CAPITULO 3

Rose

El trayecto hasta su casa fue tranquilo y silencioso. El, de alguna forma sabia que yo necesitaba ese espacio y me lo estaba dando. A medida que nos adentrábamos al bosque, los nervios volvieron a hacer de mi cuerpo un desastre.

¿Y si se arrepentía y decidida matarme? ¿Y luego me enterraba en el bosque? ¿Qué se me había pasado por la cabeza al subirme al auto de un extraño e ir con el al medio de un bosque de noche? Definitivamente había perdido las últimas neuronas cuerdas que me quedaban.

-Ya casi llegamos-su voz rompió el silencio y de alguna forma extraña paralizo mis nervios.

Justo en el corazón del bosque, una casa estilo colonial de color blanco se asomo dándonos la bienvenida. Esperen ¿dije casa? ¡Era una mansión! No podía ver mucho por la negrura de la noche, pero lo poco que pude vislumbrar me dejo anonadada.

Jack se bajó de un salto de la camioneta y luego se acerco hasta la mía y la abrió. Me tendió su mano, para ayudarme a bajar y cuando la tome un escalofrío recorrió mi piel, haciéndome pegar un salto y casi caer por mi arrebato.

Sino fuera porque Jack me sujeto por la cintura, hubiera hecho el mayor papelón de mi vida. Mi cuerpo quedo pegado contra su pecho y mi boca se entreabrió buscando el aire que sentía que me faltaba.

Su mirada salvaje conecto con la mía y me dejo paralizada. Sus ojos se posaron en mis labios y de repente los sentí resecos, así que en un acto reflejo pase mi lengua sobre ellos.

De repente el me soltó brusco, como si el contacto de mi cuerpo le quemara. Mi cuerpo se tambaleo desconcertado, pero me recompuse rápido, antes de caer de cara al suelo.

-Vamos muchacha, tus heridas deben ser curadas.

-Rose, dime Rose por favor.

-Lo que sea.

Me había olvidado totalmente de las heridas. Solo me bastaba estar cerca de este hombre para que mi mente se embriagara y dejara de pensar con claridad.

-Estoy bien, solo son unos rasguños-le quité importancia, pero cuando comencé a moverme mis músculos ardieron y partes de mi cuerpo reclamaron un descanso.

Mierda.

-No discutas conmigo Rose- gruñó.

-¿Siempre eres tan mandón?- dije irritada, no me gustaba que me dieran ordenes y el no había parado de hacerlo en toda la noche.

Su boca hizo una mueca, tirando a una sonrisa y mi corazón aleteo-siempre, ahora vamos- zanjó y comenzó a caminar dejándome sola.

-Si, ya entendí hombre de las cavernas - Dije rodando los ojos.

Si el exterior de la casa me había parecido increíble, el interior era impresionante. Este hombre debía haber heredado una gran herencia o ser un narco traficante, ya que no debía pasar los cuarenta. El piso y las escaleras eran todas de mármol blanco y reluciente. La decoración era simple, pero fría, muy masculina e impersonal. Se notaba la ausencia de una mujer aquí ¿Tendría esposa? ¿novia?

Quise cachetearme mentalmente por mis pensamientos banales, había sido atacada y el era un extraño, no mi nuevo ligue ¡Espabílate Rose!

-Te mostraré tu habitación, para que puedas bañarte y cambiarte. Luego hablaremos.

Lo seguí escaleras arriba hasta la segunda puerta, la cual abrió y me dejo boquiabierta. La habitación era más grande que todo mi departamento. Las paredes estaban pintadas de un blanco marfil y todos los muebles estaban hechos de caoba. Una cama con dosel se encontraba en el centro de la habitación siendo iluminada por la luz de la luna que entraba por el gran ventanal con cortinas blancas semitransparentes.

-¿Estas bien?- dijo alarmado por mi expresión.

-Si, solo sorprendida ¿te has ganado la lotería o traficas droga? Este cuarto es más grande que todo mi departamento.

