Capitulo 8: Trazar los limites

-¡No! No, no he sido traviesa!- Alucard miró a su alrededor en la habitación en la que se había despertado. Fue un sueño, por supuesto, porque su demonio estuvo aquí junto a él, una copia de sí mismo, a pesar de que sus ojos estaban mucho más preocupados. La habitación era sencilla, con paneles de color verde pálido y muebles gastados.

Dos monjas entraron en la habitación arrastrando, lo que parecía en un principio, como un gato salvaje con mucha vegetación. El gato montés chilló de nuevo y Alucard se sorprendió al ver que era una versión en miniatura de su chica policía. Ella no tendría más que siete u ocho años a lo sumo, y sus ojos azules estaban llenos de lágrimas. Cuando vio la habitación, ella dobló sus esfuerzos y su expresión se volvió en una de terror.

-Vamos Victoria!- una de las monjas se quejo, tratando de tener un mejor agarre en el niña. -Nunca has esto antes aquí!-

-Ella siempre lo temía- señaló la otra monja. -Le dije al director, y me dijo que lo hiciera- La primera monja sacudió la cabeza con aire ausente y agarró el otro brazo de la niña, sosteniéndola en sus rodillas mientras que la madre superiora fue a un armario estrecho y abrió la puerta con un chirrido. En el sonido, la niña volvió a un ataque de histeria.

-¡No!- sollozaba y gritaba repetidamente, agarrándose de la monja. -No, no el armario! Por favor, hermana Juana, no el armario, no el armario! Voy a portarme bien, lo prometo! Lo Prometo!- La monja parecía casi comprensiva y abrió la boca, pero la madre superiora la interrumpió.

-Ya basta!- exclamó ella con altivez. -Eso es un buen ejemplo de la maldad en ti, niña! Usted ha sido traviesa, y ahora serás castigada por ello-

-¡No!- Seras jadeaba sin aliento, mientras renovó sus esfuerzos por escapar. La hermana Juana logró atraparla de atrás del cuello de la remera, y se atragantó, deslizándose sobre el suelo de madera, tosiendo y cayendo al suelo con estrépito. Estaba demasiada atragantada para hacer algo más que gritar.

-Vamos!- La hermana Juana advirtió de nuevo. -Sólo estás empeorando para ti misma!- agregó en voz baja, para que la madre superiora no la escuchara. Las dos monjas agarraron por los hombros y la empujaron hacia la puerta del armario. Alucard se acercó más, mirando en el. Su demonio miró por encima de su hombro. El interior del armario estaba vacío, salvo un taburete de madera que apenas cabía dentro de las paredes estrechas.

-Es suficiente!- la Madre Superiora suspiro -Voy a poner fin a esta tontería! No hay monstruos en el armario, y nunca los hubo!. Yo quiero que te quedes aquí y ores por arrepentimiento, y el estado de tu alma!-

La pobre niña estaba luchando en el suelo y balbuceando tonterías en su pánico, y Alucard sintió una oleada de pura rabia. Ambas monjas eran claramente viejas, en esta memoria; si sólo seguían vivas hoy. Era muy poco probable, pero Alucard sintió la necesidad de promulgar alguna venganza profana a los seres humanos que se atrevieron asustar a Seras de esa manera.

-Por favor!- suplico, completamente sin fuerza, ya que la arrastraron al taburete. No parecía ser movido, aunque la hermana Juana casi lloraba.

-Cierra la puerta del armario, y déjala aquí por una hora de reflexionar sobre sus pecados- la Madre Superiora ordenó fríamente. Ella se giro y salió de la habitación en un remolino de paño negro. La hermana Juana miró a la puerta vacía antes de inclinarse a nivel de la niña lloriqueando.

-Si te quedas aquí en el taburete y ser una buena chica, voy a dejar la puerta abierta- prometió.

-Lo haré! ¡Lo haré!- Seras prometió frenéticamente. La monja le dirigió una mirada severa.

-Seras, hija, usted debe parar esto. Es impropio de una dama golpear a alguien, sobre todo a otra persona!- Le reprendió. Seras puso mala cara.

-Lo hice porque él golpeó a Mary Ellen y robó su gato!- argumentó. La hermana Juana negó con la cabeza y la interrumpió con la mirada.

-No importa, Usted no debe atacar a otros, por cualquier motivo. Mary Ellen tenía que haber dicho a alguien que Eric le robó su gato. Usted no tenía que haber interferido;... Te has causado más problemas para ti- Seras abrió la boca para protestar, pero la monja se puso de pie y miró inquisitivamente, una mano en la puerta del armario. Seras se llevó las manos a la boca y se quedó con miedo.

