Capítulo 45 Cuentas saldadas


Miré a London dormida y me daba pena dejarla allí, quería quedarme cada momento que pudiera a su lado, pero había algo en mi pecho que necesitaba darle solución, para eso tenía que irme.


Me levanté con cuidado, London se movió un poco y por un momento pensé que se despertaría, pero para mi suerte no lo hizo. No quería tener que darle explicaciones ni decirle nada que pudiera perturbarla o que la hiciera sentir nerviosa, ahora mismo lo más importante para mí era su paz.


Dejé mi chaqueta encima de la silla a su lado y tomé papel para dejarle una nota de una libreta que estaba en una mesa. No estaba seguro de que podía hacerlo, pero no me quería ir sin dejarle nada escrito que le transmitiera la seguridad de que volvería.


Cuando salí de la habitación me encontré con su madre, estaba sentada teniendo una conversación aparentemente seria con el padre de London.


—No quiero perdonarte, no sé ni siquiera como mirarte al rostro —espetó con un tono lleno de tristeza—. Educaste a dos mujeres, las cuales son maravillosas, London nunca desde su niñez nos falló, es más la he visto toda su vida esforzarse por no fallarnos y esta vez no ha sido diferente. Ha sido ese miedo a hacerlo el que la ha llevado a ocultarnos esta verdad, pero ¿Era necesario llegar a pedirle que se hiciera un aborto?


Me quedé paralizado ante aquellas palabras, ahora podía comprender la conversación de la noche anterior con su padre, la tristeza, sus lágrimas. Intenté darme la vuelta para marcharme, pero la madre de London fue mucho más rápida y se puso de pie.


—No tienes que marcharte Queen, es algo que a final de cuentas te incumbe.


No sabía exactamente en que momento se percató de mi presencia, tampoco sabía que responder, ni siquiera quería quedar en medio de aquello, pero inconscientemente ya lo estaba, así que abrí la boca.


—Disculpe señora, en realidad, no sé qué debería de decir en medio de esta situación. No voy a decir que me siento orgulloso de saber que London fue incitada a deshacerse de mi hijo, pero diré que no puedo juzgarle...


El padre de London levantó la mirada, como si mis palabras fueran un rayo de luz al final del túnel.


—Mire, no soy padre aún, pero si pienso en el futuro de mi hijo o hija, me gustaría lo mejor para ese ser y quizá a la vista de cualquier padre con una hija, un hombre que finge un matrimonio para vengarse de su padre no parece ser lo mejor para ella —la madre de London depositó una mueca sobre sus labios—. No justifico sus acciones, simplemente digo que, a veces los padres se equivocan, tanto como los hijos.


Un silencio abrumador se apoderó de la sala, quise retractarme en mis palabras y pedirles que fingieran que no había dicho nada, pero ya estaba hecho. Así que me limité en caminar en dirección a la salida.


—¿Te vas? —preguntó la madre de London cuando sostuve el picaporte.


—Tengo algunos asuntos que solucionar, pero iré por London a la noche, les encargo su tranquilidad y le dejé una nota —les informé.


Me fui con mis propias palabras en la cabeza, pensando en que cualquier padre se equivoca. En que quizá yo también podría equivocarme en un futuro y que mi padre también lo había hecho, aunque supiera que había cosas que tal vez nunca podría perdonarle al mío.


Cuando volví a la ciudad lo hice con otra energía, sin embargo, me sentía preparado para lo que estaba a punto de venir y lo que sabía que sería difícil de enfrentar.


Al llegar a la mansión me encontré con mi abuela, estaba sentada en la sala con una taza de té entre las manos y mi madre estaba a su lado, sentada con otra taza. Estaban charlando como si nada hubiera ocurrido en sus vidas, parecía un cuento o una ilusión, al menos así fue hasta que me vieron pasar.


Mi corazón se encogió al ver sus semblantes desbordados de decepción y supe que quizá no había sido una estupenda idea el llegar, mucho menos sin avisar con anterioridad. Me repetí a mí mismo que eso era lo adecuado, que necesitaba cerrar una etapa para comenzar una diferente y que a pesar de la decepción yo seguía siendo su hijo, que siempre lo sería.


