CAPITULO 1.
Rose
Me llamo Rose Smith, tengo veintiséis años, un máster en cocina y una vida hecha pedazos. Mi madre acaba de morir de cáncer de riñón en mis brazos y no tenía más familia a quien acudir o avisarle sobre su reciente fallecimiento.
Mi mejor amiga Kim se había fugado hace unos años con su excéntrico novio y aunque mantuviéramos correspondencia seguido, no era lo mismo. De mi padre nunca supe nada mas que el huyo cuando se entero que mi madre estaba embarazada, es mas hasta el imbécil le dejo dinero para que mi madre se deshiciera de mi.
Mi madre fue hija única, así que cuando sus padres murieron ella quedo sola en el mundo con una hija de dos años a quien criar. El funeral y el entierro fue algo intimo y pequeño, el padre Thomas hizo la misa y yo dije unas palabras.
No podía creer que ella ya no estuviera aquí ¿Por qué la vida era tan injusta que te arrebata a quien mas amabas cuando mas lo necesitabas? ¿Por qué siempre a las buenas personas les pasaban estas cosas? ¿Qué hay de los criminales u homicidas? ¿Por qué el cáncer no se enamoraba de ellos y dejaba de fastidiar a quienes amábamos la vida y no le hacíamos mal a nadie?
Nunca lo entenderé. El cáncer es pura mierda, deteriora a la persona hasta que lo que queda de ella no es mas de un tercio de lo que fue, es doloroso y costoso. Había podido terminar mi máster trabajando horas extras en una cafetería, pero cuando mi madre enfermo todo se fue al desagüe.
No había dinero para pagar las cuentas. Nos cortaron la luz, el agua y el gas y un día casi nos echan a patadas de nuestro edificio por no pagar un mes de renta. Los tratamientos eran costosos, tuve que dejar mi sueño para trabajar y sacarnos adelante. No voy a quejarme, la vida es dura y siempre lo será, pero nada sirve llorar desconsoladamente esperando que Aladino venga con su lámpara mágica y el genio nos conceda tres deseos, por que eso es algo que nunca sucederá.
Ahora estaba en un nuevo edificio, en un nuevo lugar, dispuesta a empezar de cero. Mi madre me hizo prometerle que cuando ella muriera tomaría las riendas de mi vida y haría lo que siempre quise hacer, tener mi propio restaurant.
No tenía mucho ahorrado, pero me había alcanzado para un boleto de tren y dos meses de renta. Mañana saldría a buscar trabajo y tratar de enderezar mi nueva vida por el camino en el que siempre debió transitar.
Hay algunos que piensan que el destino ya esta escrito y nosotros somos simples peones en su juego de ajedrez. Yo voto por la teoría contraria, la que dice que nosotros mismos creamos nuestro propio destino ligado a las decisiones que tomamos con nuestro libre albedrio.
Y yo me niego a creer que los sueños, no pueden hacerse realidad. Me niego a pensar que toda mi vida será un fracaso y que me quedare más sola que la vieja del setenta y uno.
Porque yo quiero más, siempre he querido más. Quiero abrir mi restaurant, que las personas se entusiasmen por ir y probar mis creaciones. Quiero enamorarme, sentir eso a los que todos llaman mariposas en el estomago o ese vértigo que se siente cuando conoces a alguien especial.
Estoy harta de leer sobre romance en los libros y suspirar por los protagonistas que nunca se harán realidad realidad. Quiero mi propia historia de amor y no con un príncipe azul, sino con un lobo feroz. Alguien que ame sin reservas, que me cuide y que me haga sentir cosas en mi interior. Quiero a alguien que con una mirada me haga temblar las piernas y con un te amo revolucione el corazón.
Quiero una familia y muchos hijos. Quiero ser feliz.
Termino de desempacar y guardar el último libro de Danielle Steell en la biblioteca y me siento en el sofá con los ojos cerrados. Los músculos de mi cuerpo duelen por haber hecho la mudanza sola, pero no voy a quejarme, si quería que esto funcione debía ser positiva y tirar para adelante.
Mi estomago rugió avisándome que Llevaba sin comer desde hace horas. Fui al refrigerador y al abrirlo solo me tope con una botella de agua mineral, tendría que salir a comprar algo a algún supermercado.
Tome mis llaves y mi abrigo y salí en busca de algo para comer. El pueblo era chico y acogedor, las personas un poco toscas, pero amables. Había elegido este lugar por que me había enamorado de sus paisajes y sobre todo por que aquí nadie me conocía y podía ser quien yo quisiera.
La calle estaba desierta y el aire fresco. El viento despeino mi cabello e hizo que metiera mis manos dentro de las mangas de mi suéter para calentarlas. Mire a los alrededores buscando alguna tienda que estuviera abierta, pero no hubo caso, recién por la decima cuadra encontré una tienda pequeña que todavía tenia las luces encendidas, en ese momento quise saltar de jubilo.
