Señales contradictorias

El camino de regreso me toma mucho tiempo. Avanzo despacio, analizando cada imagen y palabra de los recuerdos de la otra Olivia. ¿O debería decir de la parte de mí misma que aún desconozco? Vi lo que le ocurrió a ella mientras yo estaba en plena batalla con un Dákama. Todo lo sucedido ese día la condujo al punto en el que desperté. Lo que todavía no entiendo es cómo fue posible que yo acabara aquí. Por más vueltas que le doy, sigo sin hallar la verdadera explicación.

Es bien sabido por todos los guerreros de la diosa que las almas no pueden cruzar entre dimensiones. Al tocar la linde entre estas, son devueltas de inmediato. Pueden ser atraídas o guiadas de diversas maneras, pero siempre dentro de los límites de la dimensión a la que pertenecen. El tipo de energía que se requiere para pasar de una dimensión a otra es inmenso, único. No lo posee ningún alma errante, ni siquiera lo tienen los seres vivos comunes.

Entonces, ¿cómo es que yo, despojada de mi cuerpo y con las marcas de mis manos destruidas, vine a parar a estas tierras? Nunca había pensado en algo como eso. En mi mente no existía esa posibilidad. Si ni siquiera lo imaginaba, ¿cómo podría intentarlo? Está claro que no fui yo la responsable de ello. ¿Acaso contaba la otra Olivia con la energía para consumar semejante hazaña?

Mi frente se arruga y niego con la cabeza. Nada de lo que he visto y oído de ella apunta a que tuviera habilidades sobrehumanas. Pero puedo estar terriblemente equivocada. El hecho de que tuviera visiones y escuchara cosas que otra gente no percibía es algo fuera de lo normal. Quizás no tuvo tiempo de descubrir y aprender a utilizar sus talentos ocultos y por eso parecía una chica común.

—¡Cuánto daría por hablar contigo, Gildestrale! —susurro, frustrada.

La diosa es capaz de enviar señales y mensajes breves a través de las marcas en las manos de sus guerreros, pero nunca les habla directamente. De igual forma, los guerreros solo podemos pedirle que nos dé su energía mediante las marcas. Sostener una conversación con ella es imposible, sin importar cuánto lo deseemos. El elevado plano en el que se encuentra es inaccesible para cualquier criatura que no pertenezca a su clase. Aun sabiendo todo eso, el deseo de verla es inevitable para mí. Solo ella podría darle sentido a este embrollo en el que estoy metida.

—¡Ya basta! Pensar en lo que no puedo solucionar es inútil. Debo enfocarme en lo poco que sí está a mi alcance —me digo para motivarme.

Si un grupo de soldados estuviera a mi cargo en este momento, estarían perdidos. Una teniente no puede desperdiciar tiempo en tonterías. Inhalo hondo y analizo, por enésima vez, la secuencia de eventos que se me mostraron. De entre todo lo que vi, estoy segura de que hay algo que ya había visto antes. Es lo que más inquieta me tiene desde el principio. Cuando vuelvo a encontrar el campo de arena azul, me siento allí en posición de loto.

Cierro los ojos y me enfoco en las nuevas memorias que obtuve. El ruido de las criaturas a mi alrededor es apenas un eco lejano. Nada puede distraerme justo ahora. Muevo los labios al ritmo de mis pensamientos. Dicho ejercicio siempre me ayuda a enfocarme y a recordar mejor. Conforme mi repaso mental avanza, mis latidos empiezan a acelerarse. Me lleno de adrenalina repentinamente.

—¡El cabello negro! —exclamo a todo pulmón.

Abro los ojos y la boca al máximo. ¡Claro! ¡Eso es lo que me resultaba familiar! El chico que corría por la calle con el puño iluminado tenía el cabello oscuro. Vi casi la misma imagen cuando destruí el sello del ente enviado por el Dákama. Y hoy, entre las memorias de la otra Olivia, un muchacho de pelo negro también estuvo presente. Si en todos los casos se tratara de la misma persona, entonces ya no sería solo un desconocido mostrándome la espalda.

Vi su rostro y también escuché su nombre: Kylian. Es a él a quien debo buscar primero tan pronto como sea posible. Es muy probable que tenga muchas de las respuestas que aún estoy buscando. Si lo que sé hasta ahora en verdad lo señala a él, está implicado en diversos crímenes mayores. Su naturaleza parece ser sumamente retorcida y peligrosa.

