Capitulo 12

Samantha despertó llorando. Esta vez no era la pesadilla acerca del ataque, ni la que seguía cayendo. Su subconsciente la devolvió a aquella noche, hace ya un año.
Había salido con Arin. Hacía tiempo que no quedaban, ya que tras casarse, había quedado embarazada inmediatamente, de modo que esa noche era para ellas.
Collin estaba fuera por negocios y Bruce se había ofrecido a quedarse con Audrey. Estaba encantado con la pequeña. Solo había que mirarle para ver cuánto deseaba un hijo propio.
Tras cerrar un par de bares se despidieron. Arin volvió a casa y Sam, a la suya.
Entró sin hacer ruido. Terry dormía y ella no quería despertarle, aunque no descartaba la idea.
Se desnudó intentando ser sigilosa y luego se acostó a su lado para abrazarle. Era como un enorme osito de peluche. Siempre le hacía cosquillas cuando la besaba.
-Ey, nena, ¿Cómo fue? ¿Te has divertido?- preguntó aun medio dormido.
-Sí. Ha sido genial.
-Me alegro.
-¿Qué tal tú?
-Aburrido. Te extrañé.
-También yo. ¿Te apetece jugar?
Se volvió para mirarla. Aun en la oscuridad podía ver su sonrisa.
-Puedes apostar a que si.- tras eso la atrajo aun más contra su enorme cuerpo para satisfacerla de mil modos distintos.

A la mañana siguiente él la despertó recién duchado llevándole el desayuno a la cama.
-Mmmm... podría acostumbrarme a esto.
-Entonces di que sí.
-¿Si a qué?- preguntó mientras mordía la tostada.
Terry sacó algo de su bolsillo y lo puso en la bandeja, frente a ella.
-Ábrelo.
Ella lo hizo. Le temblaban las manos.
Dios mío, no.
Dentro había el anillo más precioso que Sam había visto nunca. Era perfecto.
-Samantha Lewis, ¿quieres casarte conmigo?
No, no, no, no.

-No- respondió antes de poder evitarlo.
Y a partir de ahí todo fue cuesta abajo.
Empezaron a discutir. En sus seis meses de relación nunca se habían peleado. Era demasiado pronto. ¿Él no podía entender que no estaba preparada?
Tras marcharse dando un portazo, Samantha quedó destrozada. Él tenía razón en algo. Ella solo se entregaba de verdad en la cama. La acusó de ser incapaz de amar, quizá también tenía razón en eso. También dijo que era egoísta y fría. Que no le importaba nadie que no fuese ella misma. Bien, eso no era cierto, pero no se atrevió a interrumpirle.

Ella sabía que Terry le gustaba de verdad. Sus relaciones nunca habían durado tanto.
Estaba claro que ella jamás se comprometería. Había salido con todo tipo de hombres. Algunos realmente eran gilipollas, pero Terry era amable, y sincero y por alguna extraña razón se había enamorado de ella. Entonces, ¿por qué no pudo decirle que si?
¿Encontraría alguna vez a alguien que pudiese esperarla hasta que ella se sintiera lista?
A este paso nunca tendría lo que tenía Arin. Algo que realmente deseaba.

Salió de casa y andó calle abajo. Necesitaba hablar con alguien y Arin era quien mejor la conocía. Chocó con Bruce cuando este salía de casa de su hermana.
-Mira por dónde vas nena. Terminarás por hacerte daño.
Ella se encogió de hombros y se disculpó. No quería mirarle. No quería que viese lo dolida que estaba, pero Bruce también la conocía demasiado bien.
-¿Samantha? Pequeña, mírame.- la cogió de la barbilla hasta que sus ojos se encontraron. No podía decir qué, pero algo en los de Bruce se volvió frío.- ¿Qué ha pasado?
No pudo responder. Empezó a llorar y no era capaz de detenerse. Él la arrastró hacia su cuerpo y la abrazó.
¿Siempre había sido tan cálido? No lo sabía. Nunca le dejaba tocarla mucho.
Antes de que se diese cuenta, él la llevó hasta su coche, la dejó en el asiento del pasajero, se sentó en el del conductor y puso el coche en marcha.
-¿A dónde vamos?
-Voy a llevarte a casa.
-¡No! Por favor, no me lleves allí.
-¿Por qué?
-Es demasiado reciente. Por favor, doctor.
Él apretó el volante tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos.
-Entonces te llevaré a mi casa.
-¿A tu casa?
-No te tocaré. Lo prometo.
Y ella sabía que cumpliría su promesa pero también era consciente de su erección. La había sentido contra su sexo cuando él la abrazó unos minutos antes. No es que fuese algo que podía ignorar.
Bruce la deseaba, desde que se habían conocido unos años atrás. Era evidente cada vez que la miraba, y ella intentaba una y otra vez que él dejase de comérsela con la mirada, por eso lo organizaba para que conociese a sus ligues. Incluso pensó que con Terry lo lograría. Era su relación más seria, pero nada había cambiado. Y eso que aun no sabía que Terry y ella habían roto.
Bruce Shepard la deseaba con muchas ganas y no dudaba que si se presentaba la ocasión, la aprovecharía.

