Capítulo 8

"Para toda la vida"


El castigo había durado una eternidad pero se había hecho bastante menos pesado junto a Sam y las lindas notas que me daba a escondidas del profesor Lakatos. Era un buen chico, me agrada. Ojalá fuera conmigo así todo el tiempo, y no cuando no había casi nadie que nos viera. Cuando toco el timbre indicándonos que podíamos salir del castigo, fui la primera en salir por las dos enormes puertas de la entrada. Amaba mi escuela, pero me desagradaban la mayoría de sus estudiantes.

Saque la pequeña llave que tenía en mi bolsillo y fui hasta mi bicicleta. Antes de si quiera llegar a ella una mano me detuvo. Me di vuelta lentamente con algo de miedo, pero al ver a Sammy y su mano en mi hombro no pude evitar sonreír.

– Perdón, creo que te asuste – murmuro sonrojado tocándose su cabellera negra en un gesto de vergüenza.

– No, claro que no. Solo... que no te vi venir.

– Te fuiste tan rápido que no tuve tiempo de terminar lo que iba a decirte.

– ¿Qué es lo que ibas a decirme? – pregunté sintiendo como mi corazón se aceleraba.

– Bueno, ¿te gustaría salir alguna vez? Es decir, salir conmigo. No tenemos que salir si tú no quieres, tal vez solo pasar el rato o... lo que tú prefieras hacer. Pero si no quieres lo entiendo.

Me quede en shock mirándolo. Quiero creer que era un expresión de sorpresa pero lo más probable es que fuera de puro miedo. Era la primera vez que un chico me invitaba a salir. ¿Era normal salir a los 14 años? ¿Que suponía que debía decir? ¿De verdad pensé que iba a ser como en las películas y que el chico me daría una rosa luego de un despampanante número de baile? Mil preguntas cruzaban por mi mente, pero no había tiempo de responder ninguna de ellas, porque el pobre de Sam me miraba súper avergonzado.

Así que por una vez hice algo que hubiera hecho mi padre. "A la mierda todo".

Tendría todo el tiempo del mundo para torturame a mi misma preguntándome el porque lo hacía, pero no quería. Estaba frente a un chico que era bastante guapo, al que le gustaba por cómo soy y que no creía las mentiras de la estupida de Emma.

En este preciso momento lo único que quería decir era...

– Si, si quiero salir contigo.

Me gusto mucho este momento. Yo sonriendo como una tonta enamorada y Sam mirándome como si fuera perfecta. Por un breve momento nada ni nadie existía, solo nosotros dos y nuestras sonrisas. No se cuánto tiempo estuvimos de aquel modo, pero fue lindo.

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Al llegar a mi casa note que eran las 5:50 de la tarde. Mi madre llegaba del trabajo en menos de diez minutos y no podía enterarse que en mi segundo día de escuela ya me habían mandado a detención. Fui corriendo a mi cuarto pero al pasar por la cocina y ver que los platos estaban sucios decidí hacer un pequeño truco. Chasqueando mis dedos instantáneamente los platos, tenedores y vasos se estaban limpiando por si mismos. La satisfacción duró poco ya que cuando solo faltaba un simple plato oí como mi madre estaba aparcando su coche en la entrada. Volví a chasquear los dedos para apagar la llave de la agua y sin más salí corriendo como si el mismo diablo me estuviera persiguiendo.

Mi casa era grande y antigua. Teníamos un patio trasero enorme con bellos árboles que eran mi adoración. La casa en si tenía tres piso, cuatro baños, cinco habitaciones, una sala de estar y un garage lleno de porquerias que habían ido a parar ahí por el tiempo. Mi tatarabuelo decidió construirla y es la quinta casa más vieja del pueblo. Realmente amaba esta vieja mención. Era una lástima que no fuera lo que solía ser, las paredes necesitaban pintura, los pisos debían lustrarse y la mitad de la casa necesitaba una limpieza urgente. Aunque me encantaría chasquear los dedos y hacerlo realidad, remodelar una casa no era lo mismo que limpiar dos platos y cubiertos. Se necesitaba mucha concentración, calma y que mi fiadhaich esté bajo control, el suficiente tiempo para mantener todo en su lugar. Y como estaban las cosas, mi mente y mi espíritu no estaban en condiciones de nada mayor a simples trucos.

Al escuchar como madre había puesto sus llaves en la cerradura, subí las dos escaleras de madera hasta llegar a la tercer piso y con un torpe tropiezo que casi me rompe el tobillo llegue a la puerta en el final del pasillo. La abrí y entre. Oí como mi madre cerró la puerta de la entrada y momentos después como lentamente subía las escaleras hasta llegar a mi cuarto. Por mi parte había saltado a la cama y tomando un libro cercano a mi repisa actué como lo estuviera leyendo. Vi como la digiera de mi madre se paró frente a mi puerta, como si estuviera pensando en que debía hacer. Cuando vi el picaporte girando baje la vista y levante el libro tapando mi cara.

