Encuentro inesperado

Los pocos días restantes para que iniciara el curso lectivo se pasaron muy rápido. Entre entrenamientos en la madrugada y largas horas leyendo, el tiempo se me escurrió entre los dedos. Cuando Julie me llamó para preguntarme si podía pasar por mí para irnos juntas a clases, el corazón me dio un vuelco. No estoy ni cerca de haber encontrado todas las respuestas que busco. ¿Cómo voy a compaginar una vida normal de estudiante con mis deberes de guerrera?

Debería estar dedicada a resolver los enigmas acerca de la otra Olivia y de mí misma. Pero ahora tengo por delante varios meses de asistir a lecciones, hacer tareas y estudiar para exámenes. Si quiero mantener la apariencia de normalidad, no puedo descuidar ninguna de esas cosas. Según Annette, soy una excelente estudiante. Si empiezo a faltar a clases o descuido mis notas, eso sin duda la preocupará. Así que deberé seguir siendo esa estudiante aplicada mientras estoy al servicio de Gildestrale.

Aun cuando todo esto me preocupa, nada se compara con la angustia que me produce lo relacionado con Kylian. Al ser un chico de mi edad que cursa el mismo nivel que yo, inevitablemente lo veré mañana. ¿Cómo se supone que debo actuar cuando lo tenga en frente? ¿A cuál de las dos Olivias verá él en mí? Quizás la vea a ella, tal vez a mí o puede que a ambas. No tengo idea de cuáles son realmente sus habilidades ni de qué alcance tengan estas. ¿Conoce él mis secretos? ¿Es un aliado o un adversario? ¿Debería evitarlo o acercármele?

Me froto los ojos con ambas manos y suspiro. Ni siquiera puedo concentrarme en lo que estoy leyendo. Creo que he empezado el mismo párrafo al menos cinco veces. Mi mente no está en la página, sino en el estresante día de mañana y en todo lo que va a ocurrir. Quisiera poder desconectar esos pensamientos y enfocarme en lo que leo. Pese a que no he hallado nada muy concreto todavía, tengo una extraña corazonada con este libro.

En primer lugar, está escrito en el idioma de Mánesvart. Al parecer, mi lengua natal también existe en este lugar. Ese hecho, aunado a los dibujos de la cubierta, me hace pensar que este libro me dará una pequeña pista de entre las muchas que busco. Según lo que he leído hasta ahora, acá les llaman runas a los símbolos como los de Gildestrale. Se crearon hace unos dos mil años y se utilizaban para plasmar diversas expresiones culturales como poemas, plegarias y encantamientos. Entre toda la mitología e historia contenidas en estas páginas, quizás pueda entender más acerca de cómo funciona la energía de la diosa aquí y así aprenda a usarla mejor.

Cuando estoy a punto de cerrar el libro, el siguiente capítulo de inmediato llama mi atención. Veo un dibujo de muchos pájaros negros. El recuerdo de la otra Olivia se manifiesta en ese instante. Pese a que no podía verlo, la chica podía escuchar el graznido de un cuervo. Tanto Kylian como ella vieron plumas negras entre sus ropas y cabellos. Sin perder más tiempo, comienzo a leer la información sobre estas aves. Según lo que dice acá, se creía que los cuervos y los grajos tenían una conexión con la esfera espiritual. Se decía que podían servir como intermediarios entre los mortales y los dioses. Incluso había un dios que los utilizaba como mensajeros.

—¿Y si alguien estaba intentando darle un mensaje a Olivia? Si ese hubiera sido el caso, ¿quién podría haber sido? ¿Qué intentaba decirle? —murmuro, intrigada.

Frunzo el ceño y continúo leyendo. El nombre de uno de los cuervos mensajeros se traduce como "memoria". Esa palabra de pronto tiene un nuevo significado para mí. Se me cae la quijada y mis ojos se abren al máximo.

—En Mánesvart, yo no tenía la capacidad de recibir memorias ajenas, pero acá sí la tengo —afirmo en voz baja—. ¿Y si esa nueva habilidad en realidad no fuera mía, sino de la otra Olivia? ¿Por qué puedo usarla si no me pertenece?

Me cubro la boca con una mano mientras sostengo el libro abierto con la otra. «No, debe ser una simple coincidencia. Estoy asociando cosas que en realidad no están relacionadas», pienso. Me muerdo los labios y prosigo con la lectura. El siguiente párrafo dice que algunas deidades femeninas menores se sentaban con cuervos. Juntos elegían a los guerreros caídos en batalla que irían a la morada divina. Estos soldados lucharían en la guerra del fin del mundo junto a los dioses.

—¿Los guerreros que mueren luchando pueden ir a donde están los dioses? En vez de ser absorbida por el Dákama tras perder la conexión con mi cuerpo, ¿podría haberme reunido con Gildestrale? Pero entonces, ¿por qué no sucedió eso?

