Capítulo 38

Stanley no podía dejar de ver a John dando vueltas por el nerviosismo mientras susurraba una y otra vez la misma palabra: "mierda". El mayor lo detuvo y soltó una pequeña risa, creyendo que eso lograría tranquilizarlo.

-Tranquilízate, Mimi es temible, pero te aseguro que no va a matar a Paul, es un chico encantador y no olvides que lleva a tu bebé en su vientre.

-Sé que no lo va a matar, pero sí que hará algo -el magnate suspiró y se llevó las manos a la cara-. No puedo creer que esto esté pasando justo ahora que él y yo nos llevamos de maravilla, Stanley. ¿Y si Mimi le hace la vida imposible como hacía con Stuart? El estrés podría hacerle mal al bebé...

Su preocupación era real. Ya habían pasado más de quince minutos y todavía no había rastros de su tía ni de McCartney. Por más que intentara calmarse, no podía hacerlo. No hasta que Paul estuviera a su lado y le asegurara que todo estaba bien.

-Quizá debiste decirle la verdad desde el principio, Winnie...

Sutcliffe se acercó a Lennon para darle un par de palmaditas en la espalda. Stanley lo miró con molestia, John tampoco estaba muy contento con la presencia de su exnovio.

-Te dije que no me llamaras así, Stuart.

El magnate apretó su mandíbula, ni siquiera sabía cuál había sido el motivo exacto por el que su tía había invitado a Stuart a su "cena especial". Aunque, conociendo a su tía, quizá lo había hecho con el único fin de alardear en su cara que su sobrino ya no era un invertido. Mimi solía hacer eso, lastimar de una manera indirecta.

-Tu primo tiene razón, ¿sabes? Paul es muy bueno para agradarle a las personas, dudo que tu tía sea la excepción.

-Eso espero...

Lennon dirigió su mirada hacia el pasillo por el que su tía se había llevado a Paul, estaba casi seguro de que lo había llevado a la pequeña biblioteca de la casa. Era un lugar que Mimi amaba y que se encontraba lo suficientemente lejos de los invitados para evitar que alguien no deseado entrara.

-Deberíamos ir al comedor, los lugares ya están asignados -John negó con la cabeza ante la sugerencia de Stuart-. Vamos, la cena se servirá en cuanto tu tía y Paul regresen. Sólo se tardarán un par de minutos más.

-No, me quedaré hasta que mi novio vuelva -Lennon se sentó en una de las elegantes sillas que su tía había dispuesto por todo el salón-. Si ustedes quieren adelantarse, está bien, no tienen por qué llegar tarde a la dichosa cena.

El castaño no podía dejar de preguntarse si todo habría sido diferente si le hubiera dicho la verdad tanto a su tía como a Paul. Llevó sus manos hasta sus sienes para darse un masaje, si la situación actual fuera uno de sus negocios, ya habría perdido todo.

-Stuart puede adelantarse, yo me quedaré contigo, John -Stanley iba a sentarse en la silla que estaba junto a la de su primo, pero Sutcliffe se lo impidió-. ¿Ahora no puedo sentarme donde yo quiera?

-No, es que... recordé que acaba de llegar una señora que preguntaba por ti -comentó el diseñador antes de encogerse de hombros-, dijo que quería hablar contigo. Vino desde Edimburgo. Creo que mencionó que se llamaba Elizabeth.

- ¿Mater está aquí? -Parkes sonrió de oreja a oreja y miró a John-. ¿Te molesta si voy con ella por un momento? No tardaré.

-Claro que no, es tu madre, ve, Stan.

Stuart se sentó junto a John apenas si el mayor hubo salido del salón. Soltó una pequeña risa para cortar el hielo, misma que atrajo la atención del magnate de inmediato. Sutcliffe sonrió.

-Tienes que admitir que hubiera sido más arriesgado tener nuestros encuentros en esta casa que en Mendips -comentó el diseñador, cruzándose de brazos-. ¿Recuerdas todo lo que hacíamos? Ambos nos convertimos en buenos escaladores de paredes.

-Fue muy divertido, sí -Lennon sonrió con timidez al recordar la cantidad de veces que había ayudado a Stuart a colarse a su casa-. Al menos eras silencioso, Mimi nunca se dio cuenta de que estuviste en mi cama...

