CAPITULO 2.


Rose

-¿Te encuentras bien?-pregunto serio.

El hombre era todo un dios. Pómulos bien marcados, nariz recta y podía jurar que sus ojos pasaron de un marrón intenso al negro en cuestión de segundos. Tenía largas pestañas que enmarcaban sus ojos transmitiendo mucha soledad y tristeza. Sus labios eran carnosos y su cabello, caía salvajemente sobre sus hombros.

Llevaba puesta una camisa leñadora azul con gris, arremangada hasta los codos, donde se podían ver unos tatuajes con símbolos y letras raras, y unos jeans negros con unos borcegos de caza.

El al ver que no respondía, volvió a repetir -¿estás bien?

Salí de mi ensoñación y mis mejillas se ruborizaron al ser pillada dándole una buena repasada.

Me volví a encontrar con su mirada, que ahora era divertida y tratando de que mi voz sonara lo más segura posible le respondí – si, gracias, por todo eso. No seque hubiese sido de midigo si no llegabas a tiempo.

Quise golpearme mentalmente por la inseguridad y nerviosismo que tiño mi voz.

Debía estar en una especie de shock, por que habían tratado de violarme hace dos segundos, me habían golpeado y yo solo podía pensar en imágenes de nosotros dos haciendo cosas, muchas cosas.

Me lamí los labios en un intento de humedecerlos, el sabor metálico de la sangre me devolvió a la realidad. Sus ojos volvieron al negro intenso y me sentí desnuda bajo su atenta mirada. Como si el pudiese ver a través de mi persona, incluyendo mis ahora sucios pensamientos.

- ¿Puede acordarse la dirección de su casa? tienes que curar esas heridas, antes de que se infecten y tenemos que hablar de ciertas cosas.

Trague duro, mi boca estaba seca, y el miedo volvió a mi ser, como una avalancha. Miles de preguntas se aglomeraron en mi cabeza, no dejándome pensar con claridad ¿y si él me mataba? ¿Si me violaba y luego me tiraba a un acantilado? No quería morir, tenía muchos proyectos a futuro y planes que concretar.

No me había mudado de Texas, para terminar así la primera noche. Me negaba rotundamente.

Apoyo su mano en mi hombro y me dio un ligero apretón sobresaltándome-No tengas miedo, estas a salvo conmigo.

¿Pero qué diablos? ¿Tan obvia era, que se me notaban todas mis emociones?

-Se que tienes muchas preguntas, pero es tarde y si no curamos tus heridas...

-¿Responderás mis preguntas?-lo interrumpí.

Su cara tomo una expresión extraña que no supe dilucidar, como incomoda - En lo posible si, ahora tu dirección. Le di la dirección de mi casa, de la cual estábamos a unas cuadras, así que caminamos en silencio. Su forma de moverse no era el de un hombre común y corriente, era más bien, la de un depredador que se mueve con confianza y arrogancia. Ese tipo de aire superior que intimida e inhibe con tan solo una mirada.

Divise mi departamento a una cuadra -Ya llegamos, aquí es.

-Entremos-habló calmado y con una expresión de seriedad en su rostro, que logro tranquilizarme e inquietarme al mismo tiempo.

Gire la llave y lo hice pasar. Cuando entramos al ascensor una ráfaga de excitación corrió por mi cuerpo, y mi cabeza se imagino mil escenarios muy sexuales de nosotros dos.

¿Qué demonios le pasaba a mi cuerpo? Me sentía afiebrada, no voy a mentir, no soy una mongigata, pero tampoco una ninfómana que quiere atacar sexualmente a un extraño en un ascensor.

Y menos cuando nunca había estado con ningún hombre en mi vida. Capaz me habían inyectado alguna droga esos salvajes cuando me atacaron y yo no me había dado cuenta, lo que me estaba pasando no era normal.

Sus ojos volvieron dos pozos negros y su mandíbula se tensó- no hagas eso.

Esperen ¿qué? No había forma de que el supiera lo que estaba pensando ¿no? ¡Ay mi dios! ¿En qué me había metido?

Salimos del ascensor y cuando quise abrir la puerta, el me frenó, agarrando fuerte mi brazo. No era doloroso, pero seguramente mañana tendría sus dedos marcados.

