Las promesas (Parte I)
Tras tener un agradable desayuno en compañía de mamá, nos apresuramos a salir de casa. Queda poco tiempo para que empiecen las clases del día. En unos pocos minutos, mamá aparca su automóvil cerca de la entrada de la escuela. Antes de bajarme, me giro hacia su asiento para darle un fuerte abrazo. La cubro de besos y de caricias mientras río como cuando era tan solo una niñita. El amor que siento por ella renació hoy con mucha más fuerza que antes.
—Cuídate, cariño. Ya sabes, no te exijas de más en nada, ¿eh? Si te sientes mal en cualquier momento, solo dímelo y vendré por ti de inmediato.
—Tranquila, mamá. Solo tengo un poco de sueño, eso es todo. Estaré bien.
—Ojalá que sí, mi amor.
—Ah, por cierto, ¿podrías ayudarme con esto?
Le entrego la cajita con el regalo de cumpleaños que me dio. Ella sonríe de oreja a oreja y me coloca el colgante. Aunque podría habérmelo puesto yo sola, quería darle a ella la satisfacción de ponérmelo, tal como lo hacía cuando iba al jardín de niños. Recuerdo que le encantaba peinar mi cabello y colocarme la ropa con los accesorios que más me gustaban. Ver en sus ojos el mismo brillo que veía en ese entonces me hace sentir muy feliz.
—Hasta pronto, Oli.
—Adiós, mamá.
Me despido de ella con un ademán manual y no me giro hasta que pierdo su auto de vista. Hoy será la primera vez que entre a la escuela yo sola. Antes de hoy, venir hasta aquí sin la compañía de Julie habría sido algo muy difícil para mí, por no decir imposible. Mi mente era como un rompecabezas desordenado que tenía muchas piezas perdidas. Me sentía inestable y amenazada a cada instante por cualquier motivo. Sin embargo, esos terribles días de incertidumbre y miedo comienzan a quedar atrás ahora que tengo acceso a todo lo que realmente soy.
Cuando cruzo el umbral de la puerta, varias miradas siguen mis movimientos. Veo a muchos hablar entre sí en voz baja. Ni siquiera se molestan en darme la espalda para disimular que hablan sobre mí. Pero nada de eso tiene importancia alguna hoy. Sus cuchicheos ya no me causan ansiedad ni tristeza. A diferencia de antes, ahora sé quiénes son. También comprendo por qué me miran así y por qué chismorrean. Si yo estuviera en su lugar, quizás actuaría de la misma forma.
Pese a que probablemente no están hablando bien sobre mí, saludo a la mayoría de la gente que veo. Levanto mi mano y les sonrío. Encuentro desconcierto y recelo en algunos, pero también me topo con emoción y sonrisas en otros. Sigo mi camino hasta mi taquilla con la frente en alto. Si bien aún me queda un largo camino por delante, siento que las respuestas faltantes ya no están tan lejos como pensaba.
Tomo los libros que necesito y los pongo en mi mochila. Al cerrar la puerta, me topo de frente con el rostro de Kylian. Intento saludarlo, pero las palabras se me quedan atoradas en la garganta. A pesar de que nos hemos visto muchas veces antes de hoy, siento como si lo estuviera viendo por primera vez en meses. De cierta forma, es así. Las semanas que pasaron desde la última ocasión en que estuve a su lado siendo realmente yo son bastantes.
Lo que sabía con respecto a él hasta hace poco era insuficiente. Solo contaba con retazos de nuestros momentos compartidos y con las memorias a las que él me dio acceso. Pero ahora lo recuerdo todo, desde el día en que nos conocimos en el jardín de niños hasta que lo vi en su forma Dákama. Eso implica que mis pensamientos y sentimientos relativos a él vuelven a ser los mismos que tenía antes del secuestro. Trago saliva con dificultad y sigo observándolo en silencio, admirando cada pequeña parte de él por enésima vez. A él parece no importarle que esté callada, pues sonríe sin rastros de incomodidad.
—¡Feliz cumpleaños, Livi! —Sus brazos de pronto me envuelven la cintura y me levanta unos pocos centímetros del suelo. La cercanía y el calor de su cuerpo enseguida disparan mis latidos. Inhalo el aroma de su cabello húmedo y no puedo evitar suspirar—. ¡Bienvenida a la vida adulta!
