Capítulo 9 Me engañaste

De la nada pude ver a London salir de mi oficina hecha una furia, tenía los ojos al borde de las lágrimas, pero de repente al mirarme cambió su gesto a uno de desagrado, como si lo que menos quisiera ahora mismo era verme.

Sabía que se debía a que mi padre debía de haberle dicho la verdad, pero a estas alturas, no podía hacerme la víctima, la realidad es que ella era la única que había salido afectada en todo esto, mi culpa, la de mi padre y en parte la suya también.

—Vamos fuera —me dijo en un tono cortante mientras se adelantaba en salir de allí.

Pude ver como nuevamente sucedía, como la multitud comenzaba a murmurar a nuestro paso, estaba harto de ello, no podría soportar que todos los días fuese de ese modo, así que me paré en medio de todos, en medio de esos que murmuraban cosas que no alcanzaba a escuchar, pero que sabía que era sobre nosotros.

—¡Quiero que todos cierren sus malditas bocas ahora mismo! —les grité a lo que se escuchó un gran silencio, London se detuvo a una corta distancia, como si no entendiera lo que estaba a punto de hacer— Vamos a aclarar esto de una jodida vez, porque no quiero estar escuchando a nadie murmurar sobre nosotros en el pasillo.

—Queen, vamos —dijo en un susurro London con un gesto de súplica.

—London está comprometida conmigo —le tomé la mano y les enseñé el anillo a todos— A partir de ahora, espero que cada quien se meta en sus asuntos, al que escuche murmurando y cotilleando de nuestra vida, sobre el pasado de ella o cualquier cosa que tenga que ver con lo sucedido, lo voy a despedir.

Vi la seriedad en el rostro de todas las personas, como si quisieran descifrar si estaba hablando en serio o solamente eran habladurías, entonces de una oficina salió un hombre, se paró en el umbral de la puerta, lo conocía, no era la primera vez que lo veía, era uno de los socios de mi padre, según mi memoria un par de acciones.

—¿No tienes vergüenza de estar amenazando a los empleados en tu primer día de trabajo? Ni siquiera los conoces, pero te llenas tu boca diciendo que puedes despedirlos, no tienes ese poder sobre la empresa —aseguró el hombre con cierto desprecio en su tonalidad.

—Me da exactamente lo mismo lo que tú creas —digo lleno de frialdad en mis palabras— Si tienes dudas sobre lo que puedo o no puedo hacer sobre esta empresa, puedes ir a consultarlo con mi padre y que te pueda enseñar el contrato que tenemos de por medio, ahora si me disculpas, no oses volver a interrumpirme ni faltarme el respeto delante de los empleados, o el próximo en salir de esta empresa, serás tú.

—Se nota que no tienes idea de quién soy, si lo supieras, no me estarías amenazando —comentó respingando la nariz.

—No te confundas Sotto, aunque tengas algunas acciones, espero que recuerdes que yo siempre consigo lo que quiero en la vida —miro de reojo a London— Trata de no inmiscuirte en nuestra vida.

—¿Es una amenaza? No entiendo como tu padre te puede querer en la empresa sabiendo que te acuestas con la mujer que todos sabían que era su amante antes —sentencia con esa imprudencia en sus palabras.

La furia recorre mi cuerpo, siento la rabia de saber que se atreve a hablar de ese modo de London, me molesta muchísimo. No contengo mis acciones, camino directo a él, estoy dispuesto a darle una lección, sin importar el que digan después, a veces imponer un poco de respeto, requiere de la violencia, estoy a punto de darle un puñetazo cuando siento una mano sobre mi brazo.

Giro medio rostro para encontrarme con el rostro de London, ella niega, como si quisiera decirme que no vale la pena y tenso la mandíbula.

—Déjale, no vale la pena que te ensucies las manos con él, Queen, habla desde la posición de un frustrado que no pudo acostarse conmigo —alza una ceja y sonríe al ver el gesto de Sotto.

