Capítulo 1

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Marzo 15 del 21XX a las 22:38

Rodeado de siniestras paredes carentes de luz propia y de las cuales solo habita la muerte recubierta de oscuridad, teñidas del carbón más oscuro jamás existente. Las máquinas rugían en sintonía, el coro formado por sus gruñidos metálicos rebotaba entre las paredes, incapaces de huir de aquel sitio al igual que los trabajadores en este. La única compañía de las gigantescas máquinas industriales eran las personas que las operaban y lo mismo se aplicaba a dichos individuos. La soledad era algo de lo cual se hacía el esfuerzo por huir, mas este siempre persigue a los más desafortunados para sumirlos bajo su oscuro reino.

A pesar de que se alardea de la llegada de una nueva época, el nuevo gran avance de la humanidad por volverse aún más grandioso; detrás de todo ese circo la verdad se asoma acompañada de terribles cánticos que esperan a rebelarse. Se dijo que los drones, la última gran intención de la humanidad, serían quienes trabajarían para ellos. Mucho mejor que tener a un trabajador humano al cual se le debe pagar, necesita vacaciones y tiene una vida útil. Pues ¿para que invertir en trabajadores con derechos? Cuando en su lugar se tienen a autómatas sin derechos, incapaces de mostrar cualquier indicio de insubordinación por más cruel, dura o peligrosa sea la orden.

Sin embargo, ahí están: robots y humanos, trabajando codo a codo por obligación, por el simple pero fuerte deseo de seguir viviendo, de despertar un día más. No importa que tantas mentiras se hayan dicho, los humanos siguen trabajando y ahora solo son apoyados en sus tareas por drones. De igual modo, el trato sigue siendo el mismo. Los altos mandos abusan de los de más abajo, sacando provecho de las incapacidad de tomar la decisión de abandonar la empresa y demandarla. Pero claro, ¿quién lo haría? Si es que la gran mayoría de empresas han alcanzado un poder enorme en el país, no, en todo el planeta.

Los derechos humanos ahora no son mas que simples conceptos básicos que se enseñan en la escuela, pero que nunca se aplican en la tempestad del ambiente laboral, mucho menos en la más grande de ellas, el gran monopolio de tecnología altamente desarrollada: JcJenson™. Quienes prácticamente son imparables por más que se les quiera detener. Pues, en los últimos cinco años, más de 243 denuncias se han registrado en contra de esta compañía. Pero, como es obvio, JcJenson™ se ha mantenido en la cima y ha sobrevivido, no, mejor dicho, ha aplastado con cada ser que se atreverá a convocarlo en los tribunales.

Por lo que, lo máximo que queda, es agachar la cabeza y aceptar las infernales jornadas de 12 horas, sin descansos y sin derecho a faltar por cualquier razón, sin importar si es por alguna enfermedad o razón similar.

Este es el caso de uno de los muchos trabajadores en la fábrica de Worker Drones localizada al sur de Australia, en una de las ciudades de este mismo país, Albury: Ethan.

Él es un adulto joven, apenas superando los 24 años por tres meses. Llegó a ese trabajo después de haber estudiado ingeniería industrial por 5 años como un cerdo gracias a su familia que le apoyó inmensamente a esto, aunque también fueron ellos quienes lo obligaron a elegir este camino.

Él se encarga de ensamblar las piernas y brazos a los drones mediante las ensambladoras que están en su sector. También se encarga de poner el número de serie del dron y la personalidad de este. Es ayudo por tres drones que han provocado más de una catástrofe que afortunadamente han logrado solucionar al poner en práctica la famosa técnica de esconder la tierra debajo de la alfombra. Sus nombres son bastantes simples pues él se los puso cuando se les fueron asignados como ayudantes. Y esos son: Ch, G, S... aunque con este último está indeciso y de vez en cuando le llama B.

El trío de Tres Robots Idiotas Orgasmicos (?) o simplemente TRIO. Este trio son un montón de idiotas que solo entorpecen el trabajo de Ethan, pero él los quiere mucho después de todo.

— ... ¿Quieres dejar de ver fijamente el techo? — La voz de G resonó entre los sádicos mordiscos de las maquinarias crueles y hambrientas de aceite — Eres bicho raro...

— Claro que lo soy... — Respondió Ch — trabajó aquí después de todo.

Ambos se quedaron en silencio. Sus ojos, color blanco, se miraron mutuamente hasta que Ch se desvío a las escaleras por las cuales, al subir, se encuentra la oficina del supervisor, posiblemente vigilando con los miles de ojos que tiene instalados en los más de 4 pisos de la fábrica.

— Prefiero no ser regañado de nuevo — Dijo mientras se alejaba de él y se acercaba de nuevo a la ensambladora de piernas. Sus  ojos se quedaron pegados a la voluminosa máquina, sus aullidos de acero resonaban en lo más profundo de su sistema entre más lo observaba. De alguna manera, sentía algún sentimiento de pertenencia a este, tal vez era porque fue fabricado en estás mismas instalaciones.

