02.

Capítulo censurado

Al llegar arrastrando una maleta durante la noche, se acercó a la puerta y sacó la llave de la casa. Sus manos temblaban por la adrenalina, deseando que funcionara.

Cuando la puerta fue abierta, sintió un escalofrío en la espalda... Había vuelto después de cinco años.

En ese momento, Shidou estaba cenando junto a sus hijos y su nueva pareja, pero esto Sae no lo sabía. Solo entró a la cocina y al verle junto a un chico desconocido, de cabellos castaños y ojos verdes similares a los suyos, se puso pálido, dejando caer las llaves al suelo. Shidou también se quedó estupefacto, pero al contrario de ellos, los niños lograron reconocer a Sae y sin pensarlo dos veces se levantaron de la mesa, corriendo a abrazarlo.

Los niños sabían quién era el hombre que entró, pues habían visto fotos de él sabiendo de quién se trataba y su supuesto rol en sus vidas.

Por respeto a sus hijos, nadie les detuvo ni se les dijo nada cuando sucedió. Permitieron que abrazaran a Sae, quién sintió un dolor en el corazón al ver a sus hijos tan grandes que casi alcanzaban sus hombros, no pudo evitar llorar de culpa al haber sido un completo idiota con sus cachorros...

Ya que había interrumpido una cena, con un poco de vergüenza se disculpó con los presentes y se retiró a la sala, con sus hijos queriendo seguirlo, emocionados por su regreso.

Los niños le hacían muchas preguntas relacionadas a "su viaje" pidiendo ver fotos. Sae se confundió sintiendo un nudo en su garganta, pero quiso seguirles la corriente. Mostrándoles fotos en su celular de lugares que había visitado en el extranjero, les explicó sus experiencias. Claro, se saltó todos los detalles que un niño no debe saber, cómo que esos viajes tenían otros propósitos de índole sexual.

Los pequeños estaban muy emocionados, no podían dejar de abrazarlo, diciéndole que se sentían felices de tener a su mamá de regreso.
También le contaron una pequeña parte su vida actual en la escuela, acerca de sus amigos, sus juguetes y las actividades que hacen.

Sae lo único que podía hacer era escucharlos y asentir, no sabía qué decirles exactamente... Para él eran dos pequeños extraños, pues se había saltado la parte más importante de sus vidas.

Una vez que los niños se fueron a dormir y la pareja de Shidou se había ido, los ex concubinos decidieron hablar. O más bien, Sae trató de hablar con el moreno, pero este no quería escuchar nada que viniera de él. Estaba furioso, ¿quién se creía para llegar así cómo si nada, fingiendo que nada pasó?

Se le fue recriminada su imprudencia y Sae lo único que podía hacer era llorar. Esto se sentía peor que cuando se apartó de su pequeño hermano Rin de adolescente. Nada había resultado cómo esperaba y además se enojó porque el padre de sus hijos tenía ahora una nueva pareja.

El de cabellos rojizos decidió ignorar el hecho de que él mismo abandonó a su familia y se había acostado con varios hombres durante ese tiempo. Le indignó de alguna forma que el padre de sus hijos sí haya podido seguir con su vida sin él y no le guardara el cariño que esperaba recibir con su regreso.

Está más que claro que Shidou no estuvo contento con los reclamos tan absurdos por parte de Sae y directamente lo envió a la mierda, exigiendo que se fuera de su casa.
Fue entonces que el Itoshi se asustó. Suplicó que no lo echara pidiendo perdón una y otra vez, pues no tenía más dinero ni a dónde ir.

Al ver que las súplicas no funcionaban, trató de abrazar y besar a su ex pareja, pero este se apartaba en cada intento, tosco y frío. Pero después de mucho insistir, logró quedarse en la casa... En la habitación de las visitas. Fue otra cosa que le indignó, pero no podía reclamar.

[...]

Sae no pudo dormir esa noche. Lloró de principio a fin, le dolía el haberse dado cuenta de la mentira que el padre de sus hijos había mantenido durante tantos años con tal de que sus pequeños no resintieran la falta de su 'madre' en sus vidas. La realidad le golpeó en la cara, sentía un vacío en el estómago debido a la culpa y las consecuencias de su irresponsabilidad.