Suspiro y me pongo de pie. Desplazarme siempre me ayuda a aclarar la mente. Dejo el libro abierto bocabajo sobre la cama y empiezo a dar vueltas en círculos. Me miro ocasionalmente en el espejo para sentir que dialogo con alguien.

—Nunca sentí un llamado de la diosa. Más bien, el núcleo del Dákama ya estaba empezando a atraerme—. Me doy varios golpecitos en la barbilla con un dedo y asiento con la cabeza—. En ningún momento acepté mi muerte, ¡eso es! Tal vez Gildestrale solo puede atraer a las almas de quienes aceptan morir con serenidad.

Levanto el índice a la altura de mi cara, como si estuviera hablando ante un público. Tenso la mandíbula y arqueo una ceja. Al observar mi reflejo en ese momento, me da risa. Si alguien me viera justo ahora, probablemente creería que estoy un poco loca. Todo lo que estoy diciendo debe sonar a disparate. Ni siquiera yo misma lo entiendo bien todavía. ¡Tengo que seguir leyendo! Cuando estoy por tomar el libro de nuevo, unos golpes en la puerta de la habitación me sacan de mis cavilaciones.

—Oli, ¿puedo entrar? Hay algo que quiero mostrarte —dice Annette a un volumen apenas audible.

—Sí, solo dame un momento —respondo, tensa.

Con movimientos apresurados, levanto la novela y le pongo un separador en la página donde me quedé. Luego de ello, la guardo en una gaveta del escritorio. Respiro hondo y me siento en el borde de la cama.

—¡Adelante!

La señora abre la puerta despacio. Entra caminando a paso lento mientras esboza una sonrisa tímida. Trae su teléfono entre las manos.

—Sé que hablar de estos temas no es para nada agradable, pero hoy decidí hacer una excepción porque pienso que esto es importante para ti.

Mirándome a los ojos, me entrega el celular desbloqueado. Arrugo la frente y tomo el aparato para examinar lo que hay en pantalla. La foto es lo primero que capta mi vista. Se me escapa un jadeo al reconocer a Cassie. De inmediato comienzo a leer el texto que acompaña la fotografía. Conforme avanzo, una mezcla de rabia, asombro y alivio se adueña de mí. Se trata de un reportaje en el que se revela que la policía apresó a Peter Dashwood, quien administraba la famosa cuenta de TikTok llamada Clown from the Vault. En su casa se encontró toda clase de evidencia que lo señala como el asesino de Cassie Evans y Ashley Donovan.

«Así que ese es el nombre de la otra niña, la que vi en el patio», pienso. Una gota cae sobre la pantalla. Cuando se me nubla un poco la vista, me doy cuenta de que estoy llorando. Annette se sienta a mi lado y pone su mano en mi hombro. Me enjugo las lágrimas con una mano y sigo con la lectura. Al llegar al último párrafo, me queda un consuelo. Pudieron rescatar a dos niñas que el asesino había encerrado en el sótano. «¡Qué bueno que están a salvo!». Si bien el criminal aún no ha sido juzgado, es obvio que no saldrá impune. Trago saliva con dificultad y abrazo a Annette.

—El otro día, cuando te quedaste mirando la foto de esa niña, dijiste que lo hacías porque querías ayudarla. Por eso supuse que te gustaría saber que se hará justicia para ella y para la otra chica. Las vidas de dos niñas más se salvaron. De entre lo terrible que ocurrió, hubo algo bueno.

—Mary y Grace podrán volver con sus familias. Eso es maravilloso.

—No sé cómo es que la policía logró dar con ese asesino, pero me alegro mucho de que lo haya hecho.

Aprieto los labios y cierro los ojos. «¡Fui yo! ¡Yo le dije a la mamá de Cassie que debía revisar esa cuenta!». Quisiera gritar esa verdad a todo pulmón, pero no me atrevo. Si se lo confesara, tendría que explicarle cómo y por qué logré atar cabos. Sigo sin sentirme lista para revelar quién soy. Saber eso podría convertirse en un riesgo para Annette. Cuanto menos involucrada esté en mis problemas, mejor. Aun así, quiero que sepa al menos una pequeña parte de lo ocurrido. Me arde el pecho por el gran esfuerzo que estoy haciendo para callar.

—Tal vez hayan recibido una llamada anónima que les dio pistas, ¿no lo crees?

Ahí está, lo dije. Es una forma indirecta de mostrarle lo que pasó sin hacerla partícipe de ello.

—Eso tiene mucho sentido. De seguro no lo mencionan en el reportaje para proteger al informante o informantes. En casos como estos, dar nombres podría poner en riesgo sus vidas. Es excelente que estén manejando así de bien este asunto tan delicado.

—Claro, es tranquilizador saber que las autoridades nos están cuidando.

La señora deja salir un largo suspiro y me mira en silencio por unos segundos. La sonrisa que me dedica ahora es cálida y confiada.

