13| El destino.
Ashley Wood
Se me es imposible disimular la gigantesca sonrisa en mi rostro. La satisfacción es inmesa. Sin embargo, a pesar de que pueda aparentar ser el gato de la película Alicia en el país de las maravillas, Arlon no se incomoda ante mi desborde. Se limita a conducir en un silencio cómodo y me lanza miradas de vez en cuando, aunque no logro descifrar si es una fascinación por mi persona o una evaluación de nuestra repentina química.
No me he olvidado de ese detalle, como podría, si cada que lo miro se hace presente. No obstante, mi alegría es lo suficientemente grande para traspasar cualquier anomalía.
Mi ansiedad se puede comparar a la de una niña pequeña en el momento que van a reventar la piñata. Es que, estar consiente de que una propiedad puede volverse mía, es un sentimiento indescriptible.
La mayoría de las personas anhelan una casa y lo entiendo, es más hogareño y trae consigo miles de ventajas, pero soy una mujer de departamento. Esto no lo supe hasta que conviví con Dereck y pude darme cuenta de mi considerable inclinación, además la venta es mucho más conveniente que pagar un alquiler todos los años, no tengo intención de mudarme, mi futuro esta en esta ciudad, tengo todas las oportunidades y me asegurare de no desperdiciarlo.
Ashley
Debemos hablar.
Dereck ve mi mensaje de inmediato y cuando me doy cuenta de que mi mensaje no del todo alentador, envío otro.
Ashley
Encontré un nuevo agente y estamos yendo a ver un departamento.
De verdad creo que este puede ser el elegido ¿A qué hora llegas para hablar? Yo imagino que me demorare dos horas ¿Esta bien para ti?
Los tres puntos aparecen en señal de que está escribiendo. Sin embargo el mensaje no se concreta, la esperanza no muere, observo el celular alrededor de un minuto y cuando estoy a punto de llegar a dos, bufo y bloqueo el celular.
¿Esto se considera romper alguna regla? Porque prometimos que a pesar de la situación, siempre íbamos a estar para el otro, en las buenas y malas.
Dereck debería estar aquí y no hablo físicamente, un mensaje de aliento es más que suficiente. Mi mejor amigo debería alegrarse por mi ¿Acaso se fracturo los dedos? Porque con unas cuantas sesiones se lo reparo y gratis.
—¿Todo bien, Ashley? —la cautelosa voz de Arlon me hace alejarme de mis pensamientos— ¿Acaso sigues con frío?
Suavizo la arruga de mi frente.
—No te preocupes, es un tema personal —aclaro para despreocuparlo.
Asiente, pasando su mano por su melena oscura. Su perfil es envidiable, pero no tengo suficiente tiempo en perderme ya que me percato que una sombra gigantesca nos traga.
Está entrando a un edificio.
Desde un principio, fui consiente de que Brax estaba conduciendo con dirección al centro y no discutí nada, ya que él es el experto, sin embargo no puedo imaginar que clase de departamento me mostrará. Todo en el centro es caro y si bien hay hermosas edificaciones, ninguno se ajusta a mi presupuesto.
Arlon estaciona y caminamos juntos al vestíbulo dónde se queda conversando con la recepcionista mientras que espero en una pequeña sala.
Una vez que termina, veo como sostiene una llave entre sus dedos, me tiende su mano y me levanto para empezar a caminar mientras que me cuenta un poco del lugar.
—El dueño es un viejo amigo así que te puedo garantizar la buena atención y disponibilidad, construyó este edificio hace seis años y si bien, todo fue vendido, con el pasar del tiempo algunos decidieron mudarse, ya que los primeros propietarios fueron jóvenes y al tener hijos prefirieron mudarse a una casa. —su relato es automático, con voz profesional— ¿Piensas tener hijos, Ashley?
Llegamos al ascensor y nos adentramos.
—Me encantan los niños, pero por el momento estoy enfocada en crecer laboralmente.
—Comprendo. —aprieta el botón que da al piso quince— De igual forma aún eres joven y tener algo establecido facilitará el logro de tus metas.
Siempre palabras acertadas.
—¿Te puedo hace una pregunta personal? —digo mirándolo.
Su piel pálida se eriza o al menos eso creo, ya que rápidamente pasa su mano por su rostro y regula cualquier imperfección.
—Dime.
—¿Por qué no vives con Rosita? —suelto la inquietud que tenía atorada desde que entré a la casa de Hernández.
Si bien, hay cuadros de ellos por toda la casa, no hay ningún indicativo de que Arlon viva allí. Ningún par de zapatos, prenda de vestir, cepillo de dientes, todos los objetos eran de Rosita y por las anécdotas que me contaba de Arlon, fue un poco confuso.
