Capítulo 2


"Un caballero nunca rompe su promesa a una dama"

Lance un suspiro de alivio al verlo frente a mi con su sofisticada sonrisa, al igual que siempre nunca dejaba ver sus blancos dientes, solo una línea bien balanceada de finos labios. Al ver mi mirada de molestia supo que iba a empezar la pelea, y como todo caballero terminó de ayudarme, para luego oírme.

— Creí haberte dicho que ya no podías invocarme. Tengo que asistir ir a la escuela — recriminé, terminando de pararme al mismo tiempo que acomodaba la falda estilo escocés del uniforme.

Al ver a mi al rededor supe al instante que ya no me encontraba en Somerville. Estaba en su casa, en una habitación a la que nunca había estado antes. No tenía muy buena iluminación y no poseía los preciosos ventanales o arañas colgando del techo como las demás habitaciones de la casa, aun así, no se quedaba atrás en belleza. Estaba decorada con el exquisito gusto de Areu, lo que la volvía aún más hermosa.

— Lo lamentó, damita, pero sabe que eso es imposible. Sus clases aún deben seguir en pie.

— Pero ahora no es el momento ni el lugar.

— En eso se equivoca. ¿Acaso cree que no pude sentir el conjuro sobre esa pobre chica? — reprochó Areu subiendo ligeramente su tono haciendo que bajara la cabeza apenada —. Si yo pude sentirlo, imagina si hubiera alguno de ellos cerca.

Areu siempre a sido así, o por lo menos desde que lo conozco, y no a habido forma de cambiarlo. Desde la primera vez que lo vi siempre fue un hombre bien vestido y portado, con unos modales impecables. Nunca me a dicho por mi nombre de pila y solo se dirige a mi por usted, señorita, o mi favorito, damita. Ha sido mi mentor por más de tres años y me ha estado enseñando a controlar mi fiadhaich, es decir mi fuerza salvaje. Un lazo entre un mentor y un estudiante es muy fuerte, y según Areu, en esta tierra significa un lazo irrompible. Por eso mismo no me sorprenda que sepa cuando dejo mi lado salvaje salir. Es un buen maestro pero me cuida demasiado, aún no ve de lo que soy capaz de hacer, y suele guardarme demasiados secretos.

— Podría saber cómo cuidarme si en verdad supiera a qué me estoy enfrentando, si decidieras contarme quienes son realmente "ellos" — insistí caminando hasta una de las varias sillas de la habitación. Era de una seda verde con detalles de flores en hilo dorado, y sus patas al igual que su respaldo eran de oro.

Me senté para luego cruzar mis piernas, y volver a mirarlo. Se encontraba dado vuelta mirando un cuadro de una hermosa mujer con cabello negro azabache, con ambas manos juntas detrás de si, sin siquiera voltearse murmuro una vez más: — Ya le he dicho que aún no es tiempo para saberlo.

— Si, ya lo se aun soy demasiado joven — gruñi en voz baja.

— Exacto, además de ser una dama muy imprudente.

— Solo soy humana.

"Eso es", me recordé. Me detuve en seco al ver que Areu dejo de observar a la bellísima mujer de la pintura para verme. Sus facciones se encontraban endurecidas, sus oscuros ojos cafés se encontraban echando chispas de la rabia.

Recordé que esa era una palabra prohibida en esta casa. No se me permitía decir humana ni referirme a mi misma como tal.

— No, no es una humana — corrigió dando pasos lentos y largos por toda la habitación hasta llegar a mi lado. Añadió en un titubeo —. Los humanos no son ni nunca serán como nosotros, y usted jamás podrá volver a ser lo que era antes.

— Ya lo has dicho cientos de veces, Areu, pero sabes que a veces me gustaría volver ser normal. Sin tener que preocuparme o sentirme culpable por lo que siento. Todo esto, mis poderes, este mundo, es simplemente... agotador.

Al ver que no me encontraba bien poso su mano en mi hombro dándome su pequeña muestra de afecto y apoyo.

— La normal está sobre demasiada sobrestimada. Cuando entienda que los poderes y todo lo que conlleva ser uno de nuestra clase podrá ver cosas que nunca si quiera a imaginado que pudieran existir, pero...

— Siempre hay un pero — agregue sin permitirle terminar.

