𝗦𝗵𝗼𝗿𝘁𝗳𝗶𝗰 - 3/4. Pon tu mano en mi mejilla y cura mi pasado
—¡Adiós, capitán!
—¡Hasta mañana!
Los hombres restantes de la familia se despidieron de Tsuruno mientras él levantaba la mano para mostrarles que recibía lo que decían. Habían vuelto a las oficinas de la familia después de salir con Joryu, aunque como todavía quedaba dinero decidieron hacer una última parada en un cabaret que le gustaba mucho a uno de los veteranos; lo próximo que recuerda Tsuruno es despertarse en el sitio en el que está ahora, sentado incómodamente en una silla mientras Shishido apoya su espalda contra la pared y se sienta en el suelo cercano a él. Solo están ellos dos en la habitación.
De repente, Tsuruno se deja caer y aparece al lado de Shishido. Cuando le mira, el otro hombre se da cuenta de que no lleva sus gafas y esto le permite la vista hacia sus ojos marrones, claros y con un destello que los hace verse como si se reflejaran en el mismo oro.
—Me duele la cabeza —le dice Tsuruno, inclinando su cabeza en diagonal y con el rostro relajado y cansado.
Shishido entona una risa por lo bajo al ver lo destrozado que ha acabado Tsuruno, seguramente por la última parada en el cabaret. Desde que no salen con tanta frecuencia, parece ser que ha perdido su habilidad para controlar lo que bebe y ni siquiera se ha dado cuenta de que se quedó dormido de camino a casa, razón por la que están ahora en la oficina. Es una pena que, sin embargo, la felicidad en su rostro dure tan poco al darse cuenta de que dentro de unos días no podrá dirigirse a Tsuruno de esta manera.
—Ya no somos tan jóvenes como antes —remarca Shishido con una risa débil entre sus palabras.
Con un murmuro de molestia, Tsuruno ahora apoya todo su torso en la pared. Es en este momento en el que Shishido se da cuenta de lo cerca que están el uno del otro: al tener las piernas dobladas, Shishido con una mitad en el aire y apoyando su codo en una rodilla y la otra mitad en el suelo, casi consigue tocarse con la de Tsuruno, cuyas piernas están tumbadas en el suelo por cansancio. Shishido apoya una mano en la superficie fría y únicamente se encuentra unos míseros centímetros alejada de las de Tsuruno. Por si fuera poco, al apoyarse Tsuruno sus rostros son la parte de su cuerpo en la que hay menos espacio libre, y los dos se están mirando fijamente mientras no saben si deberían de hablar o hacer algo.
—Oye, Shishido.
La voz de Tsuruno suena en un susurro y parece que ha decidido hacerlo a propósito, buscando la mejor manera de preguntarle algo sin que se asuste y rehuya de ello.
—¿Sí, capi?
—¿Estás ya mejor?
La pregunta es genuina y Shishido no sabe qué hacer con eso. Esperaba que, con el alcohol, Tsuruno se hubiera olvidado de su nostálgico desvarío de antes, pero ahora que lo que más le afecta es la resaca, parece todo lo contrario, cosa que solo es posible si Tsuruno hubiera estado bastante tiempo en la noche preocupado por él, lo cuál no era algo que le sorprendiera, pero admitió que la pregunta le pilló desprevenido.
—Sí —respondió secamente mientras anclaba su mirada en el frente, alejada de Tsuruno e incluso sin observarle pudo ver como marcó una expresión de duda en su rostro, a lo que volvió sus ojos hacia él—. De verdad, solo estaba nostálgico.
—¿Nostálgico?
—Así es, gracias a ti y a Joryu he recordado la diversión de nuestras salidas hace tiempo atrás. Supongo que una parte de mí echa de menos aquello.
Tsuruno pareció proceder a pensar en algo. El brillo dorado de sus ojos pareció perder de vista a Shishido pero lo cierto es que solo estaba pensando en él, anclado en la noche que acababan de experimentar como si tratara de exprimir algo de ella, aunque desde el principio apenas lo hubiera tomado como algo especial; pero ver a Shishido hablar así de ella le empujaba a querer examinarla.
