Capítulo 7 Sabor a gloria
Me apoyé en el barandal del balcón de mi habitación, con una copa de vino en mi mano, le hubiera dicho a London que se quedara para que festejáramos esta gran victoria, pero un paso a la vez, todo debe ser en la vida, un paso a la vez si quieres verte triunfando alguna vez.
De repente la puerta a mi espalda se abrió de un brusco movimiento, le di un trago a mi copa sin ni siquiera mirar, sabía que era él, furioso, indignado, sumergido en su rabia, era la primera vez en la vida que había visto a mi madre desafiarlo, que había visto como le levantaba el tono de la voz y le desobedecía.
El sabor del vino incluso esta noche se sentía diferente, era el sabor de la gloria cambiándolo todo, era el sabor de la victoria.
—Queen —arrastró mi nombre que salió con la voz ronca de sus labios.
Me di la vuelta con toda la calma, me apoyé en el balcón, con mis antebrazos apoyados en el barandal, entonces miré mi copa de vino, lo agité un poco y lo bebí de un solo trago. En esa calma plena pasé por su lado, fui a una pequeña mesa en un rincón de mi habitación, donde había dejado la botella de vino junto a otra copa, lo estaba esperando, para que juntos brindáramos.
—¿Te sirvo una copa? Te ves un poco tenso, creo que te hace falta —le comento sirviendo primero en la mía.
—No quiero beber, sabes por qué carajos estoy aquí, acabas de anunciar delante de toda la familia que vas a casarte con London ¿Entiendes lo que acabas de hacer? —pregunta tratando de contener la rabia de su interior.
—Por supuesto, acabo de anunciar el compromiso con la mujer que más te odia, acabo de anunciar que me voy a casar con la mujer que le mentiste y era tu amante —comento bebiendo.
Tomé la botella, un trago no me bastaría, hoy me bebería la botella completa para la celebración, volví a caminar hasta el balcón y me di la vuelta para observarlo, su gesto pensativo, su gesto de dolor.
—No puedo creer que me estés haciendo esto, soy tu padre, sabes que estoy enamorado de ella —comenta en un tono sumergido en la angustia.
—Ahora empiezas a entender, yo tampoco esperaba que me hicieras lo que me hiciste, pero aprendí a lidiar con ello, aprendí a vivir con esa agonía, además no te bastó con eso, sino que también te interpusiste entre la relación que tenía con la mujer que amaba —sonreí con amargura, lo odiaba.
—Puedes volver con Marina, todo esto tiene arreglo, te prometo apoyarte, pero deja esta locura con London, por favor Queen —me pide con un gesto de súplica.
—Qué conveniente, ahora que estás entre la espada y la pared, ahora si me quieres ver con Marina —una leve carcajada sale de mis labios y niego— Pero eso no es posible, por supuesto que cuando empecé esto rompí con ella y eso ya no tiene arreglo.
—Queen —volvió a pronunciar mi nombre con esa tonalidad teñida de rabia.
No pudo contenerse más, se aproximó con pasos agigantados, me tomó por la camisa y me presionó contra el barandal del balcón, nuestras miradas se encontraron, mis ojos brillaron de diversión al ver como se tenía que contener para no golpearme.
—Esto no se va a quedar así Queen, no voy a dejar que te quedes con ella, entiende —soltó mi camisa de repente.
Lo vi irse hecho una furia, una leve risa salió de mis labios, dejé la copa en el suelo después de beber lo que me quedaba y seguido de eso me fui a la cama, me lancé encima con la botella del vino en la mano. Me quedé contemplando el techo, como si pudiera ver las estrellas a través de él, me quedé recordando cada gesto en el rostro de mi padre, aquello había sido un verdadero triunfo.
Tomé el celular y llamé a London, sabía cuál sería su próximo estúpido paso, pero no me interesaba en lo más mínimo, no conseguiría arruinarlo todo, no se lo pensaba permitir.
