Negociando


.

. .

. . .


Apenas abre los ojos un insistente y el dolor de cabeza se hace presente. No era para menos, considerando que después de llegar a casa se había tomado ella sola una botella de vino rosado, eso sin contar lo que bebió en la fiesta, era suficiente como para pasarle factura.

Agradece a los cielos que sea domingo, no se siente capaz de abandonar su cama. Aunque su cuerpo no piensa lo mismo, cuando las primeras arcadas se hacen presentes, haciendo que se levantara rápidamente con piernas temblorosas para alcanzar a llegar al baño a tiempo de vaciar todo el contenido de su estómago.

No sabe si aun se encuentra borracha, lo único que tiene por seguro es que la cabeza va a explotarle de un momento a otro, además de que por alguna razón la taza de baño es su mejor amiga, tan así, que pasa cerca de media hora abrazada a ella.

Cuando es capaz de reunir fuerzas suficientes para intentar levantarse, se mueve lentamente, tratando de no provocar que el punzante dolor de cabeza aumente.

-¡Voy a morirme! -Asegura en voz alta. Haciendo un gesto de inmediato, hasta su propia voz la molesta.

Arrastrando los pies llega hasta la cocina, para buscar en uno de los gabinetes un par de aspirinas.

-Se nota que la fiesta estuvo bastante aceptable.

-Por favor no grites Anna, siento que me va a reventar la cabeza.

-A eso querida hermana se le llama resaca. -Dijo en tono burlón mientras saca del refrigerador una botella de jugo para que lo tome.

-Quien lo diría. -Soltó con sarcasmo, al notar que su hermana parecía bastante contenta. -Al menos una de las dos esta de buen humor.

-Lo estoy. -Admitió.

-No se que estaba pensando cuando te di un juego de llaves de mi casa, parece que no sabes lo que es la privacidad.

-Eres una malagradecida, si no fuera por mi morirías de inanición. -Soltó con falsa ira, sacando un contenedor de una bosa de papel.

En menos de 5 minutos ya tenía servido el almuerzo.

-Se que no tienes apetito, pero este es el mejor remedio para la resaca.

Emma se sentía demasiado mal para resistirse a los cuidados de Anna. Obedeció sentándose a la mesa, tratando de comer bocado a bocado lo que le había servido. Cuando termino, tuvo que reconocer que se sentía mucho mejor, aunque seguía necesitando urgentemente tirarse de nuevo en la cama para intentar dormir un rato.

-¿Ya te sientes mejor?

-Sí, quizás un largo baño caliente me ayude a recuperarme por completo.

-Seria muy bueno, la verdad apestas.

Emma le saco la lengua de manera infantil antes de desaparecer por la puerta.

Después del baño podía decir que se encontraba mas despejada, el medicamento surtió efecto y el dolor de cabeza había desaparecido, aun tenia un poco el estomago revuelto, pero en general se encontraba mejor.

Aun tenia la toalla enredada en la cabeza y la bata de baño sobre el cuerpo cuando sonó el timbre. Posiblemente Anna olvido de nuevo su juego de llaves sobre el mostrador, posiblemente había salido a hacer el super para asegurarse que tuviera comida suficiente para la próxima semana. Su hermana se tomaba demasiadas molestias para cuidarla, un calor inundo su pecho con agradecimiento y algo de culpa.

El timbre no dejaba de sonar, lo que le pareció raro, pero en el recorrido de su habitación a la entrado no encontró a Anna por ningún lado, por lo que no dudaba que fuera ella. Cuando abrió la puerta lo menos que esperaba era que precisamente ese hombre estuviera del otro lado.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, tanto como su boca, para intentar decir algo inteligente, pero en su lugar no hacia mas que boquear como un pez ante la atenta mirada de su maldito jefe.

Una mezcla de sentimientos le impidieron ser lo suficientemente coherente para poner en su lugar a ese maldito visitante. Por un lado, estaba avergonzada de estar vestida con solo un abata y la toalla enredada en la cabeza, pero sin duda, también seguía molesta por la manera en la que la trato la noche anterior a pesar de que se tomo la molestia de ayudarlo.

-¿Puedo pasar? -Pregunto con un tono que pretendía ser cortes.

La manera en la que la miro contradecía por completo la supuesta cortesía. La barrio con la mirada de arriba a abajo, antes de levantar la ceja con una nota de burla.  

No espero respuestas, paso a su lado rozando su hombro.

Superada la sorpresa, la molestia se hizo paso en su interior, de la misma manera intempestiva que ese hombre había entrado a su departamento. El temperamento volatil de Emma estaba apunto de salir a flote, ante la arrogancia que mostraba al ver el interior de su casa como si fuera un honor que el se encontrara en un lugar como ese.

Víctor tampoco espero una invitación para sentarse, simplemente se limito a hacerlo en el sillón individual, cruzando la pierna de manera varonil.