– Hola, mamá – dije con algo de titubeo.

– Hola, Selene. ¿Que haces con el uniforme a esta hora? – preguntó con una nota de duda en su voz. No había levantado la vista hasta el momento, pero sabía bien que estaba molesta. Siempre que venís directo a mi antes de acostarse era una clara señal de que estaba molesta.

– Olvide quitármelo, mamá. Pero cuando termine de leer este capítulo lo haré.

– Estoy demasiado cansada, recuerda darle de comer a los animales y apagar las luces al dormir.

– Si, mamá.

Tan rápido como llego se fue, cerrando la puerta tras de ella. Volví a respirar al escuchar el sonido de la puerta de mi madre cerrarse. Tal vez piensen que exagero con ella, pero solo hace falta un mínimo detalle para que el diablo que tengo como madre se despierte de su nido. Hoy no fue el día que exploto por nunca transcurre más de una semana sin que me grite y me culpe de todo.

Moviendo la cabeza, saque esas ideas de mi mente. No quería pensar más en mi madre. Levantando mi almohada ahí estaba, el libro que había tomado prestado de Areu; Criaturas y sus distintas clasificaciones, volúmenes 1, 2 y 3. Hasta el momento no lo había abierto, y siendo sincera tenía algo de miedo. No sabía que era lo estaba allí exactamente pero como Archer siempre dice, el que arriesga no gana. Con delicadeza acaricié la portada, admirándola.

Cuando mis dedos estaban a punto de abrirlo, salté de mi cama del susto al escuchar el timbre de la casa sonando.

– ¿Quien mierda puede ser a esta hora? – proteste en vos alta mientras volvía a esconder mi libro bajo la almohada.

Baje corriendo las escaleras hasta llegar hasta la puerta. Mire por el ojalillo y al ver a la persona que estaba del otro lado, dude. Dude en si quería si quiera abrirle la puerta, pero debía hacerlo. Tenía que darle una oportunidad, solo una, para que me explicara el porque.

Al tomar el picaporte pensé qué tal ves sería lo mejor, actuar como una adulta esta vez.

– Hola, Lee – salude con una sonrisa falsa.

Verlo ahí con aquellos ojos que siempre estaban sorprendidos y ahora verlos apagados, me hizo sentir mal. Sin saber porque, yo no había hecho nada. Él y Bonnie eran los que se alejaron de mi sin que yo les hiciera nada.

Ellos debían disculparse, no yo. Ellos debían sentirse mal, no yo.

– Hola, Selene. ¿Cómo estás?

¿Realmente me estaba preguntando eso? Después de haberme ignorado por dos días enteros. Pretendiendo que yo no existía. Tenía tantas ganas de golpearlo. Un puñetazo limpio en su rostro. Pero no iba a hacerlo. No importa lo que hiciera, Archer era mi amigo y no podría lastimarlo nunca.

– No lo se, Archer. ¿Cómo crees que estoy? – inquirí con sarcasmo en su máxima expresión.

– Yo... no se que decir – titubeo cabizbajo como si me tuviera miedo. Aceptando frente a mi que en verdad creía que era una abominación.

Eso me hizo perder la paciencia. Hasta el momento estaba recostada sobre el faldón de la entrada, pero al escucharlo no pude quedarme quieta.

– ¡Vamos, Archer! – grite haciéndolo bajar del pórtico asustado. No me importo, yo camine acercándome lo más que pude a él, pero él no hacía más que retroceder – Acepta que crees que soy una bruja. Dime a los ojos que yo, Selene Smith, tu amiga, no soy más que un monstruo. ¿Por que no me lo dices, si de todas formas es lo que piensas? Dímelo, quiero que me lo digas. ¡Dímelo!

– ¡Tienes razón! – gritó al mismo tiempo que yo mientras sacaba una cruz de palo detrás de él y me apuntaba con ella. Como si de alguna forma eso fuera a alejarme.

Me paré en seco, mirándolo a los ojos sin poder creerlo. Literalmente mire la cruz para luego verlo a él, y viceversa. Me acerqué rápidamente y con ambas manos tomé la cruz y la rompí frente a él.

– Vamos a hablar seriamente, Archer – dije tomando su mano y guiándolo de vuelta hasta mi casa.

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Después de preparar los tés los puse a ambos en una bandeja plateada y con lentitud la lleve hasta la sala. Lee me estaba esperando sentado en la mesa de madera sin hacer nada más que mirar sus manos. Al verme bajo su vista totalmente apenado y cuando le di su té no hizo más que soltar un "gracias" casi inaudible. Tomé la silla que tenía frente a él, y me senté sin dejar de mirarlo.