-Bien, entonces sé una buena chica y haz lo que te dicen, no te muevas- La monja dejo la puerta del armario abierto, pero cerró la puerta de la habitación y se fue en una ráfaga de pasos apresurados. La niña Seras se quedó mirando la puerta cerrada antes de abrasarse a sí misma en el taburete, acurrucada con las rodillas apoyadas en el pecho, y empezó a llorar en silencio. Alucard se quedó mirando sus hombros temblorosos antes de alejarse con disgusto; no a ella, pero al ver la expresión triste en los ojos de su Demonio, ya que se acercó más a la memoria de Seras como para consolarla.

-Ella nunca fue aficionada a lugares oscuros- dijo vacilante, como si probara el aire entre él y su huésped. -Y después de que sus padres murieron, ella se hizo claustrofóbica también-

-Ella hiso un escándalo en Río de Janeiro, cuando le dije que entre en el gabinete de la televisión- El demonio se le acercó y abrió la puerta, donde un vacío en blanco que les esperaba. El hiso un gesto a Alucard, y luego fueron rodeados en un remolino multicolor de los recuerdos. Él vislumbró a si mismo dentro y fuera de los fragmentos de su mente flotando aquí y allá. No había estado en sus sueños, a pesar de que se había infiltrado los sueños y recuerdos de otras innumerables veces.

-Lo recuerdo- el demonio murmuró, mirando con interés a una memoria de Seras hablando con su reflejo. -Ese es su demonio, supongo-Alucard se abstuvo de mirar directamente a él, era un tabú ver el demonio de otro en cualquier forma, aparte de sombras. Estaba mal tal cosa no tenía que suceder.

-¿Por qué tiene miedo a los espacios cerrados? Le tomó años para acostumbrarse a un ataúd,... niña torpe- Alucard gruñó, rompiendo el silencio mientras observaba a un recuerdo de él flotando. Cuando ella lo había visto con nada más que su ¿ropa interior? Él nunca anduvo así a su alrededor.

-Eso es una fantasía, creo- El demonio corrigió amablemente, mirando con curiosidad el fragmento. -No es una memoria. Las mentes de las mujeres están tan llenas de fantasías. Es absurdo, la verdad, pero, de nuevo, son diferentes criaturas...-

-Respóndeme!- Alucard insistió con un gruñido. El demonio se torció en sombras, una extraña visión de ver. Se entretejió entre los recuerdos flotantes antes de responder, su voz, haciendo eco de un auge en el espacio infinito.

-Bueno, si fuéramos a sumergirnos en estas memorias, aquellos que ella reprime, entonces vamos a encontrar la respuesta. Pero...- añadió, deslizándose en una memoria y ser expulsado de nuevo, casi al instante -lo ha mantenido detrás de paredes, y allí se quedarán. Al igual que tu- lo dijo en un tono sarcástico.

-Oh, enserio- Alucard observó una memoria de un hombre rubio en un uniforme de policía. Lo más probable es que era el padre de la chica Policía, ella le había dicho una vez que había sido policía para honrar su memoria.

-Sí- respondió el demonio, convirtiéndose en un gato curioso a curvarse alrededor de de su acogida botas. -La mujer nazi lo vio, por supuesto, y también lo hizo el niño gato. Pero ahora sus paredes son gruesas, ha tenido muchos años para fortalecerlos- El empujo una memoria de Pip Bernadotte en un concurso de comer pastel. -Ni siquiera el capitán tiene acceso a ellos. Ella podría compartirlos con...-

-Hola!- ella ronroneó.

Alucard se volteo y vio una figura oscura salir de un fragmento de la memoria, lo miraba fríamente antes de deslizarse por el aire a la tierra y tomo forma en un gato también. Los dos demonios en círculos entre sí, llegando a ser casi irreconocibles. Entonces, una voz altiva lleno el espacio, era Seras y a la vez no. Era cursi y segura de sí misma, a diferencia de la chica en la realidad.

-¿Qué están haciendo aquí?- les preguntó fríamente, ojos carmesí mirando a su propio. Un escalofrío le recorrió la espalda; el no debía escuchar a otro demonio! Era como escuchar el alma de otra persona y hablar con usted! Había oído rumores de otros vampiros hacerlo, entre compañeros. Era una especie de caricia amorosa entre dos almas. Pero para alguien tan lejano como él a Seras es muy, muy mal.

De repente, se dio cuenta de que no debería estar aquí sin su permiso. Estas fueron sus recuerdos, y si ella se había infiltrado en su mente, él estaría muy enojado. Eran más los pensamientos de su demonio que los suyos, y para cualquier otra persona a la que podrían haber importado menos. Pero esto era Seras, y por mucho que él quería quedarse sus sombras estaban trabajando en contra de él, empujándolo hacia atrás por donde vino.

-Largo!- El demonio les gruño, empujándolo hasta que despertó en su silla con un sobresalto.

