Filme de terror
Filme de terror
Era una noche tranquila y despejada, en la que no se avistaba una sola estrella alumbrando el firmamento, cuando fue que un viejo automóvil se paró en la carretera en medio de una zona boscosa.
–Vaya –rió con resignación el chico que iba al volante, que era un adolescente hispano de diecisiete años de edad–. Parece que nos hemos quedado sin gasolina.
–Entonces –se dispuso a indagar su acompañante que iba en el asiento del copiloto, una chica rubia de su misma edad–, ¿que vamos a hacer ahora?
Así, mientras la joven pareja iba a pie camino hacia la estación más cercana, en dado momento la chica rubia se disculpó con el chico hispano al creer antes que este había inventado lo de que el auto se quedó sin gasolina con intención de sobrepasarse con ella.
–Discúlpame por no haberte creído, Bobby –fue lo que dijo.
–Está bien, bebé... –respondió su novio sin darle mayor importancia–. Oye, ¿te puedo preguntar algo?
–Dime.
Bobby detuvo su paso ante Lori y se regresó a mirarla directamente a los ojos.
–Tu sabes lo mucho que te amo, ¿verdad?
–Si –asintió Lori deteniéndose también.
–Y espero que tu me ames a mi –continuó Bobby–, de la misma forma en que yo te amo a ti.
–Por supuesto –sonrió la chica con suma ilusión.
–Y... Yo... –prosiguió el joven, algo nervioso por la tan importante pregunta que estaba por hacerle–. Pues ahora que estamos por entrar a la universidad... Sé que es algo apresurado, pero... Lori... ¿Quisieras casarte conmigo?
–Ouh, osito bubu.
En respuesta a su confesión, Lori se lanzó a besar apasionadamente en los labios a Bobby para darle a saber su afirmativa y este a su vez acabó de sellar el compromiso colocándole un anillo en el dedo a su novia.
–Es hermoso... –dijo Lori sonriente al admirar la sortija que ahora tenía puesta... Mas inmediatamente después bajó su mano y cambió su semblante de colegiala enamorada por uno más serio–. Bobby, ahora que es oficial... Hay algo que quiero contarte.
–¿Si, bebé? –preguntó el otro muy contento de que su chica le hubiese dicho que si.
–Osito bubu... –continuó esta como entre apenada y avergonzada al mismo tiempo–. Yo... No soy como las otras chicas.
–Claro que no, por eso es que sé que tu eres la indicada.
–No... Quiero decir... Que literalmente... Soy diferente a las demás.
–¿De que hablas, amor?
De repente, Lori avistó que las nubes despejaban el cielo, permitiendo que así pudiera visualizar a la luna llena; ante lo cual soltó un alarido y se encorvó a convulsionarse bocabajo.
–¡UH! ¡AH...!
–¡Bebé! –se inclinó Bobby ante ella preocupado–, ¡¿estás bien?!
–¡CORRE! –gritó la muchacha al levantar la mirada, y develar que en su boca habían aparecido un par de hileras de afilados dientes y sus ojos adquirían un fulminante color amarillo como los de un fiero animal.
Al ver esto, Bobby empezó a gritar como una mujer en apuros mientras contemplaba con espanto como Lori se erguía soltando feroces rugidos, al tiempo que sus manos se transformaban en garras, sus orejas se alargaban tornándose puntiagudas, su cuerpo y su cara se cubrían enteramente de pelo y su nariz se achataba hasta parecer la de un canino; a la vez que para acabar le crecía un rabo largo y peludo.
Una vez vio que su novia acababa de transformarse en lo que era una aterradora bestia sedienta de sangre, Bobby por fin logró romper la parálisis que lo había asaltado y salió huyendo despavorido a adentrarse estúpidamente en los bosques.
Al mismo tiempo, la mujer lobo salió en su persecución, derribando de un zarpazo a cada árbol que se atravesase en su camino y aullándole a la luna llena que era lo único que iluminaba el cielo en esa noche oscura y tenebrosa.
Finalmente, cuando Bobby creyó haberla perdido de vista en medio del bosque, la mujer lobo lo emboscó haciendo que cayera de espaldas al suelo y se preparó para abalanzarse sobre el.
Y ante la brutal escena que vino a continuación, todos en la sala de cine gritaron aterrados, salvo por Ronaldo Santiago que miraba la película con mayor disfrute entretanto degustaba de su ración de palomitas de maíz.
–¿Podemos irnos?, por favor –pidió con un hilillo de voz su amiga Linka, que yacía acurrucada y temblorosa en el asiento de al lado.