– Puedes tomarlo tranquilo, Archer, no envenene tu té – ironicé comenzando a tomar mi té. De reojo lo vi dudar por un segundo, pero luego tomo la taza y le dio un sorbo a su té de sedron –. Bueno, creo que ya es momento de que hablemos, ¿no?

Vi como sus manos temblaron y sus ojos se centraron en punto fijo, como si estuviera tratando de recordando algo importante.

– Hemos sido amigos por mucho tiempo ya. Casi la mitad de nuestra vida, Selene. Y-Yo no quiero... pensar en que tú podrías ser una bruja, pero no puedo olvidar lo que yo... se sobre ti.

– ¿Qué es exactamente lo que sabes sobre mi? – pregunté intentando ocultar mi nerviosismo.

– Hubo una vez, cuando teníamos 12, recuerdo que fue en tu cumpleaños. Todo había estado bien, tu lucías como una pequeña princesa, tu madre estaba feliz y tu hermana estaba allí, pero entonces tu papá vino. Recuerdo que vino molesto, él nunca estaba molesto. Tus padres comenzaron a discutir en frente de todos y la mayoría se fueron, pero yo no. Tú te fuiste al jardín trasero y yo te seguí.

Oh, no, pensé internamente.

– ¿Y qué pasó, Archer?

– Desapareciste, Selene. Te desvaneciste en frente de mi.

Sin saber que hacer exactamente le sonreí y tomando su mano al mismo tiempo que miraba profundamente sus ojos le asegure:

– Lee, teníamos 12 años, no crees qué tal ves tu mente te haya engañado.

– ¡No!, yo se lo que vi, Selene. Tu desapareciste – rectifico completamente seguro –, y por dos años me he dicho a mi mismo que solo había sido un episodio de locura temporal. Necesito que me digas lo que vi, por favor, como mi amiga. Quiero saber que no estoy loco. Que lo que vi si fue real, y que posees poderes que van más allá de lo que cualquiera de nosotros podemos entender.

¿Este era el momento apropiado para decirle?

Archer se merecía saber la verdad, pero no de esta forma. No quería decirle así.

– Lee Jackson, puedo asegurarte que no estás loco – acercándome lentamente pose mi mano en su mejilla mientras le sonreía genuinamente –. Hay magia en este mundo y hay personas que la poseen... pero yo no soy una de ellas. Mi Archer, solo soy un adolescente de casi 15 años, a la que todo el mundo le juega bromas pesadas. Me encantaría ser una bruja y con chasquido hacer que mis problemas desaparecieran, pero no puedo.

Bajando mi mano tomé mi té y le di otro sorbo.

– Y, ¿como explicas lo de Emma? – cuestionó frustrado.

– Realmente no lo se, solo espero que esté bien. Lo único que puedo jurarte es que nada va a pasarle a Emma.

"Es una promesa", me dije internamente. No podría hacerle nada, aún que quisiera, no iba a lastimar a Emma de ningún modo. Era una promesa que tendría que tratar de cumplir.

– ¿Cómo lo sabes?

– Ella es fuerte, testaruda y siempre se levanta. Va a estar bien.

Archer me miro entre largos suspiros, para luego cerrar sus ojos y colocar sus manos en su cabeza, tratando de encontrar una explicación que no podría darle.

Me dolía realmente verlo así, pero había una historia. La historia de mi familia, los Smith no podíamos darnos el lujo de confiar en los demás. Siempre que confiábamos éramos traicionados. Había una larga lista de esto en mi árbol genealógico, mi abuela fue traicionada por su madre, mi tía Lucy -antes de entrar a un loquero y suicidarse de un edificio- había sido traicionada por su mejor amiga, Kylie, y mi madre... mamá había sido traicionada por mi padre. Esos sólo eran algunos ejemplos de lo que ha sido la suerte en la vida de los Smith. No importaba si lo correcto era decirle a Archer la verdad, simplemente no podía.

– Selene, me juras por tu abuela que no eres una bruja – dijo con temor.

Mi abuela había sido la persona que más había amado -o por lo menos a la única que sabía que había amado-, con todas y cada una de sus imperfecciones. Ella me había amado y era su pequeña princesa. Tocar a mi abuela era un tema serio para mi. Por los después de pensarlo un segundo dije:

– Te juro que... no soy una bruja.

Y no mentí.

"Soy una iluminada".

Archer se levantó de la mesa y yo lo seguí. Con delicadeza tomo mi mano y la acuno entre las suyas.

– ¿Me perdonas? – me suplicó con la cabeza gacha. No le dije nada. Mi respuesta fue espontánea y poco pensada. Salte sobre él dándole un abrazo que me respondió al instante – Somos amigos para toda la vida, ¿no?

Con la cabeza escondida en su pecho y con los ojos cerrados susurré en una plegaria que esperaba que se cumpliera.

"Para toda la vida".

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