Capitulo 6: El cansancio de la independencia
Se quedaron en silencio. Seras estaba completamente inmóvil, su expresión una de máxima seriedad. Ni siquiera estaba segura de si Alucard estaba respirando. Ella deseaba que su sombrero no esté tapando su rostro en la sombra; era difícil saber lo que estaba pensando. Sin embargo, ella sabía que si lo veía, sería la misma máscara inexpresiva que siempre llevaba durante tiempos difíciles emocionales que se vio obligado hacerlo parte de el.
Pasó los minutos y todavía no se movía, ella se aclaró la garganta conscientemente, dando un paso hacia él custodiado. Movió la cabeza hasta ponerla en su punto de mira. La luz de la luna, sobre ellos, ilumino sus gafas de sol, en círculos brillantes rodeados por la oscuridad.
-Bueno...- Empezó, sintiendo la brisa en su rostro. -Será mejor si tu cooperas- Ella realmente esperaba no tener algún tipo de lucha, y tomar su sangre a la fuerza. No estaba segura de que quería su libertad lo suficiente para hacer frente a ese tipo de alboroto. En un movimiento ligero sintió el arma de Sir Integra que le dio, guardado en el lado de su muslo y ella resistió el impulso de mirar hacia abajo. Se había olvidado sobre el arma.
Rápidamente sacudido su mente, ideando un plan. Si trataba de atacarla o evitar que tome su independencia, ella le dispararía en algún lugar ... una arteria, tal vez. Tiene que sangrar lo suficiente antes de que él sane; seguramente, seguramente no habría suficiente sangre de una arteria principal que podía beber y ser libre sin tener que rasgar con sus colmillos en una lucha. Por no hablar de la ayuda adicional de la balas poderosas contra los vampiro, o no, siempre se tomó más tiempo para sanar con la plata bendita.
-Si eso es lo que deseas, no te lo negare- Las palabras tomaron a Seras por sorpresa; estaba segura de que iba al menos protestar. Sin embargo, el estaba... allí de pie, mirándola. Ella se movió nerviosamente, esperando algún tipo de un aura maléfica o maldición llena de odio que viniera de él, pero no pasó nada. Se quedó paralizada, ya que nunca ha estado en una situación como esta antes. ¿Qué había cambiado? ¿No estaba enojado con ella? ¿Qué se suponía que debería hacer?
-Sólo tienes que ir y hacerlo- su demonio se quejó. -No puedes esperar una rabieta cuando dices cosas como estas. Después de todo, el te ofreció primero y lo rechazaste, el esta tan voluble como tú. Y él nunca va a querer que nadie piense de esa manera sobre él, incluso si lo siente en su interior-
"¿Lo siente en su interior?" Seras pensó vacilante, mirándolo de reojo como el enfoque de su mente se volvió más hacia su demonio, que sonaba tan segura como siempre, a pesar de sus propias dudas. El demonio zumbaba en sus pensamientos y ella sintió lo que habría sido un encogimiento de hombros mental.
-No sé. No puedo ver el interior de su mente. Pero creo que él puede; de lo contrario ¿por qué iba a tenerte en cuenta durante mucho tiempo antes de contestar?- Seras suspiró y dejo de lado ese pensamiento. Ya lo había dicho, no hay vuelta atrás. Ella se acerco cerrando la distancia entre ellos, sintiendo más como una mujer condenada que se dirige a la horca en lugar de un siervo en dirección a la libertad. No quería pensar en lo que sucedería después; si él aceptaría su reto o no. Era demasiado aterrador para considerarlo, y lo más probable es que saliera corriendo si seguía pensando en ello.
"Tengo miedo" le susurró a su demonio, aunque susurrando en su propia mente era innecesario.
-En realidad,yo también- el demonio le respondí en el mismo tono muy bajo. -Es bastante fascinante- Seras tragó saliva mientras se acercaba lo suficiente para ver el detalle en la tela de su camisa, y el diseño delgado de los puntos de sutura en sus botas. Ella no estaba segura de lo que haría una vez que estuviera allí, pero el tiempo fue creciendo y ella esperaba que él no viera el terror en sus ojos mientras trataba de prepararse para lo que iba a suceder.