Entre y compre lo básico para subsistir unos días, sin tener que salir a comprar nuevamente mañana. En unas de las heladeras había varios tipos de sándwiches y la boca se me hizo agua, saque el de jamón serrano y queso y me acerque a la caja a pagar.
El hombre que atendía debía tener unos sesenta años, me miro con una sonrisa y dijo- serian dos dólares.
Le pague con una sonrisa y me entrego todas mis compras en varias bolsas.
- ¿Usted es nueva por aquí?
-Si, recién llegada.
El me sonrió nervioso- debería tener mas cuidado si va a salir sola a estas horas. El pueblo es un lugar tranquilo, pero de noche se vuelve peligroso.
Fruncí el ceño- no me dijeron eso en el local de turismo que visite a la mañana. ¿Hay muchos robos?
El se froto las manos con nerviosismo, dándome una mala sensación- usted tiene un aura pura y trasparente, ha sufrido mucho por lo que puedo ver. Debe cuidarse niña no todo es lo que parece en este lugar. De día las cosas son maravillosas, pero a la noche todo comienza a cambiar.
-Lo tendré en cuenta, gracias- lo mire un poco asustada, tome mis bolsas y salí de la tienda a paso apresurado. Eso si que había sido extraño.
Comencé a caminar tarareando una canción de Rosario Flores, una española que me encantaba como cantaba, cuando un escalofrío me recorrió por toda la espina dorsal, poniéndome la piel de gallina y mi cuerpo alerta.
Me di la vuelta asustada y mire para ambos lados, pero solo me encontré con oscuridad y silencio, no había un alma en la calle. En este momento apreciaría un poco de ruido, había algo aterrador en este silencio, que la advertencia del señor de la tienda se extendió como un cartel luminoso en mi mente.
Apresure el paso y endurecí mi agarre de las bolsas. El escalofrió volvió paralizando a mi cuerpo de temor. Volví a girarme y una sombra paso velozmente por el medio de la calle hacia un callejón.
-Mierda.
Agudicé el oído y enfoque mi vista hacia el callejón por donde se había perdido la sombra. No se veía absolutamente nada y eso me desconcertó ¿me lo habría imaginado? Volví a darme vuelta para seguir mi trayecto hacia mi edificio cuando algo sumamente rápido me paso por atrás acariciando mi cabello.
Ahora si estaba muerta de miedo ¿Qué cojones había sido eso? Empecé a correr con todas mis fuerzas cuando dos hombres se interpusieron en mi camino con una sonrisa maliciosa.
Mis piernas comenzaron a retroceder, pero termine chocándome contra algo duro que me hizo pegar un salto. Cuando me gire otros dos hombres estaban detrás de mí y me miraban con las mismas intenciones que los otros dos.
Estaba perdida y lo sabía. Cuatro hombres me tenían rodeada en una esquina, acechándome.
¿Por que tenia que tener tanta mala suerte? ¿No puede una hacer sus compras en paz sin que cuatro imbéciles quieran dañarte?
-Miren lo que tenemos aquí -dijo uno de ellos, mientras los demás salían de las sombras.
-Yo creo que hoy vamos a tener una noche interesante Joshua -dijo otro lamiéndose los labios.
Todos se rieron y comenzaron a acercarse y a olfatearme como si fueran perros.
-Déjenme ir malditos idiotas, búsquense a otra a quien joder.
Mire hacia todos lados y no había un alma, la calle estaba completamente desierta. Estas cosas solo me sucedían a mí, definitivamente estaba meada por un elefante.
El que había hablado primero se acercó lamiéndose los labios y dijo con voz ronca - A la única que vamos a joder, es a ti muñeca.
Solté las bolsas que tenía en las manos y que estaba agarrando como si mi vida dependiera de ello.
Cuando el hombre que se me había acercado, estiro la mano para tocarme, reaccioné y como me había enseñado mi madre tiempo atrás le clave mi pierna con todas mis fuerzas en su ingle.
El hombre aulló de dolor tirándose al piso-¡Hija de puta! ¡Lo lamentaras! no tienes escapatoria.
El hombre número dos, se acerco a su compañero y me dio una mirada furiosa. Luego agarro un puñado de mi cabello y tiro con fuerza de él, sacándome lagrimas de dolor.
Miles de escenas horribles de lo que harían conmigo pasaron por mi mente. No los dejaría lastimarme, no sin dar pelea.
Subí el pie y con fuerza lo bajé dándole una fuerte pisada en el empeine del pie, pero fue inútil, el hombre ni se inmuto. Entonces mordí su brazo con el cual me tenia agarrada, logrando así que me soltara bruscamente tirándome al suelo, para agarrarse el brazo y gemir de dolor.
-¡Hija de puta!
Me paré de un salto e ignore el dolor de cabeza y otras partes de mi cuerpo que quedaron resentidas por el golpe.
Mire y me aplaudí por la pequeña victoria, aunque no por eso no los tenía en la mira. Sabía que el dolor se les pasaría y vendría con todo.
