Mensajes subliminales
Después de lo que acabo de ver, aparentar calma será una tarea difícil, por no decir imposible. Pero al menos debo intentarlo, así que pongo en marcha mis ejercicios de relajación por enésima vez. Tengo la vaga esperanza de que Julie me crea que puedo con esto y no llame a Annette. Mientras respiro despacio, varios golpes en la puerta del cubículo rompen el silencio. No necesito de habilidades especiales para saber quién está del otro lado. Un suspiro suyo llega a mis oídos mientras me pongo de pie para abrir la puerta.
—Olivia Madeleine Duncan, no te atrevas a volver a decirme que estás bien. No tengo idea de hasta dónde llegan los efectos de lo que te hicieron, pero sé que son muy serios y que no desaparecerán pronto. —Mi amiga me señala con el índice—. No finjas más: necesitas mucho descanso. En vez de enfrentarte a un montón de mirones y a la presión de la escuela, deberías volver a la tranquilidad de tu casa.
—No, Julie. Por favor, no me pidas algo así. De verdad necesito hacer esto. No es por capricho o terquedad. Mi psicóloga y yo estamos de acuerdo en que estoy lista para empezar a retomar las riendas de mi vida. —Sonrío al pensar que lo que estoy diciéndole sí es verdad—. Encerrarme no me hace bien. Aunque por momentos me sienta sobrepasada, este es un paso enorme para mejorar. No voy a huir ahora.
—¿¡Por qué tiene que ser tan difícil!? Tienes razón, lo sé. Pero yo también la tengo. Por un lado, quiero que me hagas caso y, por el otro, quiero apoyarte en todo.
—Pues, ¡hazlo! Contar contigo me ayuda mucho más de lo que imaginas.
—¡Ay, Livi! ¡Qué tierna eres!
Mi amiga me da un fuerte abrazo y yo se lo devuelvo. La calidez en su gesto me devuelve una diminuta fracción de la paz que me robaron las memorias de Kylian. Suelto un largo suspiro mientras mi mente regresa a él. Me separo de Julie en ese momento. No quiero seguir abrazándola cuando estoy pensando en otra cosa. ¿Quién es Kylian en realidad? ¿Por qué es tan importante para la otra Olivia? ¿Por qué parece quererla y odiarla a la vez? No volveré a respirar tranquila hasta que aclare los misterios que lo rodean. Llorar en el baño no me conducirá a mi objetivo. Aunque sea duro para mí, debo regresar a clases para socializar con él.
—¿Cuánto tiempo pasó desde que salí? —pregunto.
—Déjame ver. —Levanta su teléfono—. Más o menos unos treinta minutos.
—¿Crees que tenga problemas con la profesora de Artes visuales si llego tan tarde? No me gustaría interrumpir o distraer a los demás.
—No, no vas a tener ningún problema, tranquila. La señorita Baker ha sido muy comprensiva con tu situación. Hablé con ella antes de venir a buscarte. Además, no quiere perder a una de sus mejores estudiantes. ¡Todos amamos tus pinturas!
Se me escapa una risilla nerviosa al escuchar a Julie decir eso. Annette también mencionó que yo podía volver a pintar cuando lo deseara. Pero no sé nada sobre pintura. ¿Cómo se supone que voy a aprobar esa clase? Me muerdo el labio inferior y arqueo una ceja, pensativa. ¿Qué tal si, de alguna manera extraña, en algún rincón de mi subconsciente se esconde ese talento? A estas alturas, algo así no me sorprendería. Hay muchísimas diferencias entre la persona que era y la que soy. La única forma de saberlo con certeza es poniéndome a prueba.
—Gracias por hablar con la profesora. Debí haberlo hecho yo misma.
—Nah, descuida. Ahora ven conmigo. Nos está esperando.
Salimos de los baños y nos encaminamos hacia el aula. Al llegar, Julie abre la puerta y entra primero. Un pesado silencio cae sobre el grupo. Todas las cabezas se giran hacia nosotras. La profesora me sonríe mientras señala mi asiento con una mano. La ausencia de regaños hace que nazcan algunos cuchicheos despectivos, pero decido ignorarlos. No tengo espacio en mi cabeza para pensar en tonterías. Cuando llego a mi silla, Kylian no me quita los ojos de encima, pero yo lo esquivo. Por suerte, la voz de la señora Baker atrae la atención de todos en un instante.
