Las promesas (Parte III)

No sé cuánto tiempo transcurre mientras me deshago en llanto. El recuerdo del padre que perdí es desgarrador. Es como si una represa emocional se hubiera roto de pronto. El dolor que sentí hace años regresó a mí con la misma intensidad de aquel entonces. Me convertí en un torrente de lágrimas y sollozos por largo rato. Cuando por fin dejo de temblar y el nudo en mi garganta cede, carraspeo fuerte e inhalo hondo. Me aparto un poco del pecho de Kylian para poder verlo a los ojos.

—Tengo sed —digo con la voz enronquecida.

—Voy por agua —responde él.

Me da un beso en la frente y se encamina hacia el árbol. Toma un pequeño cuenco de barro y lo acerca a las ramas más bajas. Haciendo presión con dos dedos en las hojas, un chorrito de agua empieza a salir. Una vez que el recipiente está lleno, me lo entrega para que beba. Con cada trago que doy, no solo se calma mi sed, sino también mi ánimo. Una extraña tranquilidad me arropa, dándome el valor que requiero para seguir adelante con esto. Me siento en el suelo e invito a Kylian a hacer lo mismo. Él no duda en actuar. Cuando estamos acomodados uno al lado del otro, voy directo al grano.

—Escuché la promesa que le hiciste a papá, quiero decir, a Declan. Creo que está relacionada con una promesa que yo hice.

—¿Cuál fue tu promesa?

—Déjame ponerte en contexto. Dante Duncan, mi padre en Mánesvart, desapareció en batalla. Pese a las exhaustivas búsquedas que se llevaron a cabo durante semanas, ningún guerrero pudo encontrarlo. Ni siquiera utilizando la energía de la diosa fue posible hallarlo.

—Lo siento mucho. Me habría gustado estar ahí para ayudarte en la búsqueda.

—Es probable que tú tampoco hubieras logrado localizarlo. Tanto su cuerpo como su energía desaparecieron de un pronto a otro. No fue absorbido por un Dákama, de eso sí hay total certeza. Pero algo o alguien lo hizo desaparecer y, hasta la fecha, desconocemos qué le sucedió en realidad. Fue declarado fallecido. Incluso se hace una ceremonia para honrarlo como héroe de guerra cada año.

—A pesar de que lo que parece, tal vez no esté muerto. Como ya lo dijiste, nadie encontró sus restos nunca.

—Quisiera pensar que eso es cierto, pero hacerse ilusiones solo hace que su ausencia duela más. Pero, sin importar en donde esté, ahora más que nunca entiendo que lo dio todo por protegerme. Con lo que lo me hizo prometerle, creo que estaba hablando del futuro.

—¿Por qué lo crees?

—Poco antes de que él partiera hacia esa batalla de la que nunca regresó, tuvimos una conversación muy extraña. En aquellos días, no tenía idea de lo que significaba lo que papá me dijo. Solo sabía que era importante para él. Me llevó consigo a las afueras del pueblo cerca de la medianoche. Ni siquiera mamá supo que estábamos ahí. Antes de empezar a hablar, abrió un campo de fuerza. Con ello me quedó claro que buscaba absoluta privacidad para hablar conmigo.

—Justo como lo hizo Declan.

—Así es. Ese día, Dante me dijo que le quedaba muy poco tiempo conmigo, que le dolía muchísimo despedirse porque sabía que no íbamos a volver a vernos. Intenté convencerlo de que no dijera cosas así. Le aseguré que iba a ganar y que regresaría a salvo porque era muy inteligente y poderoso. Traté de animarlo porque creí que solo se trataba de ansiedad por la batalla.

—Pero no lo era.

—No, para nada. Él me dijo que la batalla que tenía por delante sería muy distinta, que ni siquiera Gildestrale podría ayudarlo, pues sería una batalla sin retorno. En ese momento, me asusté mucho y le rogué que me explicara a qué se refería. Ignoró mi petición y, más bien, dirigió la conversación hacia la promesa.

—Continúa, te escucho.

—Me pidió que le prometiera que siempre iba a luchar con toda mi energía hasta el último segundo, que nunca subestimara a nada ni a nadie, que no me confiara. Incluso si me parecía que ya había perdido la batalla, que no me dejara vencer.

—Eso me suena más bien a un gran consejo que cualquier buen padre de una guerrera daría.