—Quizá podríamos repetirlo otra vez —dijo Tsuruno en cuanto pensó sus palabras, sin saber muy bien si a lo que debían de llegar era aquello.
—No te preocupes, capi, solo necesito estar a tu lado.
Shishido no sabe por qué dijo algo así; dejando de lado si lo sentía de verdad o si agradecía de verdad la compañía de Tsuruno a su lado, los sentimientos no solían jugar un tema de conversación entre ellos. Era posible que se estuviera dejando llevar por la nostalgia, marcado por los momentos en los que hablaban de su pasado mientras Tsuruno fumaba de frente al río de Sotenbori, que Shishido juraría que años atrás estaba más limpio de lo que estaba ahora.
A pesar de todo, no se arrepentía de nada de lo de esta noche.
—No sabía que te sintieras así.
El corazón de Shishido dio un salto y no sabe si se debió a que ocurrió lo mismo con el de Tsuruno. Observando sus ojos nuevamente pudo darse cuenta de que el oro de sus pupilas se había expandido y ahora parecía brillar más que nunca, y en el intervalo de segundos el espacio que hubo entre sus cuerpos se transformó en algo ficticio. Los dedos de sus manos se entrelazaron y ninguno de los dos pudo dictaminar quien dio el primer paso, como si fuera tan simple como algo que solo tenía que ocurrir sin otorgarle explicaciones de fondo.
Las horas se transformaron en minutos y los minutos en segundos mientras los segundos se volvieron suspiros entre ellos dos a la vez que sus cuerpos compartían la intimidad de tocarse: es por esto que en cuestión de un parpadeo la mano de Tsuruno fue a la mejilla de Shishido y Shishido la agarró con la suya, acariciando su tacto a la par que sus labios se tocaban con la misma delicadeza en que envolvieron sus dedos.
Tsuruno marcó un ritmo pacífico y suave; plantando un pequeño beso en los labios de Shishido. Pero el otro hombre pudo ver que sus labios no tenían vista la posibilidad de separarse y, guiado por la explosión de emociones que produjo aquella caricia entre los labios del otro, subió lentamente la intensidad en el sentido de que dirigió un beso de una duración mayor y cada vez sus cuerpos se encontraban más cerca entre sí incluso si aquello no parecía posible; no queriendo dejar ir el momento de algo que ninguno de ellos pensó pero que parecía estar escondiéndose entre ellos durante décadas, por lo que lo transformaba en un momento sumamente preciado.
Ninguno de ellos llevaba la cuenta, pero tras unos tímidos besos que no iban más allá de sus labios entrecerrados empezaron a asomar la boca de uno para que se conocieran las cúspides de sus lenguas; Tsuruno inclinaba todo su cuerpo hacia el beso mientras su mano no bajaba en ningún momento de la mejilla de Shishido pero el otro hombre sí que bajó su mano de la que sostenía a Tsuruno y la apoyaba en el suelo como si necesitara una confirmación de realidad entre lo que ocurría a su alrededor.
Parecía que no había día ni noche, solo el tiempo que ellos marcaban entre que sus respiraciones entrecortadas se compartían con la cavidad de sus bocas y parecía complicado desentenderse de la pasión del beso, algo totalmente mutuo entre los dos y que compartían con el afán de amar al otro.
Pero había algo que Tsuruno estaba notando y le hacía creer que esto estaba yendo mal. Era la forma en la que Shishido parecía tener más problemas para organizarse a la hora de repartir los besos; como si estuviera acostumbrado a los fugaces y que precisamente no empezaban con paz. Incluso le alertaba la manera en la que, cuando los dedos de su mano que se apoyaba sobre la mejilla de Shishido parecían alentar a avanzar más allá, pero por accidente y rozando su mandíbula, el cuerpo del otro parecía enfriarse y alejarse de la misma manera en que su cuerpo retrocedía cuando trataba de sellar las heridas del otro hombre con la intención de sanarlas y Shishido no era capaz de discernir qué pretendía Tsuruno, quedándose en silencio por no querer hablar de lo que estaba mal, casi porque no sabía hasta qué punto algo bueno empezaba a ser malo.