La nueva pareja de Shidou llegó a primera hora de la mañana al día siguiente para llevar a los niños, cómo es la costumbre.
Al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, detuvo sus llantos y se calló por completo, tragándose sus culposos sentimientos. Fingió estar dormido cuando sus hijos tocaron su puerta y se despidieron para ir a la escuela. Tenían que asistir a una pequeña fiesta por las festividades navideñas.

Cuando finalmente se fueron, se levantó de la cama y salió descalzo de la habitación de visitas, usando una camiseta blanca y unos shorts oscuros, no tenía mucha ropa casual que usar en éste punto de su vida.

Shidou al no estar en temporada en el club al que juega, tenía algunas semanas de descanso. En cambio, Sae no tenía a otro lugar a dónde ir de todos modos, muy apenas tenía unos cuántos yenes en la cartera, así que no tuvo más opciones más que tomar comida de la casa para poder desayunar, pues, su estómago se mantuvo vacío durante lo que fueron al menos dos días debido a su crisis.

Mientras cocinaba su comida y Shidou estaba sentado en una de las sillas del comedor revisando su teléfono con total apatía, se sentía una notable tensión entre ambos imposible de soportar.

Ninguno de los dos se atrevía a mediar palabra por ahora.

Mientras que Sae observaba de reojo a quién fue su pareja sentimental alguna vez por tantos años, no podía evitar recordar la comodidad que le brindaba, además de una vida íntima muy buena que ninguno de sus amantes pudo igualar.

Pero, Shidou desde otra perspectiva y dentro de su indignación, hacía hasta lo imposible para ignorar la presencia de aquella persona que lo abandonó sin tener las agallas de hablar de sus sentimientos primero de frente. Realmente seguía resentido, herido. Amó a Sae con locura y éste desechó sus sentimientos como si nada.

Conforme avanzaron los minutos, se apagó la estufa, dejó lo que estaba haciendo a un lado y se decidió en romper el silencio. Arrastró la poca dignidad que le quedaba por los suelos para disculparse con el padre de sus hijos. Rogó perdón.

Lógicamente su ex pareja no reaccionó positivamente a las disculpas iniciales. Azotó el teléfono contra la mesa y se quedó callado, con una expresión de molestia en su rostro, provocando que Sae se sobresaltara.

Shidou nunca había sido así con él.

— ...¿Podrías por favor aceptar mis disculpas al menos una vez? ¡Ya te pedí perdón ! Lo que importa es que ya regresé y podemos retomar nuestra vida en familia otra vez... Por favor no me rechaces más...—Exclamó Sae, el contorno de sus ojos rojizos aguantando las ganas de llorar, mientras se sentaba junto a Shidou y tomaba sus manos.

Shidou sintió una gran ira. Apartó sus manos de un tirón y sus puños se cerraron. Estaba conteniendo su rabia para no cometer una locura de la que podía arrepentirse después. Entonces, contestó arisco, con un bombardeo de preguntas.

—¿Enserio estás insinuando que te acepte de regreso así nada más cuando me abandonaste y traicionaste? ¿Sabes lo que tuve que hacer por nuestros hijos todos éstos años? Tuve que tomar los roles de dos personas, ¿y tú dónde estabas cuando ellos tenían que aprender a leer y escribir? ¿Estabas ahí cuando lloraron en su primer día de primaria? ¿Los cumpleaños y viajes familiares? ¿Acaso los has consolado cuando se han lastimado al jugar? ¿Conoces en persona a sus amigos o dónde estudian?¿Cuáles son sus sueños y aspiraciones? No tienes ni idea de lo que es una familia, y aún así... Ellos te aman y están ansiosos por conocerte porque son seres inocentes que no saben lo que ocurrió realmente el día que cobardemente te fuiste. ¿No te da pena ser tan sinvergüenza?

Sae se quedó sin palabras, con lágrimas en sus ojos, deslizándose por sus mejillas hasta su quijada. Una expresión lastimosa se formó en su rostro y un nudo en su garganta, comenzando a lamentarse en sus adentros. La respuesta de todas esas preguntas eran obvias, no podía negar que no tenía justificación en nada, o al menos así lo sintió.
Había cometido un error fatal y no se le pasó otra cosa por la mente. Ni siquiera se le ocurrió recriminar.

Ryusei tiene razón. Sae no merece ser perdonado, todo el odio, rechazo y resentimiento del rubio se lo tiene bien merecido.