Por otro lado, Ethan estaba con S. El humano estaba asegurándose de que cada dron estuviera sin ninguna falla en el ensamblaje. Sus ojos los revisaba uno por uno hasta que finalmente dió con la cuenta de 40 de los cuales solo 2 salieron defectuosos. Entonces jaló de una palanca y dejó que los demás drones fueran arrastrados por una cinta hasta una cápsula en dónde múltiples cables se conectaban a los puertos en su cuello. S estaba frente a la cápsula, tecleando rápidamente.

— ¿No es más fácil si tú te conectas? — El humano tomó el hombro del dron.

— No... es más aburrido... — Respondió antes de volverlo a ver después de unos segundos en los que se
guía tecleando — ¿se siente bien?

— Claro... es solo que...  ¿no tienes sueño?

— Sabe que yo no soy capaz de sentir cansancio — Respondió. Sus ojos se fijaron en él, observando el brillante cabello color café en él.

— Bueno... estoy cansado... — Rió suavemente mientras se tambaleaba ligeramente.

— Ya casi podrá descansar, no se preocupe.

Ethan asintió suavemente mientras su mano derecha se resbalaba suavemente por su piel hasta rascar su nuca suavemente en un intento de conservar la consciencia y no caer muerto al suelo.

Cuando parecía que los bramidos de las máquinas eran lo único que les haría compañía, un pitido llamó su atención con sus insistentes y agudos chillidos. Ethan miró hacia la radio que tenía enganchada en su cinturón. Lo tomó a los pocos segundos y lo alojó cerca de su oreja justo a tiempo para oír el mensaje.

— ¿Ethan? ¿Me escuchas? — Su frente se arrugó con cierto desagrado cuando escuchó la grave voz proveniente de la radio.

— Sí, ¿que quieres? — Entrecerró los ojos con una mirada tan afilada como la hoja de una espada. Frunció el ceño casi como una reacción natural.

— Una de mis drones se descompuso... — Dijo relajadamente, ignorante de los sentimientos de su compañero por él — no sé que le pasó...

— ¿Y eso qué?

— Quería saber si me podías prestar uno de los tuyos — Bajo su voz relucía una extraña emoción por la respuesta del contrario. Deseando con todas sus fuerzas un "sí" de su parte — Ya sabes... no puedo trabajar si no tengo uno...

Por reflejo natural, sus dedos apretaron el torso de la radio con una rabia tan grande que su mano temblaba. Apretó los dientes ligeramente antes de suspirar por lo bajo, alejándose del aparato para evitar ser oído. Y tan pronto terminó, volvió a acercárselo al oído.

Toda la fábrica sabía lo que ese hombre hacía con los drones. Bastantes incidentes se han acumulado en su expediente, atrapado una y otra vez con las manos en la masa. Era una sucia persona, si es que a eso se le podía llamar persona.

Estuvo en prisión 14 años por haber violado no solo a una infante, sino a más de 6. Media docena de inocentes criaturas que no tenían mayor culpa que la del simple hecho de existir. Mas sus vidas fueron manchadas sin un atisbo de arrepentimiento, solo el depravado deseo de satisfacer sus asquerosas necesidades.

Es obvio decir que su juicio fue comprado, tomando una condena mucha más ligera que la debería tener, pues no solo violaba a niñas de entre 8 a 15 años. Sino que también, se comprobó que asesino a otras muchas cuando se sintió completamente satisfecho o en medio del acto tan enfermo que estaba llevando a cabo.

Pero JcJenson™ no hace distinción entre personas. No hay asesinos, ni violadores, ni pirómanos o ciudadanos ejemplares. Solo existen seres sin derechos a los cuales esclavizar para que trabajen de sol a sol de domingo a domingo.

Pero esto nunca frenó a Henry, el nombre de este despreciable ser. Pues ahora sus víctimas eran los drones obreros que se les eran asignados. Y en esta ocasión no importaba si era un robot que imitaba a una mujer o a un hombre. Él solo hace su asqueroso trabajo hasta que finalmente se sienta lleno y dejé a la pobre hojalata completamente dañada.

Es una obviedad el hecho de que acaba de terminar con una víctima... y busca una nueva.

Pese a todo, Ethan no es del tipo que pierde el control fácilmente. En su lugar, prefiere simplemente evitar los problemas con el hábil uso de la palabra y el diálogo.

— Escúchame... — Aunque eso no evita que no sea difícil para él resistirse a los impulsos — no voy a darte nada... y te lo advierto — Tal vez este no es el mejor ejemplo de su serenidad para resolver problemas — tocas uno de mis drones y yo mismo seré el que te dé la cara. ¿Entiendes?

— Claro, hombre. Solo asegúrate de cuidarlos bien. Nunca sabes cuando uno se te puede perder — A pesar de su advertencia, el hombre no se mostró intimidado en lo absoluto. En su lugar lo vió como una meta a superar —. Cuídate amigo, hablamos más tarde.

— ... No soy tu amigo, enfermo — Ni siquiera de molestó en escucharlo una última vez. De una sola apagó la radio y la colocó de nuevo en su cinturón.

Pasaron unos segundos en los que Ethan se mantuvo en silencio. Sus ojos se habían clavado sobre el suelo, analizando sus propias palabras y las del otra "persona". Se compladecía por la pobre dron que había quedado bajo su tutela y que seguramente tendría que ser reparada pronto.