-Doctor...
-No me discutas. Yo soy el médico aquí. Voy a cuidarte.
-Sé que lo harás. Confío en ti.
-No deberías.
-¿Por qué?
-Sabes porque.
Y siguió conduciendo.
Cuando llegaron a casa de él, ella bajó del coche y le siguió hasta el interior.
-Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites.
-Yo, solo necesito pensar un poco.
-¿Vas a contarme que ha pasado?
-¿Tienes algo fuerte para beber?
Él frunció el ceño pero le sirvió un vaso de whisky escocés que reservaba para sí mismo cada vez que ella conseguía a otro capullo.
-Cuéntamelo nena.
Le encantaba cuando la llamaba "nena" o "pequeña". Solo Bruce podía hacer que esas palabras sonasen excitantes.
No vayas por ahí Samantha.
-Terry me ha dejado.
Incluso a pesar de las lágrimas que había empezado a derramar de nuevo pudo ver una mezcla de alivio y sorpresa en los ojos de él.
-Es un idiota nena. No merece que llores por él.
-Ha sido por mi culpa. Yo me negué... él tiene razón.
-¿A qué te negaste?- al ver que ella ocultaba el rostro entre las manos se acercó y la obligó a mirarle, de nuevo.- ¿A qué te negaste?
-Me pidió que me casase con él.
Vio como él negaba con la cabeza incrédulo. Seguro que también pensaba que ella era incapaz de comprometerse de ese modo.
-¿Dijiste que no?
-Sí.
Entonces ocurrió algo que no esperaba. La abrazó. Y parecía aliviado. ¿Por qué?
-Terry dijo que yo era incapaz de amar. Que era fría y egoísta, salvo en la cama.- Bueno, eso resumía básicamente todo lo que le había dicho.
-¡Hijo de puta!
-Tiene razón doctor. No puedo amar. Lo intento, constantemente, pero no puedo. Esta vez pensé que sería distinto. Él me gustaba de verdad.
-No, nena, escúchame. Todo el mundo es capaz de amar, de un modo u otro. Tú amas a Arin. Eres su mejor amiga y sé que no hay nada que no hicieses por ella. Sé que también amas a Audrey, porque en fin, es imposible no amar a esa princesa. Y a mí, sé que me quieres Samantha, aunque a veces desees gritarme, sobre todo cuando soy exasperante y me porto como un gilipollas celoso, pero me quieres. Y el hecho de que no lo digas, no significa que no seas capaz de sentirlo.
-¿Entonces porque no le dije que si?
-Porque no estás lista cariño.
-¿Y cuando lo estaré?
-No tengas prisa pequeña. Un día, encontrarás a alguien que sabrá esperarte, que no te presionará y sobretodo que no sea un completo imbécil.
-Terry no era tan imbécil como los otros.
-Sí, lo es, solo que te diste cuenta tarde. Cualquiera que te trate o te hable como él lo hizo, lo es. Date tiempo.
-Gracias doctor.- la besó en la mejilla y sonrió por primera vez en horas.
-¿Tienes hambre?
-La verdad es que no.
-Bueno, prepararé algo igual.
-Pero no tengo...- él detuvo la frase con un gesto de su mano.
-Por suerte, como dije antes yo soy el médico. Tienes que comer. Ese whisky es realmente fuerte.
-De acuerdo, pero te ayudaré.
-Muy bien. Siéntate ahí y no toques nada.
-Pero quiero ayudar.
-Y yo no quiero morir de una indigestión. Sé como cocinas nena.
-He estado tomando clases.
-No las suficientes.
-Eres cruel.
-Soy sincero y aun así me quieres.
-Ahora mismo lo dudo mucho.
-Por supuesto que si.
-Está bien. ¿Qué vas a cocinar?
-¿Te refieres a mi? Iba a pedir una pizza.
-¡Doctor!
-Oh, vamos. Detesto la cocina. De no ser por Arin y la comida a domicilio habría muerto de hambre hace años.
Río de nuevo y siguió haciéndola reír hasta que le empezaron a cerrar los ojos.