—Después de haber analizado las bases teóricas mediante las diapositivas, hoy van a poner en práctica algunas técnicas de sombreado. También utilizarán sus conocimientos sobre perspectiva, anatomía y proporciones humanas. Vamos a comenzar con algo sencillo. Harán un dibujo del compañero o compañera que tienen al lado. No tiene que ser muy detallado ni hiper realista. Pueden usar lápiz, carboncillo o tinta. Dicho ejercicio servirá para medir el nivel en que cada uno de ustedes se encuentra con respecto al uso de dichas técnicas. Pueden empezar.
Siento como si hubieran dado una gran bofetada. Me quedo en blanco por unos segundos. ¿Escuché bien? Lo que acaba de solicitar la profesora implica hacer algo que hubiera preferido evitar. A mi lado solo tengo a Kylian. Eso significa que voy a tener que hacer un dibujo de él. Niego con la cabeza y grito internamente. Como si no tuviera suficiente con los recuerdos y las visiones raras, ahora me toca crear arte basado en él. Mi suerte ya no puede ser peor.
—Nunca antes me has dibujado, Oli. —Cuando me doy vuelta para mirarlo, me sonríe de medio lado—. Estoy ansioso por ver cómo me retratas.
Su voz suena serena y amigable. Pese a las cosas que sé de él, no hay motivo en este momento para ponerme a la defensiva. Opto por ser amable.
—Hasta donde sé, tú tampoco has hecho dibujos de mí. Agradecería que al menos no incluyeras mis ojeras —solicito intentando que suene a broma.
—Con o sin ojeras, igual te ves linda —responde a un volumen tan bajo que solo yo alcanzo a oírlo.
Sin que pueda evitarlo, el calor invade mis mejillas. Esa reacción involuntaria hace que me enfade conmigo misma. ¿¡Cómo es posible que él me haga sonrojar así después de lo que vi en esos recuerdos!? Mi corazón también enloqueció tras oír sus palabras. Los latidos son tan fuertes que los percibo hasta en la garganta. Mi interior es un mar de confusión. Estas fuertes emociones son mías, pero, al mismo tiempo, no lo son. Es decir, las estoy experimentando yo, pero sé que provienen de sentimientos que no me pertenecen. Es complicado de explicar y de entender. Ni siquiera yo lo tengo claro del todo.
—Cállate y déjame trabajar —mascullo.
Aunque oigo su suave risa burlona, me mantengo seria. Saco el cuaderno de dibujo y algunos lápices para cumplir con la tarea. Pese a quien es mi modelo, concentrarme en el dibujo quizás me sirva como válvula de escape para calmar los nervios. Inhalo hondo y exhalo. De manera casi instintiva, alzo la mano y comienzo a deslizar el lápiz por la hoja con suavidad. Al principio no le encuentro sentido a los trazos que estoy haciendo, pero, conforme avanzo, estos van tomando forma.
—¡Uh, eso se ve genial! —afirma Kylian estirándose para dar un vistazo.
—¡No seas entrometido! —Le doy un pequeño manotazo—. ¡Aún no está terminado!
Levanta ambos brazos en señal de rendición y regresa a su escritorio. Después de esa interrupción, los trazos que hago son cada vez más fuertes. Estoy respirando por la boca muy rápido. Estoy tan tensa que me duelen los músculos. ¿Qué rayos me sucede? Tengo punzadas en las sienes. Aun así, no me detengo. Siento una extraña compulsión por terminar mi dibujo cuanto antes. Una vez que lo hago, dejo que mi espalda resbale en el asiento y cierro los ojos. Tiro la cabeza hacia atrás. Se me aflojan los músculos y mis malestares se van de golpe. Escucho cuando Kylian aparta la silla y se pone de pie. Esta vez no le impido que se acerque.
—Olivia siempre logra dejar en ridículo a cualquiera —asegura él a voz en cuello.
Al oírlo, casi todos en el salón se voltean hacia mí. Los más curiosos se levantan y se arremolinan en torno a mi escritorio. Ni siquiera tengo tiempo de recomponer mi postura cuando muchos pares de ojos ya están clavados en el papel. Aunque suene extraño hasta para mí, no he visto qué es lo que dibujé, así que me sumo a ellos. Mientras hacía los trazos, mi mente estaba funcionando en piloto automático. Ahora que vuelvo a sentirme dueña de este cuerpo, mi percepción es distinta. Se me afloja la quijada en cuanto veo la hoja. El resultado de lo que hice es tan novedoso para mí como lo es para los demás.