—Ella me adora, pero apenas tuve mi dinero, me forzó a independizarme. Tenía miedo de que me volviera un niño de mamá dado a sus mimos constantes y a pesar de que me fui, la visito casi toda la semana y después del accidente, son todos los días. —confiesa con un ligero tono melancólico— No es mala, es la mejor madre del mundo, pero odio cuando me aleja pensando que me hará daño. Dios, tuvo un accidente grave, tuve suerte de mejorar algunas cosas de la casa dado que se niega a salir del hogar por los recuerdos que alberga.
La sensación del primer momento en que lo conocí regresa con intensidad, su mirada, la manera de decir las cosas hace que un nudo grueso se forme en mi garganta. Es completamente inexplicable, pero no lucho, me dejo guiar y antes de que pueda medir mi acción, doy dos pasos en su dirección y lo rodeo con mis brazos con fuerza.
Otra vez.
¿De dónde nacen estos impulsos?
No digo nada, las palabras sobran.
La diferencia de altura se hace presente, pero no me importa. Mis manos se escabullen por su saco con toda la intención de calentar su estado corporal frío. Sé que estoy tomando una confianza que no tenemos, sin embargo, Arlon no reacciona de manera negativa.
El abrazo de antes fue algo rápido, estábamos en publicó y primo la euforia, pero esto se siente diferente, más intimo.
Él me devuelve el gesto con nervios, siento su mano rozar con timidez mi cuerpo y cuando por fin se decide, me aprieta con fiereza. La fuerza, la necesidad que me transmite no es normal. Su piel sigue fría, pero hay tanto cariño en su gesto que no puedo describir la paz que me trae.
Las puertas del ascensor se abren y solo entonces decido guardar este sentimiento extraño para analizarlo después, luego me separo.
—Muéstrame —señalo el pasillo extenso que se encuentra a nuestro al frente.
Él da el primer paso y cuando ya estamos caminando entre dos paredes, me enfoco en cada puerta esperando que sea lo que tanto ansío.
Cuando por fin los pasos de Brax se detienen, mi corazón empieza a palpitar con fervor.
Él abre la puerta completamente y extiende sus manos para que entre primera.
Sonrío y doy los pasos necesarios, me introduzco al departamento.
Mi departamento.
—Dos cuartos, dos baños, una sala amplia, una cocina con proporciones normales, una área de lavandería y un pequeño espacio que podrías adaptar para una oficina o de gimnasio. Como te podrás haber dado cuenta, los acabamos son pulcros y no tiene ninguna imperfección, se encuentra ubicado en un punto estratégico, todo te queda cerca desde aquí y la seguridad es eficiente, te lo prometo —Arlon va mencionando cada palabra a medida que voy recorriendo el espacio, mi espacio.
Es perfecto.
Las vistas desde los dormitorios son espectaculares, los mármoles del baño y de la cocina son alucinantes, todo se ve nuevo y en buen estado. Trato de buscar una imperfección, algo que me haga despertar de este sueño, pero no hayo nada, esto es tal cual lo imaginé.
Arlon me conduce de nuevo a la sala donde hay dos ventanas gigantes que le dan un toque más moderno al ambiente. Me pierdo unos segundos en la vista que proporciona el vidrio y solo salgo de mi trance cuando escucho el sonido de metal chocando.
Giro ante Brax que sacude un manojo de dos llaves, me mira con una sonrisa radiante. Debe conocer el rostro de un comprador seguro, decidido.
No puedo controlar mi energía, corro hasta él y lo abrazo en un pequeño salto.
Tres veces.
¿Cómo? A penas lo conozco.
Su risa resuena.
—Quiero llorar —confieso siguiendo el compás de su carcajada.
—Mientras sea de felicidad todo está bien, —dice, soltando mi cuerpo y retrocediendo un paso— ¿Tienes alguna pregunta?
Respiro con pesadez.
El momento de la verdad.
—¿Cuánto es?
Su mirada grisácea me calma.
—Lo tienes, Ashley, es tuyo si quieres.
Llevo mi mano a mi boca, silenciando un grito y camino por toda la sala, esperando que este subidón de energía se regule.
—Arlon... Dios, ni siquiera tengo palabras para expresar mi gratitud. —mis ojos brillan— Gracias, no sabes todo lo que me ha costado encontrar un lugar como este. Es demasiado bueno para ser real ¿Te puedo abrazar otra vez?
—Creo que te saltaste la pregunta las anteriores veces, pero... —sin esperar su respuesta, vuelvo a tomarlo desprevenido con mis brazos.
