𝗢𝗻𝗲-𝘀𝗵𝗼𝘁 - El remedio para las pesadillas
Shishido se despierta de repente en la madrugada porque las pesadillas de su pasado le persiguen como miles de dagas que apuntan hacia él. La única persona que está a su lado es Tsuruno.
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Shishido se había despertado abruptamente de madrugada. La oscuridad todavía pasaba a través de las ventanas mientras su cuerpo se encontraba agitado y como si hubiera pasado por una tormenta. En cierto sentido era así.
No podía parar de recordar todos los años en los que estuvo bajo el control de Nishitani, como la cadena atada al cuello le oprimía todas las noches y jugaba con él como si se hubiera apropiado de su identidad solo porque se encontró con un Shishido desesperado que recorría las calles como un perro abandonado. El hombre nunca se había detenido a la hora de restregarle con resquemor que estaba por encima suya, abusando del poder e influyendo un miedo dominante sobre él; por el gusto a veces de simplemente hacerlo y ver la forma en la que el cuerpo de Shishido tiembla cuando le expone a situaciones de vida o muerte, recorriendo en su mente el pensamiento de que podría desaparecer en un segundo y lo peor es la angustia que le trae algo que quizá debería de traerle todo lo contrario.
Era repugnante y Shishido sentía ganas unas ganas de vomitar que le daba la sensación de que había podido controlar en los anteriores años, era una especie de advertencia de que las cicatrices que Nishitani había dejado en él no dejan de perseguirlo y que nunca dejarán de estar presentes.
En cierta manera se acostumbró a ellas porque vio que su vida no iba a cambiar, y que si quería sobrevivir en aquel mundo en el que le había abandonado su padre tenía que fingir como si esas situaciones no le afectaran tanto como realmente llegaban a hacerlo. Y quiere creer que todos estos años lo ha conseguido, que es capaz de manejarse bajo el mando de Nishitani y que los recuerdos de todo lo que ha hecho no intoxican su sufrimiento, alejado de su propio sentir como si fuera algo tóxico y que debe despejar de su mente o le invadirá completamente.
Es algo que le ha funcionado bien, y que sigue siendo así. Por esto odia cuando tiene pesadillas sobre algo cuyo dolor trata de ignorar, porque por más poco comunes que sean, están ahí para comunicarle que aquello que siempre ha querido ignorar existe para acecharle y atemorizarle. Lo que más miedo le transmite es, sin embargo, pensar que debe de hacer algo con esto o si no acabará con él.
Ha empezado a marearse al pensar en todo esto mientras sigue tumbado en su cama. Con la respiración irregular por su pesadilla, en donde Nishitani repetía todo lo que le había dicho y hecho en el pasado pero con el añadido de que Shishido era aún consciente de lo horrible que llegaba a ser, trató de cerrar los ojos para olvidar el tema y seguir durmiendo pero solo contemplaba el rostro del patriarca del clan Kijin entre la oscuridad y se mareaba incluso más, empezando su cuerpo a temblar y tenía que abrir los ojos a la vez que daba vueltas en la cama a la que comprobaba que Nishitani III no estaba en la habitación con él para herirle (y esto sería más efectivo si tuviera alguna forma para escapar de él, no habiendo sido obligado a buscar maneras de permanecer a su lado por su propia ambición que muy alejada no sigue estando de él. Al final siempre vuelve al mismo lugar y esto le molesta).
Tras unos largos minutos en los que la cama empieza a parecerle incómoda, finalmente llega a la conclusión de que no puede seguir durmiendo y ya ni siquiera sabe si quiere hacerlo. Se levanta de la cama, pero solo sentándose en ella y enciende la luz de la habitación, recorriéndola como si tuviera que cerciorarse de que estaba seguro incluso si no reconocería el peligro que su cuerpo experimentaba. Seguramente sería un efecto adverso de la pesadilla, pues su mente todavía no había querido dejarla ir.