-¡Idiota! tonto sangriento!- El demonio está más agitado de lo que había estado en mucho tiempo, y él sintió que su cuerpo reacciono a los temblores en su voz. Su corazón se sentía como si necesitara ser libre lejos del pecho, y de pronto sintió como si hubiera corrido durante días, semanas, incluso, llegar lo más lejos de este lugar como sea posible.

-¿Que pasó!?- le pregunto, respirando con dificultad. El demonio hizo una pausa, retorciéndose frenético, acobardarse casi con miedo en el fondo de su mente.

-No debíamos estar allí. Eso es territorio de... deberíamos haber esperado hasta que hubiéramos ganado, antes de hacer lo que hicimos- Pero era tan curioso como él era, y ahora habían hecho algún tipo de error. Alucard esperó a que el demonio explique más, pero era obstinadamente en silencio sobre el tema. -Me pregunto si va a decirle de nosotros-

-¿A quién le importa?- Alucard respondió con desdén. Se sirvió una copa de vino. -Además de ti-

-Deberías!- El gruñó. -Esto puede afectar nuestras posibilidades- Alucard bebió de un trago, tratando de calmar la calentura que sentía en el pecho.

-¿Nuestras posibilidades?- preguntó desinteresadamente, pulió el lado del cristal con el pulgar mientras consideraba el líquido chapoteando dentro. El demonio rugió de ira, se sentó con la espalda recta, los pelos de la nuca se levanto en respuesta a la frustración y la ansiedad del ser.

-Nuestras posibilidades con Seras!- Gruño, y él inconscientemente se frotó el cuello mientras lentamente se acomodó en la silla. Su demonio se arremolinaba en forma en la habitación y se estrello con fuerza en el lado del trono.

-Cálmate!- Alucard gruñó. El demonio tomó en su sombra, a dar vueltas por la habitación por el suelo y las paredes, tirando de su cabello. –Y te quejas de mí- La sombra se detuvo y lo miró fijamente, y aunque no tenía un rostro podía imaginar la expresión torcida en sus características familiares.

-¿Te das cuenta? no importa lo que ágamos, al final ella tiene que elegir- dijo rotundamente.

-¿Crees que no me va a elegir?¿qué quieres decir- El demonio desapareció, las sombras disolvieron como ondas en un estanque.

-No hemos contribuido a nuestras posibilidades- respondió con sencillez. -A partir de ahora, debemos estar en nuestro mejor comportamiento-

-¿Cómo crees que lo aremos?- rió oscuramente. -Yo, realmente, no tengo ningún tipo de comportamiento que ella consideraría "mejor comportamiento", creo- El demonio permaneció en silencio, y por una vez tenía un nudo en el estómago. -¿Y bien?-

Pero él nunca recibió una respuesta.

Seras despertó, sentada en su pequeña mesa. Se había quedado dormida en el, después de las evaluaciones de la noche anterior, y ahora su cuello estaba dolorido. Su demonio era un hervidero con rabia en su mente y ella negó con la cabeza, frotándose los ojos.

-¿Que te pasa?- murmuró ella, bostezando y tirando de sus poderes hasta que pudo mirar las luces sin entrecerrar los ojos automáticamente. El demonio no respondió de inmediato, en lugar mezclo maldiciones con despotricando y furiosa.

-De todo lo sangriento inconcebible, molesto, completamentegrosero, vulgar...! Es un bastardo!- finalmente gritó en su mente, haciendo una mueca de dolor con el fuerte ruido.

-¿Qué paso?- Seras gimió, frotándose las sienes. Era demasiado temprano en la noche para hacer frente a su demonio y sus peculiaridades. Una criada debe haber limpiado la mesa y roció con algo más que será para muebles nuevos.

-¡Uf! ¿Cómo no puedes saberlo!- ella gritó, moviéndose hacia el espejo y mirar en la habitación con una mirada iracunda. -No puedo creer que seas tan ignorante a la...la farsa que ha creado en nosotras!-

-¿Q-qué?- Seras miró fijamente al espejo. El demonio arrugó su nariz y sacudió su cabeza.

-Tuve que proteger tu cabeza!- gritó fuera de sí de rabia. -Él podría haber ido a cualquier lugar que quisiera, y ver todo! ¿Quieres que sepa toda nuestra historia, nuestros deseos, todo?-

-¿Quien?- El demonio envanecio, visiblemente alterada mas allá de las palabras. Se abrió la boca por un momento antes de señalar en el pasillo, en silencio echando humo. Seras siguió su dedo para ver que estaba apuntando en la dirección a las cámaras de Alucard. Se frotó los ojos de nuevo, limpiándose la cara y algunas babas. Ella frotó la boca en su cuello y suspiró. -No veo cuál es el problema, lo siento. Ha visto mi mente antes-

-Antes!, Antes de que el vinculo se cortara! Ese es el problema, boba!- Seras frunció el ceño.

