•Capítulo doce.
12.
Una segunda oportunidad.
Alec se precipitó fuera de la cama, se limpió las lágrimas secas de las mejillas y recogió sus calzoncillos, que de algún modo habían terminado sobre su mesilla de noche. El olor a colonia masculina, sexo y sudor inundaba sus fosas nasales, recordándole con todo y detalles lo sucedido la noche anterior; abrió la ventana de par en par, en un intento de ventilar el lugar y se metió al cuarto de baño con rapidez. Una vez bajo el agua caliente, más despierto y consciente que nunca, se permitió lamentarse de sus actos y arrepentirse de todo.
Se había acostado con Jace, su parabatai, su casi hermano. ¿Qué demonios estaba pensando? ¡Y con Clary a dos puertas de distancia! Enterró la cabeza entre sus manos y comenzó a maldecirse por lo bajo, eso había estado terriblemente mal, en todos los niveles. ¿Que pensaría Jonathan?
Alec abrió los ojos de par en par, se levantó del suelo de la ducha y tras cerrar el grifo se envolvió una toalla alrededor de la cintura. Lo último que esperaba encontrarse era a Jace Herondale, desnudo en todo su esplendor, en medio de la habitación.
***
La piel se le puso de gallina en cuanto aquella fría corriente de aire le azotó el cuerpo desnudo, Jace dio varias vueltas hasta quedarse boca abajo en la cama y tiró de las sábanas para cubrirse por completo.
Con su cabeza en la almohada, inhaló fuertemente, ese aroma tan conocido le trajo a la mente nítidas imágenes de Alec y él durmiendo juntos cuando niños. Una sonrisa sincera se grabó en su rostro y sin poderlo evitar se levantó de la cama de un brinco, estirando sus extremidades dormidas.
Se quedó mirando por la ventana un par de minutos, pensando en nada y en todo a la vez; el sol no había salido del todo aún, por lo que calculó que faltarían escasos minutos para el amanecer. Jace se rascó la nuca, preguntándose en donde habrían quedado sus ropas y antes de que siquiera tuviera tiempo para buscarlas con la mirada el sonido del agua corriendo libremente por la ducha cesó y el moreno salió un instante después.
Ambos se quedaron quietos, mirándose a los ojos durante un par de segundos que se sintieron como horas, hasta que Alec recayó en su desnudez y se apartó de Jace. Avanzó hacia el armario con las mejillas sonrojadas y comenzó a vestirse con lo más básico que encontró en los cajones sin rebuscar demasiado, lo había hecho miles de veces frente a su parabatai, pero se sentía diferente ahora que habían intimado; las piernas le temblaban, sentía las mejillas a punto de explotar y la mirada profunda de Jace clavada en su nuca.
"Ten." Fue lo único que dijo, lanzándole algo de ropa limpia sin mirarlo, antes de coger una banda elástica para el pelo y salir apresuradamente.
***
Alec se detuvo ante la puerta de doble hoja de la biblioteca, tragó saliva audiblemente y retrocedió sobre sus pasos. Caminó hacia el mueble rojo que había en la pequeña estancia y se sentó junto al rubio, con la cabeza gacha.
"Buen día." Saludó Jonathan, con su voz de barítono causando estragos en el moreno.
"Técnicamente aún no es de día." Se revolvió en el cómodo asiento, quitándole las pelusas inexistentes a su suéter.
Jonathan le tomó de la barbilla, atrayéndolo hacia él para un beso tierno. Fue breve, dulce y delicado; Alec se separó de él, sonrojado, sintiéndose culpable.
Jonathan no lo notó, o si lo hizo no dijo nada al respecto. Atrajo a Alec hacia su cuerpo, esta vez colocando sus fuertes brazos alrededor de él, y se reclinó en el respaldo del sillón. Alec sonrió ante el dulce gesto, enterrando la cabeza en el hueco de la clavícula de Jonathan e inconscientemente buscando su familiar olor. A cuero, sándalo y sudor, pero sobresaliendo entre ellos y opacándolos casi por completo estaba el penetrante olor a gasolina.
Alec arrugó la nariz, pero sin embargo no dijo nada, se limitó a quedarse tranquilo entre los brazos de Jonathan, ambos observando por el ventanal, y escuchando el acompasado ritmo de los latidos del corazón de Jonathan, se quedó nuevamente dormido.