Cuando Kylian me suelta, tengo una rara sensación de mareo. Mi cara se pone caliente, por lo que intuyo que debo estar totalmente sonrojada. Incluso me cuesta trabajo respirar de forma normal. Las emociones que estoy experimentando son tan fuertes que me descolocan. Ahora entiendo por qué Julie insistía tanto en que admitiera lo que sentía. No era solo una tontería para molestarme. Ella simplemente no sabía que nada estaba del todo claro para mí hasta este momento.
—Gracias —digo a duras penas.
Pese a que estoy a punto de freírme por el calor, no aparto la vista de Kylian. Él me ve con suma atención mientras arquea una de sus cejas. No sé con exactitud qué encuentra en mis ojos, pero, sea lo que sea, provoca que una media sonrisa arrogante se estampe en su cara. De seguro ya sabe que esta vez sí soy la chica con quien él creció. Su gesto, aunado a la intensidad con la que me está mirando, me entrecorta la respiración. Sus pupilas se desvían hacia mis labios entreabiertos por un par de segundos. Se inclina un poco hacia delante antes de hablarme.
—No tienes idea de cuánto he estado esperando este día. Y es que hay algo muy importante que quiero preguntarte. He querido hacerlo desde hace mucho. —Pone sus manos en mis hombros—. ¿Saldrías conmigo, Livi?
—¿Qué?
«No, esto tiene que ser una broma», me digo. Esa pregunta no puede significar lo que pienso que significa, ¿o sí? A mi frente ya no le caben más arrugas.
—Debe parecerte extraño que te pregunte esto hasta hoy. Créeme, si hubiera dependido de mí, lo habría preguntado mucho antes. Pero tu mamá me pidió que por favor esperara a que cumplieras los dieciocho años para pedirte que saliéramos. Le prometí que así lo haría y yo siempre cumplo mi palabra. —Toma mis manos entre las suyas—. Así que ya no hay nada que me detenga. Llevo años sin poder sacarte de mi cabeza. ¿Quieres estar conmigo?
La quijada me tiembla y se me seca la boca. No sé qué decir ni qué hacer. Siento que todo a mi alrededor da vueltas. ¿Kylian de verdad está pidiéndome esto? ¿No estoy malinterpretándolo todo? Parpadeo rápido varias veces e inhalo hondo. Lo que acaba de decirme todavía suena demasiado bueno para ser cierto.
—No sé si te entendí bien. —Aprieto la mandíbula—. ¿Podrías, por favor, repetir la pregunta?
Tras oírme, se le escapa una risilla divertida. Asiente con la cabeza y se inclina hasta que su cara está cerca de uno de mis oídos. Su cercanía me eriza la piel. Cuando habla de nuevo, solo yo puedo escuchar su voz.
—Lo que dije fue: ¿quieres estar conmigo? Pero tal vez esa no es la manera más correcta de darme a entender. Lo que en realidad debería preguntarte es: ¿quieres ser mi novia, Olivia Madeleine Duncan?
Las rodillas se me aflojan y percibo los rápidos latidos de mi corazón en todo el cuerpo. Mis manos estrechan las de él con fuerza en busca de equilibrio para no caerme. Giro la cara para mirarlo a los ojos otra vez. A pesar de que acaba de hacerme una propuesta directa y clara, mi cerebro aún no la procesa del todo. Tras tomar una profunda bocanada de aire, reúno el valor para pronunciar la respuesta que siempre he querido darle.
—Sí, por supuesto que sí quiero —susurro.
Kylian sonríe con la boca y con los ojos. Es decir, la alegría que irradia se nota en toda su cara. La escasa distancia que hay entre nosotros se extingue en segundos. Me besa en los labios con dulzura y yo respondo a su cariño al instante. Levanto los brazos para acariciar su cabello y él vuelve a sujetarme por la cintura. Cuando por fin nos separamos, su respiración está tan agitada como la mía. La forma en que está mirándome me inspira a volver a besarlo, pero sé que no este no es el mejor momento para hacerlo. La campana suena y nos devuelve de golpe a la normalidad estudiantil a la que todavía pertenecemos.
—Vámonos ya, Livi. No es bueno llegar tarde a clases.
Me toma de la mano derecha y tira de mí con suavidad para que lo siga. Pese a que llevo los mitones puestos, puedo percibir el calor de su palma contra la mía. Sonrío como tonta mientras caminamos juntos hacia el salón de clases. Elijo ignorar los dardos imaginarios que me lanzan algunas de las chicas que nos ven pasar juntos. Había estado esperando por este momento durante largo tiempo. Incluso soñé con esto una infinidad de veces. No permitiré que las viejas inseguridades lo arruinen, pues fueron muchos años en los que pensé que Kylian no sentía nada por mí.