-No hablare contigo hasta que te hayas calmado un poco- proclamó, y el demonio gruñó en respuesta. -Voy a tomar una ducha. Te quedas aquí, cuando vuelva, hablaremos como la gente normal- Ella se levantó y abrió la puerta del baño, sin miramientos, sin una respuesta del demonio a fuera, cerró de golpe la puerta detrás de ella.

Se quitó su uniforme y abrió la ducha, dejando que se caliente hasta donde pueda. A pesar de que ella podía soportar debajo del chorro de agua hirviendo, aun no estaba caliente, quería quemarse la piel, pero nunca lo consiguió tan caliente como ella deseaba que podría ser. Ella entro a la ducha y dejó que su cuello se masaje por el cabezal de la ducha con chorros de agua. Ella gimió y se frotó el músculo tenso, tratando de llegar a aflojar aún más.

Seras se enjabonó y enjuagó antes de limpiar el pelo. Lavar y acondicionar las hebras rubias, tomó un peine y desenredando a través de la húmeda, lío jabonoso. Desenredando suavemente los enriados, hizo su pelo suave como la seda antes de enjuagarlo. Finalmente no tenía nada más que hacer y de mala gana cerró la canilla, saliendo de la ducha.

Incluso con el vapor ondulando por el techo, el frío húmedo de su cuarto de baño del sótano se filtraba a través de las paredes de piedra, y se deslizó a través de las grietas en el suelo de cemento, haciéndola sentir miserable. ¡Si tan solo podría secarse en la luz del sol!. Buscó los recuerdos de su juventud, tumbada al lado de la pileta en su traje de baño y secándose con los rayos cálidos del sol, mientras que su padre y su madre charlaban debajo del árbol de castaño de indias.

Pero Seras nunca más estaría en el rayo del sol, a menos que quisiera morir. Podía sentarse debajo de un árbol de castaño de indias, pero en lugar de escuchar la risa de su madre sólo escucharía el viento soplar, vacío entre las hojas. Ella nunca podría disfrutar de la sensación de la piel besada por el sol, o la picadura apenas incómoda de una quemadura leve. Era todo o nada, ahora; ser quemada a cenizas o quedarse en casa. La idea la hizo deprimirse.

Seras envolvió una toalla alrededor de su pelo, agarro su bata de baño más pequeño de un gancho que cuelga encima del conducto de la lavandería, y caminó hacia el dormitorio de nuevo con un suspiro. Se suponía que tenía que salir a buscar a los hombres posibles hoy, pero, de repente, ella realmente no quería. No se había sentido tan mal en mucho tiempo; no desde que era un ser humano, eso seguro.

Su demonio también estaba en un estado de ánimo melancólico, parecía. Su ira a fuego lento. Se acurrucó en un rincón del espejo, mirándola también sombríamente a hacer pucheros, incluso, se la observó mientras ella se sentó de nuevo, poniendo su cabeza en una mano y el cumplimiento de su malhumorada mirada.

-¿Estás lista para hablar?- -preguntó, y resopló antes de sentarse y hacer la mímica de Seras.

-¿Estás lista para escuchar?- ella respondió mordazmente. Seras frunció los labios y se enderezó. -¿Te das cuenta de que nuestra psique se vio comprometida? se infiltró, metiendo sus dedos sucios enguantados-

-Si hizo algo, él no hizo nada fuera de lugar- Seras contrarresto. -Mi mente está muy bien- El demonio sacudió su cabeza con exasperación.

-Pero es el principio- ella suspiró, tratando de hacerle entender. -Él no tenía derecho a infringir en nuestros pensamientos personales. Tal vez cuando compartimos mentes, pero no ahora. Debemos ser un completo desconocida para él, en cuanto a...- se detuvo, arrugando la cara en un esfuerzo por encontrar el término adecuado –los asuntos íntimos- Seras hizo una mueca.

-No somos íntimos- dijo Seras, más por la broma de la misma. El demonio parecía molesta y luego se trasladó fuera de la abertura del espejo, y Seras se adelanto. -No seas tan sombría!- ella le llamó la atención después. -Su estado de ánimo me hace sentir deprimida- No hubo respuesta, pero sabía que el demonio esta melancólica, fuera de la vista, enojada porque ella no estaba tomando tan seriamente como lo que era. Era incluso ¿algo para tomar en serio? Finalmente se rindió con un gemido. -Bien, bien, ¿qué quieres que haga?-

-Ve y reclama que se disculpe!- Fue la respuesta. Seras se rió en voz alta.

-¿Cómo diablos voy a hacer que él se disculpe? ¿Recuerdas de quién estamos hablando, verdad? Si no va a pedir disculpas por cosas que ocurrieron hace siglos, ¿qué te hace pensar que va a sentir, lo suficiente, remordimiento por lo sucedido mientras yo dormía?- El demonio volvió al espejo, con los ojos entrecerrados.