-Uno de mis encantos, ¿no?

-Sí... -el castaño miró hacia la nada mientras una serie de recuerdos pasaban por su mente-. Silencioso...

John detestaba que Stuart fuera tan silencioso durante el sexo. No podía decir que no había disfrutado todas las veces que se lo había follado, pero sí que le desagradaba la ausencia de ruido en el acto, nunca supo con certeza qué era lo que le gustaba a Sutcliffe en la cama. Con Paul todo era distinto. El pelinegro no tenía reparos en gemir y expresar entre chillidos cuando algo le gustaba; a Lennon eso lo excitaba en sobremanera, lo hacía sentirse orgulloso de su rendimiento y contento por estar causándole tanto placer a su chico especial.

- ¿En qué tanto piensas, Winnie? -preguntó Stuart.

-Me gusta que mi pareja haga ruido -soltó sin pensarlo demasiado, luego miró a Sutcliffe con desagrado-. Te romperé los dientes si vuelves a llamarme así, ¿entiendes?

El diseñador chasqueó la lengua un par de veces mientras negaba con la cabeza.

-Sigues muy tenso -John rodó los ojos ante el comentario. Stuart le despeinó el cabello, divertido-, pero sé lo que te hará sentir mejor: un buen trago. Vamos a la cocina, veremos qué pueden prepararte.

-Paul no debe tardar en volver.

-Y tu tía se encargará de que alguien lo lleve al lugar que le corresponde -Sutcliffe le sonrió-. Nada malo va a pasarle mientras lleve a tu hijo en su vientre.

-No lo sé...

. . .

Paul entreabrió sus labios cuando vio que la habitación a la que la tía de John lo había llevado estaba un tanto desordenada. Su nerviosismo había sido reemplazado por sorpresa. El resto de la casa estaba ordenado de una manera impecable que le costaba creer que aquel recinto perteneciera a la misma propiedad.

-Disculpa el desorden -habló Mimi, sonriendo sin mirarlo a los ojos-, aquí es donde trabajo y esta semana he estado muy inspirada. Soy diseñadora de modas, ¿te gustaría ver los bocetos de mis próximos modelos?

-Claro, señora Smith -McCartney asintió.

-Está bien, pero toma asiento.

La mujer le señaló una silla frente a su mesa de trabajo, ella ocupó la que estaba al otro lado y, luego de sacarlo de uno de los cajones, le entregó el cuaderno con los borradores de sus diseños más recientes. El pelinegro lo tomó con sumo cuidado para empezar a verlo, sonrió un poco al darse cuenta de que eran artículos de maternidad.

-Son muy bonitos, señora Smith.

La mujer sonrió con superioridad, no le quedaban dudas de que todos sus diseños eran fabulosos. Era de las diseñadoras más reconocidas de Inglaterra y se vanagloriaba de que hasta su lista de compras poseía un estilo único.

-Cuando John me contó que iba a tener un bebé, me puse a trabajar -le contó Mimi, aunque su voz no demostraba emoción alguna-. Quería crearle una colección especial a la persona que le iba a dar a su heredero, pero mi sobrino nunca mencionó que esa persona era... bueno, un hombre.

-Supongo que se pueden hacer arreglos -sugirió Paul con timidez-. ¿Cree que es posible crear ropa de maternidad para hombres? Porque, bueno, sé que necesitaré usarla tarde o temprano y me haría muy feliz si la diseñara usted.

Mimi soltó una carcajada, McCartney se encogió en su asiento.

-No haré una colección para un portador, lo siento -la mujer negó con la cabeza, todavía riendo-. Eres divertido, eso me agrada, al menos el bebé tendrá un carácter agradable si lo llega a sacar de ti. Por supuesto, es mejor que sea igual a John, le ayudará más para dirigir la empresa.

-No tiene que dirigirla, va a ser lo que él o ella desee...

-De ninguna manera, mi sobrino no se quemó las pestañas con tantos libros de administración para dejar su empresa en manos de alguien más, Paul -Smith retomó esa sonrisa falsa y forzada que la caracterizaba tanto-. Es parte de lo que heredará ese bebé, no puede negarse.

