lX. La mentira de Liliath
-¿Quieres saber la verdad? Todo es una mentira, una mentira que siglo tras siglo nosotros mantenemos, una mentira que nos salva del caos anárquico. No pasarás miedo, no volverás a llorar. No volverás a temer porque te temerán. El fuego de la batalla es para los guerreros, tu vives en las sombras de los espías y mentirosos. -Liliath escuchó aquellas palabras, tiempo después las comprendería realmente. Por aquel entonces, solo tenía cuatro años, y ansiaba la mentira de que todo iría bien. Mentira de la que bebió como ambrosía hasta emborracharse.
-No temas niña, solo estás indispuesta. Le comunicaré a Barahaus que no puedes acudir en este estado. -Las lágrimas ya no corrían pero el temor seguía ahí. La sensación de la impotencia, el miedo...No podía permitirse el lujo de no acudir a su cita con el aberrantólogo. Tenía muchas preguntas que requerían una respuesta.
-¡No!-interrumpió sorprendida por su atrevimiento. -Dile que acudiré en seguida, solo necesito descansar un momento y lavarme la cara...-pidió poco convencida de aquello último.
-Como quieras, pero...
-¿Qué?-preguntó Selene sintiendo como se avivaba la llama de la curiosidad al observar el semblante serio de Dorothea.
-No es nada...-finalizó Dorothea. -Te he dejado una palangana para que te aseés niña. -dijo cambiando de tema.
-Gracias.- murmuró Selene.
Dorothea la miró tristemente.
-Lo siento niña, pero todavía no estas preparada para entenderlo todo...-dijo saliendo de la habitación, dejando a una Selene seria y confundida.
***
-¿Qué ha dicho?- preguntó Barahaus levantando la mirada del vómito.
-Quiere acudir a la cita. -admitió Dorothea resignada.
El aberrantólogo asintió, parecÍa poco sorprendido.
-Estaré esperándola en los jardines. -informó Barahaus.
-Como deseeis...Y, Barahaus. -añadió tras dudar unos instantes.
-¿Sí?- murmuró distraído por la hojarasca que observaba con un curioso artefacto dorado que se asemejaba a un catalejo.
-Tiene que saberlo...Todo. No la puedes mantener al margen hasta que deba asumir su responsabilidad. El momento se acerca y deberá estar preparada.
Barahaus levantó la cabeza y miró friamente a Dorothea que reculó unos pasos intimidada.
-Yo y solo yo, le puedo hablar a Selene sobre su pasado. ¿Le ha quedado claro?- preguntó con voz atronadora.
Dorothea asintió saliendo del salón y murmurando algo sobre un viejo loco que no tenía modales, pero Barahaus pensaba mucho. Sabía que el momento se acercaba, por lo que también tenia claro que Selene pronto se debería involucrar en una guerra que no era la suya y quería apartarla el máximo tiempo posible de todo aquello. Aquella guerra le había arrebatado su vida y a su hija, pero tenía claro que no la abandonaría.
-Juro que no abandonaré esta guerra, los que deban pagar, pagarán por lo que han hecho y, los aberrantes serán sus verdugos y la habladuría que se han dedicado a propagar por Luwynavia será su condena eterna.- Barahaus escupió las palabras con asco y con un profundo dolor que pocos podían comprender. Y la Luna fue testigo de su juramento.
***
El siniestro baile de las velas iluminaba debilmente la penumbra de la habitación. Una chica que aparentaba unos veinte años se arrodillo delante de un extraño tapiz. El tapiz contaba una historia que pocos podian entender y ella se contaba entre aquellos pocos. Dejo tres Glöriks en un cuenco junto con un tarro de miel delante del tapiz. Sin vacilar cogió una daga dorada e hizo que el filo de ésta acariciase casi con dulzura su frente. No le tembló el pulso al incrementar la presión y realizó una extraña runa dibujada en sangre. Recogió la sangre en sus manos y acarició el tapiz de forma reverencial manchándolo de rojo, antes de empezar a hablar.
-Mi Sol, todo marcha según lo previsto. Pronto podremos reclamar lo que es vuestro y Luwynavia olvidará definitivamente. La chica no murió pero mi...hermano, la llevó con un tal Barahaus. Pronto todo lo que merecemos y por lo que tanto hemos luchado estará al fin en nuestras manos. Pronto se podá dar un baño en la sangre de sus enemigos.
Las velas brillarón con más fuerza. Liliath solo necesitaba eso para saber que su Sol la estaba escuchando.
***
Los pasos eran lo único que se oía. Selene respiró hondo y salió al jardín. La espigada figura de su abuelo estaba en tensión mirando a la arboleda que rodeaba la mansión.
-Aquí estás, ¿qué te he dicho? No claro que no. Eso ni pensarlo, no digas tonterías.
Selene se detuvo sorprendida. Junto a su abuelo no había nadie y sin embargo el hablaba como si estuviera entablando un diálogo con alguien. Los susurros se intesificaron cuado se acercó. Trató de no hacer ruido y escuchó con curiosidad y nervios la conversación de su abuelo con el viento.
