, y Yoska la miro como si acabara de ver crecer una segunda cabeza. Jet casi se echó a reír, pero una mirada oscura en Alucard hizo que el sonido quede en sus labios.

-Sí, al parecer reunió un grupo de fans- Miró a los hombres que la rodeaban. -No tenía idea de que sus normas eran tan bajos, Chica Policía- No pudo evitar el grito que se le escapó. Sus palabras apuñalaron su corazón como un cuchillo.

"Tan bajo, tan bajo"; hizo eco en sus oídos. Su demonio temblaba de rabia, con ganas de atacar al demonio de el y rasgarlo en pedazos. Seras apretó los puños, sintiendo las garras lastimar la palmas de sus manos. Ella podía arrancarle los ojos. Sintió que sus colmillos pellizcaban el labio inferior. Ella podía morder su cuello y arrancar su garganta. Sintió un nudo en la garganta, el precursor de lágrimas calientes. Su demonio ronroneó con dulzura, pero no sirvió de nada. Eso fue tan cruel como él podría ser.

-Bueno- se atragantó, tragándose el sollozo que amenaza con abrirse camino hacia fuera -Es mejor que se aleje lo más lejos posible para que usted no tenga que estar asociado con nosotros, Su Alteza- Esto arrancó un gruñido de la garganta de el, un sonido que hizo que cada pelo que tenía se erice. Algunos de los hombres dieron un paso atrás.

-Tú siempre vas a estar asociada a mí. Una vez fuiste mía, y sólo mía. Me niego a dejar que estos gusanos patéticos tengan alguna conexión con usted, y a través de ti conmigo- Así que estaba avergonzado de ser visto con ella, si ella elegía uno de estos hombres. Ella sintió que su dolor pasó a ser una rabia ardiente y gritó de frustración.

-Yo ni siquiera he elegido a alguien!- dijo entre dientes, al darse cuenta de que todo el grupo quedo en silencio sepulcral. Sus mejillas ardían en la mortificación, mientras miraba a su alrededor, viendo a todos en la fiesta mirando en su dirección. Todos miraron como si nunca habían visto nada igual, es probable que no hubiera tenido en cuenta que ella estaba desafiando abiertamente al propio Rey.

-No vas a elegir entre estos vampiros indignos- él ordeno. No tenía puestos los lentes. Y cuando hubo un pequeño murmullo de los hombres los miró, y con toda su fuerza grito. -¡FUERA DE AQUÍ!- y los hombres de inmediato se dieron la vuelta y echaron a correr. Seras abrió la boca levemente y ella lo agarró del brazo y lo sacudió hacia ella.

-No les grites! No les puedes decir qué hacer!- Seras grito, sin saber de dónde las palabras vinieron. Fueron los pensamientos de su demonio, y ella lo vio como un oso de nuevo, gritando en silencio como una sombra y deslizándose hacia al lobo, que se agacho al suelo, las orejas hacia atrás mientras se preparaba para atacar, y con los colmillos descubiertos.

-Yo soy el rey!- gritó de nuevo. -Ellos me obedecerán, y te dejarán sola!-

-N..no- Seras jadeó de nuevo, como los ojos de Alucard se volvieron mortales. Se giró lentamente, mostrando que Jet seguía allí. Temblando, pero de pie. No obstante, sus ojos mostraban su terror absoluto, pero aún levanto su dedo y señaló a Seras. –Y...usted no puede d..decirle q..qué hacer, e..ella n..no es su sie...siervo!, e..ella puede elegir qui...quien quiere-

-No- Seras gimió, sacudiendo la cabeza frenéticamente. ¿Acaso Jet no se da cuenta que era su antiguo amo?! Iba a ser empalado en una rama de un árbol y quemarse por el sol! Sus palabras sellaron su destino!