***
Una mano le sacudió el hombro con poca fuerza, Jonathan observó a Clary dar un paso atrás luego de despertarlo y tuvo que contener las ganas de reír. La pelirroja tenía el cabello sujeto en dos trenzas a los lados de la cabeza, y se veía tan pequeña y frágil que no aparentaba los diecisiete años que cumpliría en unos meses.
"¿Qué sucede, hermanita?" Le preguntó, quitándose la cobija de lana de encima y sonriendo, había sido un bonito gesto de parte de Alec.
"Quiero decir, Clary." Se corrigió al ver la mueca de desagrado que esbozó la joven. "¿Qué?"
Ella le lanzó una mirada indescifrable, señalando con la vista las escaleras hacia el segundo piso.
"Alec está haciendo el desayuno, pensé que no querrías perdértelo."
***
Silbando ligeramente, dio una vuelta a la sartén y dejó los huevos fritos sobre el plato. Repitió el mismo proceso un par de veces más, hasta que hubo una cantidad razonable para cuatro jóvenes cazadores de sombras con el apetito de diez hombres mundanos. Tostó las rebanadas de pan y justo cuando comenzaba a sacar el tocino de la sartén, sintió como unas manos pálidas de dedos largos le rodeaban las estrechas caderas.
Alec sonrió, recostando su cabeza en el pecho de Jonathan, pero no encontró el característico hedor a gasolina al que se había acostumbrado horas antes.
"¡Jace!" Exclamó, pegando un brinco y dejando caer la sartén caliente en el fregadero.
Gracias a Raziel estaba seco, ya que si hubiese habido algo de agua Alec no quería saber como hubiera resultado debido al aceite hirviendo; se volvió furibundo hacia Jace, quien le sonrió de medio lado y lo arrinconó contra la barra del desayuno.
"¿Qué te pasa, eh?, ¿por qué tan arisco hoy?" Susurró en su oído, tirándole del largo cabello con fuerza.
Alec soltó un jadeo de dolor, rompió el beso y se quitó al joven de encima con un empujón que lo envío directamente al otro lado de la cocina.
"¿Que qué me pasa? ¡Qué te pasa a ti, Jace, estás loco! No te bastó con aprovecharte de mi anoche, ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. Hicimos cosas de las que me arrepiento y tú tan tranquilo de la vida, preguntándome que qué me pasa." Soltó el moreno, disponiendo los platos y cubiertos en la mesa de mala gana, Jace había arruinado por completo su buen humor.
El rubio lo siguió con el ceño fruncido y las manos metidas en los bolsillos, trató de tomarlo del brazo pero Alec se alejó.
"¡No me toques!"
"Alec—"
"¡No, Jace, piensa en lo que hicimos! Eso estuvo muy mal, fue erróneo—"
"¿Entonces no te gustó?" Lo interrumpió Jace, deteniéndose en medio de la cocina. Alec se mordió el labio inferior mientras negaba con la cabeza.
"Por supuesto que me gustó, pero eso lo vuelve aún peor. ¿Qué hay de Clary, Jace? Tu novia, la chica que pasó por todas esas cosas simplemente para estar junto a ti. Tu estás con ella y yo tengo... tengo algo con Jonathan." Balbuceó Alec, sus mejillas se encendieron de nuevo y Jace pensó que se veía precioso pero aún así estaba enojado.
"¿Así que Sebastián es tu novio? Pues no parecía eso mientras te deshacías en gemidos entre mis brazos anoche." Escupió con desdén, fulminando la cafetera con su mirada asesina.
Alec rodó los ojos, dejó la cafetera caliente sobre la mesa y escuchó como Jonathan y Clary bajaban las escaleras. Se volvió hacia Jace, y murmuró entre dientes:
"Déjalo estar, Jace, fue un error y nunca volverá a suceder."
Sin embargo, Alec no sabía que sí volvería a suceder, varias veces durante las próximas semanas.
***
El sonido de los cubiertos chocando contra los platos llenó la estancia, Alec alejó el café caliente de sus labios y cuidadosamente dejó la taza sobre la mesa, mirando a Clary como si de repente le hubiera salido otra cabeza del cuello. El tenedor de Jonathan quedó suspendido en el aire con un trozo de tocino trinchado en la punta, y su boca se abrió varias veces sin emitir sonido alguno; Alec habría tenido que mantener la risa si no hubiese estado tan desconcertado como él.