Shidou se levantó de la silla, con un inmenso dolor y la sensación de que su día se había arruinado. Herido, subió las escaleras para ir a la habitación principal que en el pasado compartían, se encerró dentro para no volver a ser molestado por aquel Omega del que se enamoró y tanto quiso en el pasado.

La cocina se quedó en un profundo silencio, a excepción de los pájaros que cantaban tras la ventana. Un dolor agudo atacó el pecho de Sae debido a la culpa, pero su necesidad era tal que estuvo dispuesto a maquinar un plan en su mente para poder recuperar su hogar y la estabilidad que tanto extrañaba.

A pesar de estar rodeado de ansiedad y nervios, no podía dejarse vencer, no todavía. Llorar y sentirse tan lastimero no le serviría de nada. Es un Itoshi, un ser pensante y el primero quien descubrió el talento monstruoso y bestial de Shidou Ryusei en el campo e hizo que fuese conocido por todo Japón.

Después de reflexionar por lo que parecieron horas, comió su desayuno mientras tanto, ya frío y dejándolo a la mitad. Se sentía tan culpable que incluso tirar la comida restante le pareció una falta de respeto, así que lo guardó para más tarde en una esquina del refrigerador.

Cuando los niños fueron dejados en casa, Sae aún estaba en la mesa del comedor, abrazándose a sí mismo, sin siquiera haberse cambiado de ropa a pesar del frío infernal del invierno.

La pareja de Shidou de quien ni siquiera se molestó en averiguar su nombre se sentía tan incómodo con la presencia de quién era un desaliñado desconocido para él, así que decidió irse.

Los pequeños mellizos se acercaron y abrazaron a su madre para darle calor al verle con la temblorina de sus propias emociones que le superaban. En las pequeñas mentes de los niños, consideraron que él necesitaba un gran abrazo porque tenía frío.
Abrazó de vuelta a sus hijos, reprimiendo sus lágrimas. No podía permitirse llorar frente a los niños, mucho menos ante un acto tan puro, lleno de amor genuino. Sus cachorros de ya ocho años realmente lo atesoran, lo extrañaron.

Comenzó a preguntarse en su mente sí ellos realmente tenían la culpa de sus propias malas decisiones y malos sentimientos. No lograba perdonarse a sí mismo por ello.

Con tal de remediar su error, decidió levantarse de la silla y hacerse cargo de las tareas del hogar en resto del día, colmando a sus hijos de amor y atenciones, todo aquello que no pudo hacer en los últimos cinco años.
Los niños estaban más que felices, emocionados de ser tratados con cariño por alguien que tenían la ilusión de tener en sus vidas. Ellos no tenían malicia debido a que su padre se encargó de nunca hablarles mal de la situación y había funcionado tan bien.

Mientras ésto sucedía, con la excusa de estar cansado, Shidou solo salió de la habitación un par de veces para comer y regresaba para encerrarse de nuevo. Los niños estaban tan contentos de estar con Sae que decidieron no molestar a su otro padre.

Llegó la noche y los mellizos se durmieron temprano. Estaban agotados de jugar y reír todo el día... Sae se quedó totalmente solo en el resto de la casa una vez más.

Aún estaba triste, pero, de repente una sonrisa un poco maliciosa se formó en su rostro. Tenía una idea retorcida de cómo podría hacer para ganarse el perdón si es que Shidou seguía deseándolo aunque sea muy en el fondo...

Antes de realizar cualquier cosa, salió a la calle para comprar algunas cosas con el poco dinero que aún le sobraba. Decidió arreglarse el cabello, ondularlo un poco, que sus pestañas luzcan más largas y bonitas, y aparte, se compro un labial de un rosa suave pero recuerda, es el favorito del moreno.

A Shidou siempre le gusto que se pintara los labios y lo besara así, que dejara marcado la piel morena del rubio con ese color de su labial, le parecía excitante, Sae nunca entendió porque.

Con pasos sigilosos, subió las escaleras y esperó hasta la media noche. Abrió con cuidado la puerta de la habitación y un nuevo escalofrío le recorrió la espalda cuando el picaporte se abrió. No está cerrada.