-No se lo voy a decir, todavía no. Tal vez no sea ella. -Selene agudizó el oido con la sensación de que hablaban de ella. -Ya lo sé...-murmuró su abuelo con voz de agotamiento. -Es ella pero no la tiene, ¡ya sabes el que! -en aquel momento Barahaus pareció darse cuenta de algo porque se giró rápidamente sin que Selene tuviera tiempo de hacer ni decir nada.
-¿Llevas mucho rato aquí?- preguntó bruscamente Barahaus.
Selene no respondió de inmediato, todavía sorprendida por lo que acababa de escuchar.
-¿Qué?-logró articular.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?- volvió a preguntar.
-No mucho.-respondió Selene intuyendo que a su abuelo no le gustaría saber que había escuchado toda su conversación. Si se podía llamar así.
-Bien.- murmuró asintiendo lo suficientemente fuerte para que Selene lo oyera.
-¿Para que me habéis...me has pedido que viniera?- preguntó Selene carcomida por la curiosidad.
Barahaus empezó a caminar sin responder a Selene que se apresuró a seguirlo. Entraron a la mansión por el portón principal y Selene no volvió a preguntar.
El misterioso aberrantólogo sacó de un bolsillo de su chaqueta un pequeño librito y tomó algunas notas murmuando para sí mismo. Selene habría dado lo que fuera por leer lo que estaba escribiendo pero no se atrevió a hablar por temor a desconcentrarlo.
-¿Porqué vomitaste?- preguntó de improviso cerrando el libro.
Selene se encogió de hombros despreocupadamente.
-Me sentaría mal algo, ni idea.
Barahaus asintió con el semblante serio y el entrecejo fruncido.
-No fue eso.-dijo simplemente su abuelo con una seguridad aplastante.
-¿Y entonces qué...?
-No lo sé, magia oscura, algún amuleto roto...¿No te meterías con alguna criatura milenaria a la que ofendiste por tu comportamiento soberbio y, que te echara una maldición que te persigue hasta día de hoy y de la que no te has podído librar?- preguntó mirándola fijamente.
Selene alzó las cejas divertida pero trató de tomarse la pregunta seriamente.
-Creo que no, pero no estoy segura. He tratado con un par de dragones poco amigables y muy orgullosos que podrían sentirse ofendidos por mi asombroso porte.-bromeó sonriendo.
Pero el aberrantólogo se detuvo y la miró fijamente y sin parpadear.
-Esto es serio Selene, no hay tiempo de bromas si queremos que estés bien preparada. Todo está cambiando y me temo que no te das cuenta. Si vas a bromear y a no tomarte una guerr...esto, en serio no me sigas.- dijo enfadándose por momentos Barahaus.
-¡Mi tia se ha muerto Barahaus!- estalló Selene renunciando para siempre a la idea de llamarlo por su nombre.- ¡Y no tengo ni idea de a que te refieres! Dorothea se porta de forma extraña conmigo y hoy casi me muero. -dijo aceptando por primera vez el temor que había sentida, que apartándolo de su mente había tratado de olvidar e ignorar. -Hoy casi muero.-repitió con lágrimas en los ojos que trató de disimular con poco éxito.
Pero si esperaba un abrazo o al menos una palmada por parte de su abuelo se llevó una decepción cuando lo único que hizo fue mirar hacía otro lado teniendo el detalle de ignorar sus nariz acuosa y sus mejillas sonrojadas.
-Las cosas son así, el poder corrompe y hace de personas antaño honorables, traidores y mentirosos. Nunca sabes en quien puedes confiar. A veces no puedes confiar en nadie. Solo puedes confiar en ellos y darles la oportunidad.-sorprendida, Selene se dió cuenta de que una lagrima corría por la mejilla de su abuelo. Colocó una palma vacilante en su hombro y éste no la agradeció pero tampoco la apartó. Era un comienzo.
Sin darse cuenta se habian detenido delante de una de las puertas cerradas. Una extraña luz salía de su interior y tenia curiosos hongos que crecian por el manto verde que cubría la puerta. Barahaus sacó una curiosa llave bastante sencilla que si estuvíera en el bosque a Selene le habría pasado inadvertida por su vulgar color marrón.
-¿Que hay detras de esa puerta?- preguntó timidamente Selene.
Por toda respuesta, su abuelo introdujo la llave en la cerradura y una melodía grave y melancólica sonó por el pasillo. Con un chirrido, la puerta se abrió dejando ver a Selene algo que no esperaba...
Nota de la autora: Que capítulazoooo!!!!!! Creo que la pregunta de esta semana está clara; ¿Que creéis que hay tras la puerta?
Como curiosidad os comento que siempre escribo con música celta o irlandesa de fondo. Así que ya sabéis, si sois de leer con música las canciones de ese estilo serían ideales. Además esta semana hay una novedad, me estoy planteando crear una Playlist en Spotify del libro, una canción por cada capítulo. ¿Que os parece?
Y esto sería todo :)
Chao Luywynavos!!!
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