A veces se pregunta como es que el hace sus  actos con simples trozos de chatarra con cabello. Cómo es posible que JcJenson™ permitirá ésto, también era una de sus preguntas. Sin embargo, sacudió su cabeza repetidamente con tal de deshacerse de esas asquerosas ideas y pensamientos.

— ¿Él de nuevo? — La voz de S le saco de sus pensamientos, tal vez por un acto de misericordia divina para evitar que su cerebro se secará con tanta porquería pasando por su mente.

— Sí... es un maldito enfermo... — Se acercó de nuevo a su dron, posicionando su mano sobre su hombro. Casi como si temiera que se le fueran arrebatados de un solo jalón.

— Relájese... todo está bien. Es solo un imbécil trastornado.

— ... Él no es un trastornado, es un put... — Casi como si alguna fuerza mayor buscará impedir que el insulto de completará, las luces se apagaron, huyendo despavoridamente como un niño asustado. Permitiendo así que las sombras se apropiarán de sus dominios.

https://youtu.be/jCNiYyBkR3I

— ... ¿Qué pasó...? — Preguntó a la nada, sin embargo, sintió como si miles voces dieran una respuesta al unísono en un único murmullo.

— Él... viene — Fue lo único que pudo responder a su amó, haciendo a su propia voz formar parte del coro de susurros.

— ¿Él? — Sus dedos se aferraron sobre su hombro mientras lo separaba de la silla e intentaba verlo a la cara.

Como el rítmico golpe sobre un tambor, unos pesados pasos hacían eco en el lugar. Ni siquiera las monstruosas bestias de metal de gran tamaño se atrevían a gruñir en su presencia. El silencio era únicamente roto por él pues es quién ha provocando el mismo y tiene derecho de hacer con él lo que le apetezca.

Miles de destellos amarillos se originaron bajo las gruesas faldas de la oscuridad. Eran los atentos ojos de los servidores, observando a su superior caminar lentamente como un montón de carroñeros.

El propio S se despegó de su gran amigo y colega, en su lugar acudiendo a la llamada que le exigía su presencia en la inmediatez de un pestañeo. Por su parte, Ethan observó lo que podía decir que era la silueta de S. Sus pasos eran lentos y sus ojos desprendían ese mismo brillo color amarillo tan enigmático pero a la vez... familiar.

Entonces las luces de emergencia se encendieron. Los pálidos focos desprendían una luz rojiza que bañaba con su ser la habitación, invadiendo el lugar de cierta claridad engañosa pero a la vez reveladora. Los drones, como fieles sirvientes apreciando a su amo llegar, se arrodillaron o simplemente se quedaron quietos en una fila que se extendía lateralmente, como si de espectadores de un gran desfile se tratarán.

Los profundos pasos eran lentos, seguros de sí mismos, del poder que contenían y de la superioridad con la que contaban. Sabían que nada ni nadie se atreve a desafiar su autoridad, ni tampoco lo harán pronto.

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Marzo 17 de 21XX a las 12:49


— Niños... ni se atrevan a tocar algo, ¿entendieron? — Ordenó una voz masculina a sabiendas que sería ignorado a pesar de sus advertencias.

Era Martes normal de toda la vida y para toda la familia... ¡¡solo que están de excursión en una de las fábricas de drones de la famosa e infame compañía de JcJenson!! ¡¡Que emoción!! ¡Qué alegría! Que... ¿estupidez?

Eran el grupo 108 A. La excursión tenía como objetivo mostrar la fabricación de los cotidianos Worker Drones. Aquellos robots que casi cualquier persona tiene en su casa como ayudantes del hogar, del trabajo o para otras actividades más diversas. Todo el mundo aprecia tener uno, y los que no, quieren tenerlo. Es una completa maravilla de la ingeniería con tan solo ser capaz de sentir emociones realidad y no simplemente estar limitado por su programación.

Este era el gran punto de vista de la pequeña Alice. Con sus recién cumplidos 9 años, su fascinación por los robots surgió y creció en ella de sobremanera, siendo comparable a una obsesión... ¡pero no hay tiempo y ganas de hablar de eso!

Su padre fue un trabajador de JcJenson por unos largos y erect... unos largos años. Era un trabajador bastante comprometido con su trabajo y competente en su labor de programación. Sin embargo, tenía un puesto relativamente bajo a pesar de su longevidad en la empresa. Pese a esto, el amor por su trabajo nunca murió... hasta que él lo hizo primero.

Pero Alice no tiene que recordar memorias dolorosas y oscuras. Simplemente tiene que relajarse y concentrarse en tan maravilloso recorrido, en observar de primera mano su gran fascinación por la robótica inculcada por su propio padre. Incluso si muchos de sus compañeros no parecen pensar igual que ella y en su lugar desprecian la pérdida de tiempo que significa estar ahí.