—¿Alguna vez te han dicho que agarras confianza rápido? —asiento. Normalmente no me comporto así, pero hay demasiada serotonina en mi sistema— Te dejaré aquí para que estés sola y lo pienses, te estaré esperando en el vestíbulo y según la respuesta que me des, coordinamos una fecha para hablar del contrato o para ir a visitar un nuevo inmueble. —se aparta con delicadeza y desaparece por la puerta.
No tengo nada que pensar, este lugar es mío, lo sentí antes de entrar al edificio, aquí está mi hogar, aquí pertenezco.
Espero unos segundos antes de liberar mis labios y soltar un pequeño grito de festejo.
Miro el lugar por unos breves segundos o al menos eso creo, ya que cuando reacciono estoy parpadeando y sacudiendo mi cuerpo por las emociones encontradas. Camino hasta la puerta y salgo del lugar, aun con la mano en la perilla giro mi mentón hasta la salida.
—Arlon... —cierro mis labios al ver la puerta del ascensor cerrarse— no te vayas —completo.
Un escalofrío me recorre.
Aunque está vez se siente diferente, mucho más intenso.
Que extraño.
—Me gustaría decir que es un agrado verte, pero después del pequeño espectáculo que montaste me siento más que curioso. —pronuncian fríamente— Así que dime, Ashley —reconozco su voz donde sea, soy consciente del magnetismo que tiene sobre mí, sin embargo me niego a pensar que es él— ¿Desde cuando permites que un extraño te toque? o mejor dicho ¿Qué viste en él para creer que era digno de tu sentir?
Mi pulso aumenta.
No puede ser verdad.
Mis pies giran rápido y lo que creo que será una vuelta completa se convierte en un ligero inclinamiento a mi izquierda.
Mis ojos conectan con los suyos.
Mi corazón se acelera.
Adrián está aquí.
No puedo comprender la expresión tengo en el rostro, pero tampoco me importa mucho. Solo puedo concentrarme en la forma en que sus iris cambian al verse atendidos por los míos. Es diferente, está vez me recibe con un poco menos de indiferencia y más disponibilidad. A pesar de ello, no puedo alegrarme, ya que no parece sincero, la invitación de sus cafés es parecido a una trampa que me seduce por caer, casi como si anhelara mi quiebre.
¿Cuánto hielo se ha derretido desde nuestro último encuentro?
Porque siento que estaba errónea al pensar que sus ojos son de color cafés ya que en estos momentos recién me puedo dar cuenta de la oscuridad que lo bordea, y no, no me refiero a esa penumbra que nace a raíz de su posesividad, esto es mucho más intenso y definitivamente más peligroso.
Aún así no temo, me cautiva excesivamente. Así como una flor de color intenso atrae a una mariposa y en este caso, sus iris son mi color preferido. No importa cuanto cambien, la sensación es la misma.
Deseo tanto poder apartar la mirada para detallar su vestimenta o incluso inspeccionar esas venas que resaltan en su cuello y que puedo ver gracias a mi amplia visión, pero ninguno de mis deseos es tan grande como el placer que me otorga verlo frente a frente.
Solo él y yo.
¿Acaso la lejanía de su cuerpo ha sido un error? Es como si su droga hubiera sido mejorada, teniendo como resultado a mi anatomía estática ante su presencia, no tengo escapatoria.
No veo nada del Adrián de hace unos días. Esa inseguridad y nostalgia que lo invadió en su llamada con Dalesa ha desaparecido, aunque si hay rastros de su caparazón. Sin embargo no apuesto todo, es imposible que haya mejorado en poco tiempo y lo más probable es que la adrenalina de nuestra presencia con el otro actúa como una morfina que borra los rastros de cualquier problema.
No te vas a esconder de mi, Adrián, tu no.
Sus cejas se juntan en un fruncido marcado mientras que sus pupilas se dilatan al recorrer mi cuerpo. La última vez que lo hizo pude distinguir su molestia irritante e incluso atracción, pero está vez me evalúa con furia, sin una pizca de deseo.
Insólito.
Estando plenamente consiente de su sentir debería estar con un mínimo de incomodad, lo sé, pero no puedo evitar arder con cada centímetro que contempla ya que misteriosamente siento como si sus ojos tuvieran el poder de tocarme, marcar mi piel a su antojo.
Es inconcebible.
Me limito a mantener la compostura, aterrada de moverme de más y perder la poca estabilidad que me queda.
Todo está fuera de control.
Sus ojos se devuelven conmigo, su fruncimiento se ha ido, aunque no es del todo bueno. Esa oscuridad parece haber aumentado, se ve más ansioso, más a su versión antigua, la original.
La zona de mi entrepierna tiembla, se sacude y siente varias descargas que me hacen retroceder.
El choque es fuerte, mi corazón no estaba preparado para esto así que más rápido que tarde, tropiezo con mis propios pies. Trato de apoyarme en la puerta, pero al encontrarse abierta, aceleró mi caída.