—Lo mismo pensé. Le dije que ya hacía justo eso porque me tomaba muy en serio mis deberes con la diosa. Fue en ese momento cuando él mencionó algo que nunca había podido entender realmente, al menos no hasta ahora.

—¿Qué te dijo?

—Insistió en que nunca me olvidara de lo que me había dicho porque mi fuerza de voluntad iba a ser mi salvación. Aseguró que eso sería el hilo conductor que me abriría el camino hacia una nueva versión de mí misma. Dijo que mi futuro trascendía Mánesvart. Luego de eso, volvió a pedirme que le jurara que iba a darlo todo en cada batalla y así lo hice.

—Creo que ya voy entendiendo a qué te refieres.

—Dante hablaba de quien soy ahora. De alguna manera, él sabía que mi alma iba a viajar a otro mundo lejos de Mánesvart y que eso haría que me convirtiera en una persona diferente, pero, al mismo tiempo, con la misma esencia. Justo como soy en este instante. Estoy segura de que tú también notaste que algo cambió en mí.

—Sí, totalmente. Ya no detecto la lucha interna que tenías antes. En tus ojos veo tanto a la guerrera de Gildestrale como a la chica junto a la que crecí. Pero ya no son dos, sino una sola Olivia.

—Es así como me siento. Por primera vez desde que desperté aquí, no tengo la sensación de que estoy perdida o de que estoy usurpando el lugar de alguien. Lo que recuerdo de ambas dimensiones forma un todo y me hace ser quien soy ahora.

—Eso que sientes es lo que proyectas. Eres una nueva versión de ti misma, justo como lo dijo Dante. Pero sigues siendo tú.

—Con respecto a la promesa que le hiciste a Declan, cuando él habló de que la hija de su hermano vendría, se refería a la parte de mí que vino desde Mánesvart. Te dijo que yo no debía recordar nada hasta que ella viniera, pues solo hasta que pudiera despertar por completo estaría lista. Y justo eso es lo que acaba de pasar. Por fin pude acceder a todas las memorias dormidas. ¡Estoy completa!

—Y el símbolo que te mostré, lo reconociste, ¿verdad?

—Sí. Es el estandarte del escuadrón de mi padre, Dante Duncan.

—¿Ese símbolo existe aquí también?

—No, es único. Solo sería posible que Declan lo conociera por dos motivos: ha estado en Mánesvart o nació en Mánesvart. Si Declan y Dante en verdad eran hermanos, mi prima y yo, que resultamos ser tocayas, ahora somos una sola persona. ¡Vaya locura! Eso significa que Katia es tanto mi hermana como mi prima.

—Suena de lo más insólito, pero no por ello deja de tener sentido. Podrías estar en lo correcto.

—Ver ese símbolo aquí me deja claro que no solo yo he viajado desde allá hacia acá. Debe haber más de una manera de hacerlo, aunque todavía no sepamos cómo lograrlo. Si Declan estuvo en Mánesvart y luego pudo volver acá, eso significa que yo también podría volver allá. Incluso me dejo un mapa detallado en el colgante.

—Deberíamos revisarlo juntos, ¿no lo crees? Si tu objetivo es llegar allá, haré lo que sea para ayudarte a lograrlo. Adonde vayas tú, iré yo. Quizás la razón de que tanto Declan como Velvar me hayan guiado para encontrarte y protegerte esté allá.

—Puede ser. Esté donde esté la verdad, tenemos que encontrarla. Pero hacerlo de seguro no va a ser nada fácil. Tenemos más enemigos de los que pensábamos.

—¿Qué quieres decir?

De solo pensar en lo que tengo que contarle, se me seca la boca. Tocar un tema tan delicado como el que estoy a punto de abordar es un reto. Unas cuantas palabras equivocadas podrían causar más daño que beneficio, así que debo elegirlas con mucho cuidado. Entrelazo las palmas para no perder la valentía que tanto necesito justo ahora.

—Hace un par de días, recibí la visita de una criatura terrorífica. Vino caminando a través del espejo de mi cuarto, como si el cristal se hubiera convertido en un portal temporal que me permitió verla. En la lengua de Mánesvart, me dijo que me fuera de aquí porque no soy bienvenida, que no pertenezco a este lugar y que regrese allá. Aparte de ti, de Velvar y de Declan, nadie más sabe lo que en realidad ocurrió conmigo. Ella no es una criatura cualquiera. —Saco la hoja de papel doblada que traigo en un bolsillo y la extiendo bien para luego entregársela a Kylian—. Así se veía ese ente. Tal vez puedas reconocerlo.