La turba de niños caminan entre los pasillos hasta llegar a una cámara mucho más grande, la zona de ensamblaje. Lógicamente, era dónde armaban las extremidades y demás componentes exteriores en los drones, además de que es el lugar en donde se pone cabello a las drones femeninas... y a algunos drones masculinos, cuando se tiene suerte y lo necesario para instalarlo. Por su parte, Alice se mantuvo atenta a todo esto. Podía ver a los orgullosos y bien pagados trabajadores trabajar con todas sus ganas con tal de ganarse el sueldo mínimo y no morir de hambre como SONY y la PS5 pro

Solo que... había algo raro en ellos... sus movimientos eran torpes, sin vida, desanimados. Su piel era pálida, carecían de otro color más allá de uno de porcelana que dejaba ver las venas a través de ellos. Sus rostros estaban inexpresivos, incluso si algunos estaban sudando en exceso, estos se mantenían estoicos y en su lugar se mantenían trabajando.

Alice se sintió... rara, extrañada, observada... un hormigueo viajaba de su espalda hasta su nuca con una irregular intensidad que le hacía sentir incómoda. Sus ojos marrones se mantuvieron fijos en los diversos trabajadores en la fábrica. La mayoría estaban trabajando sin prestarle atención a nada más que su labor, mas había uno en especial que trabajaba de igual forma, pero su cabeza estaba orientada hacia ella. Sus ojos estaban rojizos, pero a la vez sin vida, carecían de un brillo natural que podía indicar el estado del sujeto, sólo las saltonas venas en sus ojos eran el indicativo que aún circulaba sangre por su cuerpo... ¿verdad?

El hormigueo incremento horriblemente, sacudiendo su cuerpo tal cual un escalofrío lo hizo instantes después. Su pálida piel hacía un llamado tan tendedor a acercarse a él con tal de saber los secretos que ocultaba en su interior. Incluso cuando su cuerpo ni siquiera se movía para dar entender que estaba respirando, algo en su ser, en su cerebro le decía que podía ser una buena idea ir al encuentro y obtener respuestas... mientras que el otro lado le imploraba para que hiciera lo contrario. Finalmente, solo hubo un ganador.

— ¿Maestro, puedo ir al baño?

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Marzo 15 de 21XX a las 22:59

Ethan se acercó lentamente. Sus flácidas piernas temblaban bajo la luz escarlata que inundaba el lugar con su gran voluntad. Sus ojos buscaron el origen de todo, el ser que provocó todo este circo tan perturbador. Y de hecho... lo hizo.

El centro de atención no era nada más que un simple dron, uno solo... tan diminuto como el resto, mas por el contrario estaba envuelto en una extraña atmósfera que intoxicaba a su alrededor y se llevaba toda la atención. Aquel drone paso de largo, sin prestarle mayor atención más allá de una simple revisión visual rápida. Sin embargo, fue ahí cuando frenó. Vestía como una capucha medieval que cubría su cabeza, aunque se podía llegar a apreciar sus cabellos plateados como la hoja de un cuchillo.

Giró su cabeza hacia él, mostrando el par de óvalos color dorado que tenía por ojos. Estos se clavaban sobre su piel como dos trozos de vidrio. Pero, sobretodo, quedó en total evidencia la existencia lo que parecía ser una máscara hecha de carne en su totalidad.

Bañada bajo la luz escarlata, una máscara dracónica palpitaba suavemente como un corazón expuesto al aire libre. Bajo su imperturbable mirada, Ethan temblaba como un perro mojado de la calle. Sus dos cuernos se llevaban toda su atención. Estos eran del mismo color que la sangre helada en su torrente sanguíneo. Con una ligera inclinación hacia atrás que parecía querer imitar a un demonio a pesar de contar con un mayor parentesco con un dragón.

La máscara solo cubría su visor, dejando en descubierto la boca, en dónde a cada costado del rostro había un afilado colmillo mucho más pequeños que los cuernos. La máscara en su totalidad parecía ser un individuo diferente a su portador, pues está latía rítmicamente al compás del propio núcleo del dron de cabellera plateada cuyos ojos estaban fijos en el tembloroso humano frente a él.

Buenas noches — Saludo cordialmente. Su profunda voz provocó un leve retroceso en él humano frente a él —. No lo había visto antes...

¿Yo? — Masculló suavemente — Fuí contratado hace dos meses y medio... — Ni siquiera sabía quién era, pero había una presión en su pecho que le hacía hablar con tal de quedar bien. Sus manos sudorosas se restregaron contra su pantalón, intentando conseguir la frescura con esta acción.

— Ya veo... el supervisor no habrá informado de su integración en su último reporte... — Se dió la vuelta y continúo caminando. La capucha se movió con él,  danzando bajo el compás de los movimientos de su dueño — Me hubiera gustado conocerlo un poco más a fondo...

Ethan frunció el ceño mientras ladeaba la cabeza. Sus palabras le sonaban confusas.

— Mátenlo — Ordenó sin siquiera voltear. Solo seguía avanzando hacia las escaleras que daban a la oficina del supervisor.

Los ojos del único humano con vida ahí se abrieron ante sus palabras. Su corazón elevó su frecuencia cardíaca exponencialmente en tan solo unos instantes. Sus piernas y manos temblaron bajo la cálida pero pegajosa protección del sudor. Sus piernas se movieron por si solas con el único propósito de buscar la supervivencia. Estás retrocedieron gradualmente, buscando no hacer movimientos bruscos y provocar un ataque más agresivo.