—No quería interrumpir —me apresuré a decir.


—Estaba hablando con tu madre de que necesita un respiro ahora mismo, que todo este ambiente le está quitando la libertad y la felicidad ¿No lo crees? —preguntó mi abuela antes de darle un sorbo a su taza—. Creo que lo que necesita ahora mismo es tomarse unas vacaciones, le dije que puedo quedarme con Eva mientras no está, será mejor.


—Pienso que un respiro le vendría bien, pero antes tenemos una conversación familiar pendiente —tomé asiento frente a ambas.


Ellas colocaron sus tazas de té sobre la mesa, parecían estar programadas para hacerlo, tan sincronizadas. Me quité aquello de la mente para centrarme en lo verdaderamente importante, las palabras que iba a utilizar.


—Madre, estuvimos muchos años separados y sé que con lo sucedido, esto ha significado para ti una gran decepción. Quisiera poder componer las cosas, hacerlas de un modo diferente, pero no puedo y creo que a lo largo de los años ambos hemos tenido errores, tú algunos que me marcaron y yo ahora mismo otros que te dejarán marcas.


Tuve que hacer una pausa porque mis ojos se llenaron de lágrimas y aunque ella quisiera fingir ser una mujer fuerte, también los suyos lo hicieron.


—Yo no quiero tomar decisiones, no quiero tener que elegir entre la mujer que amo y la que me dio la vida, toma este viaje como un respiro para sanar, para dejar el pasado atrás. Espero que cuando regreses me des una oportunidad y quizá en un futuro incluso a London.


Ella negó entre sollozos, supe que seguía demasiado lastimada y no iba a insistir con la idea, porque ahora mismo se veía como algo imposible.


—Ella está embarazada, vamos a ser padres y voy a casarme con ella en contra de todo el que se interponga —proseguí limpiando mi rostro con brusquedad—. Así ahora mismo me digas que no, siempre tendrás abierta la puerta de mi vida y puedes volver cuando quieras.


Me puse de pie, iba a irme por mis cosas, necesitaba hacerlo antes de que la situación terminara por rebasarme. Entonces mi abuela me tomó del brazo y mi madre la obligó a detenerse poniéndose en medio.


—No puedes decirle nada —intervino con la voz rota—. Él no es el verdadero culpable de mi dolor y no puedo volverlo el culpable. Sufrió lo suficiente, la vida me hizo pagar mi error y tengo que saber aceptarlo.


—Ese no fue tu error Emily —protestó mi abuela que se escuchaba igual de rota—. Solo dios y yo sabemos cuanto lloraste la ausencia de este chico, ahora simplemente vuelve para decidir casarse con la amante de tu esposo, para que tengas que verle la cara toda tu vida.


—London no tiene la culpa —dije de espaldas—. ¿Pueden acaso pensar un momento en como se siente una mujer que vive enamorada por años de un hombre que dice ser viudo? ¿Se pueden aunque sea imaginar el dolor de descubrir que viviste una relación de fantasía? No se puede culpar a una mujer por amar.


Otra vez ese maldito e incómodo silencio, no sabía si era la voz de la razón haciendo un ruido invisible, pero me ponía de peor humor que no dijeran lo que verdaderamente pensaban.


—Me enamoré de ella en este proceso, no voy a reprimir ese amor para hacer feliz a mí entrono, quiero vivir la vida que todos estos años he sumergido en la sed de una venganza en contra de mi propia sangre —espeté presionando mis puños—. Quisiera poder conservarlo todo, todo lo que este tiempo me fue tan complicado recuperar, como lo es a mi madre. Pero, respetaré lo que ella decida siempre.


Subí las escaleras a paso apresurado, sentía la necesidad de salir de ese sitio cuanto antes, era como las primeras veces que estuve allí, que quería salir corriendo, pero que al final siempre terminaba regresando, solamente que esta vez no regresaría.