McCartney tragó saliva y asintió sin mucho entusiasmo. Si esa mañana alguien le hubiera preguntado si le preocupaba el futuro del bebé de once semanas que llevaba en su vientre, se habría reído y habría contestado que eso no era importante por el momento; pero ahora sí que estaba angustiado. ¿Y si el bebé no quería eso? ¿Y si resultaba ser un fracaso para la escuela como él?

-Dime, Paul, ¿qué edad tienes?

-Cumplí dieciocho en junio -contestó el pelinegro, intentando no demostrar su nerviosismo.

Mimi alzó las cejas con sorpresa, creyendo que definitivamente su sobrino había cometido un gravísimo error al acostarse con alguien tan joven y, más aún, al embarazarlo. A veces se preguntaba si John se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales.

-Eres muy joven, ¿estudias? ¿Trabajas? -el chico negó con la cabeza y miró hacia el suelo. La sonrisa de la mujer se ensanchó, sabía que llevaba las de ganar-. Bueno, tiene sentido, ¿cómo conociste a mi sobrino?

-Él... me contrató como su escort -respondió McCartney, sintiendo cómo las palabras se atoraban en su garganta, como si no debiera decirlas-. Así fue al principio, todo cambió cuando supimos que estaba embarazado. Ni siquiera sabía que podía pasar algo así, mi prueba dice que no soy portador, supongo que se equivocaron los médicos, no lo sé.

- ¿Cómo te ha tratado mi sobrino durante estas semanas?

-De maravilla -el chico de ojos color avellana recordó la ecografía que llevaba en su bolsillo y la extrajo para entregársela a la tía de su novio-. Esta es la imagen más reciente que tenemos del bebé, es para usted, el doctor dijo que se está desarrollando muy bien. Me sorprende lo bien que John comprende todo lo que me pasa y lo paciente que es conmigo.

Paul sintió que su corazón se encogía cuando la mujer guardó su preciada ecografía en el cajón sin haberla visto. Mimi suspiró y se cruzó de brazos para ver de nuevo al joven que estaba frente a ella.

-No debería sorprenderte, John sabe cómo actuar ante un embarazo -le dijo la mujer, como si fuera algo trivial-. Es la segunda vez que intenta conseguir un heredero pero, sin ofender, no estoy muy segura de que tú puedas lograr dárselo. Sólo mírate: estás delgaducho, no has terminado de crecer por completo, tienes manchas en la cara y luces enfermo...

Ella mentía, el pelinegro quería creer que lo estaba haciendo. No era posible que se viera tan terrible, al menos no lo suficiente como para que él mismo no hubiera podido notarlo ya. Las manchas en su rostro eran normales por el embarazo, pero John había dicho que eran muy pequeñas y poco visibles. ¿Acaso había mentido?

-Le aseguro que estoy en perfectas condiciones para dar a luz, señora Smith -McCartney habló de prisa, sentía una extraña necesidad de correr a verse al espejo-. Me he realizado todos los exámenes que se hacen durante el embarazo y tengo una salud muy buena. Me cuido y sigo las indicaciones del doctor: como saludable y me ejercito en la piscina de la casa.

-Cynthia decía lo mismo y las cosas no terminaron bien -Mimi soltó un suspiro-. Fue una verdadera tragedia, especialmente porque Julian tampoco se salvó.

- ¿Quién es Julian? -Paul frunció el ceño, nunca había escuchado ese nombre, pero presentía que debía ser alguien muy importante-. No estoy entendiendo demasiado de esto, señora Smith.

-Bueno, está claro que John no iba a contarte todo sobre su vida -la mujer sonrió forzadamente para aparentar que todo era normal-. Sólo eres un escort, después de todo...

-John y yo somos pareja ahora.

Mimi soltó otra carcajada. Paul comenzaba a sentirse cada vez más perdido y estúpido en esa conversación. La mujer parecía saberlo todo, mientras que él estaba ciego a las verdades que siempre estuvieron frente a sus narices.

- ¿De verdad crees que mi sobrino te quiere? -la mujer rió más fuerte al ver que Paul asentía con la cabeza-. Creo que te eligió a ti por lo ingenuo que eres, ¿sabes? Es evidente que mi sobrino no te ama. Si realmente lo hiciera, te habría contado de su pasado y no te habría ocultado detrás de un ridículo nombre de mujer.