El hizo una mueca - digamos que si soy algo peligroso, pero no un mafioso.

-¿Y eso me debería dejar mas tranquila? - dije cruzando los brazos.

Su mirada se desvió a mis pechos y se me subieron todos los colores a la cara-Confía en mi Rose, ya lo entenderás-dijo con voz ronca.

Me quede callada y parada ahí mientras el, buscaba algo en el baño. Volvió con un botiquín de primeros auxilios -Ven y siéntate aquí-palmeo un lado de la cama cerca de él.

Camine a paso lento tragando saliva. El noto mi incertidumbre y dijo -No te hare daño, solo quiero ver tus heridas.

Llegue hasta el y me senté a su lado. El sacó un algodón y lo mojo en agua oxigenada - me dijeron que esto no duele, pero no puedo prometértelo en caso de que no sea así.

-Esta bien, es agua oxigenada no arde- El paso el algodón por mis cortes, con mucha delicadeza y ternura. Sino lo tuviera tan cerca de mí y me afectara tanto, me hubiese reído de su cara de concentración frunciendo el ceño.

Cuando termino, me miro nervioso y se rasco la nuca -quítate el vestido.

Mi boca se abrió indignada ¿pero quien se creía que era? No iba a desnudarme en frente de un extraño. -¿Disculpa?

-No seas mal pensada. Solo necesito ver que no quedo ninguna herida sin curar. Necesito estar seguro de haberte examinado a fondo, para luego evitar una infección.

Oh dios, examinarme a fondo, yo quería examinarlo a él. ..

-No hagas eso- volvió a gruñir

Lo mire y el tenia los ojos negros de vuelta y su mandíbula tensa.

-¿Que cosa?- pregunte nerviosa, pero con gran curiosidad.

-Esta excitada, puedo olerlo- dijo con voz ronca.

¡Mierda! Que vergüenza. Esto no era posible, debía ser todo un mal sueño del que ya iba a despertar. ¡Eso era! ¡una maldita pesadilla!

El suspiro frustrado-Te dejare el botiquín aquí y me iré. Ve a bañarte y cuando estés lista baja a la cocina así hablamos de ciertas cosas-luego se fue dejándome sola y con una sensación extraña en el pecho.

Entre al baño y abrí el grifo de agua. Me mire al espejo e hice una mueca, tenia la mayor parte del cuerpo con hematomas, el reflejo de lo que me devolvía el espejo no era la mujer que llego de Texas, era de una mujer atacada y vulnerable. Odie eso, sentirme así, tan impotente y vulnerable, nunca había necesitada a nadie y ahora parecía un cachorro en busca de alguien que le diera un hogar y cariño.

Lave mi cuerpo con una esponja tratando de borrar todo lo que había pasado esta noche. Las lágrimas cayeron por mis mejillas con frustración ¿ahora que haría? Mi casa estaba destruida, un par de lunáticos estaban al acecho y yo no tenia a donde ir, ni a quien acudir.

Pero lo tienes a el- susurró mi mente.

Si no fuera por Jack la verdad no se que hubiera sido por mi. Lo mas seguro es que nunca hubieran encontrado mi cuerpo. Saque un vestido con flores turquesas y lo deje caer por mi cuerpo magullado. Peine mi cabello y baje descalza.

El olor a carne asada noqueo mi estomago. No había comido nada desde el almuerzo y estaba famélica. Esa había sido la razón por la que había salido de mi casa en primer lugar.

Mi estomago gruño en protesta y Jack se dio vuelta sorprendido y me miro intensamente poniéndome la piel de gallina. Estaba más roja que un tomate. Me miró de pies a cabeza y se acerco para examinar los hematomas.- ¿Te duelen?

Estaba confundida. Un minuto era frio y distante y al otro era dulce y atento. Lo peor de la situación es que su cercanía me afectaba más de lo que quería admitir y eso no estaba bien. Ni siquiera lo conocía, el solo era un hombre que me había salvado de las cosas que me querían hacer esos delincuentes ¿Qué diablos me estaba pasando?

