Capítulo 8 Las consecuencias

Mi respiración se volvió a cortar al tenerlo tan cerca, ¿a qué se supone que estaba jugando Queen? Lo que me había dicho que las personas comenzarían a sospechar tenía algo de cierto, es decir, incluso Sam podría sospechar en la noche, pero su técnica no estaba funcionando exactamente como esperaba que lo hiciera.

Me sentía acorralada, asfixiada, no podía respirar al tenerlo tan cerca, así que intenté abrir la puerta del coche para salir, lo cual al parecer fue un grandísimo error. De repente sentí las manos de Queen tomarme con fuerza, me jaló hacia él, mis manos quedaron atrapadas entre mi pecho y el suyo, su nariz tocaba la mía, era la primera vez que tenía sus ojos tan cerca.

—Queen, necesito salir del coche —le pedí en un tono de súplica.

Aquello le parecía divertido, podía verlo en su mirada, joder, era un tanto retorcido, pero a su vez no podía evitar que todo mi cuerpo estuviera quemándose lentamente, ¿en qué momento fue que me empecé a sentir incómoda al tenerlo tan cerca?

Me quedé un momento pensando en ello, recordé como antes se había acercado a mi oreja, que me había susurrado la primera vez, la sensación que me había ocasionado, recordé la segunda vez, aquella segunda vez en que sentí arder mi rostro, sí, debía de haber sido en aquel momento.

Sentí sus dedos enlazarse en mi parte de mi cabello, mientras su pulgar me acariciaba suavemente la mejilla caliente y de un momento a otro todo se volvió diferente.

Húmedos, tibios, carnosos y juguetones, así podría describir los besos de Queen, pero ninguna de esas palabras podría explicar lo que me causó. Le golpeé el pecho varias veces, era mi protesta para que se detuviera, para que me dejara en paz, porque aquello solamente era una diversión para él, pero entonces no pude evitarlo Queen tenía muy claro lo que estaba haciendo, era el tipo de hombre que te podría volar la cabeza en dos segundos.

Cuando sus labios se separaron de los míos, joder, mi cuerpo gritaba su nombre, como si de alguna manera una gota de él fuera suficiente para que todo tu cuerpo reaccionara, para que lo desearas un poco más. Se quedó en ese pleno silencio, ahora era él quien ni siquiera podía mirarme a los ojos y su labio inferior temblaba un poco.

—Bueno, creo que lo mejor será entrar, no podemos seguir perdiendo el tiempo —dijo en un tono de voz muy diferente a lo que acostumbra.

Queen es enérgico, siempre habla con un poco de sarcasmo en sus palabras, ese tono altanero, seguro, no habla como un niño pequeño y ahora es justamente lo que se encontraba haciendo.

—Queen, esto no puede volver a suceder —espeté un poco molesta.

Antes de que pudiera darme una respuesta salí del coche, me sentía molesta, pero mi verdadera molestia no era con Queen, sino conmigo misma, por permitirme esto, también por desear que se quedara besándome un poco más.

Se tardó varios minutos en salir, cuando lo hizo parecía haber vuelto a su verdadera esencia, extendió su brazo con una sonrisa y a regañadientes tomé su brazo. Subimos al ascensor en esa misma postura, ninguno de los dos abrió la boca, hasta que se estuvieron a punto de abrir las puertas, entonces fue que Queen decidió hablar.

—Sonríe, con esa cara no vamos a ocasionar que mi padre se vuelva loco —exigió.

Yo coloqué la mejor sonrisa que tenía y lo miré colocar la suya, entonces fingimos que estábamos teniendo la mejor conversación del mundo cuando esas puertas se abrieron. Nunca había estado preparada para ese momento, mucho menos cuando pasamos, todos los empleados se dieron la vuelta para mirarnos, sentí los susurros a medida que avanzábamos, eso era simplemente horrible.

—Disculpe —dijo Queen ante la nueva secretaria de Dalton— Puede avisarle a mi padre que ya me encuentro aquí, supongo que le habrá avisado que vendría hoy.

—Sí, señor Queen, el señor Dalton lo está esperando, adelante —se puso de pie para acompañarnos hasta la puerta.

—Muchas gracias... —miró el nombre en la chaqueta de la chica— Cleo, pero conocemos bien el camino.