Finalmente abre la puerta y se encuentra con la escena de las habitaciones oscurecidas de la familia Watase. Tsuruno le dijo que podía quedarse a dormir si no tenia ganas de caminar hacia su apartamento que se encontraba muy lejos, pues tiene habitaciones improvisadas para dormir cuando algunas misiones acaban hasta las tantas y Shishido accedió porque ya casi se encuentra más por las noches en la habitación que Tsuruno preparó para él que en su propia casa (y Tsuruno ya prácticamente ve las oficinas como su casa). Aunque lo cierto es que preferiría pasar la noche con dos mujeres y despertarse a su vera viendo que ha conseguido atravesar con éxito el que sus pensamientos sobre su pasado no invadan su cerebro más de lo que quiere.
No sabe muy bien qué hacer, pero de momento se dirige a una pequeña estación que imita lo básico de una cocina y agarra un vaso para después llenarlo de agua. Sin embargo, antes de llevárselo a la boca reniega de intento y lo acaba dejando en la encimera de la mesa con un golpe limpio, subiendo su cabeza hasta que sus ojos van más allá del techo y respira con pesadez, como si todo lo que se encuentra a su alrededor no da signos de ser real y debe de equilibrar todo su cuerpo para calmar la intranquilidad que encierra su cuerpo. Ha cerrado los ojos y las ganas de vomitar le recorren de nuevo, pero rápidamente es disuadido de la oscuridad al escuchar la voz de Tsuruno detrás suya.
—Shishido, ¿qué ha ocurrido, estás bien?
La voz de Tsuruno sonó seria, pero con un tono de preocupación genuina que hizo que Shishido saltara, no sabía exactamente por qué.
—Capitán.
—He escuchado golpes de tu habitación, ¿qué, te has caído de la cama o qué?
Shishido recordó entonces que la habitación en la que dormía se encontraba al lado de la de Tsuruno, pero no se imaginaba que en su pesadilla hubiera hecho tanto ruido como para que lo notara.
—…. No. No ha ocurrido nada —mintió, sujetando de nuevo el vaso y Tsuruno aprovechó el momento para encender la luz. Shishido se vio reflejado en el vaso y sintió la necesidad de alejarlo de él de nuevo mientras que el tatuaje de su espalda resaltaba en la habitación al no llevar camiseta.
—Shishido…
Tsuruno se acercó lentamente a Shishido, pero el otro hombre no daba signos de querer abrirse. Lo cierto es que la forma en la que Shishido hablaba de su pasado era extraño, había noches en las que hablaba sin vacilar de todo lo que le había ocurrido, a veces triste, a veces tranquilo, a veces apretando los dientes de la rabia al hacerlo, pero lo hacía. Al menos se desahogaba. Pero últimamente Tsuruno ha notado que está muy cerrado con el tema, evitándolo incluso cuando se encuentra por encima suya y la atemoriza en su rutina, como acaba de ocurrir.
No había que ser muy inteligente para saber qué era exactamente con lo que había tenido pesadillas Shishido; de por sí ya mencionaba en sueños el nombre del patriarca del clan Kijin, y aunque no lo hiciera, Tsuruno conocía la de horrores que había hecho ese hombre y no podía hacer más que sentir pena por Shishido por haber estado debajo suya, incluso si Kosei no quisiera que sintiera algo por él.
—Estoy bien, capi. Solo he tenido un mal sueño.
—¿Otra vez has vuelto a tener pesadillas?
Tsuruno le descubre como si Shishido no se lo acabara de decir y no se hubiera dado cuenta o ya lo supiera mismamente por la costumbre y los sonidos que ha escuchado de su habitación. Pero Kosei sigue dándole la espalda, inmerso en el reflejo angustioso de su reflejo en el vaso de agua. Seguir mintiendo es una pérdida de tiempo.
—... Sí.
—¿Por qué lo intentas ocultar?
—Porque no es de tu incumbencia, capi —respondió Shishido. Tsuruno entrecerró los ojos, debatiéndose sobre la posibilidad de que quizá tenía razón. Las heridas de Shishido penetraban profundamente en su piel y difícilmente se podía ganar acceso a ellas para curarlas.