- No duelen, se irán con el tiempo. Si te molesta puedo cambiarme -dije avergonzada por la forma en la que me estaba observando.

- No te cambies, esta preciosa. Y no me molestan, solo aumentan mi sed de venganza. Ahora ven baja, comeremos primero y luego hablaremos de lo importante. Me senté en un taburete y el puso un enorme plato con carne y papás fritas delante de mi. Tenían una pinta increíble. Vi que el no tenia plato y eso me desconcertó -¿tu no comerás?

-No. Ya cené antes-volvemos al señor del hielo.

-Oh esta bien, gracias.

-¿Vino? ¿Cerveza? ¿Agua?

-Una cerveza estaría bien gracias- por lo menos me ayudaría que tranquilizar los nervios.

El frunció el ceño -deja de agradecerme por todo.

-No puedo -me reí. No era la primera vez que alguien me lo decía.

El se mantuvo callado observándome, mientras yo devoraba mi plato. - ¿De que querías hablarme?- dije con curiosidad, mientras metía un trozo de carne a mi boca. Estaba delicioso.

-Vamos a ver...-dijo dudoso

-Rose.

-Rose, ¿cuánto escuchaste y viste ahí afuera?

-Lo suficiente, aunque parezca sacado de una película de terror y a la vez absurdo. Sabes, sigo sin creer en lo que esos lunáticos me dijeron ¿Cómo es posible siquiera que existan los hombres lobos? Si es así, también existirían los vampiros, las hadas

El volvió a fruncir el ceño- para, por favor-una sensación de temor se apoderó de mí- esta bien, no te asustes de mí, yo jamás te haría daño.

El toque de su mano en mi hombro, me quemaba y su mirada intensa logro que mis bragas se pusieran húmedas ¿que rayos? Nunca me había pasado esto con un hombre, no podía ser normal esta necesidad.

El respiro hondo varias veces antes de volver a mirarme, se veía tenso.- ¿Estas bien?-pregunte desconcertada por su expresión.

-Si, solo dame un minuto- tomo largas bocanadas de aire y volvió a mirarme esta vez con una distancia entre medio. Me miro esta vez con ¿pena? ¿Lastima? No lo se.

-Mira Rose, esta noche descubriste algo que nosotros morimos por proteger. Debes entender que no puedo dejar que te vayas y sigas con tu vida, ya que sabes demasiado y eso podría ser nuestro fin.

Las náuseas, volvieron al escuchar sus últimas palabras, esta había sido mi última cena, estaba segura-Oh no lo digas, no digas que vas a matarme. Por favor tengo muchas ganas de vivir... yo...

Mi voz se quebró y las lágrimas quemaron mis ojos. Era mi fin, y no podría hacer nada para cambiarlo. De la nada sentí dos fuertes brazos rodeándome y me estrelle contra su pecho duro como el acero. El comenzó a acariciar mi cabello - no llores nena, por favor. No puedo ver tu tristeza y saber que estas así por mi causa.

-Yo, yo...- dije entre sollozos y enterrando mi rostro en su cuello.

-No voy a matarte Rose. Pero estas en peligro y hasta que no encuentre esos cachorros, deberás quedarte aquí ¿lo entiendes?- hablo con ternura.

-¿Cachorros?

-Si. Así los llamamos a los nuestros que no han alcanzado la madurez.

-Bien ¿entonces no vas a matarme?

-No, Rose no lo hare, conmigo estas a salvo.

Me libré de su agarre para mirarlo a los ojos y vi la verdad en ellos, el quería protegerme, no matarme. Me arroje a sus brazos de vuelta y el ni se tambaleo. Luego le plante dos besos uno en cada mejilla. La risa broto de mi dejándome ver como una loca bipolar - ¡Gracias, Jack gracias! te prometo que no te arrepentirás de dejarme vivir.

-Eso espero muchacha, eso espero...

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