—Si él fue el secuestrador de Olivia, ¿cómo y por qué lo hizo? ¿Por qué él y su cómplice buscaban matarla? Si fue él quien envió a la criatura gigante a pelear conmigo, entonces definitivamente es un Dákama. Pero lucía como un chico normal. Eso quiere decir que... ¡ay, no!

Se me aguan los ojos y jadeo. Me cubro la boca con ambas manos y niego con la cabeza. Por un instante intento dejar de pensar. No quiero admitir la verdad, ni siquiera ante mí misma. Pese a ello, no queda más remedio que hacerlo. Negar lo evidente solo empeorará las cosas. Debo pronunciar lo que sé en voz alta, aunque sea solo para mis propios oídos. Solo así podré percibirlo como algo más real.

—Las almas errantes matan con el fin de obtener la energía para materializarse un cuerpo. Así se forman los Dákamas. Cuando son muy poderosos, pueden invadir cuerpos de personas aún vivas. Si ese es el caso de Kylian, esto es mucho más grave de lo que pensé.

Siento que mi garganta se convirtió en un desierto. Aprieto los labios y libero un resoplido de cansancio. Olivia también aseguró que él era su amigo, que lo conocía desde hacía años. ¿En qué momento dejó de ser esa clase de chico? ¿Qué lo llevó a atacarla? Si quería matarla para conseguir más energía, pudo haberlo hecho de inmediato. ¿De qué le servía retenerla? En las memorias de Olivia no queda claro cuánto tiempo pasó, pero, según dice Annette, fueron muchos días. ¿Qué objetivo tenía Kylian? Los Dákamas no hacen cosas así. Tiene que haber un motivo detrás, algo que todavía no comprendo.

Sea como sea, acusarlo de inmediato sería estúpido. En primer lugar, las únicas pruebas que tengo son esas nuevas memorias que ni siquiera son mías. Esto es igual que el caso del asesino de Cassie. Debo encontrar pruebas tangibles para poder señalarlo. Pero eso solo sería necesario en caso de recurrir a las autoridades de estas tierras para que lo encarcelen. Si actúo como guerrera de Gildestrale, lo único que necesito es forzarlo a mostrar su forma oculta y enfrentarlo en batalla.

—Pero no estoy lista para luchar con un Dákama, mucho menos si es uno de rango alto, como parece ser Kylian. Definitivamente tendré que esperar.

Me froto los párpados y bostezo varias veces. Aunque no quiera admitirlo, estoy agotada. La poca fuerza que tenía se esfumó después de ir al lago y mirar las memorias. Entrenar en estas condiciones solo hará que me sienta peor. Suspiro y agacho la cabeza. Es hora de regresar a la cama. Dormir es la decisión más sensata que puedo tomar justo ahora. Un cerebro descansado es un cerebro despejado, productivo. Quizás logre descifrar más cosas después de haber dormido.

Levanto la vista hacia el cielo. No tardo mucho en localizar el ojo dorado. Allí se encuentra la puerta que debo abrir para regresar a casa. Para atraerla hacia mí, junto los dedos de manera que solo las yemas estén en contacto. Luego, acerco las manos a mi boca para soplar a través de estas. Una corriente de viento se proyecta desde donde estoy y choca contra la puerta. En apenas un instante, el aire se mueve en reversa, atrayendo consigo el ojo flotante.

Una vez que tengo la puerta frente a mí, coloco las palmas en las comisuras del ojo. Este se abre de par en par. El brillo azul de su iris ilumina mi cara por unos segundos y el campo de fuerza desaparece. Nuevamente estoy recostada en el piso del baño de mi casa, justo debajo de la ducha. La oscuridad y el silencio que percibo me tranquilizan, pues me indican que tanto Annette como Julie siguen dormidas. Ninguna se percató de que llevo mucho tiempo encerrada aquí dentro.

Doy un suspiro de alivio y me levanto con cuidado. Camino despacio hasta la puerta, quito el seguro y giro el pomo. Me asomo mirando hacia todos lados antes de salir. En efecto, la quietud de la casa es una confirmación de que no hay nadie levantado. Me encamino de puntillas hacia mi cuarto. Apenas llego al umbral de la puerta, aguzo el oído. Julie sigue roncando. Sonrío y entro. Con lentitud me acomodo en mi lado de la cama. Me obligo a cerrar los ojos. Descansar es lo que más necesito.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

El sonido de risas me despierta. Los párpados me pesan un montón, pero aún así, los levanto. Veo a Julie a mi lado.

—¡Buenos días, Oli! —dice, entusiasmada.