-Él tiene que hacerlo!- Declaró. Seras arqueó una ceja imperiosamente y fulminó con pleno fervor. -Mira, stupi...-

-¡Hey!- Seras exclamó ofendida -No me llames estúpida sólo porque tomas su intrusión más severamente que yo!-

-Muy bien- El demonio reconoció. -Entonces eres una tonta- Seras abrió la boca para protestar, y la cortó. -Escúchame, si él no puede doblar su orgullo maldito para hacer las paces por estar en un lugar que no debería ¿cómo supones que vas a disputar con todos esos otros hombres ahí fuera?- le preguntó, señalando en la dirección general del mundo exterior.

-Bueno...- Seras vaciló, rascándose la línea del pelo debajo de la toalla. El demonio frunció el ceño.

-Él no puede. Él tiene que estar dispuesto a hacer concesiones contigo. Así es como funciona todo esto, ya sabes-

-¿Qué cosa?-

-El matrimonio, el amor, el compañerismo, como quieras llamarlo -El demonio se encogió de hombros. -Es todo lo mismo-

-El matrimonio no es lo mismo que el amor- Seras protestó. -Uno puede casarse con alguien que no ama. La gente lo hace todo el tiempo-

-La gente lo hace- El demonio concordó -pero no los vampiros. Quienquiera que elijas, vas a terminaras amándolo. Entonces, es sólo una cuestión de como quieras llamarlo- Seras rodeo los ojos.

-No veo cómo puede ser eso- murmuró.

-No es para que veas. Ahora no, pero pronto- ella ronroneó, una luz más oscura que brilla en sus ojos. -Ten paciencia, cariño- Seras desvió la mirada, incómoda. No le gustaba la expresión en el rostro del demonio. Era una parte de ella que no le gusta ver, una parte que era un poco como los vampiros sangrientos que cayeron bajo la cuchilla y balas de Hellsing. La mirada en sus ojos se correspondía con la mirada que se retorcía las funciones del demonio, volviendo la cara familiar en algo aterrador.

-Así que...eh, vamos a ir allí y enfrentarlo, ¿eh?- ella dijo en voz alta, tratando de disipar su inquietud. El demonio estaba tranquilo, pero cuando se volvió hacia el espejo que había regresado de nuevo a su mueca altiva normal.

-No seas blandengue como normalmente lo eres- fue todo lo que dijo. Seras esperó hasta que salió del espejo y tomó su lugar "adecuado", como su sombra, esta vez una mujer normal en lugar de un animal.

-Bien, tú diriges el camino, entonces- La sombra se encogió de hombros y dio un paso adelante, Seras la siguió detrás, mientras se abrían camino hacia las cámaras inferiores del sótano.

Se detuvo en la puerta de su despacho, su mano a punto de golpear. Se mordió el labio y miró al techo, de repente deseando que alguien o algo iba a pasar para que ella no tuviera que pasar por esto. Su demonio estaba presionando en su mente, incitándola a entrar y decirlo de una vez.

No estaba sola sobre la sustancia mental, lo sabía. Y ella entendió lo que significaba que su demonio, asegurando su propia intimidad. Ella sabía que Alucard había que decirle que no podía irrumpir en su vida personal y de la psique, y sabía que tenía que comprender que también. No estaría bien que sólo decirlo y tenerlo en desacuerdo, o no entiende.

Y no estaría de acuerdo. Ella estaba segura de ello. Él no toma a la ligera el hecho de que tenía que obedecer las órdenes; por supuesto, él obedeció Sir Integra, pero eso fue sólo porque él tenía que hacerlo! ¿Y quién era ella para decirle que no podía hacer algo? ¿Por qué, hace apenas dos noches ella seguía siendo su siervo, y compartieron un vinculo!

Sin embargo, ella sabía que su demonio sólo estaba tratando de ayudarla. Seras no sabía mucho acerca de la cultura de vampiros, aunque tan antigua como ella. Seras todavía era un niña, en comparación con algunos vampiros que habían vivido incontables vidas, hasta ahora. Alucard era muy, muy viejo. Él era probablemente uno de los vampiros más antiguos aún con vida. El pensamiento era asombroso.

Pero mientras Seras, era todavía un novato, ella sabía que su demonio era una criatura de edad, que sabía más sobre el universo que ella, a su manera. Seras sabía que ella sabía más de lo que estaba pasando que ella, y Seras sabía que debe confiar en su juicio en estos asuntos. Además de eso, ella sabía lo suficiente acerca de la cultura de vampiros para saber que cuando se obtiene la independencia, había ciertas cosas que cambiaron. Seras tenía derecho a su intimidad, ahora. Antes, ella era su sirviente y lo que podía hacer lo que quisiera con ella. Ahora, Seras se había ganado ese privilegio.

