•Capítulo once.


11.

Un encuentro violentamente inesperado.


Jonathan entrelazó sus dedos con los de Alec, los dos sonrieron como tontos y cruzaron el portal resplandeciente que les llevaría de vuelta al apartamento en Queens. Ambos cayeron en el suelo alfombrado de la sala de estar varios segundos después, a unos centímetros de distancia el uno del otro; desafortunadamente, el
agarre de sus manos se había desecho durante el viaje internacional mágico.

Alec se giró, quedándose tumbado boca arriba frente a la chimenea moderna de pared. Observó por el rabillo del ojo como Jonathan se levantaba con lentitud del suelo, aparentemente aturdido, y le obsequiaba una sonrisa torcida antes de desaparecer en dirección a la cocina. Él se quedó allí acostado, con las manos tras la cabeza y la mirada fija en la chimenea; tenía tantas preguntas que hacerse, ¿que significó todo lo sucedido en la fiesta? ¿El largo y húmedo beso que compartieron quería decir que eran novios, o fue cosa de una sola vez? ¿Lo que había sucedido en París se quedaría en París?

"¿Jonathan, qué estás haciendo?" Preguntó extrañado, aguzando el oído.

Le había parecido escuchar ruidos en la cocina, como el sonido de una olla chocando contra otra cosa de metal, pero era imposible, Jonathan no sabía cocinar. Ni siquiera lo intentaba, ambos sabían que era un caso totalmente perdido, no tenía dotes culinarias. Los sonidos no cesaron, al contrario, se incrementaron, por lo que Alec se levantó del suelo y decidió indagar. Que fueran cazadores de demonios no significaba que los ladrones no pudieran entrar a robarles; Alec caminó con sigilo a través de la gran sala de estar, estaba descalzo y probablemente bastante borracho, pero consciente de todo.

De repente dos figuras envueltas en ropas negras salieron corriendo de la cocina, pasaron por su lado y cruzaron la sala de estar de un salto, Alec parpadeó dos veces ante el estruendo. Jonathan y Jace yacían abrazados en el suelo cubierto de vidrios rotos, corrió hacia ellos, percatándose de que habían quebrado la mesita de cristal en mil pedazos.

El joven de cabellos dorados estaba sobre Jonathan, dándole puñetazos en el rostro a diestra y siniestra; lo peor de todo era que Jonathan no se estaba defendiendo, tan solo trataba de quitarse al otro de encima con movimientos torpes y golpes inofensivos. Sus bonitos ojos verdes se clavaron en la figura estupefacta de Alec, que caminó hacia ambos rubios con premura.

"¡Jace, basta!" Exclamó Clary, postrándose junto a Alec y ayudándole en la tarea de separarlos. "¡Detente, por favor!"

Pero el chico con sangre de ángel no los escuchaba, tan solo apretaba el cuello de Jonathan con fuerza, tratando de ahogarlo, parecía poseído. Alec tiró de él con insistencia, hasta lograr interponerse entre los dos, quedando en el medio.

"¡Maldita sea, detente, Jace! " Le espetó, poniendo ambas manos sobre su pecho. "¿No ves que le haces daño?"

Jace se detuvo de inmediato, viéndose confundido, y posó sus orbes claros en los de Alec. Éste aprovechó la distracción para empujarlo fuera de su cuerpo con rudeza, Jace rodó por el suelo hasta toparse contra una de las paredes de la sala, que estaban plagadas de obras abstractas.

Alec se levantó de encima de Jonathan y lo arrastró semi-inconsciente hacia uno de los muebles. Le golpeó en el rostro una vez, haciéndolo reaccionar, y soltó el aire que había estado conteniendo.

Clary, por su parte, también se acercó a Jace, y tras ayudarlo a ponerse en pie se colocó entre él y Alec y Jonathan, para evitar algún otro inconveniente.

Jace masculló por lo bajo, retirándose el cabello sudoroso de la cara.

"Te dije que no me siguieras, Clary, ¡podría haber sido peligroso!"

Alec lo miró iracundo, golpeándole el hombro con fuerza al pasar junto a él.

