《20》

Milk aguantó hasta la una de la madrugada dando vueltas en la cama y recordando la conversación en su cabeza. Después, encendió la lámpara de la mesita, se puso unas zapatillas y se dirigió al salón de Lazuli.
Encendió la televisión para sentirse acompañada y entró en la cocina para calentarse un poco de leche. Al verse reflejada en la puerta de un armario, puso una mueca. Había dormido mal varias noches y tenía ojeras.
Regresó con la taza al salón y se acurrucó en el sofá. En la televisión había un programa en el que se mostraba el miedo que pasaban algunas personas al ver como los paracaidista abrían el paracaídas en el último minuto.

Milk se cansó de ver ese programa tan tonto que tomó el control dispuesta a cambiar de canal, pero presionó el botón equivocado. El volumen subió de golpe justo en el momento en el que el presentador hablaba.

- Goku Son. ¿Quién de nosotros ha olvidado el famoso accidente que terminó con su carrera de peleador de artes marciales?

Milk se quedó piedra al ver el auto de Goku en ese entonces en un río bajo la fuerte lluvia, luego observó el como salían imágenes de él y sus triunfos ante varios campeonatos, tal parecía que Goku era un excelente luchador. Milk no podía apartar la mirada del rastro de sangre que había en la carretera que fue dejando su mano cuando lo habían subido a la ambulancia. El presentador estaba hablando de nuevo y el sonido de su voz se colaba en las paredes, pero Milk no podía escuchar lo que decía. Tenía los ojos en la pantalla, ni siquiera podía pestañear.

Fue la manera en la que alguien golpeaba la puerta lo que hizo que dejara de mirar la pantalla, estaba negando con la cabeza justo cuando Goku entró al salón. Llevaba la misma ropa de antes.

- ¿Qué diablos pasa aquí? Has despertado a media casa.

Exageraba. Puesto que las paredes eran muy gruesas, era prácticamente imposible que alguien, excepto él, hubiera escuchado el ruido que se escuchaba en el salón.

Tras el silencio de las tres horas anteriores, él se sorprendió al ver que ella estaba allí sentada y que no había sido víctima de ningún accidente. Su preocupación se convirtió en rabia. Ella no contestó y volvió a mirar la pantalla. Al ver lo que transmitían, él frunció el ceño al reconocer el programa que hace unos meses había hecho molestar a Lazuli.

Blasfemó en silencio, se acercó a la pared y desenchufó el televisor.
Después del fuerte ruido, el silencio se hizo más intenso. Milk podía oir el latido de su propio corazón.

- ¿Para qué estás viendo esa basura? - Preguntó mirando la hora en su reloj de plata - Es la una y media de la mañana. ¿Por qué no estás durmiendo?

- ¿Y por qué no estás durmiendo tú? - Se rió. Goku siempre la culpaba de algo que no había hecho.

- ¿Qué es lo que te parece tan divertido? - Había estado tres horas tratando de contenerse para no atravesar esa puerta. Una vez que lo había hecho, la pregunta era si sería capaz de salir de allí. ¿Y querría hacerlo? Era una pregunta ridícula, por supuesto que no quería salir de allí, pero un hombre no podía tener lo que siempre deseaba. Ni aunque estuviera a su alcance.

Ella percibió su rabia, pero no le importó, era la prueba de que él estaba vivo, y que ella también. Un hecho que debían celebrar, Goku estaba allí y, sin embargo, había estado a punto de no poder estar. Era un milagro, la vida era muy frágil. Milk nunca se había percatado de cómo de frágil era hasta ese momento.

Había tenido que ver como Goku había estado apunto de morir para darse cuenta de que no solo lo deseaba, sino que, de algún modo, se había enamorado de él.

- ¿Me estás escuchando Milk? Es la una y media de la mañana - Habló. Consiente de que estaba repitiendo, bajó la mirada y se fijó en como el cuello de su camisón caía sobre uno de sus hombros. Incapaz de detenerse, continuó deslizando la mirada sobre su cuerpo, fijándose en sus bonitas piernas. Imaginó que metía la mano bajo la tela y le acariciaba el trasero redondeado antes de quitarle la camisa y contemplar las sinuosas curvas de su cuerpo.

Apretó los dientes, tragó saliva y posó de nuevo la mirada sobre su rostro. No llevaba maquillaje, estaba despeinada y tenía ojeras. Nada excitante para un hombre que esperaba que las mujeres que compartieran su cama tuvieran un aspecto perfecto. Pero no era así. De algún modo, su aspecto era mucho más sexy y arrebatador que el de cualquier mujer.

Milk se puso se pie - ¿Por qué querías hacer eso? - La vida ya era bastante peligrosa como para hacer esa locura y todavía dedicarse a luchar.

- ¿El qué? - Su camisón era corto, muy corto. Distraído, Goku no percató en la expresión de Milk hasta que ella lo tocó, dándole un puñetazo en el centro de su pecho. Para ser tan pequeña, tenía mucha fuerza.

- ¿Qué...? - La agarró por la muñecas antes de que le diera otro golpe.

Ella forcejeó unos segundos antes de derrumbarse contra su pecho sin avisar y gimoteó con fuerza.

Goku no sabía que hacer. Estaba acostumbrado a saber lo que tenía que hacer desde los catorce años y, desde entonces, no había tenido un segundo de indecisión. Se fijó en su cabello negro - No pretendía gritar.

Ella levantó la cabeza y dio un paso atrás - Supongo que tampoco pretendías matarte - Repuso ella, mirando el televisor apagado.

- Ah, eso - Goku dejó de pensar en el sexo y se centró en la conversación que había mantenido durante años. Aquella no era la primera vez que tenía que defender su profesión - Según las estadísticas, las artes marciales es extremadamente segura. Sin embargo, si quieres hablar de algo peligroso, la equitación es... Quiero decir que mañana podria morir al cruzar la calle.

- Es un argumento muy original - Respondió Milk. Él frunció los labios.

- Lo siento si me pasé, es que no he dormido bien. Cuando era pequeña, sufrí un accidente automovilístico.

- ¿Tienes pesadillas? - Los médicos le habían advertido que era posible que él las tuviera, pero nunca las había tenido.

Milk negó con la cabeza - No, no lo recuerdo, pero mis padres fallecieron en él y supongo que la idea de que alguien... - Se encogió de hombros - Supongo que al verlo me puso nerviosa. Pero es tu elección. No tengo derecho a hablarte así.

- Lamento lo de tus padres.

Él parecía sincero y al mirarlo a los ojos, Milk vio que hablaba de verdad y sintió que el deseo se apoderaba de ella.

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