No le permitió entrar por qué, por supuesto que nadie querría que tenga que ver la locura de su jefe, pero pronto todos allí lo escucharían. Estaba a punto de abrir la puerta cuando intercambió miradas conmigo y una sonrisa ancha apareció en sus labios, como si se le hubiera venido a la mente una grandiosa idea.

Respiré profundo y entramos, Dalton estaba a una llamada cuando levantó la mirada, el teléfono en su mano resbaló hasta caer, golpeó en el suelo a lo que una sonrisa de lado apareció en mis labios.

Se quedó petrificado mirándonos a ambos, cuando logró reaccionar levantó el teléfono del suelo, lo colocó en su sitio cortando a la llamada, nosotros caminamos hasta las sillas delante de su escritorio y sin pedir permiso nos sentamos.

—Bueno, estoy esperando a que me digas cuál será mi oficina para empezar a instalarme —le dice directamente Queen sin siquiera darle los buenos días.

—No entiendo que es lo que hace ella aquí —dice en un tono despectivo sin siquiera mirarme.

Mi interior se enciende en llamas, pero en esta ocasión es la rabia, el enojo de que en cada ocasión que puede me deje fuera, me desprecie.

—Ella es mi prometida, te lo recuerdo por si tu memoria de padre de familia lo olvida, se llama London, así que de ahora en más dirígete a ella con más respeto, será tu nuera pronto —exige Queen con seriedad.

—No mezcles tu vida personal con los negocios, esa es una regla, lo sabes bien Queen, aquí hay reglas —le recuerda apoyando su mentón sobre sus manos enlazadas.

—Nosotros tenemos un contrato —abre su maletín y saca un papel.

No tenía la menor idea de que había hecho un contrato de por medio, Queen siempre pensaba en absolutamente todo, pero eso no me asombraba, después de todo él no hubiera perdido su tiempo en venir si no lo tuviera todo fríamente calculado.

—En este contrato hay un punto que deja claramente expuesto que yo puedo elegir mi secretaria, en ningún momento queda expuesta tu tonta regla, por ende, London desde hoy será contratada como mi secretaria, sin excusas —sonrió de lado.

Por primera vez desde que había entrado a la oficina se atrevió a mirarme a los ojos, me miró como si estuviera esperando a que dijera que aquello era una completa locura, sin embargo, una pequeña risa salió de mis labios y aquello pareció ser la gota que derramó el vaso de Dalton.

—¿¡Qué es lo que pretendes con todo esto London!? ¿¡No tienes un poco de dignidad!? ¡Vienes ante toda la gente que sabía que te revolcabas conmigo, de la mano con mi hijo, quedas como una cualquiera! —sentenció con las palabras más crueles que encontró.

A mi mente regresó el recuerdo de aquel día en el que me había dicho las palabras que me rompieron el corazón, cuando me hizo entender que la única que se había enamorado allí había sido yo, entonces levanté la mirada y me encogí de hombros.

—No lo sé Dalton, creo que mi dignidad la perdí al haber salido en algún momento contigo, ahora mismo no tengo una gota, te la llevaste aquel día, pero en vez de estar queriendo darme una lección de moral, anda, mueve el culo, que me está dando sueño escuchar tus discursos, hasta parece que te importara aún —una leve risa salió de mis labios.

Queen fue el primero en levantarse, me extendió su mano, le tomé y me ayudó a ponerme de pie, ambos estábamos parados esperando a que Dalton procesara lo que acababa de decirle, cuando volvió a reaccionar.

—Puedes decirle a Cleo que te enseñe tu oficina, pasaré en un rato para que podamos hablar un momento Queen —respiró profundo frotando su frente como si estuviera a punto de darle un fuerte dolor de cabeza.

Salimos de la oficina, hablamos con su secretaria que nos guio hasta la oficina, gracias al cielo estaba un poco más alejada de la multitud, pero incluso desde allí podía ver a los otros empleados, que seguramente disfrutarían de verme como un espécimen en exposición.

Entramos dentro de la oficina, Queen se lanzó encima de la silla de la oficina y mientras giraba alrededor se reía sin parar.

—¿Viste eso? ¡Fue hermoso London! ¡Jodidamente hermoso! —se carcajeó y de repente cuando me vio tan seria se detuvo en seco— ¿Qué sucede?