-John me ama, fuimos juntos a París.

Ese viaje había marcado la diferencia entre ellos, Lennon le había profesado su amor en muchísimas maneras. Las sonrisas que le dedicaba, los elogios que le hacía, la manera en que intentaba impresionarlo con sus conocimientos de francés y de arte, lo apasionado que había sido al hacerle el amor. No podía ser un engaño.

-Igual que a todas sus conquistas -Mimi negó con la cabeza, riendo-. Déjame adivinar, te llevó a recorrer las galerías y a la torre Eiffel, luego dijo que la reservaría para los dos la próxima vez que estuvieran ahí.

McCartney se quedó callado, John sí había dicho eso durante su estancia en Francia. Smith dejó de reír, había logrado su objetivo.

-Julian fue el primer hijo de John, tuvo una muerte trágica -le explicó la mujer, impertérrita, antes de sacar una carpeta de su cajón y la deslizarla sobre la mesa hacia el chico-. El nombre está mal, evidentemente, me habría encargado que estuviera a tu nombre si John no me hubiera mentido, aunque no lo juzgo, quizá lo hizo porque se sentía avergonzado. Necesito que lo leas.

El pelinegro tenía el ceño fruncido cuando tomó la carpeta y sintió que iba a desmayarse cuando, una vez que la abrió, leyó la primera línea del documento. Parpadeó para comprobar que su vista no estaba haciéndole una mala jugada.

RENUNCIA DE PATRIA POTESTAD

-John nunca me haría firmar algo así -negó con la cabeza y arrojó la carpeta hacia Mimi-. Él ni siquiera sabía que podía embarazarme, no entiendo por qué pensaría que yo accedería a algo como... ¡como eso!

-Mi sobrino no se acostó contigo para tener hijos -Smith fingió un bostezo y luego sonrió-, sólo eras una distracción temporal. Si lo hubiera sabido desde el principio, se habría hecho un contrato especial desde ese momento; pero lo hecho, hecho está, y ahora tú estás gestando a su heredero.

-Habla como si no fuera mi bebé también -se quejó Paul, estaba enojado-. Yo estoy alimentándome bien por él, dándole un ambiente seguro para que crezca, tengo malestares, mi humor cambia más seguido de lo que una persona cambia sus calcetines, ¿acaso eso no me da derecho a poder decidir sobre él? ¡No es fácil!

-La fortuna de mi sobrino la heredará ese bebé, y es evidente que no podemos dejarlo en manos de una... -la mujer se mordió el labio y suspiró- no quiero decir esa palabra, pero sé que lo entiendes. John está dispuesto a pagar una cantidad con varios ceros después del número que digas a cambio de tu firma, por eso me pidió que hiciera esto. Si crees que miento, ¿por qué no negó el documento delante de ti?

-No lo sé... -la voz de McCartney se quebró por completo y no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

Su cabeza estaba repleta de dudas e inseguridades: ¿por qué John quería quitarle a su bebé? ¿No eran una pareja de verdad? ¿Su tiempo en París había sido algo rutinario para él? ¿No había nada detrás de aquellos "te amo" y los besos? ¿Todo había sido mentira? ¿John sólo lo veía como a una fulana que accidentalmente había embarazado?

-Tampoco te presentó como su pareja, sino como su acompañante -añadió la mujer con un tono de voz burlón-. No te engañes, Paul. Sólo eres un escort que tuvo suerte de quedar embarazado y que no vale ni la mitad del dinero que mi sobrino te dará por el favor que le estás haciendo.

El pelinegro se llevó ambas manos a la casa y sollozó igual que un niño pequeño. Necesitaba que su madre lo abrazara, besara su mejillas y le asegurara que no se preocupara, que todo estaría bien.

-Oh, vamos, no te pongas a llorar -Mimi rodó los ojos-, ¿qué puedes ofrecerle tú? No tienes estudios, no trabajas, casi me atrevería a asegurar que te escapaste de casa para conseguir dinero fácil, es lo que la gente de la clase obrera hace últimamente...