Sus tres drones favoritos, a quienes había tratado como hermanos, estaban ahí, rodeándolo con el único objetivo de acabar con su vida tal y como se les había ordenado. Sus ojos estaban fijos en él a la par que sus extremidades temblaban con cierta duda.

Ch apretó la llave inglesa que sujetaba con sus dos manos, incluso si no era un ser vivo o sintiente, sus creadores habían decidido hacerle portador de la maldición y a su vez bendición de sentir emociones y características humanas. Su rostro se sentía incómodo, pegajoso y muy, pero que muy húmedo...

Sus ojos, corruptos por el Solucionador Absoluto, se movieron sobre sus compañeros en un intento de huir de la vista de su dueño. Mas no encontró otro consuelo mayor, pues S estaba temblando en su totalidad mientras que G ni siquiera se atrevía a retirar la mirada del suelo.

Pese a todo, podían sentir una extraña presión sobre sus pechos, sus núcleos latían al unísono con gran fervor por encontrar alguna solución a sus acciones. Pero no había nada que hacer frente a esta situación. Si ellos no hacen nada, entonces él lo hará, y no será nada bonito.

Fue G quien decidió romper con la estática de la situación. Paso sus manos por encima de su rostro mientras sacudía su cabeza suavemente a la par que se acercaba a Ethan frente a su atenta mirada. Pero si algo les había enseñado, precisamente ese humano, era que nunca debían de separarse y a su vez debían actuar en colectivo. Y ahí fue cuando sus palabras se aplicaron en el peor contexto posible posible. Ch y S siguieron el ejemplo de su compañero, aproximándose a él.

Sobre su garganta, la ausencia de palabras y aire se hicieron presente, estrangulando su alma bajo las sólidas cadenas del miedo y traición. El nudo en su garganta le hizo imposible decir una simple palabra por más insignificantemente minúscula que sea. Su pecho subía y baja rápidamente acompañado de su pesada y ruidosa respiración llena de pánico cuando los vio aproximándose a él.

Sin embargo, ellos frenaron de un segundo a otro, con sus cabezas orientadas hacía un costado, observando un mismo punto en común. Ethan no pudo evitar imitar está misma acción, volteando por más que su corazón, con sus dolorosos golpes a su caja torácica, intentaba impedirlo para que en su lugar huyera.

La mano alzada en un puño había sido una señal tan simple pero eficaz para indicar a sus subordinados que pararan. El encapuchado ni siquiera se había dignado a voltear hacia ellos, sino que simplemente frenó si caminata. Pero no duró mucho, pues poco a poco se volteó hacía ellos, o especialmente, a Ethan. Sus ojos color ámbar brillaban a través de los huecos de la máscara carnosa, arañando el alma del trabajador como si de un gato se tratará.

— Sobre... su pequeño conflicto con otro activo — Su voz hacia eco con gran profundidad haciendo temblar las piernas de los tres drones —. No tiene que preocuparse, me aseguraré que pague las consecuencias de sus actos...

Y tras esas palabras bajó la mano y continúo con su camino como si su intervención ni siquiera hubiera existido. Lo que solo significa algo: la ejecución sigue en curso... para el gran pesar de los principales involucrados.

Ethan no tuvo tiempo de reaccionar, tampoco para responder y decir un gracias por acabar con un demonio infernal como lo era Henry. Solo fue necesario un único golpe sobre su cabeza para derribarlo, en dónde miles de golpes aterrizaron sobre su cuerpo casi inconsciente. Sus drones atacaban sin piedad, una y otra vez en un ritmo incesante con tal de terminar rápido con el trabajo y, sobretodo y la razón de la constancia de sus golpes, evitar que sufra más de lo necesario al darle una muerte rápida.

Sus huesos de rompieron bajo los impactos, la sangre emergió de sus heridas y su corazón dejo de latir con su cerebro muriendo con una última imagen recolectada por sus moribundos ojos. Eran sus drones, sus queridos drones... amigos, hermanos, compañeros del alma y del trabajo. Estaban ahí con él... a pesar de todo, siguen estando con él...

Ellos están... matándolo.

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El dron de máscara de dragón siguió caminando. Sus pasos eran profundos y confiados, ignorantes de los azotes de más atrás. Su cabeza estaba en lo alto, como siempre lo había estado desde que comenzó a perder su humanidad. Sus brillantes ojos se mantenían serenos incluso cuando un dron se le paró enfrente apenas llegó a unas oscuras escaleras metálicas y oxidadas.

— Señor está aquí... — Dijo el dron mientras se mantenía recto en su presencia —. Nos complace su presencia en estas estaciones — A pesar de la seguridad en la que estaban bañadas sus palabras, piernas temblaban ligeramente con cierto nerviosismo.

El contrario se mantuvo en silencio, mirando fijamente a su subordinado antes de responder en un tono monótono.

— Me gustaría que olvidé quien soy yo y en su lugar le dé lo que necesitó.

— Por supuesto, señor — Respondió con total normalidad a pesar de su tono seco.

— ¿El supervisor está aquí? — Su gélida voz hizo retorcer al contrario. Lo que hizo que sus ojos se afilaran, juzgando al secuaz.

— Así es, señor. Le informé sobre su reunión con tres días de antelación tal y como usted había ordenado, N... — Su respiración frenó súbitamente cuando vio el rostro del dron perturbado ante la mención de su nombre — quiero decir... señor.