-¿Qué dijiste, pequeño?- El tono de Alucard estaba tranquilo, casi amable. Una lenta sonrisa se extendía por su cara. Las personas en el grupo principal habían comenzado alejarse, las mujeres agarrando a sus hombres, maestros que empujaban a sus mujeres y childes detrás de ellos de manera protectora, las maestras ser protegidas por sus temerarios hombre o childes. Todos sabían, ya sea por instinto o de experiencia pasada, lo que venía después.

Yoska seguía en pie allí, pero había permanecido tranquilo durante todo el encuentro. Se quedó mirando a Seras, aparentemente a la espera de su reacción. Ella estaba inmóvil, no queriendo ver al joven payaso carismático, de ser torturado hasta la muerte por el hombre al que solía llamar su "amo".

-¡Detente!- ella gritó cuando el puño se acercó. Se quedó inmóvil en el aire y los ojos de Jet se centraron en ella, con el rostro todo colorado. Seras sintió que su cuerpo se movía hacia adelante, impulsado más por el miedo que cualquier voluntad que tenía. Empujó a Jet fuera del camino, al oír su gruñido cuando tropezó y rodó por el suelo, y ella se puso en su lugar. Una vez que ella estaba allí, no tenía ni idea de lo que iba a hacer a continuación. Su boca se abre y se cierra, y su mente buscando las palabras.

-Si los matas, yo...- Ella sacudido su cerebro, tratando de pensar en algo que fuese una amenaza para él. Era casi imposible de superar; ¿que tenía ella que podría utilizar como influencia? Entonces, como le entró el pánico, la respuesta vino a la mente, junto con una paz terrible que le daba ganas de llorar.

-Voy a dejarte y nunca volver- Era todo lo que tenía. Cualquiera que la escuchara sería la única cosa que el no permitiría. Él la miró, su sonrisa vacilante, antes de que él se riera con desdén.

-¿Y qué te hace pensar que puedes huir de mí? Yo podría seguirte hasta los confines de la tierra y arrastrarte al regreso- Ella negó con la cabeza.

-No. Quiero decir, me iré a casa y matare a la gente hasta que Sir Integra me ataque y me mate con una bala en mi corazón. Me dolería menos de lo que acabas de decirme- añadió con rencor. -O voy a saltar en el fuego y abre desaparecido en diez minutos, o voy a estar aquí y esperar a que el sol me queme hasta volverme en cenizas-

La implicación real de lo que quería decir cayó en la cuenta, y se veía perdido. Su mano bajó y siguió mirándola a los ojos, y Seras se estremeció cuando la mirada de Alucard adquirió una extraña luz. Miraba con locura; afligido y loco! Ella dio un paso atrás, pero él la agarró del brazo superior, aplastando con fuerza el brazo. Ella gritó cuando el dolor floreció por su brazo, y luego gritó cuando fue recogida y arrojada.

Ella fue arrojada a las tinieblas, y su demonio corrió a la velocidad del rayo para cubrir su cuerpo. Ella lo oyó gruñir ya que llevó la peor parte de su caída; Seras sintió como aterrizó sobre una colchoneta suave, en lugar de que sus huesos se quiebren en el suelo frío.

Mirando a su alrededor y poniéndose de pie, se dio cuenta de que Alucard la había arrojado en su dormitorio. Se dio la vuelta en un círculo, con los ojos en busca de peligro ya que su demonio se adentró bajo sus ropas y le cubrió el cuerpo como una armadura. Si iba a venir en pos de ella con un golpe mortal, las sombras lo detendrían el tiempo suficiente para que ella se mueva fuera del camino (teóricamente, al menos).

-Todas ustedes, las mujeres, son iguales- dijo entre dientes, y ella se topó con él, e inmediatamente la arrojó en la dirección opuesta. Él estaba de tras de ella, sus ojos como carbón encendidos en la oscuridad. Ella no podía ver a su demonio en las sombras, y la suya gritaba a ella para hacer frente a él, pero a diferencia del otro día, era claro que tenía miedo también. Ellas habían conseguido presionarlo más allá de sus límites.