–¿Por qué? –repuso Ron sin dejar de prestar atención a la pantalla–, si está muy buena.
–Pues yo no quiero seguir mirando –acabó de decir muy molesta la peliblanca, quien sin mas se puso en pie y se abrió paso a la salida–. Disculpe...
Por su parte, Ron miró la siguiente escena y le entregó las palomitas restantes a la persona en el otro asiento de junto antes de ir tras ella.
–Es sólo una película –le dijo a Linka una vez la alcanzó afuera en la taquilla.
–No es divertida –refunfuñó esta cruzándose de brazos.
–Estás asustada, ¿verdad? –preguntó su amigo tratando de ser comprensivo con ella.
–No, no estaba tan asustada –negó la otra aparentando valentía.
–Si, como no –rió el hispano.
Con cierto desdén, Linka echó a andar por una calle que empezaba a cubrirse de pura niebla y Ron la siguió para tratar de levantarle los ánimos.
–Es medianoche
–le empezó a canturrear, bailoteando al mismo tiempo una especie de danza de estilo pop ochentero–,
y hay algo que acecha en la oscuridad...
Bajo la Luna,
está eso que a ti te podrá asustar.
Quieres gritar,
pero tu voz está paralizada...
Llorando estás,
de ese miedo que tú tratas de olvidar,
y que te hace temblar...
Linka entonces se relajó un poco y siguió escuchando lo que cantaba su amigo, mientras los dos iban de regreso a la residencia Casagrande.
–Se está acercando
–continuó Ron con su canción–,
y sabes que no hay forma de escapar...
Viene a atraparte,
te preguntas si podrás salir de aquí.
Miras atrás,
y esperas que sólo sea tu imaginación...
Mas oyes que,
si hay algo que viene hacia ti,
no hay donde huir...
En un intento por hacer que Linka recobrara el buen humor, Ron imitó el caminar de un muerto andante, cosa que a la chica si le causó gracia.
–Lobos aúllan
–siguió cantando el hispano, conforme hacia muecas cómicas para hacer reír a su amiga–,
y hay demonios merodeando por doquier...
Habiendo dicho esto, a lo lejos, por casualidad, se escucharon unos aullidos; pero Linka no se asustó al oírlos al estar más tranquila.
–Te acorralaron
–prosiguió su amigo con la canción–,
encerrarte sólo tiempo te dará.
Es el momento,
de que juntos tú y yo nos escondamos...
Terminará.
Pues este es un mal sueño nada más.
Despertarás...
Una vez que Ron terminó de cantar, Linka, ya de mejor humor, se aferró a su brazo y ambos siguieron felizmente su camino... Sin percatarse de que al pasar frente a un cementerio, todos y cada uno de los muertos enterrados allí retornaban a la vida y empezaban a salir de sus tumbas.
–Cae la noche y la oscuridad se hace presente
–clamaba al tiempo una siniestra y resonante voz a lo alto–,
mientras que de su tumba emergen los muertos vivientes.
Criaturas sedientas de sangre que recorren las calles,
y devorarán a todo aquel que se cruce en su camino.
Así mismo cada ser vivo existente,
que nunca antes haya temido a la muerte,
vivirá en carne propia las llamas del infierno,
y tendrá que vérselas con las hordas del mal...
En poco tiempo, hasta el ultimo cadáver de ese cementerio se arrastraba muerto en vida afuera de su fosa, cripta o mausoleo. De este mismo modo, un ultimo salió de una alcantarilla y no pasó mucho tiempo antes de que las calles se infestaran de zombis, tal cual como se veía en las películas.
–El olor a muertos consume el aire
–siguió clamando aquella misteriosa voz siniestra–,
mientras que la podredumbre acumulada de cuarenta mil años,
regresa a la superficie para masacrar inocentes,
y hacer de esta una noche de pesadilla.
Y aunque luches por sobrevivir, sabes que es inútil.
Tu cuerpo se estremecerá y el miedo se apoderará de tu ser.
Pues no existe mortal en la tierra que pueda resistirlo.
El verdadero horror está en frente de ti.
En cuestión de minutos, Linka y Ron atestiguaron lo que pasaba, al toparse con la horda de muertos vivientes rodeándolos a diestra y siniestra.
Zombis a su derecha, zombis a su izquierda. Repugnantes cadáveres reanimados que se arrastraban hacia ellos con intención de devorárselos y sin dejarles ninguna posible vía de escape.
A pesar de esto, Ron actuó valientemente al ponerse por delante de Linka para protegerla, y Linka en breve paseó la mirada a su alrededor para contemplar con espanto a los zombis y estar segura de que aquello no se trataba de un mal sueño.