Sin embargo, antes de cerrar los ojos, Adrián me atrapa. El primer choque que llega son sus dedos aferrándose a mi cintura y después su mano presionando mi hombro contra la pared, en un ridículo intento de mantener la distancia ya que su rostro queda tan cerca que puedo sentir su brisa calentando mis facciones.
Nuestro aire se vuelve uno.
Embriagador.
—¿Qué pasa, Ashley? —sonríe, pero la felicidad no llega ni a sus pómulos— Tus facciones me indican que estas asustada, pero eso no puede ser verdad ¿Cierto? —sus dedos masajean la piel desnuda de mi hombro con fuerza, tratando de demostrar su rechazo a nuestra proximidad— Sería decepcionante que la valentía te haya durado tan poco, más aun cuando recuerdo haberte dejado con una sobrecarga gigantesca de confianza.
Por algún motivo mi visión baja y se enfoca en su pecho donde debería estar impregnado el tatuaje de mariposa. Tuerzo mis labios ¿Por qué insiste en llamarme "Ashley" cuando puede nombrarme con su apodo? Podrá ser mi nombre, pero aun así se me es imposible deshacerme de la incomodidad que genera tal descaro.
Dios.
En serio estoy mal.
Jamás me ha llamado así.
Esta necesidad es una locura.
—Me pregunto cómo reaccionarias si alguien te tomará por sorpresa —camuflo un suspiro ante su cercanía.
—Un susto es válido. —su cabello oscuro se ilumina por algunos reflejos de luz, invitándome a acariciarlos— Sin embargo la forma en que te desmoronas ante mis ojos es aterrador, Ashley, es como si cada célula de tu cuerpo estuviera envuelto en un fuego que anhela ser consumido.
Su provocación es estimulante. Siento un pinchazo en el pecho, examinado la curva de su mentón tenso y preguntándome cuando resistiré antes de acariciarlo.
—¿Esta es tu forma elegante de decirme necesitada, Adrián?
Un tic se instala en uno de sus ojos.
Sonrío, sabiendo que no está tan sereno como pretende venderme.
—¿Lo es? —la fascinación en su mirada me marea— Admito que no esperaba esa confesión, pero aun así lamento tu situación, —se acerca, tan peligrosamente que me roba el aliento. Un impulso me tienta a cerrar los ojos al sentir la calentura de su respiración en mi oído— no puedo imaginar la frustración que debes estar sintiendo.
—Que raro, supuse que tú más que nadie entendería mi posición ¿O acaso no eres el tipo que estuvo fantaseando conmigo durante tres años?
—¿Y tú cinco? —devuelve el golpe.
—No creo que te gustaría oír la respuesta, Adrián, tu ego es una de las cosas que más me encanta de ti.
No lo miro, pero confío en que se contiene por no resoplar.
Antes de que pueda decir algo más, Adrián da un último apretón a mi hombro y luego se aleja considerablemente. Al menos debe haber retrocedido cinco pasos antes de elevar su mano a su cabellera y fundir sus dedos en el, no es tosco, pero si delata una señal de inquietud.
—Es una lastima. —menciona con una voz tranquila, pero con matices de oscuridad— Veo que sigues aferrándote a tu promesa de seducirme, aunque no voy a negar que esperaba que entraras en razón.
Ladeo mi cabeza con asombro. Puede parecer cómodo con el tema, pero esa mirada no miente.
—¿Acaso te sientes seducido, Irman? —presiono— Porque ni siquiera he empezado.
—Eso es bueno, ya me había decepcionado por tu falta de técnica. Lamentable para una mujer como tú —desafía mientras que otras partes, además de su mentón, se tensan.
—¿Cómo yo?
—Como tú —eleva sus comisuras, apenas duras llega a sentirse real.
—No te preocupes —suspiro— Prometo que no te decepcionaré, después de todo he estado practicando con mucho ímpetu. —me inclino a su cuerpo, bajando peligrosamente el timbre de mi voz— No sabes lo mucho que he sudado, nadie puede decir que no lo he dado todo.
Respira profundamente, dando un cambio radical a su aura.
Su mirada cambia, esa oscuridad que antes me abominaba, se intensifica, pero con el pequeño detalle de que se su enojo se ve infestado por otra fuerza igual de poderosa: Lujuria. Su mentón se eleva con autosuficiencia y mentiría si esa seguridad no me hace temblar ligeramente. El reto esta dibujado en cada facción suya.
Da cuatro pasos al frente, acercándose y revoloteando todo mi torrente sanguíneo.
Desde esta cercanía detono su pómulos marcados, el tentador color de su piel y por supuesto, su hipnotizante mirada que promete miles de forma de silenciarme.