—No sé si pueda seguir con todo esto Queen, ahí afuera me van a masticar viva, en eso tu padre tiene toda la razón, ¿te has fijado en como me miraban? —solté un enorme suspiro.

Entonces Queen se levantó, dio toda la vuelta a su escritorio, se sentó sobre él, justamente frente a mí y me tomó de las manos para luego obligarme a aproximarme.

—Escucha London, este es el primer día aquí, es normal que te vean de ese modo, pero no se te olvide que posición ocupas ahora mismo —me apartó el cabello de los hombros y apoyó sus manos— Vas a ser mi esposa, eso significa que yo voy a estar para cuidarte, para protegerte de todas las personas que te piensen siquiera en hacer daño.

—Queen, no soy tan fuerte como tú, yo soy una persona que me quiebro cuando me sometes a mucho dolor —me quejé en un hilo de voz.

De repente sentí sus manos tibias acariciando de nuevo mi rostro, estaba tan centrada en mi tristeza que no me había dado cuenta de que no estaba nerviosa por tenerlo cerca, en un movimiento rápido me besó los labios.

Aquella misma sensación de estar en llamas una vez más se apoderó de mí, maldita sea, no me estaba dando tregua, bajó del escritorio y en un movimiento rápido de sus brazos fornidos, ahora era yo quien estaba encima.

Mi cuerpo parecía actuar por su cuenta, como si lo que estuviera pasando por mi cabeza no tuviera sentido alguno, como si no importara en lo más mínimo que me estuviera pidiendo a gritos que me detuviera. De repente mis brazos estaban alrededor de su cuello, mis dedos enlazados en su cabello y todo comenzaba a salirse de control cuando sus manos empezaron a tocar mis muslos lentamente, pero con firmeza.

Dejé que sus labios bajaran lentamente a mi cuello, mis labios se separaron lentamente, entonces mis dedos que seguían sobre su cabello lo jalaron lo suficiente para que se apartara un poco, lo tomé por el mentón y lo llevé con desesperación de nuevo a mis labios.

La puerta se abrió en un golpe seco, detuve mis labios sobre los de Queen y nos separamos para ambos mirar hacia la puerta, efectivamente, allí de pie estaba Dalton, viéndolo todo, por primera vez su rostro reflejaba dolor.

—Queen, sale, por favor, quiero tener una conversación con London, la tenemos pendiente —le exigió a lo que él negó riendo.

—No puedes entrar de ese modo y pedirme que te deje a solas con mi prometida —le respondió furioso Queen.

—Queen, si queremos que nos deje de una vez en paz será mejor que tengamos una conversación privada para aclarar algunas cosas, por favor, danos un momento —le pedí con seriedad.

Queen se quedó pensativo algunos momentos, era como si no quisiera que nos quedáramos a solas por alguna razón, pero a su vez se veía como si no tuviera más alternativa que hacerlo, así que de muy mala gana lo hizo, salió de la oficina dejándonos a solas.

Me bajé del escritorio y me tomó algunos segundos recobrar la compostura, me saqué los excesos de labial además de acomodarme la ropa que se me había subido al estar sobre el escritorio, entonces estuve lista para hablar.

—Dalton, no hay mucho que decir, solamente que nos dejes en paz —le pedí.

—Todo esto no tiene sentido, si no fuera porque mi hijo es lo suficientemente inteligente, diría que lo manipulaste para montar todo este Show —me dijo de brazos cruzados mostrando su furia.

—No tengo la necesidad de hacerle nada a Queen, tú elegiste marcharte, fuiste tú el que no quiso estar conmigo, así que si decidí rehacer mi vida con tu hijo o con quién sea, no es tu problema —espeté dejando salir mi furia.

—Yo no quería terminar, yo quería separarme para estar contigo, pero Queen me amenazó, dijo que iba a encargarse de que no pudiera ver más a Eva —los ojos se llenaron de lágrimas— Eva es mi mayor tesoro.


—No culpes a Queen, él te dio a elegir y tomaste una decisión, elegiste Dalton, al igual que escogiste mentirme desde un comienzo, esto son solamente consecuencias, así que espero que estés preparado para ver la mujer en la que voy a convertirme, porque seré tu peor pesadilla —terminé por decir antes de salir caminando de allí.

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