Cómo mero instinto de supervivencia, sus pies se obligaron a sí mismos a retroceder ante la falta de respuesta o movimiento de N. Sus ojos se atravesaron mutuamente por error, encontrándose nada más que una fría montaña de nieve sin vida. Su propio sistema era capaz de percibir los latidos de su paranoico corazón ahogándose en el miedo de la oscuridad y la muerte.

Estaba apunto de decir algo con la intención de remediar la situación y conservar su cabeza cuando N caminó lentamente hacia él sin decir una sola palabra. Sintió una gran presión sobre su cuello y el aire en sus pulmones se quedó atrapado en ellos con la tortuosa necesidad de escapar de alguna manera. Sus rodillas se doblaron bajo su propio peso mientras la profunda mirada del contrario hacia trizas su alma.

Sin embargo, cuando estaba apunto de echarse al suelo y suplicar por misericordia, el albino paso de largo y subió por las escaleras sin mayor preocupación. El aire regresó a sus pulmones al siguiente instante de haber sido ignorado por el segundo al mando. Mas la preocupación seguía ahí, en un gran y tembloroso ser que le hacía respirar pesadamente bajo ruidosos jadeos sin las fuerzas como para recuperar y conservar el suficiente oxígeno.

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Por otro lado, N se detuvo frente a la puerta de una oficina, el último lugar al que conducen las largas escaleras detrás de él. Pasaron algunos instantes en los que se limitó a analizar la puerta a gran profundidad, examinando su superficie metálica desgastada por los años en servicio junto al pomo anaranjado por el constante uso y contacto de manos humanas.

Alzó su mano suavemente y tocó tres veces la puerta con la suficiente fuerza como para asegurarse de hacerse notar. Pero después de esto no hubo respuesta alguna más allá del sabio silencio que siempre sabe cuando no decir nada y en su lugar simplemente observa con gran atención.

Sin embargo, N también cuenta con esa gran paciencia característica del silencio. Esperando atentamente a que la única persona del otro lado se atreva a abrirle y darle paso libre al interior. No volvió a golpear la puerta, está seguro que había sido oído. Además de que no necesita volver a hacerlo pues él no es quien necesita hablar...

Cuando habían pasado casi dos minutos, y la paciencia del albino comenzaba a tambalearse, algunos pasos le hicieron alzar la cabeza a la vez que bajaba su mano. La puerta se abrió con un chillido ensordecedor, y detrás de ella se mostró un hombre.

Era alguien de una estatua común, alcanzaba los 1.78 metros de altura y tenía una complexión robusta. Contando con unos hombros y brazos voluminosos los cuales no hacían menos a sus también imponentes piernas. Su rostro estaba arrugado y algunas canas ponían observarse en cabeza.

Tyron era un hombre de 58 años, con tan solo dos días más para cumplir los 59. Formó una familia hace 15 años de la cuál  nació una hija de 13 años como fruto.

Se podría decir que es alguien amable, aunque más bien se mantiene a raya en cada situación que se le atraviesa. Él no suele ser alguien que inicie un conflicto, mas no por ello se mantiene alejado de ellos. Sin embargo, toda su fortaleza se reducía a nada más que pedazos frente a la mirada de N.

Pese a su diminuta estatura, podía sentir su frente sudorosa. Sus manos se abrazaban una a la otra constantemente con tal de darse consuelo bajo el sudor viscoso que se resbalaba entre sus dedos y frente. Su mirada lo dejaba paralizadas sus temblorosas piernas dominadas por el hormigueo de su alma siendo cortada por las navajas de sus ojos.

La presión sobre su pecho le hizo jadear como un perro callejero. Retrocedió lentamente con tal déjalo pasar y no jugar con su paciencia. El dron accedió a su propuesta e ingresó sin mayor preocupación y sin despegar de él junto a la marcha rítmica que eran sus pasos.

Una vez adentro, la puerta de cerró lentamente sin la intervención de nadie más. Pero N ni siquiera se vio preocupado por esto y en su lugar solo negó con su cabeza antes de finalmente hablar.

— Me parece que teníamos un acuerdo, supervisor — Su voz fue profunda, hizo eco en la habitación y carcomía los oídos del humano frente a él.

Algunos segundos pasaron en los que no hubo respuesta alguna. Cosa que agotó su paciencia y le hizo levantar ligeramente la mano, provocando el pánico en Tyron quien rápidamente dio un paso adelante mientras se enderezaba con tal de parecer seguro de si mismo.

— ¡Lo tenemos! Lo tenemos... — Su voz fue consumida por la duda, engullendo la confianza en ella entre sus afiladas y crueles fauces.

— Usted ha faltado a su palabra... — Se aproximó al supervisor a paso lento. El eco de sus pasos inundaba la habitación — y nuestra administradora no está muy contenta con ello... — Sin embargo, el albino paso de largo. Haciendo soltar un suspiro de alivio por lo bajo proveniente del hombre.

— N... Necesitó un poco más de tiem...

— ¿No creé que usted ya tuvo demasiado tiempo? — El amarillo brillante en sus ojos se reflejó en el cristal de la ventana que dejaba ver el interior de la fábrica, justo en dónde el ambiente laboral tenía lugar.