—¿Quién era el hombre con quien estabas, Ashley? —formula, seguido de una mirada helada.
De pronto caigo en cuenta de la situación. Miro a mi alrededor para asegurarme de que esto es real y me reafirmo al denotar mi próximo departamento vacío, giro nuevamente mi atención ante Adrián que espera una respuesta ansioso o mejor dicho desesperado.
—¿Qué haces aquí, Adrián? —en la ciudad, en este edificio, conmigo.
—Creo que primero me debes una respuesta, Ashley.
—No lo creo —incito.
—¿Quién era el hombre con quien estabas? —repite, ignorando mis palabras y acercándose un poca más.
Con cada segundo se difuminan las líneas de su autocontrol.
—¿Estás celoso? —ladea su cabeza a un lado, haciendo una mueca de disgusto.
—No esquives y responde—remojo mis labios al sentirlos repentinamente secos y su mirada se desvía un segundo.
—¿Por qué debería? Es mi vida privada, Adrián y si mal no recuerdo, has estado renuente a saber de ella o incluso a desacreditarla.
—Oh y créeme que no me interesa. —con cada palabra, su voz se va endureciendo— Aunque confieso que se está volviendo agotador recordarte que tú vida amorosa me es tan insignificante como la de cualquier desconocido.
—¿Tan difícil es aceptar que te importo?
—¿Tan difícil es aceptar que no me importas? —masculla— Al menos no de la forma que tanto ruegas. Tu y yo somos pasado, entre más temprano lo comprendas será mejor para ambos.
Debería afectarme, como mínimo una punzada en mi pecho, pero lo cierto es que me encuentro tan segura de los sentimientos de Adrián que mi confianza no tiembla.
Sé lo que oí en esa conversación privada.
Si no hubiera nada, no estaríamos en esta posición.
—¿Entonces por qué parecías tan aterrado cuando deje de luchar contra ti? —su mirada se endurece y su mandíbula resalta— ¿Quieres un recordatorio? —me acerco, colocando una mano sobre su corazón. No pasa ningún segundo cuando comienza a vibrar con fuerza— Tal vez este un poco confundida por tu inesperada intromisión, pero sabes que cuando tú efecto regule en mi sistema, atacaré y no abra Dios al que puedas rezar para ocultarte de mi, te destruiré con el único fin de verte brillar, Adrián, no tengo miedo a tus palabras vacías. Yo ganaré.
—Oh Ashley, créeme cuando te digo que si estuviera celoso, ya lo sabrías porque en definitiva no estarías tan necesitada como lo reflejas. —otro paso adelante y es entonces cuando alza ambas manos y la coloca a cada costado de mi cabeza, enjaulándome contra pared— Ni si quiera me esperaría a llevarte a algún lugar más privado, te tomaría aquí mismo y cautivarías a todos con tu canto. —sufro la calentura de su exhalación chocar contra mi rostro, específicamente en mis labios que empiezan a picar por su atención. La molestia es intensa así que no tengo otro remedio que usar mis dientes para morderlo de un lado para calmar el ardor—Te haría gritar tan fuerte para que cierto tipo que has estado abrazando, te escuche y sepa que no tiene ninguna posibilidad ya que todo tu cuerpo abra sido marcado por mis dientes, labios, semen; no quedará nada de ti, Ashley. Te consumiría en absoluto. —de pronto se aleja y me toca admirarlo con un poco de inestabilidad en mi respiración— Pero este no es el caso, no estoy celoso, así que me encuentro aquí, preguntándote de la manera más amable posible.
La humedad de mis muslos se hace presente, generando una incomodidad.
—¿A esto llamas amable? —sueno firme, a pesar de que mi cavidad bucal este seca y sienta una terrible quemadura en mi pecho. La curiosidad me desborda, junto con otras emociones más intentas, más primitivas.
Nuestras respiraciones se encuentran aceleradas, sincronizadas al igual que nuestra mirada que parece haber iniciado una batalla de poder.
—Tus reacciones desmedidas no son mi problema, Ashley. —su pecho sube y baja con lentitud, levemente afectado por sus acciones. Se inclina a mi rostro y aspira mi aroma— Así que dime ¿De dónde conoces a Arlon Brax?
Mis labios se entreabren con sorpresa ¿Cómo es qué es sabe su apellido? Puede que Adrián haya estado escuchando nuestra conversación, pero en ningún momento mencione el apellido de Arlon. Además hay un drástico cambio en su pregunta, ya no interroga que es lo que hacia, sino de donde lo conozco.
Muy intimo.