Kylian está de medio lado, sentado al pie de un gran árbol hueco. Tiene las piernas flexionadas y los brazos cruzados sobre estas. Su cabeza está apoyada en una de sus muñecas. En su semblante hay inusual mezcla de melancolía y rabia. En torno a una de sus manos, hay una especie de halo luminoso. Por ser un dibujo hecho a lápiz, este no puede mostrar colores, pero tengo la certeza de que es rojo.
Entre el follaje del árbol, hay un cuervo semioculto. La rama sobre la que el ave está posada tiene una diminuta inscripción que dice: «Busca el camino en el bosque». Aparece en el idioma de mis tierras, por lo que nadie más que yo lo entiende, o al menos eso quiero creer. Se me acelera el corazón al recordar ese mensaje. Lo escuché justo antes de encontrar a Etterlys. Pero no fue ella quien me habló. Entonces, ¿quién? Necesito preguntarle eso en cuanto despierte.
—Duncan no necesita venir a estas clases —dice una chica a mi derecha.
—¡Está increíble, Livi! —exclama Julie sonriendo de oreja a oreja.
La profesora se aproxima a nosotros en ese momento. Se abre paso entre los estudiantes y les pide que regresen a sus lugares. Cuando se restablece el orden, viene a observar mi trabajo con detenimiento. Mientras lo hace, yo la miro a ella. Pese a que su rostro se mantiene serio, en sus ojos noto una chispa de entusiasmo. Asiente con la cabeza y luego se vuelve hacia mí.
—Pedí un dibujo de su compañero solamente. No era necesario que añadiera nada alrededor de él. —Aprieta los labios durante varios segundos—. Sin embargo, el escenario que ha elegido me parece excelente para mostrar el dominio de las técnicas de sombreado fuera de la anatomía humana. Si me lo permite, señorita Duncan, me gustaría tomar prestado su dibujo. Se lo devolveré la próxima semana.
—Claro, no hay problema —contesto un tanto cohibida.
Ella toma el folio con mucho cuidado y lo coloca en una carpeta de compartimentos plastificados. Cuando se aleja, suelto la respiración, aliviada. Por un momento creí que iba a regañarme, a bajarme la calificación o a pedirme que hiciera otro dibujo. Haber logrado algo que no estaba segura de poder hacer es maravilloso y aterrador. Pese a que la consciencia de la otra Olivia duerme, sus habilidades aún están presentes. No sé cómo sentirme al respecto.
—Sé cuál es ese árbol. Me sorprende que todavía lo recuerdes. —El repentino susurro de Kylian me sobresalta—. También conozco el camino en el bosque.
Se me ponen los vellos de punta por el escalofrío que sus palabras me provocan. Me tiembla la mandíbula y se me seca la boca. Cuando me giro para verlo a los ojos, en ellos noto las mismas emociones que plasmé en el dibujo. ¿Él habla el idioma de Mánesvart? ¿Cómo es eso posible?
—¿Qué? —es todo lo que atino a decir.
—Cuando te sientas lista, puedo llevarte allí.
Me guiña un ojo y se voltea para continuar dibujando. Me levanto un poco del asiento y doy un vistazo a su trabajo. La Olivia que aparece ahí está de pie. Su brazo derecho se extiende hacia arriba y tiene la mano abierta, como si intentara alcanzar algo. Tiene plumas de cuervo entre la ropa. Su cara luce pensativa. Parece inmersa en un mundo aparte que solo ella es capaz de entender. Nada de eso me parece inusual, pues, según las memorias que recibí, Kylian vio esas plumas una vez. No obstante, cuando la obra aparenta estar terminada, añade un detalle que me hiela la sangre. En la palma derecha de la chica, él dibuja un ojo claro abierto.
—Señora Baker, ya terminé —dice en tono relajado.
Recoge la hoja, toma la mochila del suelo y se levanta para ir hacia el escritorio de la profesora. Mientras él habla con ella, yo me quedo petrificada. Siento que mi mundo pende de un frágil hilo que está a punto de romperse. El timbre que señala el final de la clase suena. Kylian abandona el salón de clases a pasos acelerados. Antes de que pueda reaccionar, él se pierde de vista y yo me hundo por completo en la incertidumbre.
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