Capitulo 7

A la mañana siguiente

Termino de preparar el desayuno sabiendo que los niños no tardaran en levantarse. Para la escuela se quedan dormidos, pero para lo demás tienen un reloj automático y no me equivoco, en el momento en que dejo todo listo en la mesa escucho los pasos apresurados y los gritos de alegría mientras corren hacia el árbol.

—Feliz navidad, amores —digo viendo cómo se sientan en el suelo y empiezan a buscar sus regalos, me acerco y me siento en el sofá.

—Feliz navidad mami —dicen a la vez mientras Lisa me pasa el regalo que ellos me hicieron.

Lo cojo y lo abro bajo sus miradas. Saco un cuadro y me quedo viendo la foto que nos tomamos el día de su cumple años número seis, sonrió viendo el marco donde hay escrito nuestros nombres entrelazados con un corazón

—¿Te gusto? —pregunta Lisa nerviosa.

—Me encanto —sonrío y abro los brazos para que me abracen, ellos se acercan y yo los aprieto contra mí —les amo.

—Nosotros también —dice Max, nos separamos y sonrió.

—Les dejaré para que abran sus regalos —digo sabiendo que están locos por hacerlo —disfruten de su día —digo levantándome y dejando el marco encima de la chimenea, junto a una de ellos cuando bebes —les deje el desayuno servido, no se metan el día entero en pijama entendido —asienten aguantando las ganas de ignorarme y seguir desenvolviendo sus regalos —bajen a la hora de almuerzo, no me hagan venir por ustedes —les digo antes de abrir la puerta solo con un abrigo, ya que en la cocina hace calor.

Bajo las escaleras tarareando feliz, espero que hoy sea un buen día.

—Hola Rick, feliz navidad —saludo viéndole cocinar.

—Feliz navidad querida —me da un beso en la frente. Me pongo manos a la obra sabiendo que Alina aparecerá pronto.

—Feliz navidad querida —me sonríe Alina entrando unos minutos después en la cocina, le devuelvo el saludo —¿qué te regalaron? —pregunta curiosa, sonrío.

—Tendrían que subir a verlo, está en la chimenea —digo dejándoles con las ganas.

—Qué mala te pones a veces —dice indignada, alejándose para subir las escalera —le tiraré una foto para que no tengas que subir —le menciona a Rick, quien niega con la cabeza, yo sonrío y sigo con lo mío.

Empiezo a batir los huevos para empezar a preparar el merengue de las tartaletas, muestras, espero que la masa de las galletas se refresque. Cuando Alina baja ya estoy casi terminando de rellenar las tartaletas y de darle forma a las galletas.

—Es hermoso —dice bajando las escaleras.

Se demoró más tiempo del que debía, supongo que se entretuvo con los niños, niego y pongo las galletas en el horno.

—Mira, tienen mucho talento —habla dándole el teléfono a Rick.

—Sin duda tiene talento —dice Rick con un deje de orgullo en la voz-Marcos llamo —cambia de tema —no podrá trabajar hoy, su madre se enfermó —le dice volviendo al trabajo.

—Qué mala suerte —dice Alina —el día de navidad-suspira.

—Ya le dije a Rick que ayudaré, solo termino de adornar las tartaletas y salgo para ayudar —menciono sin verlos, ya que estoy enfrascada en cubrir los dulces.

—No te apures, puedo hacerlo yo sola mientras tanto —asiento y oigo como sale.

Casi media hora después salgo de la cocina, cogiendo una libreta y un lápiz a mi paso.

—¿Qué mesa? —pregunto con una sonrisa.

—La tres, llegaron casi ahora mismo-dice y me giro, pero me detiene cogiendo mi hombro, la miro interrogante y ella me limpia las mejillas —¿vainilla? —pregunta y asiento con una sonrisa.

Me alejo cuando me suelta y me dirijo a la mesa para empezar a tomar las órdenes.

—¿Verónica, puedes llevarle esto Jons, no puede venir? —me llama Alina casi dos horas después.

—Claro dame —digo viendo que las mesas están llenas, pero todos están comiendo.

Cojo la bolsa y salgo, claro, después de ponerme dos abrigos y una bufanda, está haciendo más frío que ayer.

Camino hacia casa del señor Jons que vive cerca del restaurante, muy cerca del parque, al que voy con los niños los fines de semana. Cuando llego toco la puerta y me abre.

—Buenos días, señor Jons, aquí tiene —le paso la bolsa y él a mí el dinero.

—Gracias, querida, esta pierna con el frío no me deja ni caminar —asiento y le sonrío —y feliz navidad.

—Feliz navidad y que se mejore —digo.

Doy media vuelta para volver restaurante, pero cuál es mi suerte que cuando me giro y doy un paso y choco contra alguien, el hombre me aguanta del brazo, he impide que me caiga.

—Lo siento, no l... —me quedo callada cuando me encuentro con el mismo hombre de hace dos días —oh es usted, ya es la segunda vez que chocamos —digo con una sonrisa alejándome.

Miro que viene acompañado de un hombre un poco más mayor, pero que es igual de guapo, y ahora que me doy cuenta los dos gritan dinero, me pongo nerviosa y me alejo un poco más.