Me senté en la cama con la maleta abierta, miré la ropa en los estantes y estuve a punto de no guardarla, dejar todo allí, comenzar desde cero. Entonces la puerta se abrió lentamente, vi unas manos que alguna vez fueron pequeñas asomarse y supe que esto sería incluso más difícil


—¿Te irás? —me preguntó en un hilo de voz con sus ojos llenos de lágrimas puestos en mi maleta.


—Es tiempo de que me mude, soy mayor para vivir para siempre con mis padres y mi hermanita ¿No crees? —le pregunté intentando que aquello sonara gracioso, pero no sonrió, en cambio, sus labios se fruncieron.


La observé comenzar a sollozar y se lanzó sobre mi cama, era el comienzo de un berrinche, tal vez el primero que yo presenciaba desde que había vuelto. Eva nunca fue el tipo de niña que hace berrinche, siempre se mostró dócil y comprensiva, lo que me hizo comprender que verdaderamente esto le dolía.


—Vendrás a verme —susurré frotando su espalda—. Te llevaremos al parque con London.


—¿Por eso es que te vas? ¿Para poder estar con ella? —se dio la vuelta para mirarme.


—Sabes que vamos a casarnos, no podemos venir a vivir para aquí —bajé la mirada.


—¡Era el plan antes! —chilló.


—Pero ahora London espera un bebé —respondí tratando de ocultar la verdadera razón—. Mamá se irá de viaje, puedes venir a pasar esos días con nosotros.


Vi su rostro iluminarse, no supe si era por la idea de pasar unos días con nosotros o si se trataba de que le emocionaba saber que tendría un sobrino. Salió de la habitación corriendo, supuse que iba a consultarlo con nuestra madre, algo que esperaba que al menos no le prohibiera.


La puerta quedó entreabierta, entonces vi un rostro conocido y poco agradable en este último tiempo asomarse, mi padre. No me pidió permiso para entrar y realmente yo tampoco esperaba que lo hiciera.


—Vine por algunas cosas, parece que estás en la misma situación —sonrió con un poco de tristeza y bajó la mirada—. Vi a Eva corriendo emocionada, no sé qué le dijiste, pero gracias. Esto no está siendo fácil para ella, la separación y ahora el que te marches va a darle más soledad.


—Mamá parece que saldrá de viaje, quiero que se quede ese tiempo conmigo y con London —comenté mientras metía en la maleta algunas de mis pertenencias—. Además, London, está embarazada. Quería ser yo quién te lo dijera, no me gustaría que lo sepas por alguien más.


Lo vi quedarse paralizado un momento, parecía afectarle un poco, pero apareció el destello de una sonrisa y se apoyó contra la pared con las manos en sus bolsillos.


—Se lo merecen, sabes, London siempre tuvo deseos de ser madre. No es hasta ahora que me doy cuenta de que esto debía suceder para que ambos se encontraran, era el destino. —musitó con la vista puesta en el mueble frente a él—. Espero que puedas darle todo lo que yo nunca pude, que la llenes de felicidad y que ella te llene a ti de lo mismo. Sé que aunque pase el tiempo hay cosas que no me podrás perdonar, pero yo siempre voy a desear tu felicidad, eres mi hijo.


—Con todo lo que ha estado sucediendo me he dado la oportunidad de pensar en nosotros, en todo lo que pasó, lo que no he podido sanar y lo que este rencor ha traído consigo. Quiero dejar mis venganzas a un lado, con esto no diré que seremos cercanos o amigos, solo diré que me gustaría una cordialidad. —murmuré abriendo un cajón.


Observé el contrato allí guardado, el que había firmado mi padre y que me daba poder sobre la empresa. Esa era mi muestra de que quería que entre nosotros las cosas fuesen diferentes, le extendí el contrato y él tomó el papel como si no supiera lo que era.


—Puedes romperlo, es el original, ya no me importa nada de eso —lo miré directo a los ojos.


—Esto nunca fue necesario, la empresa en un futuro será tuya, es una decisión que tengo tomada desde que decidiste estudiar esto —sonrió mirando el papel—. Siempre confié en tus capacidades y espero que sigas trabajando en la empresa.


Ni siquiera esperó una respuesta al respecto, me extendió la mano como una muestra de paz y con ello hubo un sello de paz.

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