Prólogo
Mi vista se nubla, mientras camino por las frías calles de New York. Las lágrimas bajan como un torrente por mis mejillas.
Él lo hizo; me hizo daño cuando prometió nunca hacerlo, me abandonó como todos.
Sollozo y aprieto más el abrigo a mi cuerpo. La tela se aprieta en mis manos, al igual que mi corazón en mi pecho.
—¿Por qué? —digo en un susurro recordando lo que pasó hace unas horas.
_ Dos horas atrás
Termino de preparar el pastel para recibir a Bruno cuando llegue de la empresa. Él ama los pasteles de chocolate.
Sonrío y tarareo mientras doy los últimos retoques al pastel. Unos minutos después escucho el elevador, salgo de la cocina para ir a recibirlo como le gusta.
—Bienvenido cariño —le sonrío, pero noto al instante de que algo pasó, su semblante es completamente serio y sus ojos. Esos ojos verdes que me miraron esta mañana con tanto amor me observan con desprecio, tiemblo y doy un paso atrás —¿qué sucede Bruno, pasó algo en la empresa? —pregunto.
Escondo las manos detrás de mi espalda para que no vea que me tiemblan. Sé que no le gusta que le tenga miedo. Él se acerca y trato por todos los medios de no caminar hacia atrás. Me coge del brazo con demasiada fuerza.
—Bruno, me estás haciendo daño —digo gimiendo de dolor.
—Daño —dice sarcástico —¿y el que tú me hiciste a mí? —grita enojado apretando más la fuerza de su mano en mi brazo —¿con cuántos? —ruge y su cara se pone completamente roja de la furia.
—No entiendo. Suéltame, me estás haciendo daño —suplico, pero, sin embargo, no me suelta. Me arrincona contra la pared sin importarle nada.
—Te hice una pregunta, ¿con cuántos te has acostado descarada? —grita las palabras, y cada una deja un hueco en mi corazón.
—No sé de qué hablas —digo ya con la voz ronca por el llanto.
—No me mientas —ruge, sacando unas fotos de su chaqueta y lanzándolas al suelo donde puedo verlas —esa eres tú, tu juego se acabó —gruñe, miro las fotos sin entender, esa no soy yo, aunque sea como mi reflejo.
—Esa no soy yo —digo en voz baja. No puedo más, sollozo.
—Vas a seguir mintiendo, pero que tan cínica eres, y yo que pensé en casarme contigo, cuando eres una aprovechada —grita levantando su brazo, cierro los ojos y sollozo recordando la cantidad de veces en mi vida que me han pegado. Siento que me suelta y se aleja —me voy, quiero que te largues, no te quiero ver aquí cuando vuelva —habla y se da media vuelta. Caigo de rodillas en el suelo llorando.
Solloce hecha una bola, no sé por cuanto tiempo, hasta que decidí levantarme, no podría verle, me había hecho mucho daño, no quería saber nada de él.
Caminé hacia el elevador tomando el abrigo, con el que salí esta mañana. No me llevaría nada, solo lo que tenía puesto. No quería que me acusara de ladrona después.
Espero unos segundos en los que el elevador sube. Cuando entro me volteo para ver el pent-house en el que viví los mejores cuatro meses de mi vida. Sabía que no duraría; nada bueno en mi vida dura, presiono el botón para bajar.
Y aquí me encuentro dos horas después, caminado por las calles vacías de New York, con solo quinientos dólares en el bolsillo, con el corazón roto y sin ganas de vivir.
Eh aquí el prólogo, como dije en mi muro, subiré los primeros capítulos a finales de abril.
Pero ahora les dejaré esto para que vean de que trata.
Besos y hasta que suba el primer cap. Nos vemos.
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