La vio caminar lentamente hacia él, sus ojos fijos en su rostro mientras ella dio un paso a la vez. Se preguntó si ella estaba deliberadamente tratando de atrasar el momento, aunque altamente dudaba. Su rostro estaba tranquilo y sereno, pero cuando sus ojos se iluminaron a la luz por un breve momento en que vio el temor en sus ojos de color carmesí.
Su demonio estaba haciendo un golpecito de danza mental alrededor de su mente, y por primera vez deseaba que su corazón pudiera latir para que aliviara el dolor en su torso. Estaba nervioso y molesto, algo tan cerca del miedo, se sentía desagradable, si no hubiera estado centrando en cosas más importantes. Él no moraba en el pensamiento de su demonio que acababa de reaccionar a la mezcla de emociones que fueron goteando a través de su vínculo de la mente de su incipiente.
Ella se fue acercandose, el la vio mirando su cuerpo, su camisa, botas, y luego de vuelta a su cara. Ella respiraba con dificultad, con los ojos clavados en los suyos, aunque no estaba seguro de si podía verlos detrás de sus gafas. Finalmente llegó al punto en que las puntas de sus botas se tocaron y se detuvo, agarro sus hombros como su respiración se enganchó. Se dio cuenta de que en algún lugar en el camino, había dejado de respirar por completo, aunque la idea no le molestó. Había estado tratando de evitar respirar su aroma toda la noche, no era como que necesitaba para inhalar el aire para sus pulmones, de todos modos es algo inútil.
Ella inclino la cabeza hacia arriba para mirarlo y fue sorprendido de nuevo de lo pequeña que era. Por alguna extraña razón, mantuvo olvidado ese hecho; muy probablemente debido a su personalidad y una vos potente la hacían parecer más grande. Pero ella era pequeña y frágil, o al menos físicamente parecía de esa manera. Él podría romper su cuello con una mano, las veces que él había agarrado su cuello fue para hacer un punto, y estaba muy sorprendido de que aun no lo había hecho.
Fue sacado de sus pensamientos por dos manos en su cara, desconcertado como ella deslizó sus gafas. Quería preguntarle lo que estaba haciendo, pero algo en él no podía dejar de permanecer en silencio y mirar a su demonio que casi temblaba, en su mente, con la ansiedad sobre lo que haría a continuación. Él no habría sido capaz de adivinar; ella era una criatura tan fascinante, siempre tomándolo por sorpresa con sus acciones y emociones.
Parecía estudiarlos de cerca, sus dedos recorrieron por los marcos hechos a la medida. Ella los miró, finalmente se los puso. Ellos envolvieron su rostro que le hacían parecer aún más pequeña, y se quedó mirando cómo se le alteró visiblemente, echando la estructura facial en una nueva luz. Su ceño fruncido y ella levantó la vista hacia la luna, con el ceño fruncido también.
-Son más útiles en la luz del sol- explicó, sin saber por qué sentía la necesidad de explicar sus acciones. Él sabía que ella estaba viendo el mundo oscurecido, la luna emitía una profunda sombra por los lentes. Después de todo, ellos fueron recubiertos con la misma composición que las gafas protectoras de sol.
Por la noche, no hacía nada, excepto que todo sea un poco más oscuro; si un ser humano fuera a mirar a través de ellos, sería incapaz de ver, pero un vampiro vería. Pero a la luz del día, las lentes son muy beneficiosas, protegen sus ojos sensibles. Habían sido hechas para él específicamente por la familia Hellsing, como una manera de ir en misiones diurnas sin ser comprometido. Se había encariñado a ellos, incluso si se les diera a él por las personas que habían aplastado su imperio y robado su libertad. Además, él no era un idiota; él sabía reconocer algo bueno cuando lo veía.
-Puedo ver eso- respondió Seras, sonando casi normal. Pero hubo una ligera tensión en su voz y sabía que ella estaba estancada. Finalmente ella tomó las gafas y las metió en el bolsillo exterior de su abrigo. Seras levantó la vista y vio su mirada inquisitiva. -Odio no ver tus ojos, sobre todo en momentos como este. Me pone nerviosa- afirmó.
Él no respondió, pero podía decir que ella no estaba esperando. Seras inclinó la cabeza, abriendo su boca ligeramente mientras miraba a su cuello, que estaba al nivel de sus ojos. Ella frunció el ceño aún más y lo siguiente que sabía que estaba tirando la corbata a fuera y rellenándose en su mano. Ella miró con un ojo más técnico en el cuello antes de trabajar en los botones superiores de su camisa próximos, trabajando con claridad en su mente cómo iba a morderle.
