En el ajedrez, el rey necesita de su reina.

En la realidad, Ikaris necesita de Helmut.

No por que el amor desbordara entre ellos, si no por que para sus padres, desbordaban oportunidades de su compromiso.

La familia Zemo y la familia Eternem, ambos con esa avaricia característica de ambos apellidos.

Lo único que diferenciaba a ambos jóvenes de sus padres era su simpleza y desinterés por el dinero.

Sin importar sus apellidos, Helmut e Ikaris eran amigos, buenos amigos. Cuando la noticia de su compromiso llegó a ellos ambos se negaron. Helmut porque no quería casarse con su mejor y único amigo, e Ikaris, porque quería casarse con Helmut cuando el amor que el sentía fuera correspondido con la misma intensidad.

Pero no había opción, esa habia sido la vida que ya tenían planeada por sus padres desde que habían llegado al mundo.

Lo que ambos anhelaban no podía ser.

Quizá era lo mejor, pero Ikaris sabía que no era lo que Helmut quería, no era lo que el quería.

Helmut quería su libertad, libre de responsabilidades, libre de tomar sus decisiones.

Ikaris quería que el fuera feliz.

Y casarse, no haría feliz a ninguno de los dos.