Con rapidez me separé lo más que pude de él y fui hasta la otra esquina de la habitación, donde se encontraba aquella mujer viéndome. La musa debía tener entre unos 20 a 25 años, tenia una bella mirada color ámbar que le daría tranquilidad a cualquiera y unos labios rosados algo pequeños pero abundantes. Al volver a escuchar la voz de Areu hizo que mi mente dejara de analizarla para concentrarse en aquel hombre.

— Pero... para ser uno de nosotros debe pagar un precio, señorita. Un precio muy alto.

— ¿Y cual es ese precio? — supliqué saber.

— Aún no es tiempo.

Asentí sabiendo que por más que le suplicara de rodillas, el no me lo diría, por qué rendida mire una última vez la pintura.

— Debo volver a mi mundo.

— Tenga cuidado, Eros ha estado muy inquieto últimamente. Ha sentido como energías malignas se acercan a Barlfom — comentó con algo de paranoia en su voz lo cual me asusto un poco ya que el jamás compartía sus miedos conmigo.

— No creo que nada logre dañarme.

— Siempre debe ser precavida, el mundo de los mortales y las criaturas está lleno de peligros — advirtió.

Sin saber porque ese comentario me hizo reír. Entre sus palabras fui recorriendo la habitación en pequeños pasos hasta llegar a su lado.

— Tu me diste tu palabra de que me protegerías y me serías leal, ¿o las palabras de los hombres tampoco valen en este mundo? — cuestione sin apartar la vista de sus ojos, y al mismo recordaba como hacía más de un año cuando conocí a este hombre me prometió total protección y lealtad en un mundo lleno de peligros y mentiras.

— Un verdadero caballero nunca rompe su promesa a una dama — expresó recobrando su postura recta.

— Eso espero — dije con una sonrisa de lado a lado, que desapareció al instante que recordé que tenía que irme, y como era la forma de vuelta — ¿Sabes que odio esta parte?

— En mi caso es mi favorita — gorjeo sonriendo como todo un desvergonzado.

Dándome vuelta y observando la habitación una vez más, Areu se acercó por detrás y en un dulce y tranquilizador susurro dijo "Buen viaje, señorita Smith" al mismo tiempo que sentí como me empujó con todas sus fuerzas provocando que cayera al piso. Aguante la respiración sabiendo que luego de unos segundos que parecían eternos estaría devuelta al mundo humano.

Mientras me encontraba en medio de ambas dimensiones -viaje que había hecho cientos de veces- pasó algo que jamás me había pasado antes, oí una voz llamándome y peor aún, una presencia. Sentía cómo está se encontraba observándome, podía oír cómo me hablaba pero no lograba entender nada de lo que me decía. Era una situación espantosa que se volvió aún peor cuando sentí como esa criatura comenzó a tomar mis piernas provocando que comenzara a gritar y retorcerme para lograr soltarme. Pero por más que hiciera mi mayor esfuerzo, aún lograba sentirla ahí, tocándome, como contra mi voluntad trataba de llevarme.

Cuando fui lo suficientemente valiente para reunir el coraje como para verla, me quede helada, quieta e inerte. Era un monstruo sin rostro, no tenía pelo en ninguna parte de su arrugada piel la cual era blanca como la nieve. Su única vestimenta constaba de una bata color piel que tapaba su parte baja. Su cuerpo por otro lado no parecía tener una forma fija, iba mutando con cada momento que pasaba.

Mi corazón no dejaba de palpitar cada vez más y más rápido. Apenas podía respirar. Jamás había sentido tanto miedo como en este preciso momento. La desesperación y el miedo comenzó a ganarme cuando sentí como tomo mi cuello entre sus delgadas y frías manos empezando a estrujarlo, dejándome sin aire. Sin saber que debía hacer, lágrimas cargadas de angustia empezaron a resbalarse por mis mejillas.

No podía permitir esto. No podía dejar que una simple criatura se llevara mi vida tan fácilmente. No podía dejar de luchar. No ahora, no aún.

— No, no voy a morir así — rugí al mismo tiempo que tome su débil cuello al igual que el lo estaba haciendo conmigo —. Seas lo que seas, piérdete imbecil.

Justo en ese momento deje que mi fiadhaich saliera sin ningún control. Deje que mis instintos se encargaran de protegerme, y eso hicieron. Desde el fondo de mi pude sentir como mi fuerza era incontrolable. Deje de lado todo lo que Areu me había aconsejado sobre controlarme, y deje fluir todo la energía que tenía contra esa cosa.