La acompañó hasta la habitación de invitados y le prestó una de sus camisetas para dormir.
-Descansa. Nos vemos por la mañana.
-Hasta mañana doctor. Gracias por dejar que me quede.
-Gracias a ti.
Por decirle que no.

A la mañana siguiente cuando salió a correr tras haber pasado la mayor parte de la noche pendiente de cómo ella dormía o tumbado en su cama con una erección que le estaba matando, se vistió y salió a la calle.
Había terminado frente a una joyería y comprado un anillo antes de poder pensarlo mejor.
Ahora, un año después sabía que tenía que tomar una decisión.
Estar con ella y dejarla ir, o hacer caso a lo que sentía y darle el anillo esperando a que ella dijese que si, pero para eso, debían darse una oportunidad.

Su teléfono sonó cuando iba de camino a casa de su hermana. Tenía que disculparse.
-¿Diga?
-Doctor Shepard soy Grace. Me dijo que le llamase si la señorita Lewis tenía pesadillas.
-¿Puedes pasarme con su habitación?
-Claro. Un momento.
Unos segundos después la voz llorosa de Samantha sonó al otro lado.
-¿Doctor?
-¿Qué te pasa pequeña?
-Soñé con Terry.
Maldijo en voz alta.
-Voy para allá.
-No hace falta doctor. Estoy bien.
-No. No lo estas. Te dije que te cuidaría nena.
-Si, pero...
-Samantha, basta. No tardaré.
-Vale.

Tras colgar llamó a su hermana. También estaba llorando.
Maldita sea.
-¿Bruce? Lo siento. Lo siento de verdad.
-Ya lo sé Arin. Yo también lo siento. Me he comportado como un idiota.
-¿Dónde has estado?
-Fui a ver a Samantha y luego a Richard.
-Él está...
-¿Vivo? Si. No le golpeé. Hablamos y no me voy a entrometer. Debéis solucionar esto entre vosotros.
-Pero él... no quiere estar conmigo.
-Esa no es la impresión que me dio a mi Arin. Mira, voy a volver al hospital. Samantha está teniendo pesadillas y no quiero que esté sola. Voy a quedarme con ella esta noche.
-Puedo ir yo si quieres.
-No. Tengo que hacerlo yo.
-¿Por qué?
-Necesito saber si lo que me pasa con ella va más allá.
-¿Y Angie?
-No puedo seguir con ella Arin. Solo conseguiría retrasar lo inevitable.
-Caray, ¿Qué ha cambiado?
-¿Qué quieres decir?
-Ayer me dijiste que solo era algo físico.
Él se encogió de hombros como si ella pudiese verle.
-Mentí.
-¿Por qué?
-Admitir en voz alta que Samantha es algo más...lo hace real.
-¿Estás enamorado de ella?
-Eso es lo que tengo que descubrir.
-¿Y si lo estás?
-No lo sé.
-Pero Sam...
-Lo sé. Ella no siente lo mismo, pero me desea y eso juega a mi favor.
-Es un poco arriesgado.
-Pero necesario. Ya he esperado demasiado Arin y casi la pierdo.
-Lo sé.
-¿Arin?
-¿Qué?
-¿Tu amas a Richard?
-No sé que responder a eso.
-Él te amó y casi podría decir que eso no ha cambiado.
-Bueno, a mi no me lo pareció. Fue brusco y cruel conmigo y realmente creo que debemos cerrar el pasado y ver como afrontarlo ahora.
-Estoy de acuerdo.
-Me voy a la cama. Dale un beso a Sam de mi parte.
-Lo haré.

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