Shidou estaba durmiendo plácido, en una vaga posición boca arriba, muy apenas arropado por las sábanas. La calefacción estaba encendida. Su corazón comenzó a latir con fuerza al verlo, sudando y temblando por los nervios por lo que estaba a punto de hacer.
Tragó saliva y cerró la puerta tras de sí, se aseguró de cerrar muy bien y presionar el seguro. Se acercó a la cama, con la respiración pesada, subió a ella y se metió debajo de las sábanas que cubrían a su objetivo. No esperó demasiado, estaba ansioso...

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[...]

Al día siguiente, la sensación de su cuerpo pegajoso al moverse le despertó. Shidou dormía plácidamente a su lado, boca abajo.
El día nevado le sorprendió, pero al intentar levantarse, un terrible dolor agudo le recorrió desde el cuello hasta las caderas y le frenó de golpe.

Esta sudado, mojado, lleno de fluidos y chupetones. Los labios de su boca los siente hinchados, su cabello está hecho un desastre y sus ojeras están más marcadas. Aún puede recordar el sonido de la cama rechinar cada vez que Shidou lo embestia para impregnar su útero como el animal en celo que es.

También sintió terror cuando sus hijos tocaron la puerta, emocionados, pidiendo entrar para decirles a sus padres que está nevando y que quieren salir a jugar con ellos. Sin embargo, suspiró aliviado al notar que ya estaba vestido con la ropa de su acompañante.
A duras penas se levantó de la cama y abrió la puerta. Los niños se abalanzaron contra él, su hija en especial estampó su cabeza contra su vientre sin querer.

Sae no tuvo más remedio más que quejarse en sus adentros e intentar no doblarse del dolor, pero en el fondo chillaba. Les tuvo que calamar diciendo que primero necesita darse un largo y perezoso baño, hacer el desayuno y después de abrigarlos bien, jugarán en la nieve.

—Tienen que ser pacientes.—Les dijo con seriedad y calma.

Shidou tardó un poco más en despertar, y al hacerlo, no hizo ningún tipo de comentario sobre lo que sucedió en la noche y prefirió ir con sus hijos a hacerles el desayunar en lo que Sae se bañaba y descansaba un poco del dolor de su cintura.

El Omega está confundido y con intriga. No sabe si lo que pasó habrá significado algo para Ryusei, si lo habrá perdonado o este arrepentido. ¿Qué debería hacer?

—Shidou, hay que hablar.

Sae llevo al nombrado a otra habitación para que sus cachorros no los escucharan. Este momento es esencial, necesita que Shidou lo escuche, necesita hablar con él de tantas cosas.

—Lo que pasó anoche...

—¿Por qué regresaste?—Le interrumpe el moreno, dejando asombrado al pelirrojo. —Dame una buena razón para considerar permitir que entres en mi vida.

—Los niños quieren que—,

—Ellos te adoran, eres su madre. De eso no hay duda, nunca podrían odiarte, nunca sabrán la verdad de lo que hiciste.—crítica con seriedad y enojo.—Ellos te quieren en su vida, Sae.

Aquellas palabras llegan muy profundo en el corazón del Omega, haciéndolo reflexionar y darse cuenta de lo arrepentido que se siente de haberlos abandonado, de haber huido como un cobarde en vez de hablar con Shidou.

—Quiero que me des una razón para permitir que entres a mi vida. ¿Por qué regresaste?

Sae sabe que Ryusei ya esta cansado de escuchar sus disculpas, quiere honestidad. Y sabe que una cosa es re hacer su vida con sus cachorros, y otra es hacerlo con su ex pareja.

—Me dí cuenta que lo que cometí fue un acto tan egoísta y cruel. No soporte tantas responsabilidades siendo tan joven, y haber dejado el fútbol fue un duro golpe para mí que no pude asimilar.—Reprimió un jadeo lastimero.—Nunca debí irme de sus vidas, porque los amo. Amo a mis hijos, y te amo a ti, Ryusei... Déjame quedarme a tu lado para siempre.

Sae se acercó expulsando sus feromonas para apaciguar la furia de Shidou, de su Alpha, el único que quiere en su vida, quiere ser perdonado.

El moreno lo toma de sus mejillas con tristeza, compasión y adoración. No quiere perdonarlo, odio lo que hizo. Se fue por tanto tiempo y en el fondo tiene miedo de que vuelva a huir. Quiere odiarlo, pero... Dios, lo ama tanto y odia sentirse así.