La mueca en su rostro es una mezcla entre malicia y diversión. Por alguna razón que desconozco, no deja de verme la cara.

—¿Por qué me miras así? —le pregunto.

—Por nada en especial —responde.

Aunque intenta evitarlo, estalla en carcajadas. Arqueo la ceja, extrañada. Tomo el teléfono para usarlo como espejo y entonces lo entiendo. Tengo un par de lentes y un gran bigote dibujados. Las líneas gruesas de color negro resaltan mucho en mi piel pálida. Luzco graciosa y tonta a la vez.

—¡Qué hermosa obra de arte! —exclamo en tono exagerado.

Entrecierro los ojos y le doy una mirada asesina, lo cual solo logra que se ría todavía más fuerte.

—Dime que esto se quita fácil.

Asiente con la cabeza, ya que no puede hablar. Se dobla sobre sí misma y suelta un ruido similar al gruñido de un cerdo. Aunque me había resistido hasta ese instante, escucharla sonar así desata mis risas también. Antes de levantarme para borrar el dibujo de Julie, decido tomarme una fotografía. La invito a acomodarse a mi lado. Saco la lengua y ella me imita. Nos colocamos cabeza con cabeza y el momento queda inmortalizado en mi teléfono.

Mientras me pongo desmaquillante frente al espejo, una idea viene a mi mente. Si se supone que Kylian es mi amigo, es obvio que Julie también lo conoce. Según los recuerdos que vi, él asiste a la misma escuela que nosotras. De seguro ella sabrá decirme algo más sobre él. Pero tengo que ser sutil, pues no quiero levantar sospechas extrañas sin tener bases sólidas.

—Oye, Julie, ¿sabes cómo está Kylian? —pregunto en tono relajado, como si fuera un tema de lo más trivial.

—¡Ajá! ¡Así que tenía razón! —afirma ella levantando los brazos en señal de triunfo.

—¿De qué me perdí? —Frunzo el ceño y me volteo a verla.

—Ay, Oli, no seas tímida. Si no te había mencionado nada sobre él aún era por respeto a tu condición. No quería hacer o decir algo que pudiera incomodarte. Pero si eres tú la que saca el tema, supongo que no hay problema en hablar de él.

—Perdón, pero sigo sin entender.

—No piensas admitirlo, ¿eh?

—¿Admitir qué cosa?

—¡Que te mueres por Kylian!

Abro y cierro la boca un montón de veces, pero no me salen las palabras. ¿Yo, enamorada de alguien que no conozco? ¡Ni siquiera lo he visto bien en persona! ¡Es imposible! Pero no puedo decir lo mismo con respecto a la otra Olivia. Ella soy yo ahora y, al mismo tiempo, no lo soy. ¡Esto es tan confuso! ¿Ella estaba interesada en él? ¡Vaya! No puedo creer que algo así me esté sucediendo. 

—No me muero por nadie, Julie.

—¿Cómo que no? Siempre que te cruzabas con él, te quedabas mirándolo como si fuera lo más hermoso de la Tierra. Y bueno, no voy a negar que el chico tiene lo suyo. Pero lo mejor que ha hecho no es ser guapo. Gracias a él, hoy estás aquí.

—¿Gracias a él?

En mi cara ya no caben más arrugas. Siento un ligero mareo. ¿¡Qué rayos significa lo que acabo de oír!?

—Nadie tenía idea de lo que había pasado contigo ni de dónde buscarte. Fue por él que tu mamá y el equipo de amigos que la estaban ayudando lograron rescatarte.

—Pero ¿cómo?

—Orla, su perra, tiene con un olfato increíble. Dice que le dio un abrigo tuyo para que lo oliera. Dejaste uno olvidado junto al árbol cerca de la entrada de la escuela. Y bastó con esa pista para que Orla pudiera hallar indicios de tu olor en el bosque. Así fue como encontraron pistas del secuestrador. Siguiendo su rastro, lo vieron en medio de los árboles cargándote. Tu mamá fue tras él sin dudarlo. Me alegro mucho de que haya llegado a tiempo. Sin la ayuda de Kylian, eso no habría sucedido.

Mi amiga se limpia un par de lágrimas por la emoción y yo no puedo salir de la incredulidad. ¿Estamos hablando de la misma persona? ¿El secuestrador, la criatura y el rescatista convergen en Kylian? No tiene sentido alguno. En definitiva, detrás de ese misterioso chico se esconde mucho más de lo que pensé. Y no pienso descansar hasta llegar al fondo de todo esto.

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