Clary les miraba con determinación, apretando las manos en sus pantalones por debajo de la mesa; Jace, por su parte, seguía comiendo tan tranquilo, lanzándole miraditas a Alec de vez en cuando.
Jonathan suspiró, finalmente tragando el tocino y actuando como si su corazón no estuviera latiendo a un ritmo alocado.
"No entiendo."
El moreno se quitó un mechón de cabello del rostro, desviando su mirada hacia su parabatai, quien parecía a punto de explicar todo.
En efecto, Jace se terminó el café en dos sorbos y limpió su boca con una servilleta de papel; cruzó los brazos sobre su pecho y adoptó una posición chulesca.
"Queremos vivir con vosotros, si es que estáis de acuerdo."
Jonathan asintió, rodando los ojos y tomando otra tostada.
"Lo he oído la primera vez, me refería a que no entiendo el porqué."
Clary comenzó a hablar mientras Alec jugueteaba con los huevos del plato y se hacía el tonto, pretendiendo que las miradas de Jonathan y Jace no estaban clavadas en él.
"Jace no se siente bien estando tan lejos de su parabatai, y si Alec cree que es cierto que cambiaste y no eres la misma persona entonces creo que deberíamos darte una segunda oportunidad."
Ella se ganó una pequeña sonrisa de parte del de ojos azules, Alec le rozó el pie a Jonathan con la planta desnuda y atrajo su vista hacia él. Podía ver como el de ojos verdes luchaba consigo mismo para no sonreír ampliamente, sus ojos brillaban con esperanza y eso hacía que el corazón de Alec latiera desbocado y la piel de sus pómulos enrojeciera.
Estaban perdidos en la mirada del otro, sus manos se tocaban por debajo de la mesa y Alec se rió con disimulo al sentir el pie de Jonathan devolviéndole la caricia; entonces se oyó un carraspeo y la magia se rompió.
"Y también porque no queremos dejar al pobre e indefenso Alec a la merced de un asesino, de.todas maneras hay que estar seguros." Declaró el rubio con una sonrisa torcida. Alec escuchó como Clary lo
pateaba en la espinilla y negó con la cabeza, centrando su atención en el chico de los cabellos blancos.
"¿Entonces, qué decís?" Tentó Clary, mordiéndose el labio al mirar a Alec, como si la decisión recayera solamente en él.
Y así era, lo descubrió en cuanto sintió los dedos pálidos entrelazándose con los suyos y los labios de Jonathan posándose en su oído.
"No lo sé, chicos, ¿qué dirán papá y mamá? No puedes desaparecer un día y no volver jamás así como así, Jace. "
Jace resopló, admirándose las uñas con indiferencia.
"Tengo dieciocho años, tus padres dejaron de tener cualquier derecho legal sobre mi en cuanto me volví un adulto."
"¿Y qué hay de Clary, eh? Es menor de edad y Jocelyn enloquecerá en el minuto en que se entere de que se ha ido." Refutó Alec, hastiado de la necedad del rubio.
"Le he dejado una carta, explicándole lo básico y unas cosas de más." Murmuró ella, tambaleando sus dedos sobre la mesa. "Legalmente estoy bajo la vigilancia de Jonathan, ya sabes, debido a que él es un adulto y todo eso. Revisamos los libros, no hay nada en contra de ello, pero Jia dijo que deberíais encontrar a alguien que se encargue de mi educación."
Jonathan frunció el entrecejo pero no dijo nada.
"Alec es completamente capaz de ocuparse del resto de tu educación." Contestó Jace. "Hemos estado pensándolo durante algún tiempo, Alec, no ha sido una decisión que tomamos de la noche a la mañana."
Todas las miradas recayeron nuevamente en él, Alec se sonrojó y cerró los ojos, tomando una profunda respiración.
"De acuerdo."
Hola, chicos, siento haber tardado tanto en publicar. He tenido un montón de problemas personales que no he podido resolver, y lo más triste es que tengo este capítulo escrito desde principios de marzo. No está editado, lo siento. Para los que esperáis por An Unexpected Lifestyle, ya estoy escribiendo el primer capítulo, y si todo sale bien publicaré dentro de poco.
Os ama, Elle. xx
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