-¿Qué haces aquí?¿Qué quieres? -Pregunto a quema ropa con los ojos ardiendo de rabia.

Puso los ojos en blanco como si lo que preguntara fuera lo mas estúpido del mundo.

-Hablar. -Dijo lento, con una actitud que dejaba en claro que era una idiota y tenia que hablar lento y pausado para que entendiera.

-Pues es una verdadera lástima, por que a mi no me apetece hablar, mucho menos contigo.

-¡Cálmate y siéntate! -Ordeno con tono autoritario, señalando el sillón frente al el.

Emma se burlo en su cara sin humor. 

-Creo que te estas equivocando. Esta es mi casa y estas muy mal si piensas que voy a hacer lo que me ordenas.

-Vengo a ofrecerte un negocio que puede interesarte. Puedo darte muchas cosas.

Los ojos de Emma eran dos chispas encendidas. Poco le importaba estar vestida con solo una bata, no permitiría que ese hombre irrumpiera en su casa de esa manera para volver a tratarla como si ella fuera un objeto.

-Fue muy clara ayer, serás muy mi jefe, pero no voy a someterme a sus caprichos. Te ayude a salir del embrollo en que nos metiste, pero no seguiré fingiendo o mintiendo por ti, no estoy dispuesta hacer nada más.

Víctor se levanto enojado, rodeando el sillón para enfrentar a la fierecilla que se atrevía a contradecirlo. No estaba acostumbrado a que nadie lo enfrentara de esa manera.

-Al menos escucha mi oferta.

-¡He dicho que no! -Grito rabiosa con los puños apretados en los costados.

Aguanto estoica su mirada, era tan alto que tuvo de estirar el cuello y levantar el rostro para encararlo.

Sus rostros están separados por apenas centímetros, ninguno de los dos estaba dispuesta a perder el duelo de miradas. Sus alientos se mezclaban y estaban tan cerca que podían sentir el calor corporal del otro.

En algún momento ambos recordaron los besos que compartieron la noche anterior, mirando con intensidad los labios del otro.

El sonido de timbre los sobresalto, rompiendo el momento.

Emma se apresuro a abrir la puerta pues al parecer alguien estaba tocando de nuevo con suma insistencia, parecía que de un momento echarían abajo la puerta.

A penas abrió la puerta, fue empujada hacia un lado.

-¡Qué demonios! -Alcanzo a decir mientras su espalda chocaba con la pared cercana.

-¡Tenemos que hablar!

Sophie había entrado como un huracán sin darle oportunidad de que Emma tuviera tiempo de cerrarle la puerta. Sus pasos eran decididos, pero se paro en seco al percatarse que no estaba sola como esperaba.

-Sophie, como veras no llegas en un buen momento. -Víctor sonrió con satisfacción al ver el rostro descompuesto de la rubia. -Lo mejor que puedes hacer es irte, como veras necesitamos un poco de intimidad.

De manera intencional se puso cómodo en el sillón que momentos antes había abandonado, parecía como si en realidad esa no fuera la primera vez que se encontraba en el departamento de Emma.

Emma rodo los ojos con fastidio a espaldas de Sophie. A sabiendas que esperaba que siguiera el juego.

-¿Qué les parece si los dos se marchan? Parece que tienen mucho de que platicar. -Sugirió intentando sacar a ese par de locos de una buena vez de su casa y de ser posible de su vida.

El mal humor en su voz, fue interpretado por la rubia como celos y sonrió con malicia.

-¡No! -Corto tajante Víctor. -No tengo nada que hablar con esa puta.

-Te estas pasando. No me insultes.

El insulto borro de un plumazo la sonrisa maliciosa de sus labios.

-¿Yo me estoy pasando? Fuiste la zorra que se metió con mi padre, siendo mi prometida.

A esas alturas Emma no tenía claro que debía hacer. Por un lado, ese hombre lo enervaba, su arrogancia la sacaba de quicio, pero por otro lado, Sophie era un caso completamente diferente. Esta segura que si investigo donde vivía y se había atrevido a ir a buscarla era  para amenazarla, para que dejara a su supuesto prometido.

Mujeres como ella no tenían escrúpulos, si no se había tocado el corazón para engañar a su prometido con su padre, mucho menos estaba dispuesta a dejar ir a la presa con la que evidentemente estaba encaprichada.

¿Qué tenía que hacer? Esa era una pregunta para la que no estaba segura tener respuesta. Víctor podría fingir todo lo que quisiera, aparentaba transpirar odio por esa mujer, pero en el fondo cuando hablaba de su padre y la traición de la que fue victima dejaba entrever lo herido que estaba.

-Márchate Sophie. No eres bienvenida en mi casa y no te quiero cerca de mi prometido.