Seras sabía que el no debería haber hurgando en su mente. Ella sabía que la forma en que actuó ayer por la noche estaba completamente fuera de lugar. Sabía que no le gustaba el hecho de que todavía la obligue, a pesar de que ella le había dicho que se fuera. Y sabía, por encima de todas las cosas, tenía que decirle todo esto, y hacerle entender exactamente cuál es el límite. De lo contrario, él la pasaría por encima.

Sin embargo, algo sobre él la hizo dudar y pensar. Una parte de ella le gusta el hecho de que Alucard se había infiltrado en su mente; a ella le gustaba la idea de que él quería saber más sobre ella y lo que pensaba. Le gustaba que él pareciera ser incapaz de mantener sus manos fuera de ella. A ella le gustaba que él la deseara, de alguna manera. Hacía que su corazón aleteara en su pecho, de una manera que no lo había hecho desde que había dejado de latir hace tantos años.

"¿Estás segura?" preguntó ella, lamiéndose los labios. El demonio suspiró con exasperación en su mente.

-Si no puedes hacerlo, déjame hablar- respondió con firmeza -Voy a ser más dura que tú, pero apuesto a que me sale el mensaje mejor- Seras negó con la cabeza. Es la última cosa que necesitaba, que su demonio tome el control completo. Estaba segura de que acabaría incitando a Alucard en una pelea.

"No, no creo que esa sea la mejor idea" Seras murmuró, tragando saliva. "Sólo me meterás en problemas y luego escabullirte, dejándome salir de la situación por mí misma" Sintió que el demonio considero las palabras con diversión, mientras cerraba los ojos. Tenía que hacer esto, no importa cuánto se agitaba su corazón. Hasta que ella lo hizo, no habría nada más que luchar. Se armó de valor, tratando de aprovechar su furia interna.

En ella no despertó suficiente furia, pero su demonio tenía más que suficiente para ambas. Al pensar en lo que había hecho, sintió la ira y la frustración de la criatura en su mente, y ella golpeo en el lugar. Logro llegar lo suficientemente irritada cuando abrió los ojos. Seras omitió por completo llamar y abrió la puerta, caminando en la habitación con el ceño fruncido en su rostro.

Alucard estaba sentado en su silla, mirando desanimado la copa de vino en la mano. En la conmoción causada por la pesada puerta golpearse contra la pared de piedra, mirando hacia adelante con una expresión de sorpresa. Tal vez estaba sorprendido por el hecho de que ella no llamo antes, o puede haber sido que él se sorprendió al verla después de lo ocurrido ayer. Seras no le importaba; ella ya estaba en una adrenalina alta de la rabia del demonio.

-Tú...tú...- Empezó Seras, señalándolo mientras trataba de llegar a los términos adecuados. No ayudaba que el demonio estaba gritando insultos en su mente, que conseguiría que la mate si ella lo decía en voz alta. Finalmente, ella se cruzó de brazos y lo miró fríamente como pudo. -Estoy muy enojada y harta de ti!- aseveró.

-¿Eso es, realmente, todo lo que tienes?!- El demonio aulló. Seras olfateó mientras permanecía de pie con valentía ante la mirada de Alucard. Él la miró con el ceño fruncido mientras él la examinó de pies a cabeza lentamente. Finalmente, entrelazó los dedos y cruzó una pierna sobre la otra, inclinando la cabeza.

-¿De qué estás hablando?- preguntó en un tono aburrido, como si estuviera por debajo de él y no vale la pena su tiempo. Eso hacía que se sintiera más furiosa. Se aclaró la garganta y señaló acusadoramente a él de nuevo.

-Tienes que disculparte, por lo que hiciste ayer por la noche, por haber entrado en mi mente cuando estaba durmiendo; mi demonio me dijo que estabas donde no corresponde, creo que debes disculparte, porque sabías que...-

-No me importa- el la interrumpió con frialdad. Seras vaciló, con la boca abierta, mientras trataba de pensar en qué hacer a continuación. Su ira se volvió inmediatamente un dolor y ella sintió un nudo que comienza a crecer en su garganta.

-Bueno- comenzó ella, tratando de pensar en la manera correcta de terminar el encuentro a su favor antes de salir corriendo. Su demonio se retorcía de rabia en su mente, casi impía con la ira pura que estaba emitiendo, ya que arrastra constante sus dientes de forma audible.

-Eso es todo!- hervía, y Seras sentía tan extraña. Nunca se había sentido antes, pero se dio cuenta de lo que era la hora de que ocurriera. El demonio estaba empujando literalmente su alma a un lado, tratando de tomar las riendas de su cuerpo en lugar de yacer en el fondo de su mente como lo hacía normalmente.

"Qué estás haciendo?!" Seras gritó mentalmente, sintiendo una combinación de terror y confusión.