Empecé a sentir un hormigueo por todas partes, desde los dedos de los pies hasta las puntas de mi cabello, pude sentir como esa extraña sensación crecía y crecía hasta que luego, paso. Aquel monstruo ya no se encontraba frente a mi, por lo menos no completo. Pequeños pedazos, solo podía comparar su tamaño como el de una mota de polvo que se encontraba en el aire flotando. Fue ahí cuando lo supe, lo había hecho explotar. Yo sola había hecho que una criatura explotara y desapareciera.

— Mierda, ¡si! — cante maravillada de mi misma al mismo tiempo que elevaba mis brazos en el aire, sintiéndome la campeona del mundo.

Entre largos suspiros mantuve una sonrisa sin igual. Jamás me había sentido tan libre, tan alegre, tan completa. Esto era algo nuevo, algo asombroso. Esto, esto era... mi fiadhaich.

No supe exactamente el tiempo qué pasó pero se sintió eterno. Sabía que tenía que volver a mi mundo y eso hice. Mientras cruzaba la delgada línea entre el mundo de Sogonia y el mundo humano pude escuchar los gritos de asombro de una voz extremadamente familiar, era Bonnie repitiendo mi nombre una y otra vez.

— ¡Selene!

— ¡Señorita Bellamy, está despertando! — chillo Archer llamando a la enfermera.

Era un hecho que me encontraba en la enfermería, pero no podía entender porque. De hecho no podía entender nada de lo que estaba pasando. Ese monstruo sabía dónde iba a estar, sabía como encontrarme, pero ¿cómo? Docenas de preguntas rondaban por mi cabeza, ¿qué era esa cosa?, ¿alguien la había enviado por mi?, ¿como me había encontrado tan fácilmente? Tuve que dejar de pensar al sentir como puntadas dolorosas se extendían por toda mi cabeza, haciendo que me retorciera del dolor.

— ¿Como te sientes, Selene? — preguntó angustiada Bonnie tomándome de la mano.

Mi cabeza dolía como los mil demonios, sentía puntadas cada ves que parpadeaba, y mi cuerpo no se quedaba atrás. Cada uno de mis extremidades se encontraba entumida y al tratar de moverlas no solo provocaba mi propio dolor sino que volvía sentir esas estupidas puntas en la cabeza una y otra vez. Y todo por culpa de ese monstruo, pero no podía decirle todo eso a Bonnie. Aún que quisiera, no puedo hacerlo.

— Me siento fatal — logré decir manteniendo los ojos cerrados, en un murmuro sarcástico añadí —. Casi como si un monstruo me hubiera atacado.

— ¿Que paso allá, Selene? — inquirió Archer.

— No lo se. No logro recordar nada. Lo último que recuerdo fue como me llamaban por mi nombre y luego como caí al piso, después de eso... todo se volvió negro.

Abrí los ojos temiendo qué tal vez me no me hubieran creído pero ver la cara de ambos supe que se habían tragado mi mentira.

— Fue muy extraño lo qué pasó en realidad — comentó Bonnie al mismo tiempo que le lanzaba una mirada en busca de ayuda a Archer —. Fue... raro.

— Cuando caíste estabas bien, a punto de levantarte pero luego... quedaste en blanco y comenzaste a sollozar mientras convulsionabas. Nadie sabía que te estaba pasando, ahí fue cuando el profesor Lakatos vino y te trajo hasta aquí — logro explicar Archer poco a poco.

— ¿Cuánto tiempo me fui?

— Como dos horas — respondió Bonnie.

¡Dos horas!, me había ido por dos horas. Esto no podía estar pasando, era imposible. Y todo por culpa de ese monstruo.

— ¿Hay algo mas que deba saber?

— Bueno.... la cosa es que ahora... — balbuceó mi amiga sin saber cómo seguir, hasta que Archer decidió interrumpirla.

— Solo dilo, Bonnie.

— Todos creen que eres la culpable de lo que le paso a Emma. Dicen que eres una bruja, una abominación. Que es tu culpa que Emma esté en el hospital, y que tu ataque demuestra que tus poderes se están yendo fuera de control.

Mi respiración al igual que mi corazón se paralizaron y viendo las caras de mis mejores amigos, me di cuenta que ellos también me tenían miedo.

Por primera vez en mucho tiempo tenía miedo de lo que llegara a pasar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top