No lo había notado, la rabia me había cegado tanto que ni siquiera me había dado cuenta del cómo la observa, como se la come con la mirada. Sin embargo, lo que más satisfacción me causaba era ver que todos lo miraban con sus gestos llenos de burla, había salido con la intención de quedar por encima de mí, pero ahora solamente estaba humillado.

London me arrastró de allí sin darme permiso de decir ni una palabra más, tendría que tener cuidado con Sotto, se ve como el tipo de hombre rencoroso que es capaz de buscar hasta lo más pequeño para intentar destruirte.

Ella me llevó hasta la azotea del edificio, desde allí se podían apreciar las vistas de la ciudad, pero sabía que si estábamos allí no era para apreciarlas justamente, sino porque había algo de lo que quería discutir y en mi interior sabía exactamente lo que era.

—Tú fuiste el que me envió aquellas fotos, fuiste tú el que hizo que nos separáramos para que tu maldito plan funcionara —dijo ahora con el rostro lleno de lágrimas— ¿Qué tipo de persona eres?

—No te confundas, es verdad que envié esas fotos para que te separaras de él, mi madre lo ama más que a nada en este mundo London, no tienes idea los sacrificios que todos estos años hizo para mantenerse a su lado —comienzo a explicarle a lo que se limpia el rostro.

—¿Pretendes que crea que todo esto de encontrarnos en la discoteca fue una casualidad del destino? Tenías todo fríamente calculado —aseguró tomando un poco de distancia y apoyándose en el barandal con la vista puesta en la ciudad— Parece que no dejo de quedar como una tonta.

—London, si él se hubiera separado de mi madre, ella se hubiera muerto de la angustia, llevo mucho tiempo, desde que regresé al país, tratando de que ella no se sienta culpable de todo lo que hemos pasado como familia —me apoyo a su lado— Puedo comprender que estés molesta, porque debí decirte antes que las fotos y la decisión de mi padre fueron mi culpa.

—No puedo culparte por la decisión de tu padre, él podría haber tomado otra decisión, la realidad es que fue un idiota que me decidió soltar, decirme cosas horribles mirándome a la cara, todo por el miedo que le metiste, pero él es lo suficiente adulto para saber que como padre tiene derechos —se encoge de hombros.

—Te hice un favor con esas fotos, si hubieras quedado embarazada de mi padre, ¿qué futuro crees que le esperaba a esa criatura? Tal vez uno similar al mío —sonreí débilmente.

—¿Qué es eso tan grave que te hizo Dalton para que lo odies de esa manera Queen? —me preguntó mirándome directamente a los ojos.

—No es momento de hablar de eso —me limité a decir.

—Si van a existir secretos entre nosotros —se saca el anillo del dedo, me toma la mano y me lo pone en la palma— No voy a seguir con esto, yo soy quien tiene más para perder Queen, puedo alejarme de Dalton para siempre, ya no volver a verle la cara nunca más y olvidarme de la locura de una venganza, pero tú... tú vas a seguir teniendo que lidiar con él, porque sigue siendo tu padre.

Tenía razón, pero aun así me parecía demasiado repentino tener que estar hablando de esto con una mujer que acababa de conocer, que no había sentimientos de por medio, las únicas personas que sabían la verdad detrás de mi odio, era Marina y algunos pocos integrantes de mi familia.

—No puedo hablar de esto ahora London —susurré en un tono apagado.

Mi corazón se paralizó cuando la vi darse la vuelta dispuesta a marcharse, no podía irse y dejarme en aquel estado, no podía mandar a la mierda un plan que iba a salir perfecto.

La tomé del brazo, la jalé y la apoyé contra el barandal, su rostro se veía sorprendido, como si estuviera esperando a que la dejara marcharse así, como si no me importara nada el hecho de que lo hiciera.

—¿Qué estás haciendo? —susurró con las mejillas ruborizadas.