Pero Tsuruno sabía que, como Shishido siguiera así, estas iban a acabar con él.
—Bueno, mira, lo que tú digas —se resignó, bostezando por el cansancio—. Yo me voy a dormir.
Tsuruno procedió a darse la vuelta y Shishido de repente reaccionó. Se acordaba de la forma en la que había temblado en la cama y cómo el miedo se aguturaba en su garganta. Pensar en volver a su habitación significó tener que enfrentarse al invisible rostro de Nishitani III en la oscuridad de esta, y su cuerpo se llenó de temor ante aquél pensamiento. No sabía si se iba a arrepentir de esto, pero temía muchísimo más lo que le esperaría si pasara aquella noche solo.
—Espera, capi —le llamó Shishido, sonando contundente y Tsuruno giró la cabeza.
—¿Qué ocurre?
Kosei giró su cuerpo completamente, abandonando el vaso de agua al que no le había dado ni un sorbo. Pero realmente sólo fue a por él como excusa para escapar de sus demonios de las pesadillas, aunque más que demonios, a veces eran monstruos.
—Pf, no sé cómo sonará esto, pero lo cierto es que no puedo dormir —entonó con una pizca de vergüenza mientras que Tsuruno le miraba fijamente y trataba de adivinar su lenguaje corporal.
—¿Y qué es lo que quieres?
Shishido tuvo que tragar mientras visualizaba cómo preguntaría esto, pero lo cierto es que si había una persona a la que se lo podría preguntar, esa era Tsuruno. Tampoco es como si hubiera otra persona que hubiera demostrado estar incondicionalmente a su lado todos estos años, incluso si se seguía convenciendo a él mismo de que no necesitaba a alguien así.
No obstante, Tsuruno parece comprender su situación, e incluso si luego no hablaran nunca de esto en un acuerdo tácito y hasta llegaran a olvidarlo, por el momento hará todo lo que pueda por él y se quedará a su lado.
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No era propio de Shishido demostrar momentos de debilidad, pero debía de admitir que al lado de Tsuruno todo era más fácil y no se sentía tan juzgado. Es la manera en la que elige no comentar nada de lo que Shishido le ha pedido y la forma en la que le ha envuelto en las sábanas de su cama, deseando que las pesadillas no le persigan en la habitación de Tsuruno y en cierta forma, Shishido por esta noche se siente a salvo a su lado.
Después, Tsuruno hace el amago de irse, pero Shishido antes alcanza su brazo con su mano y el agarre sobre él siente casi desesperado.
—¿Qué haces? —le dice Shishido, y suena roto, de alguna manera. Como si el abandono hiciera eso en él, dando igual con qué tipo de intenciones se hacía.
—Yo iba a ir a dormir al sofá.
Tsuruno parecía haber creído que Shishido solo le pidió dormir en su cama porque no podía estar en la suya; no se imaginaba que su proposición fuera más allá.
Quizá estaba más atemorizado de sus pesadillas de lo que ya creía de por sí.
—Quédate, por favor —le dice Shishido, casi como en una súplica y da gracias de que entre la oscuridad Tsuruno no sea capaz de ver la forma en la que sus ojos han amenazado con empezar a lagrimear.
Pero Tsuruno le hace caso sin resquemor. Tumbándose en la cama a su lado, con la sábanas debajo suya mientras que Shishido se envuelve en ellas, sus ojos rápidamente empiezan a cerrarse como si el peso de ellos dos sobre la misma cama sea tranquilizador y algo genuinamente relajante.
Shishido quizá se encuentre agradeciendo que Tsuruno esté a su lado por noches como esta.
Ya su cuerpo no tiembla ni siente su garganta taponada. El rostro de Nishitani III ya no aparece en su mente cuando cierra los ojos, y si su mente amenaza con aquello solo tiene que ver a Tsuruno al lado suya para evitarlo, mientras que todo el miedo que sentía se desvanezca como arena en un desierto donde empieza a haber ráfagas de viento, incluso si ese fenómeno solo se lleve a cabo por una noche.
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