"El único peligroso aquí eres tú, estúpido, ¿o acaso no viste que él ni siquiera trató de defenderse?" Chasqueó en voz alta, regresando de la cocina con su estela perdida y una botella de agua fría.

Alec aplicó un par de iratzes en el rostro y cuello de Jonathan, le tendió la botella de agua fría y miró al rubio con reproche, a través del flequillo oscuro que le cubría el rostro parcialmente.

"¿Qué demonios estabas pensando al venir aquí, Jace?" Preguntó Alec en el característico tono hosco que solía usar a menudo. "¿No quedó claro que no quiero nada que ver con ninguno de vosotros nunca más?"

El rubio tragó aire con fuerza, su rostro se crispó y sus manos se volvieron puños a ambos lados de su cuerpo; por precaución, Clary le tomó del brazo.

Ella habló con voz suave, mirando a Alec y luego a Jonathan, y así varias veces.

"Lo sabemos, Alec, pero queremos hablar contigo." Dijo Clary. "La verdad es que todos te echamos de menos en el instituto, tu madre realmente se culpa de que te hayas ido e Izzy no está pasándola bien."

Jonathan deslizó una mano ensangrentada sobre el hombro de Alec, apretó su piel con ligereza, instándolo a escuchar a su hermana y este gesto lo hizo relajarse.

"Queremos hablar, Alec, por favor." Suplicó la pelirroja.

Él asintió, soltando un suspiro.

"De acuerdo, hablemos."

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La tensión podía palparse en el ambiente. Los cuatro cazadores de sombras estaban sentados a la mesa del comedor, cada uno de ellos centrado en su plato y con la mirada esquiva; Jonathan sentado en un extremo de la mesa y Jace en el otro, Clary y Alec junto al menor, en caso de que decidiera saltar sobre la mesa y abalanzarse sobre el cuello de Jonathan. De nuevo.

Alec levantó la vista de su plato medio lleno, la pasó sobre los contenedores vacíos de comida para llevar con el logo de Taki's y no se sorprendió de encontrarse con que Jonathan le miraba. Su plato de comida estaba completamente intacto, había estado muy hambriento al llegar pero la situación en que se encontraban le ha había quitado el apetito repentinamente.

"Alec, por favor..." Escuchó a la pelirroja hablar en voz baja.

Despegó la mirada de su hermano momentáneamente para observarla de reojo. Clary tenía las manos entrelazadas a un lado de su plato, los hombros llenos de marcas al descubierto y su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes.

"Lo siento mucho, Clary, pero no voy a volver al instituto nunca más." Dijo con un tono de voz seguro, y con tanta determinación en los ojos que hizo a su parabatai tragar saliva.

"Sé que no es vuestra culpa, créeme, amo a mi familia, pero está claro que no me aceptan. No quiero fingir más ante nadie, Clary." Le reclamó él, bastante enojado de que ella estuviera intercediendo por los demás.

Si su madre y hermana querían arreglar las cosas con él, lo correcto sería que estuvieran allí presentes, o por lo menos que le hubieran llamado un par de veces. Pero él había chequeado su teléfono móvil y no habían llamadas perdidas de otra persona que no fuera Jace.

Clary se tensó de repente, como si le hubiese leído la mente, sus ojos se fueron hacia Jace, y éste,  intuyendo lo que Alec pensaba, se apresuró a hablar.

"La verdad es que no son ellas, estamos aquí porque Clary y yo queremos que vuelvas." Desmintió Jace, estirando su mano hasta Alec y rozándole el brazo con delicadeza.

El moreno negó con la cabeza, soltó una carcajada amarga y se apartó del alcance de Jace. Levantándose de la mesa, se limpió las saladas lágrimas que le recorrían las pálidas mejillas.

"Claro que no, por supuesto que no. ¡Maldita sea, como pude siquiera pensarlo!" Exclamó, sintiéndose un completo tonto frente a los demás.

Los tres se habían levantado también, y estaban alrededor de él, esperando que se calmara un poco. Cuando Alec soltó un sollozo profundo, ambos chicos se adelantaron hacia él, el moreno sintió la mano de Jonathan rozarle el cuello suavemente, pero Jace tiró de Alec hacia él y le sostuvo el rostro entre las manos.