Él toma el folio y su mirada se pierde por completo en lo que observa. Por la manera en que mueve los ojos, podría asegurar que hay miedo alojado allí. Su frente se arruga y la mandíbula se le pone tensa.

—He visto a esta criatura varias veces en mis pesadillas. Cada vez que aparece, está persiguiéndome. Grita para que me detenga e intenta tocarme, pero nunca se lo permito. Aunque no sé qué quiere de mí, el instinto me hace huir. Después de verla, siempre despierto sudoroso y temblando.

La expresión en el rostro de Kylian lo hace lucir vulnerable. Parece un niño perturbado que rehúye a hablar sobre sus temores. Me muerdo el labio inferior y suelto un suspiro de cansancio. «¿Será prudente decirle lo que pienso sobre ella?», me pregunto. «Sí, lo es. Merece saber la verdad. Prometí que sería honesta con él». Cierro los ojos por unos segundos, respiro hondo y abro la boca.

—Cuando le pregunté quién era, no me contestó con palabras, pero sí hizo algo. Levantó los brazos para que viera sus manos abiertas. Eran muy grandes y huesudas. Pero lo más inquietante es que había una luz roja alrededor de cada una, que es justo como manifiestas tu energía Dákama. Cuando pensé en eso, la criatura asintió con la cabeza. Creo que fue su manera de decirme que es como tú.

—Pero no hay nadie más como yo. Ninguno otro Dákama puede utilizar la energía de esa manera. Eso solo podría suceder si esa criatura fuera...

Kylian enmudece de pronto. Las palabras se desvanecen de su lengua, pero noto la presencia de lo que no se atrevió a pronunciar en cada pequeño gesto de su cara. Aprieta los párpados, la quijada y los puños a la vez.

—Si ella puede manifestar la energía como tú, de alguna manera está conectada contigo. No voy a negar que pensé en la posibilidad de que sea...

—Mi madre.

La voz rota de Kylian se interpone en el camino de la mía. Después de verbalizar lo que ambos estábamos pensando, el semblante de él palidece. Se levanta del suelo y empieza a alejarse. Sin darme ningún tipo de explicación, ingresa en el hueco del árbol. Tan pronto como entra, la corteza se cierra por completo. Parece que nunca hubiera existido cavidad alguna allí. Me incorporo de un salto y avanzo hacia el tronco, pero el graznido de Velvar me detiene a medio camino. Levanto la vista y lo encuentro sobrevolando el área en pequeños círculos.

—Kylian no está bien. Quiero ayudarlo —digo en voz baja.

A manera de respuesta, el cuervo vuelve a graznar. Esta vez, el sonido es mucho más fuerte, casi ensordecedor. Extiende las alas hacia atrás y cae en picada hacia donde estoy. Gracias a una ágil maniobra, el peregrino evanescente usa sus alas para envolverme de pies a cabeza. No permite que me mueva, ni siquiera puedo objetar. En apenas unos segundos, estoy de vuelta en mi habitación. No siento su presencia ni tampoco la de Kylian. Estoy sola, confundida y triste. ¿Por qué se alejó así? ¿Por qué Velvar no dejó que me quedará allí con él? Una sensación de vacío se aloja en mi pecho.

—No hagas esto, Kylian. No te cierres así. Déjame ayudarte, por favor —susurro mientras escribo esas mismas palabras en un mensaje de texto.

Sé que no va a leer ni una sola palabra en este momento y, aun si lo hiciera, de seguro no serviría de nada. Este quizás sea el momento de mayor vulnerabilidad en toda su vida. Si yo hubiera sido abandonada por alguno de mis padres y luego me enterara de que este regresó solo para causarme daño a mí y quienes más me importan, es probable que mi reacción fuera la misma que la suya. No puedo culparlo por buscar soledad. Hay ocasiones en que los corazones solo tienen espacio para nosotros mismos y nuestro dolor. Hecha un manojo de pena, me dejo caer sobre la cama. Esta será otra fría noche en vela.

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