-Pertenezco con mucho orgullo a la clase trabajadora, pero no escapé de casa -Paul la miró y forzó una sonrisa, intentaba ser fuerte-. Fue... agradable hablar con usted, señora Smith. Ahora necesito hacer lo mismo con John.

-Creo que eso será un poco complicado -la mujer señaló la ventana que estaba junto a ellos-. John está ocupado.

El pelinegro miró hacia donde estaba señalando la tía de su novio sólo para sentirse más perdido, fue como si su alma abandonara su cuerpo de repente. Era la primera vez que el corazón de Paul se rompía, su primera desilusión amorosa. Quería que la tierra se lo tragara y no volviera a escupirlo jamás. Nunca antes había deseado tanto desaparecer.

McCartney esperaba que Lennon dijera que todo era un invento de su tía, viles mentiras; pero verlo besándose con Sutcliffe no hizo más que confirmarle que la mujer no estaba mintiendo.

Se dio media vuelta para salir del cuarto de trabajo de la diseñadora de modas. Ya no le importaba la cena, había perdido el apetito.

. . .

John apartó con brusquedad a Stuart y le dio un golpe en la cara, tan fuerte que lo mandó al suelo, no estaba dispuesto a tolerar sus comportamientos. No ahora que intentaba hacer bien las cosas con Paul, también tenía que ser un buen ejemplo para el bebé que iban a tener.

-Estoy en una relación ahora, Sutcliffe -le dejó claro Lennon-. No voy a permitir que le faltes al respeto a mi pareja, sabes que Paul y yo vamos a formar una familia. Creo que ya te he perdonado las veces suficientes: estás despedido; y, si vuelves a acercarte a mí, te pondré una orden de restricción.

-Lo siento, John -se disculpó Stuart, asustado al darse cuenta de que le estaba sangrando la nariz. El magnate nunca le había hablado así-. No volveré a hacerlo, creí que... como estábamos recordando viejos tiempos... pensé que sería divertido. Nunca más volverá a pasar.

El castaño rodó los ojos y caminó hacia la puerta de la casa de su tía para dirigirse al comedor donde se llevaría a cabo el evento. Los empleados ya estaban colocando los platos llenos de sopa hirviente frente a los comensales. Mimi ya estaba sentada, pero no había rastros de Paul.

-John -lo llamó la mujer, señalándole el asiento junto a ella. Lennon obedeció-. Me alegra que estés aquí.

- ¿Dónde está Paul?

-Necesitaba aire fresco -le respondió con una sonrisa-, uno de mis empleados fue con él, no te preocupes.

-Iré con él...

-No.

John se levantó de su lugar y comenzó a caminar hacia la salida, pero los empleados que se encontraban ahí obstruían el paso por completo. Además, cuando vio la oportunidad para salir, escuchó la voz de su tía:

- ¡Atención! -Smith se había puesto de pie, con una copa de vino espumoso en la mano-. Sus copas, por favor, hoy quiero hacer un brindis por mi sobrino John, porque me ha dado la encantadora noticia de que pronto se convertirá en padre.

- ¡Por John! -todos alzaron sus copas con felicidad y bebieron el vino.

Lennon se sintió desesperado en cuanto los abrazos y las felicitaciones comenzaron. Cada vez se fue alejando más de la salida del recinto. Cuando estuvo cerca de su lugar de nuevo, Mimi lo obligó a tomar asiento para sumarse a la cena.

Los invitados empezaron a preguntarle todo tipo de cosas: por el estado del bebé, si estaba desarrollándose bien, si ya sabía el sexo, si él se encontraba emocionado con la idea de ser padre nuevamente. Respondió con la mayor sinceridad posible.

No pudo comprender por qué la silla de la persona que más se había arreglado para la cena estuvo vacía durante toda la velada. ¿De verdad Paul lo había obligado a acudir a ese lugar para después desvanecerse?





¿Qué creen que vaya a pasar ahora? (P.D.: Tamara, no hagas spoilers)

¿Qué creen que haya pasado con Paul?

¿Qué opinan de las actitudes de John?

No ignoren mis preguntitas, sus comentarios me ayudan mucho a escribir mejor y me motivan a tener el siguiente capítulo más rápido

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