3
Seguir juntos era una continua batalla de responsabilidad. Y YoonGi, habiendo avanzado tanto, estaba harto. Ambos lo estaban y se sentían miserables. ¿Acaso fueron las discusiones del principio?, se preguntaba él. Se suponía que consiguieran armonía, pero nunca fue así desde el inicio. De hecho, YoonGi se había vuelto más pesado que SolBi.
¿Acaso fue avaricia querer que el balancín estuviera en equilibrio?
Creyeron que el amor en sí mismo sería suficiente para lograrlo. La palabra amor se expresa sola, entonces ¿era necesario que siguieran repitiéndola? Ambos parecían tener la misma carta en la mano. No herir al otro era parte de ella. Además, la aflicción de querer ponerle fin al subibaja era pesada. Alguien tenía que bajarse primero aunque fuera difícil. Debía hacerse sin pensar. Sin importar los sentimientos.
Al menos debían intentarlo.
Por otro lado, resultó infructuoso, para ambos, el haber comprado un departamento. ¿Cuál fue el punto? Visto en ese instante, había sido uno de los peores errores que cometieron. Al menos no tuvieron hijos. O mascotas. Bueno, el robot aspirador se lo iba a quedar Min, porque era suyo.
Él, incluso, había pensado en pedirle matrimonio cuando se mudaron juntos, pero no consiguió juntar el suficiente dinero para comprar los anillos. En su momento, YoonGi sintió muchísima frustración, pero después lo agradeció. Era como si no hubiera tenido que suceder.
―¡Cariño! Hace tiempo que no venías a visitarnos.
Claro, después de que se mudó a Seúl junto con SolBi, muy rara vez se pasaba por Daegu. Su agenda siempre estaba llena y, de cierta forma, lo hacía con intención para no tener que lidiar con su relación. Ella tampoco parecía interesarse mucho en el tema, también estaba muy ocupada con su empleo.
―Hasta parece que se te olvida que tienes padres ―señaló su progenitor con voz rasposa y profunda.
―No es así. El trabajo me consume entero ―se excusó.
―Anda, entra. ―La mujer se hizo a un lado―. ¿Qué tal las cosas? ¿Cómo está SolBi?
―Bien. Ella está bastante bien.
Eran contadas las veces, en esos años, que SolBi se había enfermado. Tenía un buen sistema inmunologico. Opuesto era YoonGi, quien tenía que estar pendiente del clima todo el tiempo, porque se enfermaba con muchísima facilidad. Desde niño era así.
―¿Por qué no viniste con ella? Hace tiempo que no la veo.
YoonGi ni siquiera le preguntó a SolBi si quería acompañarle. No quiso hacerlo, pues ir a Daegu tenía un propósito: despejarse y hacer su despedida. Incluso si deseaba aferrarse más, sabía que era incorrecto. Ya había acumulado muchas heridas.
―Tenía asuntos importantes en la firma.
SolBi era abogada.
―¡Qué pena! ―exclamó su madre.
A ella siempre le agradó mucho SolBi. A simple vista, parecía ser un gran partido. Buena genética y buena personalidad. Claro, esa era la imagen idealizada que creó la mamá de YoonGi, pues nunca hablaron en profundidad.
YoonGi asintió sin ánimo.
―Voy a mí habitación. Quiero componer una canción para SolBi.
―Seguro, cariño. Te llamaré para cenar.
Con su maleta en mano, subió los escalones y se encerró en su espacio. Sacó su libreta y empezó con la lluvia de ideas. La pequeña foto en el tablero sobre su escritorio le ayudó a empezar. Anotó la primera palabra:
Balancín.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top