Mire a los otros dos, que esta vez me acechaban como depredadores a una presa, midiendo todos mis movimientos.
La mirada que tenían me dio escalofríos. Era salvaje e irracional. Me hizo acordar a esos documentales de Discovery Channel, en donde filman como los tigres cazan a sus presas, salvo que en este caso yo era su presa.
Uno de ellos, el pelirrojo, se acercó despacio, acechándome, poniéndome nerviosa. Su actitud era desinhibida y arrogante, como si el supiera algo que yo no. Tomo un mechón de mi cabello y lo olio- mm, acaso ¿nadie te enseño pequeña que no debes luchar contra hombres lobos o eso los hará excitarse todavía mas?
Mierda ¿este tipo estaba lunático? ¿Hombres lobo? Lo que me faltaba ¡estos hombres estaban mal de la cabeza!
- No seas ridículo, los hombres lobo no existen- trate de que mi voz saliera segura, pero fracase en el intento. El miedo corría con furia por mis venas, convirtiéndolo en adrenalina.
-Oh cariño, claro que existen y la prueba de ello la tienes delante de ti.
Mis instintos me gritaban que corriera, pero mi cuerpo se paralizo en su sitio. Tenía que ser lógica y pensar en frio, si corría igual me iban a atrapar.
Respire una gran bocanada de aire y me mentalice para lo que venía. Tantas horas de karate de pequeña, de algo me tenían que servir.
Los dos hombres eran gigantes y en fuerza, era obvio que me superaban, debía enfocarme en atacar puntos débiles y cuanto pudiera correr y rezar que esta noche quedara en el pasado como una mala jugada del destino.
Con un salto ambos tipos se lanzaron hacia mí, repartí piñas y patadas, de las cuales algunas fueron acertadas por sus gritos de dolor, pero tenia que ser realista estaba en desventaja y ellos lo sabían.
Utilice mi tamaño a mi favor. Era más pequeña que ellos, lo que me hacía más ágil y escurridiza.
Sabía que era cuestión de tiempo para que el efecto de la adrenalina se bajara y de paso al cansancio. Solo le pedía a Dios que escuchara mi plegaria y me diera una mano para poder escapar.
Un aullido consumió el silencio de la noche, mi piel se erizo y un escalofrió subió por mi columna vertebral advirtiéndome que algo malo iba a pasar.
¿Qué mierda había sido eso?
Unos segundos después, ya estaba agotada, pero seguía sin darme por vencida. En un momento pensé en dejar que me mataran, los músculos me pesaban y ya no me quedaban fuerzas. Ellos arremetían contra mí, eran cuatro y yo solo una, hasta que de repente no los sentí mas, fue como si una fuerza invisible los hubiese quitado de mi cuerpo, dejándome descansar.
Otro aullido se escuchó, seguido de un gruñido terrorífico - ¿todavía no han aprendido, cachorros, que en mi territorio no se cazan humanos?
Su voz era más de un animal, que la de un hombre. La lucha comenzó y los cuatro hombres se lanzaron encima de mi salvador. Tenía que ayudarlo, el no podría sólo contra todos ellos. La sorpresa fue tal, que cuando abrí mis ojos, mi salvador se libraba de los cuatros hombres con una agilidad y destreza, como si ellos fueran osos de peluche y él se estuviera divirtiendo lanzándolos al aire.
Me sentía como si estuviera presenciando en una película de Marvel. Lo que estaba viendo era imposible, este hombre parecía tener fuerza sobre humana.
Luego de vencerlos, él se paro en frente de ellos y con un tono amenazante les dijo-esto es una advertencia, no vuelvan a cazar en mi territorio o me asegurare de que no haya próxima vez.
Me estremecí ante su amenaza, sonaba salvaje, duro e inflexible. Los cuatros hombres huyeron despavoridos, como si les aterrara la idea de que mi salvador misterioso cumpliera su promesa.
Luego él se acercó hacia donde estaba y me tense. ¿El me dejaría ir? O ¿me haría daño?
Nunca había estado tan asustada en mi vida, pero había algo en el que me decía que era de los buenos ¿Me había salvado no? Algo de crédito debía darle.
-Tranquila muchacha, no te haré daño, conmigo estas a salvo. Me llamo Jack Bauer, déjame ayudarte- esta vez hablo con un tono diferente al que había usado. Demasiado sexy y masculino para mi bien.
¿En qué diablos estaba pensando? ¡El es un extraño por dios!
Me tendió la mano y no sé por qué motivo la agarre sin pensar. La mía parecía pequeña a comparación, pero era como si a la vez encajaran perfectamente. Su toque era seguro y firme. Sus manos grandes y callosas.
El me dio una mirada tranquilizadora y me ayudó a incorporarme. No puedo explicar lo que sentí en ese momento, pero algo dentro de mí me decía, que podía confiar en él, a pesar de que mi parte racional gritara ¡huye por tu vida!
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