Permaneció inmóvil como ella se rebusco con los botones, maldiciendo en voz baja mientras su brazo seguía pasando de una forma de la mano de un surtido de sombras salvajes. Estaba demasiada nerviosa para mantener su enfoque en su brazo, y se notaba.
Finalmente se las arregló para conseguir los primeros tres botones y liberando su cuello. El aire de la noche le golpeó la clavícula y él se puso tenso, no utilizado a la sensación. Ella le dedicó una rápida mirada cuando sintió que sus músculos bobina debajo de sus dedos y sus uñas en su brazo mientras agarró sus hombros. Ella se inclinó... se puso de puntillas... y volvió a bajar antes de intentar otro ángulo. Finalmente ella gruñó en voz baja y tiró de él.
-Tu tendrás que inclinarte hacia abajo- ella le informó secamente. -No puedo llegar a donde tengo que morder- Él amablemente se inclinó ligeramente a la cintura, a su nivel de los ojos con los de ella. Él se tomó el tiempo para meter la corbata en el bolsillo junto a las gafas, y ladeó la cabeza ligeramente. Una parte de él deseaba que ella acabara de una vez, pero su demonio seguía zumbando en su mente por alguna extraña razón.
Seras asintió con la cabeza y dio un paso más cerca, doblando la cabeza hacia su cuello. Ella flotó por un momento y la oyó tragar saliva, el sonido apagado. -Aquí va- susurró ella, y su respiración se colaba a través de la piel recién expuesta. Él sintió que su mente más aguda de lo que había alguna vez antes, tal vez era porque sabía que en un momento ella no estaría conectada a él nunca más. "Voy a tratar de evitarle hacerle daño"ella pensó, y él tenía apenas un momento para pensar en registrarlo en su mente antes de que ella lo mordiera.
Era un bocado limpio, sus colmillos atravesaron con firmeza a través de su piel y el músculo para llegar a la vena. Su mano se apretó en el brazo dolorosamente, que el otro se había disuelto desde hace mucho tiempo en la sombra. Ella lo sostuvo aún cuando empezó a beber, ahogo un poco como la sangre llenó su boca más rápido de lo que podía tragar.
Esperó a que el placer lo abrume para quemar a través de sus nervios, pero no llego. En lugar de ello, su cuerpo se entumeció como un calmante abrumador, una sensación de euforia y una ola apacible de paz. Con él llegó una sensación de ardor que se extendió por todo su cuerpo y se centro en el lugar donde su corazón debería estar latiendo con intensos rollos de una emoción extranjera a través de todo su ser. Eran corrientes lentas y profundas de algo que nunca había experimentado antes, y fue impactante y pasional. Se sentía bien.
Estaba seguro de que él nunca había sentido algo así antes en su vida; pero al mismo tiempo, algo dentro de su alma clamaba por lo familiaridad de ella, diciéndole que él había conocido otra cosa que el odio y la agonía tortuosa. Venía de un lugar muy, muy en su pasado, pero no tenía nada en el valor de los recuerdos de sus siglos para relacionarlo.
Sus ojos se cerraron y sus piernas temblaban, por lo que es difícil de mantenerse de pie. Se desplomó contra ella, dejando que le sostenga el peso de su peso como temblaba bajo el ataque de los sentimientos extraños. Sabía que su cuerpo debería haber empezado a enfriarse mientras bebía la no-vida de él, pero las sensaciones abrasadoras lo mantuvieron cálido y acogedor de adentro hacia afuera. Él no podía entender; había sido mordido antes por las hembras, pero esto nunca había sucedido antes. ¿Fue algo que sólo los creadores y los nacientes sentían, algo que facilitó la transición de la servidumbre a no unido?
Al igual que un dolor de cabeza que golpea a sí misma de la existencia, su vínculo también se desintegró. Con cada trago que pasaba, escuchando de su garganta, podía sentir cada vez menos de su mente. Su demonio se retorcía contra los lados de su mente, ronroneando profundamente en las sensaciones que sentía. A diferencia de él, el demonio no parecía ser molestado por la extrañeza, la... anormalidad de la situación. Extrañamente, él se sentó a gusto más de lo que pensaba que sería.