—Pensé que ya había pasado suficiente para que no te ruborizaras al tenerme tan cerca —le acomodé el cabello detrás de las orejas.

—Toma esto con seriedad Queen —me pide con cierta molestia en su tono.

—Quédate conmigo, te necesito London, es lo único que puedo decirte ahora mismo, que no puedo hacer esto sin ti —le pedí con un gesto de súplica.

—Queen, tienes que dejar de jugar conmigo, te lo suplico —me pide mirándome a los ojos— Esto, acepté formar parte de la venganza, pero, los besos, la cercanía, no estaba incluido.

Una sonrisa de lado apareció en mis labios, es verdad, eso no estaba incluido, pero la realidad es que no le disgustaba la idea de que la besara, así que no entiendo por qué me pedía aquello.

—¿Te vas a terminar enamorando de mí si continuo besándote así? —le pregunto tomando su rostro por su barbilla.

—No, ¿qué dices? —se río con un poco de nerviosismo— Nunca me enamoraría de ti, porque se ve que tu corazón está ocupado, cuando todo esto termine, seguramente vas a poder volver a estar con ella.

—No creo que nunca en la vida vaya a perdonarme lo que hice y lo que estoy por hacer al casarme contigo —acerqué mis labios a ella— Fueron consecuencias, yo lo elegí de este modo.

—Queen, no estés tan cerca —me midió en un tono que denotaba su excitación.

—Pídeme que me aleje —murmuré con mi voz ronca a punto de besarla.

Entonces la puerta de la puta azotea se abrió, justo cuando estaba a punto de besarla, me di la vuelta para encontrarme con mi padre, que por supuesto estaba a punto de tener un ataque de rabia.

—¿¡Quién piensas que eres para amenazar a mis empleados!? ¿¡Amenazaste a Sotto!? —me interrogó sin darme tregua a responder— No puedo creer que te hayas tomado esas atribuciones Queen, estás fuera de control.

—¿No piensas darnos un tiempo a solas? Me apetece estar con mi prometida —le digo con mis cejas juguetonas.

—Vamos a romper ese contrato, no te quiero en la empresa, vas a terminar por arruinarlo todo —se frota la frente.

—No, tú no crees realmente que vaya a arruinarlo todo, sabes bien que Sotto se merecía que le bajaran de esa nube, a ti lo que te tiene realmente molesto es que estoy con London y que nos tienes que ver todos los jodidos días de ahora en más —una risa ronca escapó de mis labios— Pero déjame decirte que justamente por esto hice ese contrato, para que no pudieras sacarme cuando se te diera la gana.

—Vas a lamentar todo esto —intercambia su mirada a London— No puedo creer que a pesar de lo que te dije vayas a continuar con todo esto, pensé que de verdad te habías enamorado de mí.

—Tú lo dijiste, me había enamorado de ti, alguna vez fue de ese modo, pero ahora mismo, lo único que siento por ti es odio —dice ella de brazos cruzados— ¿No te piensas marchar? Teníamos planes de follar aquí, bueno, vamos Queen, será en otro sitio.

Quería reírme al ver el gesto de horror de mi padre, pero tuve que contener aquellas ganas que tenía. Salí de la mano con London, al menos no me había obligado a decirle todo lo sucedido en estos años y al parecer la distracción de tener mis labios así de cerca había sido suficiente para que dejara de interrogarme al respecto.

Cuando bajamos nuevamente para volver a mi oficina y los empleados nos vieron entrar nuevamente, cada uno se puso con su labor en pleno silencio, vi de reojo a Sotto, que había abierto su ventana y se había puesto a trabajar con ella de ese modo.

Entramos a mi oficina, entonces London se dejó caer sobre una de las sillas, me miró con un gesto agotado y una sonrisa de lado se apoderó de mi rostro al recordar sus palabras.

—¿Así que me quieres follar? —le pregunté para molestarla y vi sus mejillas arder, pero no me dio una respuesta.


—Iré por algo de comer —se apresuró a decir y salió de la oficina.

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