-¿Cómo es eso?- Seras se las arregló para chillar, tratando de llegar a su silla. Si pudiera poner la silla entre ellos, podría frenarlo el tiempo suficiente para planear algo y poder salir de allí, y llegar a Sir Integra. Pensó en el capitán que estaba debilitado; ¿iba a ser capaz de detener su ataque hacia a ella?

-En el momento que otro hombre aparece, estás corriendo a él. ¿Prefieres matarte que estar aquí?- Seras alcanzo el brazo de la silla y ponerse detrás de ella, pero Alucard la corrió y Seras gritó, corriendo a su alrededor de ella y el respaldo para otro lado mientras la seguía, la muerte en sus ojos.

-¡No!- protestó ella, buscando algún método para escapar. No había ninguna. La puerta estaba detrás de él, y no llegaría a la puerta a tiempo. Tenía miedo de darle la espalda. -Yo no quiero dejarte. Tú no me quieres!-

-No trates de revertir esto, Seras Victoria- el gruñó. Sus ojos brillantes cuando dijo su nombre completo. -Tú estás equivocada aquí, no yo- Ella balbuceó, tratando de encontrar algo para usar como arma. Ella estaba en plena defensiva, pero su mente estaba nublada por el pánico y el miedo de su demonio.

-Tu dijiste que no te importaba si hablaba con otros hombres!- acusó. Que finalmente encontró su voz. –Tú lo has dicho, y aquí estás haciendo lo contrario de lo que has dicho, otra vez! Eres... .Hipócrita!-

-Contradictorio, es la palabra más correcta- su demonio aconsejó, demasiado tarde.

-¿Así que soy un hipócrita?- preguntó, en voz baja. Seras llego a la pared de piedra y extendió sus manos sobre ella, sus ojos se abrieron con el temor a lo que estaba por venir. El capitán, ni su demonio, podían detenerlo ahora. Era un loco, un sociópata...él estaba más allá que furioso con ella, y si ella iba a matarse, Alucard debe haber decidido hacerlo por ella. Cerró los ojos, haciendo círculos con su dedo contra la pared y con la esperanza de que el dolor pasara rápidamente para que ella pudiera caer inconsciente y morir.

-Dijiste que no te importaba...- susurró, sintiendo las lágrimas debajo de sus pestañas. No lloraría, lo iba intentar. No estaría bien que su último recuerdo de ella fuese su debilidad. Esperó al primer golpe por venir. Espero y espero. Hubo un sonido de ahogo, y ella abrió un ojo, curiosamente, antes de abrir el otro. Un nuevo pánico ahora en sus ojos.

-Alucard ?!- Él estaba tosiendo como si se estuviera ahogándose, y temblando como si tuviera fiebre. Parecía que podría estar teniendo un ataque, o algo así. Ella abrió la boca y extendió la mano para él, antes de retroceder, sin saber cómo ayudarlo. Sus sombras se agruparon en su cuello. Y el demonio de ella susurraba en su mente.

-Está luchando con su demonio por el control- dijo, sonando impresionada. -Pero él está perdiendo, al parecer- El asombro de Seras era demasiado grande. Por último, el temblor se detuvo, y la tos aumentó a jadeos antes de detenerse también.

El cuerpo de Alucard se levantó lentamente hacia delante. Seras estaba sorprendía y con la boca abierta, que trato de serrarla. Él sacudió con la cabeza, mirando a su alrededor por un momento antes de fijarse en Seras. Ella no podía dejar de mirarlo boquiabierta; sus ojos eran más suaves de alguna manera, casi infantil, como él la miró a través de la cortina de flequillo oscuros.

Él parpadeó un par de veces, aclarándose la garganta antes de cerrar los ojos y corrió su flequillo detrás de las orejas. Se despejó una gran cantidad de su rostro, y sólo los más cortos todavía colgaban sobre sus ojos cuando se abrió de nuevo. Seras se congeló en su lugar, no puede hacer más que observarlo. Entonces su boca se abrió, y ella se esforzó por escuchar lo que el demonio (porque tenía que ser el demonio; Alucard no estaba actuando como él es) diría.