—Te lo dije, no estoy ciego —parpadeo cuando el señor ojos grises le habla al otro señor que me mira como si hubiera visto un fantasma, miro sus ojos y aguanto la respiración cuando miro unos ojos igual de azules que los míos.

—Yo m... —soy interrumpida.

—Verónica querida, iba justamente a verte —miro hacia mi derecha, encontrándome con la señora Young, carraspeo y le sonrío.

—Hola señora Young, feliz navidad —saludo, usando esto como una oportunidad para alejarme, pero como nada me sale bien, ella se queda dónde está mirando a los señores a mi lado.

—Usted se me hace familiar —dice mirando al señor mayor, me rascó el cuello nerviosa, me quiero ir de aquí.

—Señora Young, tengo que volver con Alina, a esta hora hay muchas personas en el restaurante y Marcos no vino hoy —hablo más para salvar al pobre hombre del interrogatorio que para irme —y para ahorrarle el viaje, ¿para qué quería verme? —pregunto.

—Oh si pobre Marcos, su madre está súper enferma —trato de no poner los ojos en blanco, una gripe para la señora Young es una enfermedad muy mala —quería decírtelo el viernes, pero con todo lo que estaba pasando se me olvido, ya sabes cómo nos ponemos nosotros los viejos —sonrió —quería encargarte un pastel para año nuevo de almendra —asiento.

—¿Cómo el del año pasado?-asiente-le pondré doble cubierta —ella ríe contenta —debería volver a casa, está haciendo mucho frío —digo cuando una corriente pasa, tiemblo, los pantalones que llevo puesto no abrigan mucho —no vaya a ser que se enferme.

—Cierto querida —me da un beso y se gira hacia los señores —sigo diciendo que usted se me hace familiar, pero bueno —se encoge de hombros —feliz navidad para los tres, dale un beso a los gemelos —asiento y la veo alejarse, casi suspiro de alivio, pero recuerdo que tengo a estos dos todavía a mi lado.

—Deberíamos darte las gracias, parece que nos salvaste de un interrogatorio —dice el señor ojos grises con una sonrisa, maldita sea sí que es guapo.

—No tiene porque, sabía que ella empezaría, siempre interroga a los desconocidos, pase por eso —digo también devolviéndole la sonrisa, aunque estoy un poco incómoda, el hombre mayor no deja de mirarme.

—Soy Dimitri —se presenta dándome la mano, la tomo —y él es mi futuro suegro Leandro —asiento.

—Verónica, un gusto —digo soltándole, un hombre así obvio que estaba comprometido —siento tener que dejarles, pero tengo que volver al trabajo.

—¿Un restaurante no? —dice Leandro hablando por primera vez, de donde escuche ese nombre, asiento —estábamos buscando un lugar donde tomar algo caliente, ¿nos guías? —me pregunta y asiento.

Me giro y empiezo a caminar con ellos dos detrás, al llegar al restaurante abro la puerta, dejando salir a Jeremy con unas cajas, debe haber venido por las galletas para el orfanato.

—Feliz navidad Jeremy —digo con una sonrisa.

—Feliz navidad Vero —dice ya poniendo las cajas en su bicicleta —gracias por las galletas —me sonríe poniéndose el casco.

—Sabes que adoro hacerlos, hay algunas decoradas por los gemelos —advierto.

—Lo sé Alina me lo dijo —sonríe —se las daré a los mayores, no vaya a ser que los pequeños le cojan miedo —le saco la lengua.

—Han mejorado, ya verás —asiente y empieza a pedalear.

Entro y los dos hombres conmigo. Miro alrededor y solo veo una mesa vacía, la misma que usan los niños, me encojo de hombros, seguro toman algo y se van

—Pueden sentarse aquí, vendré en un momento a tomar su pedido —les guio a la mesa.

—¿Eres la mesera? —me pregunta Dimitri.

—Solo por hoy, lo hago para ayudar, prefiero estar en la cocina —sonrío y le paso las cartas. Casi nadie las usan, ya que vienen seguido, las tenemos aquí para los nuevos.

—¿Entonces eres la que cocina? —me pregunta esta vez Leandro, le miro y veo un brillo en su mirada.

—No, ese es Rick —sonrío —yo hago los dulces, todos los que están en el menú los hago yo —menciono —con su permiso —me retiro.

Suspiro cuando me acerco a Alina, quien me ha estado observando desde que llegue, bueno me había estado mirando, ahora solo mira a los dos hombres.

—Ya entregué el pedido —digo, pero ella no me mira, sino que sigue mirando a los dos hombres —Alina le diré a Rick —ella ríe, tomo la hoja donde anotamos los pedidos y anoto en él, el de la señora Young —me los encontré y me pidieron que les trajera —digo cuando no deja de verme con su mira de interrogación.

—Bueno, eso lo entiendo, pero lo que no entiendo es porque ninguno de los dos deja de mirarte —dice y disimuladamente miro y efectivamente ninguno de los dos separa su vista de mí, mierda quién diablos son, tomo la libreta y el lápiz y me alejo.

No sé quiénes son, pero solo espero que no sean problemas, mi vida ya ha tenido muchos problemas y no quiero que esta paz se acabe.

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