Tsuruno no sabía cómo llevar esto, pero no podía seguir haciéndolo y separó su rostro del de Shishido, a lo que le miró con confusión, labios húmedos y mirada cabizbaja.
—¿Qué ocurre? —preguntó Shishido.
Tsuruno le miró mientras sus ojos se bajaban con una notable tristeza como si se sintiera culpable por algo, arrepintiéndose de lo que acababa de ocurrir y no sabía de qué forma transmitírselo a Shishido.
—Creo que esto ha sido un error.
Las palabras viajaron hacia la mente de Shishido con rapidez, a lo que le surgieron varias teorías, dudas y caminos diferentes por los que pensar sobre lo que acababa de ocurrir, pero ninguna era lo suficientemente clara y esto le enloquecía.
—N-no me malinterpretes, Shishido… —se apresuró a decir, con sentimientos incluso más negativos rodeándole por la manera en que Shishido quería preguntarle de nuevo por su reacción y el hombre estaba visiblemente confuso— Yo por mi parte quería hacer esto, pero tenía que haberte preguntado y que estuvieras seguro de esto, yo… No quiero que tú veas esto como algo negativo o que no sabes si deberías de estar haciéndolo pero aún así lo haces.
La mano de Tsuruno no se había alejado en ningún momento de la mejilla de Shishido; lo cierto es que las caricias sobre él le hacían sentirse en conexión con el otro hombre y le recordaba que la relación con Tsuruno no la tenía con ningún otro hombre. Y quiso pensar sobre lo que le había dicho, porque mientras su pecho empezaba a bajar y subir de manera inconsciente, por primera vez se le había planteado la oportunidad de pensar sobre si quería esto, casi de la manera en la que Tsuruno lo hizo en el pasado en acogerle en su familia con una comprensión que nadie antes había demostrado sobre él, por lo que le observó más seguro que nunca después de digerir todo lo que estaba ocurriendo y lo que implicaba. Y nuevamente, no era capaz de adivinar por qué Tsuruno le trataba de esta manera tan considerada y desinteresada, cuando todos los hombres que se habían acercado a él tenían una perspectiva de las cosas completamente diferente y llegó un punto que Shishido estaba seguro de que era la manera en la que las cosas debían de afrontarse en la yakuza.
Le hacía querer hablar de cosas sobre las que jamás había pensado de ninguna persona.
—Yo quería esto, Tsuruno. Yo… te agradezco que me quieras de esta manera.
Tsuruno saltó por la confesión y su corazón se enlazó con el de Shishido mientras miraba en la profundidad de sus ojos decididos y seguros; aquella mirada que le gustaba tanto ver en él porque hablaba de lo más fuerte del otro hombre, incluso si, aún conociéndole bien, no podía analizar que las palabras de Shishido eran enigmáticas incluso para su propia mente.
Le alegraba la respuesta de Shishido, pero también le hacía plantearse si tanto él como el otro hombre estaban preparados para mostrar estos sentimientos que si bien eran longevos, su salida significaba algo más profundo y complejo en lo que necesitarían trabajar.
Pero por el momento, Shishido se seguiría alegrando de que Tsuruno esté en su vida incluso si se tendrá que despedir de ello, similar a la manera en que Tsuruno se siente feliz de haber traído alegría a la vida de Shishido pero no es conocedor del hecho de que esto no es suficiente para cerrar la cicatriz de sus heridas. Es de esa manera en la que Shishido acaba durmiéndose sobre el cuerpo de Tsuruno mientras la mano del otro hombre se ha movido de la mejilla para descansar entre su hombro a la vez que sus ojos se cierran para unirse a Shishido, feliz por la vista de encontrarse con él tranquilo entre sus brazos, sin presiones, obligaciones o malos recuerdos y heridas que no se encuentran frente a la amenaza de abrirse de nuevo, soñando con los curativos besos de Tsuruno sobre ellas.
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