—Sae, no olvides que yo ya tengo pareja. Esta persona ha sido muy importante para mí estos años en que tu nos abandonaste.—Comenta con una expresión neutral, analizando los gestos del más bajo para saber como reacciona.

Para el pelirrojo aquello es una punzada de dolor y celos, pero mantiene la postura y su expresión serena. A pesar de sentirse indignado por haber sido "reemplazado" por alguien más, no piensa permitir que otro Omega se quede en la familia, en su familia.

—Y aun así, te acostaste conmigo.—Se defiende con ironía y en el fondo, sonriendo triunfante.

No duda que Shidou quiera mucho a ese otro sujeto, pero está seguro que no lo ama ni lo desea tanto como al Itoshi, porque si fuese así, no hubiese caído ante él en la noche.

El moreno se molesta un poco por aquel comentario, suspira para buscar calma y pasa su mano por su cuello, pensativo.

—Un desliz lo comete cualquiera.—se excusa, aunque ni siquiera él se escucha muy convincente.

En realidad, se siente mal por haber engañado a su pareja actual. No debió acostarse con Itoshi Sae, cayó tan bajo, pero su cuerpo, su instinto, cada célula dentro de él lo pedía, regresar con la persona que tanto amó y extraño. Besar cada centímetro de su tersa piel y hundir su nariz en la tierna piel de su cuello. Con aquel primer amor que lo entendió, que le dio su libertad y supo jugar con él. Aquel centro campista que se fijo en él por encima de otros tantos jugadores, incluso por encima de su propio hermano, que lo defendió de los jugadores de la sub-20 cuando ningún otro creía en él.

Cuando el mundo no conocía ni confiaba en Shidou Ryusei, Itoshi Sae lo hizo. Lo aconsejó para dar lo mejor de sí, lo motivó para hacer el mejor gol, y le dio entregó su amor sin importarle lo que los otros dijeran. Es por eso que no logra entender porque después lo abandonó, si se veía tan feliz—en lo que cabe ser de alguien tan inexpresivo como Sae—, el Alpha no tenía ni idea de que el pelirrojo realmente sufría.

Posiblemente él también tuvo la culpa por no haberse dado cuenta, debió ser más atento y comprensivo. No debieron tener hijos tan jóvenes, Sae fue quien terminó cargando con todo aunque Shidou y su familia lo ayudasen en la medida de lo posible, seguía siendo mucho para el pelirrojo porque ya no volvió al fútbol. A aquello que tanto le apasionaba y por lo que conoció a Shidou.

—¿En serio lo prefieres a él que a mi, demonio?

La ligera curva en las cejas y su expresión suave es algo que le resulta tan irresistible. Algo que no veía en Sae en muchísimos años.

La habitación está inundada del aroma a menta y cereza que proviene del pelirrojo. Algo que lo adormece y disminuye considerablemente su enojo.

—Si crees que seduciendome con tus feromonas lograrás que te acepte de nuevo en mi vida...

Shidou no resistió más y lo beso con tanta necesidad y anhelo. Sae gime en medio del acto tan húmedo y profundo, excitado, su culo se moja nuevamente pidiendo por la semilla del rubio. La boca de Ryusei lo está devorando, lo ama y eso se siente tan bien. Quiere volver hacerlo con él pero no pueden, sus niños están en la otra habitación esperándolos para jugar en la nieve.

—Te amo, Shidou Ryusei.

Artista: Fr (mi pareja)
Mellizos Shidou


[...]


Palabras: 3,488 [con censura]
Escritores: JaquiiAleWorld & Fr
Fecha de Publicación: Sábado 14 de diciembre del 2024
Au: Omegaverse
Fandom: Blue Lock
Nota del escritor:
Si quieren leerlo sin censura pueden ir a Ao3 o Inkkit. La escena de sexo son 1,400 palabras más xd.

El arte no es nuevo, ya la puse en mi otro fic RyuSae (egoísta), ya tiene mucho tiempo que mi pareja lo hizo y quise volver agregarlo aquí.

Weno gente este fic ya termino, algo cortito la verdad. No lo actualice más temprano porque estaba lavando, luego me hice el desayuno y después pues me puse a ver el capitulo del anime.

Amo las interacciones de esta shipp

Más tarde publico la sección de curiosidades es algo muy breve la verdad.

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