-Por tu bien deberías dejarlo. Estoy segura que hay muchas cosas que no sabes de el y cuando te enteres de su lado más oscuro saldrás corriendo como lo hice yo. Vengo a abrirte los ojos.

Víctor se acerco amenazante a la rubia, pero Emma fue mucho más rápida poniéndose entre ellos.

-Lo único que sale de tu boca es veneno, no me interesan tus mentiras, confió en mi prometido y eso no va a cambiar, así que no pierdas tu tiempo.

-Después no digas que no te lo advertí. -Amenazo con ojos acuosos.

Salió dando un portazo.

El dolor de cabeza había regresado con mas fuerza. Ya no tenia ganas de seguir discutiendo.

-Por favor, vete. Bastante complicada es mi vida, como para lidiar con un triángulo amoroso.

Emma intento poner distancia de por medio, pero Víctor la detuvo tirando de la manga de la bata. Con lo que no contaba es que al tirar de ella perderían el equilibrio y terminarían ambos en el sillón. Alex sentado con Emma a horcajadas sobre el.

El color subió rápidamente a las mejillas de Emma al percatarse que la bata se abrió mostrando sus pechos desnudos.

Ninguno de los dos emitió palabra, el silencio era denso, tanto que al menos Emma sentía que el aire había escapado de sus pulmones.

Fue el ruido de algo caerse lo que los regreso de nuevo a la realidad.

Anna les miraba de manera desvergonzada, de la sorpresa había soltado la bolsa de sus compras. Aun con los ojos sumamente abiertos una sonrisa se fue pintando en sus labios.

Abochornada Emma se levanto del regazo de Víctor cerrándose la bata lo mas rápido que pudo, pero en el proceso le permitió verla completamente desnuda.

Anna se giró hacia la cocina, no sin antes levantar la bolsa con sus compras, mientras una alegre risa se hizo escuchar. Parecía tan aliviada.

-No es lo que parece. -Trato de explicar Emma.

-Somos adultos, no tienes que darme explicaciones, al contrario, lamento mucho ser tan inoportuna no creí que tuvieras compañía.

-¡Anna! -Intento de nuevo empezar a aclarar las cosas, pero fue interrumpida de nuevo.

-Es un placer conocerte, son Víctor.

-Soy Anna, hermana de Emma, el placer es todo mío. Pero no les interrumpiré más, dejare esto en el refrigerador y me marchare.

-No es necesario.

-Claro que es necesario. Llegue en muy mal momento, además, tengo que ir a casa a llamar a mama.

La mención de su madre le causo escalofríos a Emma.

-¿Para qué?

-Tenia planeado venir a vivir por contigo por unos meses.

Anna tuvo la decencia de mostrarse avergonzada.

-Esta preocupada, tenía planeado venir la próxima semana.

-¡Dios, no!

Anna levanto las manos. -Trate de persuadirla, estaba convencida de que necesitaba venir a animarte. Pero no te preocupes puedo decirle que estas saliendo con Víctor y que no seria apropiado en este momento. Podría pasar lo de hace un momento, y mama es muy impresionable para estas cosas.

Emma no sabía dónde meterse.

-Deberías decirle a tu madre que yo cuidare de ella. Ayer acepto por fin ser mi novia.

Anna sonrió aun mas radiante.

Víctor estaba satisfecho. No se necesitaba ser un genio para saber que Emma no estaba dispuesta a tener a su madre viviendo con ella. Podría utilizar eso a su favor, para hacer un trato.

-Me voy, tengo que hacer una llamada importante. -Dijo guiñándoles un ojo, sin darle tiempo a Emma de poder aclarar toda la situación.

Apenas se cerró la puerta, se dejo caer abatida en el sillón. Mentir era malo, fingir seria desgastante, pero tener a su madre viviendo bajo el mismo techo seria un verdadero infierno en la tierra.

Tenia el rostro cubierto con las manos, intentando aclarar sus pensamientos.

-Creo que ahora si estarás dispuesta a negociar.

La sonrisa lobuna en el rostro de Víctor, sumada a su triunfante mirada gris, le causo el segundo escalofrío del día.

"En que demonios, se había metido" pensó para sus adentros.

-Primero iré a vestirme. Solo falta que tu padre toque a mi puerta.

La mención de su padre le borro la sonrisa de un plumazo. Se sintió perversa, pero tenia que dejarle claro desde el principio que ella no se dejaría avasallar por nadie. 

Mientras caminaba a su habitación la culpa la golpeo con fuerza. A pesar de que Max habia muerto hacia mas de un año aun no estaba lista para dejarlo ir. 

Cerro la puerta tras de ella como si la persiguieran, fijando al instante su vista en la bata verde que aun colgaba cerca de la cama. 

Ahogo un sollozo, cubriéndose la boca con las manos.  Sentía que estaba traicionando a su prometido muerto. 


. . .

. . 

.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top