Con tantas otras muchachas inteligentes y bellas de dónde escoger, no creía que pudiera fijarse en mí. Atribuía las señales sutiles que él me daba a mi imaginación. Me convencía de que solo estaba viendo lo que quería ver en vez de la realidad. Cuando él insinuaba algo que sugería que me quería, de inmediato me alejaba o cambiaba de tema. No quería abrigar falsas esperanzas. Me aterraba salir lastimada y perder su amistad en el camino. ¡Qué tonta fui! No estaba imaginándome nada. Kylian sí sentía lo mismo que yo siento por él, pero yo no me permitía creerlo.
El hecho de que esperara hasta hoy para decírmelo demuestra que tanto mi familia como yo le importamos mucho. Podría haberse molestado por lo que mi madre le pidió e ignorar por completo su petición. También podría haberse cansado de esperar y haber optado por buscar a otra chica. Pero no ocurrió nada de eso, sino todo lo contrario. No solo fue muy paciente. También se esforzó al máximo para protegerme en más de un sentido. No puedo parar de sonreír como boba.
Cuando entramos al aula, el profesor ya está pasando la lista de asistencia, pero apenas va por la letra be. ¡Llegamos justo a tiempo! Escucho risas y comentarios estúpidos de nuestros compañeros cuando pasamos junto a ellos, pero no les doy importancia. Mi mano y la de Kylian no se sueltan hasta que estamos sentados cada quien en su asiento. Julie ríe mientras da palmaditas de emoción. En el movimiento de sus labios leo un «luego hablamos». Poco después de que me llaman por nombre, Kylian gira el cuello y le echa un vistazo a mi atuendo. Levanta un pulgar en señal de aprobación. Sus ojos se detienen en el dije que me dio mamá hoy.
—Ese colgante es nuevo, ¿verdad? —susurra.
—Sí. Es el regalo de cumpleaños de parte de mis padres —respondo en voz baja.
La mención de ese detalle hace que mi mente vuelva a traer a flote el recuerdo de mi padre. La realidad me da una bofetada que me saca de la burbuja de felicidad. El impacto de Kylian sobre mis emociones fue tan grande que mi mente se había deshecho de todos los demás pensamientos. Recordar a mi papá implica también recordar que Kylian podría estar envuelto en su muerte. Y no sería solo eso, sino que también hizo que me olvidara de ese momento hasta hace poco. De no ser porque utilicé mis habilidades en él, tal vez no habría sido capaz de recuperar esa memoria por mí misma.
Mi semblante se ensombrece. Cierro los ojos y se me pone la piel de gallina. ¿Cómo pude haber aceptado tener una relación con Kylian sin antes exigirle que me revele la verdad sobre lo ocurrido con mi papá? Me siento como una gran estúpida e irresponsable. Quisiera retroceder en el tiempo y hacer las cosas de otro modo. En Mánesvart, nunca tuve problemas para pensar bien antes de actuar. Mis sentimientos no me nublaban el juicio. ¿Por qué no puedo controlarlos ahora? ¿Por qué es tan difícil comportarme como una persona racional en su presencia?
—Tranquila, Livi —musita él.
Extiende el brazo para tocarme la mano y luego se aparta con rapidez. Un diminuto papel plegado queda colocado bajo mi palma sobre el escritorio. Espero un instante para desdoblarlo. Al hacerlo, encuentro un breve pero significativo mensaje escrito allí con la inconfundible caligrafía de Kylian.
«También cumplí la promesa que le hice a DD». Esas son las iniciales de papá, Declan Duncan. ¿A qué promesa se refiere? Levanto la cabeza y dirijo mi vista hacia su rostro en busca de una respuesta. Él levanta una mano y la mueve hacia delante, como si empujara algo. Se me afloja la quijada y mis ojos se abren al máximo. ¿Acaso se refiere al día en que puso esa misma mano sobre el pecho de mi padre?
Él señala mi collar y después abre uno de sus libros. Lo levanta con disimulo para mostrarme un símbolo dibujado allí. Es el estandarte del escuadrón de mi padre, pero no me refiero a Declan, sino a Dante Duncan, quien también es un guerrero al servicio de la diosa. Boquiabierta, mi pulso se dispara en segundos. ¿¡Cómo es posible que Kylian conozca ese estandarte!? En definitiva, necesito hablar con él cuanto antes.
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