-Nosotros...él...no- comenzó, probando las palabras en voz alta. Seras se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que el demonio tuvo que utilizar el cuerpo físico de Alucard. Sin duda, un siglo o más, ya que ella no podía imaginarse que el utilizara mientras Alucard había estado solo en Hellsing. -Nosotros no lo decimos en serio-

Seras parpadeó, tratando de averiguar lo que eso significaba. -Lo que quiere decir- su demonio aclaró es que cuando Alucard dijo que no le importaba que hablaras con otros hombres. Debiste haber sabido, para empezar. Estoy segura de que sólo lo dijo con el fin de evitar admitir la verdad-

"Cállate" Seras ordenó, y por una vez, el demonio quedó en silencio obediente. Miró de nuevo a Alucard, que la seguía mirando fijamente a la cara. Sus ojos estaban clavados en ella, y Seras miró hacia otro lado, con sus mejillas coloradas.

-¿Seras?- Tenía que ser su demonio. Él nunca había dicho su nombre así antes; cálido y suave, con un toque más mínimo en un acento a la misma. -Seras, no...-

Se detuvo, la inquietud. Y lo siguiente que supo, estaba envuelta en un fuerte abrazo. Tenía la mejilla apoyada en la sedosa suavidad de su chaleco, el borde de la clavícula sobre su mandíbula. Sus brazos eran como bandas alrededor de los hombros y la cintura, con la cara enterrada en su cuello. Ella movió los brazos libres y tentativamente las envolvió alrededor de su espalda, apretando suavemente en el contraste con sus brazos.

-No nos dejes, mi querida- susurró contra su piel.

"Oh, querida..." Seras pensó, con las mejillas en llamas desde el afecto.

-¿Querida?- Su demonio rió a conciencia, derramándose fuera de su ropa en el suelo como el agua de un cubo. ¿Significaba eso que estaba fuera de peligro? Bueno, a excepción de ser aplastada por su abrazo demasiado entusiasta.

-Tú...tú no me quieres- respondió Seras con incertidumbre, sintiendo ese maldito nudo en la garganta, que regreso. El apretó con más fuerza, y ella escuchó algo extraño en su oído. Seras trató de averiguar lo que era, cuando se dio cuenta: él estaba ronroneando, al igual que su demonio lo hacía cuando quiso aliviar su preocupación o consolarla. Simplemente sonaba extraño porque estaba fuera, en el exterior, en vez de su mente, y era mucho más profundo que suaves, sonidos rítmicos de su demonio.

-No creas en eso- dijo, levantando la cabeza hacia atrás para mirar sus ojos. Seras estaba un poco nerviosa por la ferocidad de su mirada, y trató de apartar la mirada. Sus manos se enredaron en su pelo y la jalo suavemente hacia delante. -No lo pienses; Nosotros...- Se detuvo, con una expresión extraña que cruzó su rostro y se sacudió de nuevo, con el ceño fruncido. -Yo no lo puedo mantener por mucho más tiempo, por desgracia- él puso mala cara haciendo pucheros

-Oh- Seras respondió confundida. Era como dos Alucards diferentes, diciendo dos cosas diferentes. ¿No se supone que son una misma alma?

Su demonio resopló. -El alma puede sentir lo mismo, pero el orgullo por lo general detalla lo que sale de la boca. Alucard es muy orgulloso; Su demonio, no tanto. Por eso el puede decir cosasque Alucard nunca daría el brazo a torcer y decirse a sí mismo-Ella alzó la vista hacia él, pero él no estaba prestando atención a ella.

-Tengo que arreglar esto...debo- murmuró, mordiéndose el labio antes de ver los ojos de Seras, mirándolo con cautela. Él sonrió distraídamente y pasó los dedos enguantados a lo largo de su pómulo antes de que su expresión se volviera seria. Él la miró y se le ocurrió una idea en su rostro.

Seras ni siquiera tuvo tiempo de decir una palabra antes de que el se incline hacia ella y sus labios se presionen firmemente contra los suyos.

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