— Nosot...

— ¿Nosotros? — Giró lentamente su cabeza hacia él — Según recuerdo, está es su responsabilidad.

— Bueno es que yo... los superiores comienzan a sospechar... nos han reducido el presupuesto y... — las palabras se atoraron en su garganta cuando sintió una presión en su cuello dificultando su acceso al aire.

— Y por eso se despidió al 80% del personal, ¿no es así? — Giro completamente hacia él, expectante de su respuesta — Eso se traduce en que la producción de drones se vio paralizada, ¿no?

— S... Sí... es correcto — Sus palabras salían con dificultades, apenas se diferenciaban de un susurro y eran mucho más débiles con cada segundo.

— Ya veo... — Suspiró pesadamente — nuestra señora tenía grandes expectativas sobre usted... es una lastima que no estuviera a la altura — Sus frías palabras lo dejaron completamente helado bajo su gélida mirada, tan solitaria y con falta de vida en ella.

— ¿Q... Qué? — Fue lo primero que pudo susurrar antes de que el sentimiento de supervivencia naciera en él en forma de negociación — ¡No! Aún puedo arreglar... — Sin embargo, la misma táctica que había utilizado para llegar a ese puesto no iba a funcionar dos veces.

Una extraña figura se formó sobre su cuello, era el símbolo del Absolute Solver, brillando con su deslumbrante y majestuoso color amarillo. Tan solo fueron necesarios unos segundos para que Tyron fuera levantado.

— No seguiré tolerando su incompetencia ni la de sus trabajadores — El Absolute Solver se manifestó sobre su mano derecha. Sus dedos se cerraron lentamente mientras lo asfixiaba con el mismo ritmo, lento y tortuoso. Su tráquea era aplastada minuciosamente, solo apretaba con el debido cuidado para que su diversión no se acabará antes de lo debido.

— Fue advertido de lo que su fracaso provocaría... — Sus dedos estrecharon su distancia entre ellos.

— P... Por favor... piedad...

— ¿Piedad? — Negó suavemente con la cabeza — No, supervisor. Usted ya debería saber que los monstruos como nosotros no tenemos esa palabra en nuestro diccionario

— P... Puedo... Arreglarlo... Por fav... — Un simple movimiento de dedos fue el desencadenante de un ruptura en su cuello provocando por la muerte casi inmediata.

Lentamente, el peli blanco bajo su mano suavemente. A diferencia del cuerpo del humano quien cayó en un golpe seco sobre el suelo. Sus ojos se clavaron sobre su espalda como dos cuchillos arrojadizos. Los cuales penetraron en su piel de un solo corte limpio y profundo.

Su cola emergió de su espalda baja, sus múltiples ojos invadieron con pavor a las sombras que consumían su alrededor y las hizo huir bajo su brillo de tonalidades amarillas. N movió su cabeza hacia las mandíbulas que formaban parte de él. Por su parte, su cola le regresó la mirada, casi como si tuviera voluntad propia.

Había cambiado... ahora múltiples protuberancias grisáceas habían emergido de su mandíbula superior, justo por encima del último par de ojos dorados. Estás lucían como solidad rocas clavadas sobre su cráneo como afiladas cuchillas capaces de cortar hasta el metal.

¹Por otro lado, el centro de su cabeza tenía una hilera creciente de estás mismas protuberancias que iniciaban un poco más atrás de donde estaría una hipotética nariz hasta la parte trasera de la mandíbula superior. Estás se asemejaban a los afilados dientes del disco de una sierra, con las puntas orientadas hacia atrás.

¹(Imagen de inspiración/copia:

)

La mandíbula abrió su boca, solo para dejar salir de esta un objeto redondo, similar a una cinta métrica enroscada. Sin embargo, está comenzó a temblar incontrolablemente antes de desdoblarse. Se trataba de lo que podría llamar un parásito. Su cuerpo era similar al de un gusano, con pequeñas espinas metálicas a cada costado de su cuerpo como de si de un ciempiés se tratará.

Contaba con múltiples ojos mecánicos en la cabeza ligeramente redondeada con la que contaba. Y dos extremidades, similares a dos brazos con garras de cuatro dedos, se extendían y ayudaban a arrastrarse por el suelo, acercándose al cuerpo de Tyron e ingresando en su boca.

N observó la escena atentamente, sus ojos amarillos recorrían el trayecto que estaba tomando el parásito, su silenció solo apoyaba de cierta manera su misión a la par que sus ojos reflejaban el desprecio por esos seres tan repugnantes.

Una baba negra y viscosa se resbalaba de su cuerpo, ayudándolo a arrastrarse a su objetivo mientras algunos chirridos eran emitidos por la extraña criatura.

— Una vez tome el control, asegúrese de borrar todo registro de nuestra presencia — Habló mientras se dirigía a la puerta con un paso lento y ruidoso —. No voy a tolerar una sola falla más — Su voz era imitada por cientas de veces por la siniestra habitación consumida por las crueles mandíbulas de la oscuridad.