Sin embargo, Irman no parece afectarle que sea consciente de esta información. De hecho se muestra tan arrogante que no dudo en apartarme de la pared y acortar nuestra distancia. Lo tomo desprevenido, pero a pesar de que su piel se haya erizado ante mi jugada, no cae ante sus reacciones naturales y me enfrenta, enderezando su espalda, sacándome un par de centímetros.
Percibo mi calentura mezclándose con su fuego, logrando que nuestro espacio se sienta repentinamente estrecho.
Con valentía, alzo mi brazo despacio, casi con temor de que pueda apartarse y cuando toco la dureza de su quijada, reprimo un jadeo. Lo sujeto con habilidad, demostrándole quien tiene el poder. No se mueve, se mantiene quieto esperando a que me acostumbre al impacto o tal vez él mismo también lo está procesando solo que no lo demuestra. Sus ojos se mantienen fijos en los míos, resultando que todo sea más intenso y dentro de sus iris puedo ver el reclamo que quiere generar.
Mi corazón late con fiereza, mi sexo vibra en sintonía.
Él es mi centro, él es mi enfoque.
—¿De dónde lo conoces, Adrián? —pronuncio bajo, manteniendo mi agarre.
—Que osadía la tuya preguntar y esperar alguna respuesta cuando ni siquiera te dignas a responder las mías
—¿Acaso vuelves a acosarme, Irman? —su cuerpo se mantiene en la misma posición, la cercanía, la tensión está vigente.
—Ni en tus mejores sueños, Wood —sus palabras son cuchillos afilados contra mi piel sensible.
Sin esperarlo, siento que sus dedos se enroscan en mi muñeca, rompiendo nuestra conexión y equilibrando la balanza de poder. Al principio creo que la fuerza que ejerce es desmedida, pero comprendo que solo es el choque de nuestras pieles, ya que la forma en que Adrián me aborda es con una delicadeza extrema, como si fuera un ser frágil que teme dañar.
Tanta suavidad que es irreal. Mi corazón se derrite.
—Dime lo que quiero saber, Ashley —persiste.
—Tu primero.
—Responde mi pregunta y te responderé cualquier inquietud que tengas. —su manzana de adán sube y baja con impaciencia— Lo prometo.
Recompongo mi compostura, sintiendo todo mi cuerpo vibrar, aún con su efecto haciendo su magia.
Suelta un jadeo de frustración que provoca miles de sensaciones en mi sistema, una de ellas es copiar el sonido y sucumbir al pecado. Sin embargo no tiro la toalla y me concentro en la situación.
—Es el hijo de una amiga, lo acabo de conocer y me ha caído de maravilla, es guapo, empresario y tengo la aprobación de su madre. —relato con discreción, evaluando sus gestos—La verdad es que Arcon Brax es del ensueño, podría darme una posibilidad con él ya que tú estás tan reacio ante mí.
Intenta sonreír para no mostrarse afectado, pero su gesto decae ante tanta tensión que hay en sus músculos.
—Buena suerte con ello, lo necesitarás.
—¿Crees qué no puedo conquistarlo? —pestañeo de forma inocente— Se que puedo tenerlo comiendo de mi mano si así lo deseo.
No pienso de Arlon de esa forma, pero Adrián no necesita saber esa información.
—Mientras estés entretenida con él y no conmigo, seré el hombre más feliz del mundo.
—Ahora trata de decirlo sin apretar tus manos en unos perfectos puños —reto, señalando su anatomía que parece volverse de un color rojizo.
Está vez, sus facciones se relajan e inclina su rostro al mío.
Quisiera decir que ya me encuentro estable, pero todavía siento mi piel erizada junto con el malestar entre mis piernas. La sensación de sus yemas en mi hombro palpita y la fantasmal sensación de sus dedos en mi muñeca sigue torturándome.
—Vamos, inténtalo, Ashley, diviértete con Arlon y déjame en paz.
—Gracias, pero creo que puedo con ambos. —mi ego sube al ver la mueca de enfado en su rostro— Ahora es mi turno ¿Qué estás haciendo, Adrián, en esta ciudad, en este edificio, aquí conmigo?
Aprieto mis brazos. Su mano se alza hasta mi cabeza y enreda uno de sus dedos con mis mechones rebeldes.
Un gesto inocente ¿La reacción que genera? Nada pulcro.
—Estoy aquí por mí, no por ti, Ashley. —aclara tomando distancia. Pasa sus manos sobre su abdomen como si estuviera limpiando todo rastro mío— He esperado esta oportunidad por años y ahora que se me ha otorgado no voy a desperdiciarla. Haré mi maestría aquí, conseguí beca completa y un trabajo en el hospital donde percutas. —suspira— Además me estoy mudando al departamento del costado y aunque encontrarte aquí es desastroso, no dejaré que seas un obstáculo en mi vida y de igual forma espero no ser una en la tuya.