—¿Qué tal si salimos a caminar juntas? Así nos despejamos un poco y nos da más hambre para la hora de la cena. ¿Qué te parece?

—Sí, suena bien.

En el fondo sé que debería quedarme a estudiar más de mi libro. El tiempo para el ocio se acabó desde que entendí la gravedad de la situación en la que estoy inmersa. Aunque no sé si la mitología en la novela tiene algo de realidad, es lo único que ha arrojado cierta luz sobre lo ocurrido con la otra Olivia y conmigo. No debería desperdiciar minutos valiosos yendo a caminar. Pero cuando se trata de Annette, nada me parece un desperdicio. Pasar tiempo con ella siempre es muy agradable.

El día está soleado, pero frío, así que ambas nos ponemos abrigos, guantes y botas cálidas antes de salir. Annette es quien comienza a caminar para definir la ruta que seguiremos. La acompaño de cerca para poder conversar mientras avanzamos. Luego de algunos minutos transitando por los senderos llenos de árboles, la señora se detiene para fotografiar unos curiosos insectos que están reunidos sobre una roca. Mientras ella se concentra en capturar las mejores tomas desde distintos ángulos, yo me dedico a disfrutar del paisaje en los alrededores.

Observar los árboles mecerse con el viento es uno de mis pasatiempos favoritos ahora. El relajante sonido que producen es de las más bellas músicas que existen. Un par de ardillas se pasean entre las hojas. Sonrío al verlas cargando grandes bellotas en el hocico. Algunos pájaros sobrevuelan las copas hasta hallar la mejor rama para posarse. Desde allí entonan su canto con entusiasmo. Todo aquí es perfecto hasta que escucho un sonido inesperado que me eriza la piel.

Un fuerte graznido de cuervo resuena desde atrás de mí. Me giro muy rápido, sobresaltada. Boquiabierta, descubro que no hay nada allí. Observo a Annette de reojo. Sigue igual de concentrada que antes en tomar fotos. ¿Cómo es posible que ella no oyera nada? Niego con la cabeza. «Por estar pensando tanto en recuerdos ajenos, ya me creo cosas que no son», pienso. Me restriego los párpados y me doy un par de palmadas en las mejillas.

Hago amago de acercarme a la señora cuando se escucha otro graznido aún más fuerte que el anterior. Vuelvo a darme la vuelta tan rápido como puedo y, de nuevo, solo veo un espacio vacío. De pronto me cuesta tragar. Con dedos temblorosos, me saco el guante de la mano derecha. Invoco la energía de Gildestrale apenas moviendo los labios. En cuanto el ojo en mi palma se abre, muevo el brazo en dirección al sonido con disimulo. Y es así como descubro que no estaba imaginando cosas raras.

Un enorme cuervo de plumaje brillante me mira fijamente. En sus ojos oscuros distingo una chispa de astucia que excede a la de un animal. Puedo percibir un fuerte flujo de energía que emana desde su cuerpo. La otra Olivia lo escuchaba, pero no podía verlo, pues no contaba con los medios para hacerlo. Solo el ojo de la diosa es capaz de mostrar criaturas espirituales. Mi quijada tiembla. ¿Por qué está aquí? ¿Qué quiere de mí? ¿Es amigo, enemigo u otra cosa? Doy un par de pasos hacia el ave, pero esta de inmediato alza vuelo y desaparece en un parpadeo. Un puñado de plumas caen a mis pies.

—Oli, ¿dónde encontraste esas plumas tan bonitas? ¡Brillan mucho! —dice Annette, emocionada.

Cuando la veo acercándose, finjo tener tos para ocultar mi mano. Con torpeza me pongo el guante mientras hago la invocación para que la marca se cierre. Recompongo un poco la expresión facial para disimular mi estado de shock.

—Solo estaban tiradas aquí. ¿Crees que debería recogerlas?

—¡Por supuesto! Me encantaría usarlas en algún adorno o accesorio.

—Claro.

Me agacho enseguida y le doy la espalda a la señora. Debo estar más pálida de lo que ya soy. Hago acopio de toda mi fuerza interior para controlar el temblor de mis manos. Al menos la tela de los guantes evita que tenga contacto directo con las plumas. Cuando termino de agruparlas, las echo en el bolsillo de mi chaqueta. Preparo una sonrisa para Annette, quien me mira con aprobación. Con un ademán manual, me invita a seguir caminando.

Mientras nos movemos, siento que el corazón se me va a salir por la garganta. Estoy sudando a mares. ¿¡Qué rayos me acaba de pasar!? Espero obtener alguna respuesta cuando pueda examinar estas plumas con detenimiento. Voy a absorber una de ellas a través de la boca en mi palma. Tal vez esa sea la clave para descifrar el misterio. Ambas partes de mí pudieron percibir la presencia de ese cuervo. Eso tiene que ser una señal. La criatura de seguro va a mostrarme algo sumamente importante que necesito descifrar cuanto antes.

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