Me quitó la llave de la mano y de un movimiento tomó mis caderas y me puso detrás suyo - Quédate atrás, los huelo aquí.

Debería haberme preocupado la parte de olerlos, pero el miedo se hizo cargo de mí y me aferre a su espalda.

-Si me obedeces, no tienes que temer - rodé los ojos por su comentario arrogante.

-No ruedes los ojos, es de mala educación.

Volví a rodarlos y el gruño dejándome petrificada. Cuando el abrió la puerta, mi mano se fue directo a, mi boca, amortiguando un grito de horror ante tal escenario.

Lagrimas se acumularon en mis ojos derramándose por mis mejillas. Mi casa, la que me había costado tanto trabajo tener, estaba destrozada. Las cortinas rasgadas, las sillas partidas y las ventanas astilladas y rotas.

-Juro que voy a matarlos muy lenta y dolorosamente por esto- gruño Jack.

Ni siquiera su amenaza de que iba a hacer con esos chicos me sobresaltó, estaba bien jodida. No tenía dinero para las reparaciones y ahora tenía a cuatro hombres queriendo hacerme daño y sabiendo donde vivía.

Las nauseas Miloolvieron mi estomago como una coctelera y corrí hacia el baño. Al abrir la puerta me quede en shock con la escena.

Había sangre por todos lados.

Un grito de horror salió desde lo más profundo de mi garganta.

Jack apareció justo antes de caerme al suelo sujetando mi cintura y pegando mi espalada contra su pecho.

-Tranquila. Respira conmigo.

Cerré los ojos y me concentre en el aroma de su perfume almizclado y respire unas cuantas veces, hasta que sentí mi cuerpo relajarse entre sus brazos.

Luego susurro a mi oído- eso es. Lo estás haciendo genial, solo es un venado. Su aliento en mi oreja me estremeció el cuerpo hasta los pies.

Después de sacarme de allí, Miloisó todo el departamento y volvió hacia donde me había quedado paralizada. Me tomo por sorpresa sentir su mano cálida y rasposa limpiando mis lágrimas.

Lo mire a los ojos y vi preocupación en ellos - lo siento mucho, muchacha, si podría hacer algo para que no sientas ese dolor, lo haría. Su confesión hizo saltar mi corazón. El era un extraño, pero había hecho más por mí en una noche, de lo que nadie en mi vida.

Apoye mi cabeza en su hombro y su cuerpo se tenso. Inmediatamente me incorpore incomoda y nerviosa - gracias por todo, si quieres irte nada te detiene, creo que voy a empezar a ordenar un poco este desastre- dije derrotada.

¿Ira cruzo su rostro? No estaba segura, pero su expresión se trasformó y volvió a ese ser frio y distante. - tú no te quedaras aquí, por lo menos hasta que encuentre a esos hijos de puta y - dijo furioso, pero no lo deje terminar, no podía. El no era nada mío y no me debía nada, solo había estado en el lugar y momentos adecuados para ayudarme.

-No tengo otro lugar a donde ir, enserio voy a estar bien aquí.

Me tomó de los hombros y mi cuerpo se estremeció. Clavo su mirada sobre la mía con dureza y dijo-No luches contra mí, humana, después de que recojas lo que necesites, te vienes conmigo, eres débil y no podrás contra ellos si vuelven por ti. Curaremos tus heridas y hablaremos de un asunto muy delicado.

Quise refutar, que no iría a ningún lado y que no era débil. Pero la tenía razón, hasta que no encontrara a esos delincuentes no estaría a salvo.

- Está bien, voy a armar un bolso y vuelvo.

Antes de girarme hacia el cuarto lo miré y le dije-Por cierto, me llamo Rose Smith, no humana o muchacha.

El asintió - Esta bien Rose, ahora ve por ese maldito bolso y larguémonos de aquí. No tenemos toda la noche.

Negué con la cabeza y fui a hacer lo que tenia q hacer. No sé que me impulso a decir que sí, pero algo me decía que ya no había marcha atrás y que el camino que estaba tomando era uno de ida, lleno de sorpresas y secretos manchados por sangre.

Solo esperaba que mañana sea otro día y así poder despertarme de esta pesadilla.

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