"Unas horas con ella cerca y me quiebro ¿Cómo crees que serán dos malditos años?" Las palabras que escuché hace días toman sentido y cada pieza va encajando en su lugar.
Antes de que pueda tomar la palabra, Adrián se me adelanta.
—Lo digo en serio, Ashley. No voy a interferir en tu vida y dado los chillidos de felicidad que he oído, espero que tomes este departamento aunque eso signifique que este muriendo porque no lo hagas.
—Lo haré. —aseguro. Este departamento es mi sueño, no lo dejaré por él— Pero con tus calificaciones, cualquier universidad te hubiera dado la beca completa ¿Por qué aquí?
—Como bien sabes, la institución donde estudiaste tiene convenios gigantes, muy favorables para mi futuro. —lo sé, he averiguado más de su carrera de lo que me gustaría admitir— Y antes de que lo preguntes, la razón por la cual no inicie mis estudios desde un inicio aquí es porque no entre, pude haber postulado después, pero me enteré de que estabas aquí así que, al menos en ese momento de mi vida, tenerte tan cerca no me hacía más que incomodidad —daño, la palabra verdadera es daño.
Ignoro sus últimas palabras y me enfoco en lo más importante.
—¿No entraste? —repito incrédula.
—No estaba en mi mejor momento al rendir mis pruebas de postulación.
Y con eso vuelve la sensación de culpabilidad.
Yo me levantaba de mi pozo y él caiga en el suyo.
Adrián profundiza su respiración recordando algunos momentos de su pasado. Es una rajadura, una visión a la verdad que rápidamente se cierra cuando frunzo mi ceño.
Se adelanta en mi dirección y coloca su cara a la altura de la mía.
¿Cómo puede entrujar mi corazón y recomponerlo en un rango de segundos?
—¿Entiendes lo que trato de decir, Ashley?
—Creo que...
—Olvídate de tus juegos.
Sus pupilas se dilatan y tengo que contener la incomodidad de mi estomago.
Observo como cierra sus ojos y niega con su cabeza. En cuanto volvemos a conectar miradas, Adrián me provoca un pinchazo en zonas donde tiemblan por la expectativa.
—No quiero perjudicarte, Adrián. —soy transparente. Agacho la cabeza, aun arrepentida de lo sucedido hace años— De verdad me alegro por ti y espero...
—No me estas entendiendo. —de imprevisto, unos dedos tocan mi mejilla con suavidad y provoca que vuelva a elevar mi rostro para conectar con sus ojos— ¿Crees que tenerte cerca es algo dolorosa para mi, Ashley? —menciona a la par que sus dedos libres se entierran en la curva de mi cintura— No te olvides que ya te he superado, tu presencia puede ser como lo mucho irritante, incluso ameno en algunas ocasiones, pero no me quita el sueño.
Tiemblo.
—Pero...
—Tu juego aliviaría todo el estrés que estoy a punto de someterme, no te niego que sería divertido como intentas tocar cada una de mis fibras. —poco a poco, la presión de su mano se alza hasta la base de mi sostén, provocando que el mayor de los éxtasis me posea. No puedo luchar contra el magnetismo— Pero el verdadero motivo soy yo.
—¿A qué te refieres? —digo hechizada por sus ojos cafés, por su cabello, por la ola de tensión que nos rodea.
—Que de tanto presionar, puede que llegue a un punto donde pueda ceder a ti. —confiesa, llevándose un suspiro— Y si te toco, Ashley, si yo vuelvo a probarte.... —con calma, toma el control de mi cuerpo y me aprieta contra el suyo de la manera más arcaica posible. Aprieto fuertemente mis piernas al sentir el vacilación de sus dedos por tocar mi labio; juguetea por toda mi mejilla, rozando con riesgo la zona— Quiero que entiendas que no busco una relación entre ambos, si llego a hacerte mía, será algo de una vez y aunque no lo quiera, terminaría dañandote.
—Lo entiendo, quieres que te olvide, —nuestras narices estén al borde de rozarse, a pocos centímetros de mi moderación— pero si sigues tocándome como ahora, lo único que lograrás es que gima y por ende, que pierdas el control. Tratas de echarme la culpa sobre tu poco autocontrol, pero quieres esto tanto como yo. —desafío ganándome su fruncido— ¿Por qué simplemente no te dejas llevar? No soy una niña a la cual debas advertir de las consecuencias de sus actos, deja que el tiempo determine si vas a poder apartarte de mi cuando hayas sucumbido a lo nuestro.
Apoya su frente en la mía y al cabo de tres segundos se separa con un murmullo en sus labios.
Es aterrador la necesidad de su calor.