Le alzó la cara, enfrentando sus ojos azules cristalizados por el llanto.

"Te aceptamos, Alec, te queremos y aceptamos completamente quien eres. Por favor, vuelve a casa." Le susurró en voz baja, apartándole el cabello de los ojos.

Alec se alejó de él una vez más, negando con la cabeza.

"No iré a ninguna parte, Jace, ahora mismo estoy en casa."

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Alec se estremeció al sentir como el frío acariciaba su espalda desnuda; escuchó como Jace se quitaba los zapatos y lo sintió escurrirse entre sus sábanas. El pecho de Jace chocó contra su espalda, sus brazos fuertes le rodearon con delicadeza y le atrajeron hacia su cuerpo.

"Lo siento tanto, Alec." Murmuró en su oído, apretándolo entre sus brazos. "De verdad, lo lamento. Pero te juro que..."

Fue interrumpido por su parabatai, que se giró hacia él y enterró la cabeza en su pecho desnudo.

"Jace."

El rubio le miró con los ojos bien abiertos, atento a cualquier cosa que Alec le dijera. Éste solo atinó a soltar una palabra antes de romper en llanto una vez más.

"¿Hmm?"

"Cállate."

Entonces el rubio se sintió más hundido que nunca antes en su vida, con la impotencia recorriéndole las venas; tenía a su hermano del alma destrozado entre sus brazos, Alec era muy infeliz, y eso era algo totalmente evidente, pero él no podía hacer nada. Apretó la mandíbula ante aquél pensamiento, su hermano estaba sufriendo, viviendo una vida miserable y él no hacía nada al respecto.

"¿Qué estás haciendo aún aquí?"

Jace tomó aire y comenzó a hablar.

"Jonathan parecía preocupado por ti, dijo que Clary y yo podríamos quedarnos esta noche y hablar mañana temprano, cuando estuvieras más tranquilo."

El rubio sintió más que vio como Alec fruncía el entrecejo, y sonrió por ello, acariciando su rostro enrojecido y observando con cariño aquellos ojos azules e hinchados.

"Alec..." Susurró, inclinándose hacia él.

Alec se quedó muy quieto, esperando el contacto de Jace con los ojos casi cerrados y los labios entreabiertos. El rubio le acarició los costados y lo posicionó sobre su cuerpo suavemente, Alec le siguió el beso, que cada vez cobraba más intensidad, y empezó a desabrocharle los vaqueros. Gimió al conseguirlo y corroborar lo que ya sabía, que el rubio no llevaba ropa interior bajo los pantalones; Jace lo empujó fuera de él, lo tumbó sobre el colchón y las sábanas y se deshizo rápidamente de sus bóxers, dejándolo desnudo y a su merced.

"¡Ah, sí!" Gozó al sentir como la cavidad húmeda y caliente lo engullía por completo.

Jadeó con mucha fuerza cuando sintió su glande golpeando la campanilla del rubio, Jace lo tragó hasta la raíz, dándole un ligero apretón a su saco y haciendo círculos con su lengua en la punta.

"Sh, baja el volumen o nos oirán." Le dijo Jace, posicionándose sobre él.

Ambos eran un desastre de gemidos entrecortados y caderas moviéndose frenéticas, estaban enredados entre las sábanas empapadas en sudor; Jace arriba y Alec abajo, el rubio besando su cuello mientras se frotaba contra el moreno. Así fue como ambos terminaron la noche, entre los brazos del otro, desnudos y haciendo algo más que sólo besarse.

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¡Hola, gente! Elle aquí, lamentando la demora, pero las fiestas familiares y la vuelta a clases, so.

Jalec 7u7 delicioso, ¿eh? Pero pobrecito Jon, le dan una paliza y más encima se comen a su chico :'v, literalmente. ^^

Opiniones y votos me ponen de buen ánimo para escribir, ya estoy trabajando en el siguiente capítulo así que esperemos que sea este mes.

Por cierto, Elle cumple años este sábado. ^^

Me estoy poniendo vieja, bueh...

—Elle. xx


















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