—Hola Queen, ¿qué pasa? Ya me iba a dormir —se quejó soltando un bostezo.
—Tendrás a mi padre en tu puerta, no sé si ahora, o mañana en cuanto amanezca, pero lo tendrás, no puedes atender a la puerta —comenté antes de darle un trago a mi bebida— Te hubieras muerto de la risa si lo hubieras visto, hecho furia.
—Eso que aún no sabe lo que tramas —escuché el sonido de su risa— En fin, tengo que dormir, si no no despertaré a tiempo, no olvides que mañana tienes que venir a cenar, tenemos una conversación pendiente con mi mejor amiga, será mejor que crea que todo esto es real o me hará la vida miserable hasta que cambie de parecer.
—Me encargaré de eso —terminé por decir antes de cortar a la llamada.
...
No sé en qué momento me quedé dormido, lo único que sé es que me despertó el sol dándome en la cara, desperté con la botella tirada en el suelo y derramada, miré la hora, aún faltaba un buen rato para empezar con el segundo paso del plan, pero no podía esperar para hacerlo.
Me levanté con un poco de dolor de cabeza, me metí directo a la ducha, un buen baño siempre me lograba relajar, me ponía de muy buen humor para empezar el día.
Al salir miré en mi armario, tendría que ir por más trajes, no soy un hombre hecho para el mundo empresarial, el no tener unos jeans que remarquen mi cuerpo y unas camisas ajustadas, bueno es un poco incómodo para mí, pero con tal de ver el rostro de mi padre, lo valdría.
Me paré con aquel traje en frente al espejo, un clásico, negro, con una corbata simple, pero que no se me veía tan mal, sobre todo porque me quedaba bastante ajustado desde la última vez que me lo había probado.
Salí de mi habitación para encontrarme como cada mañana con mi madre desayunando sola, se veía con un gesto pensativo, lo que me llevó a pensar que la reunión de anoche no dejó las cosas muy bien entre ellos, yo siempre pensé que mi madre merecía algo mucho mejor, pero también sé cuanto lo ama.
—Buenos días —la saludé antes de tomar una taza para servirme café.
—Buenos días, que elegante y guapo, te ves hijo —sonrió levemente— Me hace tan feliz que vayas a pararte junto a tu padre en la empresa.
—Bueno, luego de lo de anoche, no estoy tan seguro de que él piense lo mismo —comento antes de darle un sorbo a mi café.
—Tu padre lo va a entender, necesita tiempo para procesarlo, incluso a mí me tomó un poco por sorpresa tu decisión, es decir, con Marina tenían una relación de mucho tiempo y aún no le entregabas el anillo cuando tu padre empezó a oponerse a la idea del matrimonio —me pasa una tostada.
—Madre, a veces encuentras el amor en la persona que menos esperas, no se trata de los años, sino de lo que te pueda llevar a sentir una persona, London es una mujer extraordinaria, cuando la vayas conociendo lo entenderás —la miré fijamente a los ojos— Cuando nos casemos, quiero que venga a vivir conmigo aquí, después de todo lo que ha pasado, yo quiero seguir compartiendo más tiempo contigo.
—Lo puedes hacer, este siempre será tu hogar, a pesar de las actitudes de tu padre —me acaricia el brazo— Tengo que pedirte un favor Queen.
—Dime madre —me quedo con la taza a breves centímetros de mis labios.
—Habla con Eva, ella lo está pasando mal, eres su ejemplo, su pilar y verte cambiar tus sentimientos repentinamente hacia Marina, no la dejó bien, ella va a terminar aceptando la decisión que tomes, pero entiende que no es tan mayor como tú, hay cosas que le cuestan un poco más entender —me pidió junto a su explicación.
—Lo haré más tarde, ahora tengo que irme —le dejé un pequeño beso en la mejilla antes de irme.