—No digas que no te lo advertí —amenaza, pero en su mirada no hay más que impotencia.
—Lo mismo para ti, Adrián.
Lo observo en silencio, realmente lo hago y el hecho de que Adrián no aparte la mirada ningún segundo es fascinante. Poco a poco voy cayendo ante sus ojos, denotando cada esquina de sus marrones y calmando los latidos de mi corazón en el proceso, uniendo la sincronía cardiaca en una. Es mágico, tanto como si pudiera fundirme en su ser, atravesar cada muralla sin esfuerzo.
¿Así se siente estar con la persona correcta o solo es el destino gritándonos a la cara lo perfecto que nos complementamos?
Dios, cuanto lo quiero.
—¿Lo sabes? —pronuncia, con su voz más rasposa.
—¿Saber qué? —ante mi respuesta, esquiva mis ojos y toca su cuello, como si hubiera algo molestándole en la zona.
—Lo imaginaba —susurra.
No me da tiempo de replicar, Adrián camina y toma la manilla de la puerta para después abrirla y tener toda la intención de huir de escena.
—Espera. —digo antes de perderlo de vista. Sus hombros se tensan, pero voltea— Te tengo una propuesta. —sus ojos me estudian con cautela, sospechoso de mi siguiente movimiento— Dado que siempre estas reacio a que otro hombre me toque, te prometo que no utilizaré a ninguna persona para logar mi objetivo. Sin embargo, si por misterios del destino, llego a conectar con una persona, apostaré todo por él y cualquier vinculo que tenga contigo se romperá.
Se resiste. No le ha gustado la última parte de mi propuesta, lo noto en la acentuada curva de su frente y esa palpitante vena de su cuello.
Toma una respiración pausada.
—¿Por qué crees que me importaría esa ganancia? ¿Por qué no puedo escoger otra cosa a mi favor?
Sonrío.
—Por que te preocupo, no se si como una amiga, pero al menos lo suficiente para que no desees que por tu culpa utilice a extraños —planteo— ¿Qué otra cosa podrías desear? Te otorgo el poder de mi satisfacción, solo a ti.
Un fuerte carraspeo sale de su garganta.
—¿Así que deseas lo mismo? ¿Qué no toque a ninguna mujer? —la forma en que lo ha dicho me ofende, es casi como si se estuviera burlando de la lógica. Aunque tal vez mi molestia sea por la imagen mental que inconscientemente ha implantado.
—No —niego, mucho más fuerte de lo esperado.
—¿Entonces?
—A cambio de no jugar sucio, te pido que me llames por mi apodo —ni siquiera trato de ocultar la pertenencia que siento. Es solo mío.
No hace falta decir cual es, Adrián entiende la referencia al instante. A pesar de que la idea de que no desfile con mujeres es tentador, no es tan estimulante como oír una simple palabra de sus labios y aunque trate de negarlo, sé que con Adrián pasa lo mismo.
¿Qué carga emocional debe generarle al llamarme como siempre lo ha deseado? No tengo ni la remota idea, pero puedo imaginarlo ya que de lo tranquilo que se encuentra, Adrián entreabre sus labios y me observa con una retención exquisita, fascinado de los pies a la cabeza.
Todo en él se desmorona.
Primero son sus pupilas que se extienden a lo largo de sus iris y después es ese primer paso que da ante mi cuerpo, como si algo lo atrajese locamente, deteniéndose solamente por su mano en la perilla.
Anonadado, restriega su rostro con su palma y de la manera menos esperada, extiende su mano para que casi al instante, la mía se una a la suya en una fuerte unión.
Ambos ponemos fuerza, retándonos, quemándonos.
Has hecho un trato con el diablo, Adrián Irman, el juego recién ha iniciado.
¿Preparado?
═════════════
Hola 🤍.
No saben lo mucho que me he divertido escribiendo el capítulo y realmente espero transmitirles esa o más emociones.
Creo que es obvio que a partir de aquí tenemos a Adrián en todos los capítulos y por ende, mucha, pero mucha tensión sexual ¿Cuánto creen qué resista el pobre? ¿Un capítulo más? JAJAJAJAJAJA. En fin, esperemos que Rosita no le tenga que prestar su silla de ruedas a Ashley y tampoco nos olvidemos del escurridizo Dereck Orwell.
Prepárense para todos los plot twist que se vienen, esto recién comienza 😼.
Bueno, esto no tiene nada que ver, pero para las personitas de Perú 🇵🇪 ¿Alguien ira a la FIL estos días? 😭 Tengo muchas ganas de ir, pero no quiero ir sola o si conocen a alguien que ira o grupos, me dicen porfa (me vendo por spoilers del libro 😏)
Bais, abracen a sus mascotas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top