Finalmente lo soltó con un grito ahogado, dejándolo ir y se agacho de rodillas. El cayó hacia atrás, ya no sostenido por su cuerpo. Aterrizó en el suelo, sintiendo la herida en su garganta cerrándose lentamente, debilitado por la falta de sangre. Su estómago se retorció del hambre, otro indicio de que ella había tomado mucho de él. Alucard se echó hacia atrás y miró al cielo, la emoción de trabajar a su manera de salir de su sistema y dejándolo con el vacío normal. Por alguna razón, en el momento en que desapareció lo quería de vuelta, momentáneamente.
Su demonio se estabilizo y volvió en sí mismo, sentándose y poniendo una mano en su garganta para revisar la herida. Él con los dedos firmes sintió la sangre penetrar en su guante, y sus sombras en movimiento para beberlo, dejándolo blanco como antes. Su piel sano de nuevo y él se abotonó la camisa, sacando la corbata de su bolsillo y atándolo como expertos antes de acomodar su abrigo sobre los hombros.
Seras se había arrodillado, con los brazos envueltos alrededor de su estómago mientras se inclinaba sobre sus rodillas jadeando. Él no la miró hasta que ella comenzó a gritar, con los ojos cerrados y la cara retorciéndose en agonía. Él la miró, sabiendo el dolor que tuvo que pasar. Siempre fue tan difícil, la primera vez, cuando se efectuaron los cambios finales a su cuerpo. Si alguna vez hubo alguna duda de que ella no era humana, esta es una prueba.
Sus sombras se tensaron y luego se volvieron salvajes como su voz se quebró, se acurrucó sobre sí misma. Su demonio se deslizó por el suelo, acercándose a ella, pero no la toco. Él sisero y las sombras retrocedieron, pero todavía sentía su necesidad de consolar a la joven. "Repugnante, criatura comprensible" el gruñó para sus adentros, pero el demonio ni siquiera se inmutó.
Hubo un crujido húmedo y observó con interés mientras su sombra se convertía en huesos, los músculos que tiran de su camino tensando sobre el marco antes de los tendones y la piel se formara en la parte superior. Unas sombras bordearon alrededor para formar las uñas y las líneas fueron grabados en la palma de la mano, que respondió los mandamientos de su cuerpo por primera vez en treinta años y se cerró en un puño. Los músculos de su espalda se enrollo, su cuerpo fue sacudido con espasmos que sus nervios fueron destruidos y hechos de nuevos otra vez, y finalmente terminó. Ella comenzó a calmarse, atragantándose, llorisqueando y meciéndose.
-Es todo, Seras- dijo, su voz sonando ronca. Ella levantó la vista, sus ojos carmesí brillantes de lágrimas oscuras. -Deja de lloriquear. Todo el mundo pasa por esto; no eres la única que tiene extremidades que vuelven a crecer durante su transformación final-
-¿Transformación?- murmuró, haciendo una mueca mientras se inclinaba en posición vertical y se puso de pie con las piernas temblorosas, como un cervatillo recién nacido. Se secó los ojos antes de que ella se diera cuenta de que su brazo estaba de vuelta. Ella lo miró, todo el dolor aparentemente olvidado como flexionó, moviendo los dedos. Luego se llevó ambas manos a los oídos, gritando en estado de alarma. -¿Qué es eso?!-
Alucard ladeó la cabeza para escuchar, y de repente se dio cuenta de lo que había oído.
-Es Londres- se burló. -No es que nunca lo has escuchado antes- Seras hizo una mueca.
-Es tan ruidoso- Ella llevo una mano a la oreja de inmediato como la alarma de un coche de alguien chillo en la noche. -¡Ay!-
-Te vas acostumbrar- murmuró, quitándole las manos de sus oídos. -Necesitas dormir, ahora. Cuando despiertes tu cuerpo ya se habrá ajustado a los sonidos más fuertes, los olores intensificados, las luces más brillantes ...- A pesar de que ya no era su maestro, el instinto todavía le advirtió mantener una estrecha vigilancia sobre ella, hasta que tuviera un buen día de descanso. Ella era muy vulnerable en este momento, esta abrumada con sus nuevos sentidos mejorados. Si ella había pensado que su sentido de la vista y el oído eran buenos antes, entonces ella se llevaría una sorpresa muy grande.