-Estás siendosuave- silbó. Seras luchó para recuperar el control. Su tono se volvió tranquilizador -No te voy a meter en problemas, te lo prometo. Hay que hacerlo de esta manera, o nunca nos respetara y nos pasara por encima-

"Pero, pero"

-Si no funciona- el demonio continuó, sin dejar de calmarla con su tono suave -te prometo que nunca voy a intentarlo de nuevo. Pero tiene que comprender- Seras hiso una pausa y luego retrocedió tentativamente hacia un lado, dejando que el demonio se haga cargo mientras que todavía está tratando de mantener un cierto control. Si la situación salía mal, quería ser capaz de volver en el asiento del conductor, por así decirlo.

-Me importa una mierda si no te importa- Seras oyó que era su voz, y las palabras salieron de su boca, pero no eran sus pensamientos. ¿Es así como mi demonio siente todo el tiempo? Era tan extraño ver y sentir todo lo que sucede sin tener el control de sus propias acciones o de su voz. Su mano agarró un puñado de su camisa y tiró de él, mirándolo como un matón en un patio de la escuela.

-Escucha y escucha bien- continuó el demonio, oyó la diferencia reveladora en el discurso y las imposiciones que la criatura dio a su voz. ¿Se dio cuenta Alucard de la diferencia? Fue sin duda sorprendido por su descaro, por lo menos, no la había lanzado a una pared por atreverse a poner una mano sobre él; de hecho, parecía bastante aturdido, o al menos desconcertado por su abrupto cambio en el comportamiento.

-Has estado husmeando alrededor de mi cabeza donde no perteneces, y que me condenen si dejo que un macho de poca cultura como tú en mi mente, de nuevo- dijo el demonio, con la voz de un gruñido en la garganta de Seras -No me importa si eres un conde o un puto rey, o cómo diablos te guste llamarte a sí mismo ahora-

-En lo que a mí respecta, si no te importa- ella ladró, tirando de su camisa y la flexión inferior hasta que estuvieron cara a caraentonces, no tiene sentido tratar de meterse en mis pantalones. Averigua donde quieres ir, y lo que quieres hacer, porque me has de ser un obstáculo en mi camino ahora mismo. Y no voy a dudar en ir a cualquier extremo para asegurarme de que su culo se queda fuera de mi camino, incluso si tengo que consultar a los poderes superiores. Capisce? -

Los ojos de Alucard, que habían ido reduciendo más y más a lo largo de toda la diatriba, ahora brillaban con una luz infernal. Seras vio reflejada en ellos, su cara era una máscara de fría indiferencia y asco. Luego se levantó de repente, su mano agarrando su muñeca dolorosamente. Ella se quedó sin aliento en su mente, pero el demonio no emitió ningún sonido. Ella miró la piel con moretones, y escuchó a los huesos agrietándose.

-Quita tus sucias manos de encima, hombre- le ordenó. La boca de Alucard se torció en una mueca y Seras gritó mientras él hacia precio en su muñeca, y sus huesos se quebraron bajo la presión. El demonio todavía no emitió ningún sonido, pero la pierna de Seras se movió y ella pateó las piernas por debajo de él, empujándolo hacia atrás en el asiento. -Yo dije: bájame-

Alucard hizo ademán de hablar, pero el demonio continuó como si no lo vio. -Es mejor que te acostumbres a recibir órdenes, si quieres intentar buscarme. Yo no juego como mi sonrisa tonta pequeña hostia. Yo sólo quiero que seas consciente de ello. Si querías una linda mascota, ve a encontrar una puta dispuesta y salta sus huesos en su lugar-

Seras gemía en su mente, deseando que pudiera acariciar su muñeca rota. Ella acaba de recuperar su brazo hace dos días, y ahora estaba roto! Ella podía despellejar a su demonio vivo, si tuviera un cuerpo propio! El demonio ronroneó suavemente a ella, pero Seras no le importaba. Es evidente que no había funcionado en Alucard y le había hecho daño, ahora tenía que curar sus huesos rotos. Ella esperaba sinceramente en ser una verdadera criatura de la noche, que su cuerpo se cure más rápido que antes.

Ella se sacudió sus pensamientos por una leve risa. Vio los hombros de Alucard temblando, y no hizo ningún movimiento para salir de la silla. Estaba confundido. ¿No era esta la parte donde él estaba furioso con ella, y la rasgaba miembro a miembro? Lo había hecho a un sinnúmero de otras personas. Ella no fue la excepción a la regla, le había faltó el respeto, lo derivo al suelo, lo maldijo y le dio de baja como si su historia pasada no había significado nada. Bueno, su demonio lo hizo.