No podía culpar a Eva, incluso para mí, aunque aparentara que no es de ese modo, me costaba adaptarme a todo esto, Marina siempre sería una parte importante de mi vida, pero mi madre tenía razón, si quiero que acepte a London tengo que hablar con ella, de lo contrario, no tendría otra aliada dentro de la mansión.
Conduje hasta la casa de la mejor amiga de London, eso de la cena para convencerla de que tenemos algo sólido, no sería sencillo, London se muestra un tanto incómoda cada vez que estoy cerca de ella, será notorio si su mejor amiga se da cuenta y la palabra lo dice, ser mejor amigo de alguien significa conocerlo, así que tendremos que romper el hielo antes de eso.
En cuanto estuve en la puerta de la casa de su mejor amiga le envié un mensaje para que saliera, no quería tener que bajar, porque entonces venir a una cena sería en vano, seguramente aprovecharía para interrogarme justo en ese momento. Ella salió mirando hacia todas partes, como si su mejor amiga pudiera estar metida en un arbusto o colgada de un árbol, cerró la puerta de prisa y como se lo permitía su falda ajustada y sus tacones, corrió hasta el coche.
Una vez estuvo dentro soltó un suspiro audible, me miró de reojo, sonrió con sutileza y vi sus mejillas ruborizarse un poco.
—Buenos días, lo lamento es que Sam es un poco... —se quedó pensativa— Un poco curiosa.
Palabras sutiles para no llamarla metiche o chusma, aun así le resté importancia, me encogí de hombros y volví a conducir.
—Buenos días, ¿estás preparada para lo que te espera una vez que entremos a ese sitio? —le pregunté viendo de reojo su reacción.
—Nunca se está preparada para algo así, Queen voy a ser el tema de seguramente el próximo mes o incluso año, pasar de ser la amante de tu padre a ahora ser tu prometida, los empleados, la gran mayoría sabían que teníamos algo —pasa saliva de forma audible— Me van a ver como una cualquiera.
—No importa como te miren, ni lo que diga, no te olvides del verdadero objetivo de esto —le recuerdo a lo que asiente.
Llegamos al estacionamiento, en cuanto me detuve London estuvo dispuesta a bajarse, pero la detuve tomándola del brazo, había algo más que debía de hacer antes de que se bajara del coche, no podía esperar.
—¿Qué sucede? —preguntó mostrando su nerviosismo, su respiración se había paralizado, podía verlo.
—Cada vez que te toco, cada vez que me acerco así —me pongo a milímetros de sus labios— Te quedas paralizada, eso no es normal.
—¿Cómo que no es normal? —pregunta arrugando el ceño.
—Eres mi prometida, entiende que a la vista de las otras personas, te he besado un millón de veces, incluso deben de pensar que te follé hasta el cansancio, así que no puedes seguir actuando de esta manera cada vez que me aproximo —le expliqué.
—Lo sé, pero no puedo controlarlo —tenía las mejillas que parecía que iban a encenderse fuego— No es tan fácil como lo mencionas, soy una mujer que no acostumbra a tener hombres extraños cerca, mucho menos como ahora.
Pasé mis dedos por sus mejillas de forma suave, sentí que su cuerpo se tensaba un poco más, soltó el aire caliente sobre mi rostro de forma entrecortada, sus ojos se quedaron fijos en los míos.
—Necesito que te alejes —me pidió mientras yo le continuaba acariciando.
No le hice caso, le aparté el cabello del cuello, mis dedos lo recorrieron lentamente, la sentí estremecerse, una sonrisa por inercia escapó de mis labios.
—No es gracioso joder, no hagas eso —me pidió con la respiración entrecortada.
—Puedes admitir que te pongo, que soy atractivo y por eso estás de esa manera —alcé ambas cejas en un gesto divertido.
—Esas palabras nunca van a salir de mis labios —gruñó.
Se veía molesta, pero aun así no podía dejar de sentirse intimidada, como si en su vida la hubieran tocado contados hombres, su cuerpo soltaba leves temblequeos, no sé qué mierda me estaba pasando.
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