— Y busqué y desaparezca a los despedidos...  — Abrió la puerta en un chillido adolorido que podría aturdir a cualquiera —. Esperó ver su informe a final de mes, supervisor... — Y tras esas palabras, se fue. Dejando que el cadáver se levantará por sí mismo, dejando caer una sustancia negra de su boca.

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Con la resplandeciente luz del sol dando la bienvenida a todo ser vivo. Un helicóptero escapaban de sus rayos luminosos antes de frenar por encima de una extensa agrupación de edificios grisáceos, carentes de vida y personalidad. Tal y como se esperaría de una base militar.

— ¿Está libre para aterrizar? — Preguntó el piloto por una radio.

— Afirmativo. ¿Cuántos cuerpos han encontrado? — Respondieron bajo una voz distorsionada.

— Un total de 8 de los cuales solo dos están en casi excelentes condiciones condiciones.

— No importa, serán útiles... ¿contaban número de serie?

— Sí — Respondió mientras miraba el libro que había recogido del cadáver robótico y profanado —. Pero no los recuerdo...

El helicóptero transportaba consigo un contenedor no demasiado grande. Esta brillaba con un color azul metálico mientras se meneaba suavemente con la más mínima provocación del aire.

En su interior, múltiples drones desactivados fueron apilados. La mayoría estaban gravemente destruidos, con varias extremidades faltantes o partes de su rostro faltantes. Pero sobretodo esa chatarra, una dron de coletas estaba sobre ellos en un buen estado con excepción de su visor. Mientras que, un poco más alejada de todos los cuerpos sin vida, otra autómata de cabellos plateados y cortos estaba sentada pacíficamente, esperando el momento de su aterrizaje y... resurgimiento.

Habían tantas cosas que había visto esa dron con su visor. Su núcleo había latido tanto por un solo dron que apenas esté frenó provocó la caída de aquél otro dron que también la amaba.

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Tras una larga jornada laboral en la que fueron explotados laboralmente de mil maneras posibles. La mansión Elliott se quedó completamente muda bajo el resplandor de la luna. Dejando a solo dos drones despiertos, disfrutando de la presencia del otro.

Cuando la noche llegué.
Déjame quedarme en tu regazo.
Canta mi nombre
Para encontrarte
Reza por mi ser que ha de encontrar la paz en tu memoria.

El brazo de N abrazaba cuidadosamente su cintura mientras la mano de V descansaba sobre su hombro. Se balancearon con suavidad de un lado a otro con sus "frentes" apoyándose del otro. Sus dedos estaban entrelazados como un gran amarre inamovible.

Protégeme de la oscuridad.
Préstame tu calor
No me dejes solo en mi maldad
Enróllame en tu esencia y...

Ni siquiera necesitaban una pista musical para motivarlos a bailar. La simple belleza del momento era más que suficiente con la gigantesca ventana siendo atravesada por la luz blanquecina de la luna, iluminado sus caminos, dispersando la oscuridad de ellos.

Dejame ver la luna contigo.
Veamos las estrellas una vez más.
No me dejes escapar de ti,
Encierrame en tu corazón.

Sus movimientos eran lentos y cuidados, prefiriendo estar en sintonía con lo que su pareja quería y no abusar de su confianza. Pero esto no les impidió separar las cabezas parcialmente y permitirse a ellos mismos cruzar las miradas. Cuando el blanco era la señal del la ardiente pureza que calentaba sus corazones y derretía sus sentimientos, haciendo desear estar con el otro en cada segundo. No queriendo olvidar a quien es el primer amor y el definitivo para ellos, pues...

Forzarme a recordar con amor
Cada instante que pase contigo...

Hasta que cierre los ojosBajo tus brazos y regazo.

Hasta que mi corazón deje de latir por ti...

El primer amor nunca se olvida.

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Palabras: 5978

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Mi honesta opinión de este cap:

Pero ustedes vinieron aquí por ver a N siendo egdy, así que eso mero les estoy dando (esperó)

Con esta historia estoy empezando a utilizar las fechas como recurso narrativo en las historias. Aunque la idea iba a ser utilizada desde un principio en FEAR, olvidé hacerlo, pero aquí se ha retomado.

Y... ¿nada más supongo...?

N ahora tiene una máscara hacha de carne bien bonita y con forma de dragón (Una idea que quería implementar en Me cambiaste y posiblemente haga) y cuenta con el solver para que este roto y nadie nos quejemos. Además de que volvió más inestable cuando se dio cuenta que le robaron a su V... o su cádava

Como ya dije, estoy tomando al papucho y mejor personaje de Star wars, Darth Vader para hacer a este todo malandro y eso. Así que si ven varias """""""""""inspiraciones""""""""""""" que sepan que son más bien copias xd.

La verdad es que escribir este capitulo se me dificulto bastante porque no tengo ideas y inspiración para escribir pero si ganas de hacerlo. Supongo que me obligue a mi mismo a acabar esto así que esperó que les haya gustado mucho. Recuerden que un voto me ayuda a saber que les gusto y a ser feliz, y un comentario lo mismo pero multiplicado por 100.

Los quiero mucho y ahora me voy.



SHUSHUSHUSHHHHH


Palabras: 6860

Fecha de inicio de escritura: 12/10/24

Fecha de publicación: 19/10/24



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