Esperó a que sus perros la comieran viva, o para que él llame a sus familiares para torturarla y mutilarla. Tal vez podría tener piedad de ella y pegarle un tiro en el corazón con su arma, antes de pararse sobre ella y hacer algunos comentarios burlones sobre cómo ella tenía que morir dos veces de la misma manera. Pero él se sentó allí y se rió entre dientes, como si estuviera muy divertido por alguna broma que acababa de decir. El demonio mantenía su aire de calma y Seras estaba contenta por una vez. Había tomado asiento delantero y mantenía su aspecto exterior constante.

-Chica Policía- se rió oscuramente. Él la miró, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar el deseo de ardor en los ojos. -No...Ahora es el momento perfecto para llamarte Seras Victoria- corrigió él, su voz acariciando el nombre de una manera que hizo que su corazón aletee de nuevo. -¿Esto es lo que tenía en mente cuando te cree? Este fuego, esta pasión ¿dónde lo has escondido?- Seras estaba asombrada. Ella había esperado que Alucard este en una furia asesina debido a las duras palabras de su demonio. Pero él estaba orgulloso y complacido por ello en su lugar !¿Qué demonios ?!

-¿No te gustaría saber?- El demonio respondió con sarcasmo, mirándolo a él sentado en la silla mientras seguía riendo. Su mano, la que no fue arruinada por una fractura en la muñeca, la enredo en su cabello. Seras observaba con fascinación como el demonio tiró de los cortos cabellos, forzando la cabeza hacia atrás. Alucard dejó de reír, pero la mirada de alegría pura seguía en su rostro.

-Discúlpate- Ella ordenó, ni rastro de dolor o el humor en su voz. La sonrisa se mantuvo, pero cuando sus dedos se apretaron amenazadoramente en su cabello se desvaneció junto con la risita, y él la miró pensativamente.

-No entré en tu mente la noche anterior a propósito- dijo finalmente. -En cuanto a lo que sucedió antes no me arrepiento, ni ninguna intención de expresarlas- Seras se burlaba; si eso era lo que él consideraba una disculpa apropiada, entonces tenía mucho trabajo por hacer. Su demonio todavía estaba en control, y dejo su pelo, las manos colgando a los lados. Sintió las manos de el en los muslos, pero el demonio no hizo ningún movimiento para quitar sus dedos de encima -Ven y siéntate conmigo un rato, Seras- ofreció, con una extraña luz en sus ojos.

-No- respondió fríamente. -Yo no creo que lo haga- Se dio la vuelta y se alejó de Alucard. -Tengo cosas que hacer, ya sabes- Seras quería añadir que ella lo vería más tarde, pero el demonio no tenía más que decir, al parecer. Salió de su despacho y regreso a su habitación y, para su inmensa sorpresa, el no la siguió. Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta e hizo su camino de regreso a la mesa. Por el momento, se dio cuenta que tenía el control de nuevo, en el espejo estaba su demonio riendo en su cabeza.

-¿Viste eso? Te dije que iba a funcionar!- Dijo con alegría, -Lo teníamos en la palma de nuestra mano! Eso es rico!-

-¿Lo teníamos!?- ella gritó. -Mi muñeca está rota, idiota!- El demonio se detuvo limpiando sus ojos

-No lo está- protestó. -Lo sostuve todavía. ¿Ves?- Seras levantó la mano, viendo que el demonio estaba en lo cierto. La muñeca había sanado, y ella gira sin ninguna dificultad. -Tu puede sanar tan rápido como Alucard ahora. Felicidades- se burló.

-Todavía me duele- Seras hiso puchero, y el demonio rodó sus ojos.

-¿Y? Alucard siente dolor cuando le disparan en conjunto, estoy segura- Se quebró el cuello, frotando la parte posterior de su cabeza -No es un paseo por el parque para regenerar extremidades. Aun así, sus huesos se curan, pero no vayas buscando que te disparen-

-¿Por qué no me disparo?- Preguntó Seras, haciendo una mueca. –Tú has dicho lo suficiente para sellar el destino de alguien más- El demonio se rió de nuevo, pero era una risa amable.

-Porque él le gusto, tonta- Seras miró fijamente al espejo y el demonio sonrió con malicia. -Él es una persona tan dominante en tantos aspectos. Nunca se sabe, el podría disfrutar un papel de sumisión-

-Sí, claro- Seras arrastrando las palabras. El demonio se encogió de hombros.

-Ciertamente me parecía disfrutar insistiéndole. No estaba segura de si iba a funcionar, a mí misma- admitió. -Pero él no estaba respondiendo a mí gritos, utilizar la fuerza de manera física fue el siguiente paso. Yo lo sabía- agregó con complicidad -si tan sólo pudiera conseguir que él responda, para demostrar que era lo suficientemente interesado en lo que fue diciendo o haciendo, yo podría atraparlo. Y luego, hay que dejarlo plantado. Esa es la única manera de asegurarse de que volverá-

Ladeó la cabeza, sonriendo como una loca -¿Lo ves? Funcionó-

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