-Pero tengo que volver- protestó ella, girando en sus brazos. Él negó con la cabeza y ella se dejó caer contra él, haciendo una mueca por la luz de la luna. -Ni siquiera puedo ver. Es tan brillante, es más brillante que la luz del sol-
-No, sólo necesitas dormir- repitió. -Ve a buscar a tus hombres mañana por la noche. Es hora de ir a casa, ahora- proclamó. Ella suspiró y asintió con la cabeza, y él apretó su agarre en ella mientras ellos gradualmente se alejaban.
Sin pasar por los vestíbulos y pasillos, él les reformó en su alcobas. Sus cosas estaban sin tocar, aunque la puerta abierta significaba que en algún momento de la noche, alguien había entrado y limpiado. Ignoró el cubo de sangre fría en su mesita de noche, y se dirigió lentamente a su ataúd.
Seras suspiró y se tambaleó en su camino hacia el ataúd, casi cayendo antes de que se agarre de la tapa y correrla. Sentada en la parte superior, se agachó y trató, aun con la mano temblorosa, de desatar los cordones de sus botas. El vio cómo sus dedos se deslizan cuando trataba de agarrar los cordones delgados, y se preguntaba si debía intervenir, cuando los cogió y hábilmente lo desató. Su nuevo brazo parecía ser un poco torpe en ella, y él sabía que ella se estaba acostumbrando a la falta de sombras que había estado utilizando como un miembro provisional en las últimas décadas.
Seras puso sus zapatos a un lado, se quitó los guantes y las medias antes de que el se baya, todavía vestida con su uniforme. Alucard vaciló sólo un segundo o dos antes de volver a salir, seguro de que ella le obedecería y dormiría. En función de su resistencia, ella probablemente dormirá todo el día y como máximo la mitad de la noche siguiente antes de despertar con la sensación normal.
-Alucard- El nombre sonaba extraño, viniendo de sus labios. Se giro para verla sentada levemente, mirándolo por el cansancio escrito en su rostro. Esperó y ella se recostó con una rabieta, su brazo colgando por el lateral. -Buenas noches- Estaba seguro de que iba a decir algo más, pero ella permaneció en silencio.
-Buenos días- respondió en voz baja antes de volver a salir. Ella no lo detuvo y caminó unos pasos antes de darse cuenta de que había tomado más de lo que había necesitado. Él mismo estaba muy cansado. Él gimió en voz baja y se disipó, apareciendo en su silla. Su comida estaba esperando y se sirvió un vaso de sangre, bebiendo y dos más antes de aflojarse. Se dejó caer en la silla, acurrucándose para un largo descanso.
También él dormiría. Entonces mañana, él se levantaría y explicaría lo que había sucedido a su ama. Seguramente como un compañero de sexo femenino, que podía hablar un poco de razón en Seras donde él no podía. Ahora que ella era una vampiresa completa, habría un nuevo conjunto de normas y reglamentos que ella tendría que seguir, o que estaría a merced de Hellsing.
El sol se elevó sobre el horizonte y la luz pálida iluminaba los diseños remolinados de polvo en sus cámaras. Él los observó felizmente, bebiendo su quinta copa de vino. Cuando estaba vacío, lo puso boca abajo a un lado y escuchó la extraña calma, casi desconocido en su mente. No estaba seguro de qué pensar de él, más de lo que estaba seguro acerca de la extraña familiaridad, todavía no sabía qué sensación había corrido por sus venas mientras lo drenaba.
"Me pregunto qué era eso" pensó, hacia el exterior en silencio. Su demonio se agitó en silencio en su mente, se encrespo alrededor del pensamiento y de la dispersión de la misma.
-No te preocupes por eso- fue la respuesta. -Si te dijera lo que era, no serías feliz. Y lo que necesitas es dormir; se infeliz y desconcertado, no es algo que necesitas saber en este momento- Sonaba maternal, como si estuviera pensando en él, cantando una canción de cuna antes de ir a dormir en sí. En el pensamiento, el demonio se rió entre dientes y tarareó una melodía que él había pensado que había olvidado hace muchos años. Escuchó la melodía cayendo en la cabeza y llenando el espacio en el que una vez fue la mente de una mujer policía.
Se quedó dormido, todavía cansado por la pérdida de sangre, sus dedos tocando a cabo un ritmo antiguo hasta que su cabeza cayó sobre su pecho y su cuerpo ya no se movió.
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