Como si la situación no fuese ya lo suficientemente aterradora, ni bien que le había quitado la vista a su amigo por un instante y que escuchó que este soltaba un grito lastimero.
Cuando se volvió a verle, Linka observó horrorizada como Ron se había convertido en un zombi más, a causa de que otro de la horda acababa de asestarle un mordisco en el hombro.
En el acto, Ron, ahora convertido en zombie, empezó a bailar ante su asustada amiga mientras que los otros zombis se juntaron detrás de el para imitarlo y ejecutar una bien elaborada coreografía que parecía estuvieron ensayando con varios días de anticipación.
En principio, Linka no pudo dejar de ver, en parte por el susto que la invadía y en parte por la cierta fascinación que le producía el ver lo bien que bailaban los muertos andantes.
–Espeluznante
–canturreó de pronto el Ron zombi, con el resto de la horda imitando sus pasos de baile atrás de el–.
este es un filme de terror.
Ya nada va a salvarte si la bestia te atrapó.
Lo espeluznante,
es que esto es real.
A estas horas de la noche...
Nada...
Te podrá...
Salvar...
Porque es un filme...
Uno de terror.
Corre dentro de ti una escalofriante sensación.
Porque es un filme...
De terror.
Los monstruos hoy reinamos en esta,
tétrica, infernal, oscura, sombría y lúgubre,
noche de horror...
Espeluznante,
esto es un filme de terror.
Asustarte hasta la muerte a mi me llena de emoción.
Lo espeluznante...
Es que esto es real.
Los monstruos hoy reinamos en esta noche,
de filme, de horror.
Asustada a más no poder, Linka corrió a ocultarse en una casa abandonada que había cerca una vez Ron y los otros zombis dejaron de bailar y salieron en su persecución.
Tan rápido como pudo entró y se ocultó en una de las recamaras, en donde atrancó la puerta con un mueble; cuando de pronto, varios zombis quebraron los vidrios de una ventana y otro más entró rompiendo el entablado del suelo.
Por ultimo, el Ron zombificado acabó de ingresar a la recamara destrozando la puerta a puñetazos y apartando el mueble que hacía de tranca.
De este modo, al instante Linka se vio rodeada por la horda de muertos andantes encabezados por Ron, quienes avanzaban lentamente hacia ella que, a sabiendas de que ya no había forma de escapar, se agazapó en un polvoriento sillón a esperar lo inevitable.
–¡WAAAAAAAHHH! –gritó aterrorizada en cuanto sintió que la mano del Ron zombificado caía sobre su hombro.
–¡Linka, cariño, despierta!, ya llegamos.
Al abrir sus ojos nuevamente y exhalar una buena bocanada de aire, la chica albina vio que se hallaba en el asiento del copiloto de Vanzilla, su madre estaba sentada junto a ella tras el volante y su pequeño hermano Leon la miraba algo confuso desde su sillita para bebé en el asiento de atrás.
–¿Estás bien? –le preguntó Ron al asomarse por la ventanilla abierta de la puerta del copiloto.
Al verlo, Linka confirmó que este conservaba su aspecto de siempre y que en ningún momento se había convertido en zombi.
–Si... –respondió a su pregunta exhalando un suspiro de alivio, al comprender que hasta el momento todo había sido una pesadilla–. Estoy bien, estoy bien.
Habiéndose tranquilizado, Linka bajó de la van para ir a pasar el día en la gran ciudad en compañía de su amigo Ron.
–Nos vemos, mamá –se despidió de Rita al bajar.
–Recuerda que vendré por ti a las seis –indicó su madre, a lo que ella asintió.
–Hasta luego, señora Loud –se despidió Ron cortésmente antes de que el y Linka echaran a caminar por la acera.
–¿Y que vamos a hacer hoy? –preguntó la peliblanca al hispano.
–Vayamos al cine –sugirió este–. Están pasando la nueva película de El Chupacabras Contra El Hombre Lobo.
–Si. Se oye como una película mala, pero está bien, vamos.
En lo que el par de amigos se alejaban de la van, y la señora Loud se tomaba un momento para retocarse el maquillaje antes de poner al vehículo en marcha otra vez, el pequeño Leon miró en breve por el espejo retrovisor y ahí vio que Ron primero se atrevía a rodear los hombros de su hermana con el brazo... y luego se regresaba a devolverle una penetrante mirada con un par de fulminantes ojos amarillos, mientras esbozaba una sonrisa siniestra y en lo alto se escuchaba el eco de una diabólica carcajada.
FIN
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top