Capítulo 40 Decir adiós


Me había quedado en claro que no debería haber hecho lo que hice, pero mientras estaba allí con el rostro empapado en lágrimas pude entenderlo todo. Estaba destruyendo mucho con mi presencia.


Sabía que Queen tuvo una niñez difícil, que guardaba un gran rencor hacia Dalton, habíamos tenido conversaciones profundas y en el fondo de mi corazón tenía conocimiento de que él tenía a su niño interior destrozado.


Le había hecho falta un hombro en el cual llorar, la contención de una familia que jamás estuvo a su lado y su hermana menor tenía todo aquello que añoró durante todo su crecimiento, aunque él la adorase con toda su alma, le dolía.


Ahora con su regreso su madre que cargaba con la culpa de no haberse quedado con su hijo durante ese tiempo y haber permitido que se lo llevaran, intentaba recuperarle sin saber todo el daño que se escondía detrás. Su padre era un idiota, pero en el fondo, solamente había buscado un escape, una manera de que él sufriera el menor daño posible.


Pero mi presencia, la cercanía que había formado con su madre y el hecho de que Queen tuviera conocimiento de lo que estaba ocurriendo hacía que todo volviera a ser un completo caos. En este punto podría consolarme diciendo que Queen sabía las consecuencias que abrían, que él lo quiso de este modo y que ambos fuimos igual de culpables. Sin embargo, allí estaba únicamente él, enfrentando las consecuencias y perdiendo todo lo que alguna vez deseó.


—Le abriste las puertas de mi casa a esa mujer, debía de mirarme y burlarse de mí sabiendo que tuvo a mi esposo entre sus brazos...


—Ella no es así, London es una mujer con un buen cora...


—Una puta, es una jodida puta. No me importa si aseguras que ella no lo sabía Queen, no voy a perdonarle nunca en mi vida que lo supiera y tuviera la osadía de mirarme a la cara, de saludarme con dos besos. Si decides continuar con esa mujer sabiendo el daño que me hizo, entonces dejarás de ser mi hijo y es mi decisión final.


Las lágrimas brotaron con más fuerza, porque en el fondo sabía que una historia que había nacido en medio del caos no podía perdurar, que no podía terminar bien. Me limpié el rostro en vano, en el inútil intento de no sentir que tenía un lago corriendo por mis mejillas, pero volvió a sentirse del mismo modo, porque las lágrimas continuaban cayendo sin control.


Me marché, lo hice antes de que cualquier otra persona pudiese hacerlo y tomé la decisión que cualquiera podría llamar impulsiva, errónea también. Hablar con mis padres, porque si iba a doler, quería que fuese todo de una vez.


No puedo explicar el cómo había acabado en el apartamento de Sam, quizá porque ese era el único sitio seguro que podía encontrar para refugiarme. Ella me abrió la puerta con sorpresa, no solamente porque estuviera llorando, sino porque llevaba ya varios días sin aparecer por allí.


—¿Qué está ocurriendo? —pregunta rodeándome entre sus brazos y arrastrándome dentro.


No sabía como explicarle que todo mi mundo se estaba desmoronando, tenía los nervios a flor de piel y me sentía como una niña pequeña caminando por un mundo nuevo lleno de extraños.


Ella me llevó hasta el sofá, en donde me senté y seguí siendo incapaz de decirle ni una sola palabra. Fue por un té, me lo preparó y me lo trajo con sus manos un poco temblorosas.


—Bebe, te calmará un poco —susurró acariciando mi espalda con dulzura.


Cuando me sentí un poco más en calma le expliqué la situación, no necesitó decirme un te lo dije, porque a pesar de tener la cortesía de no hacerlo lo tenía dibujado en todo su rostro. Ella me lo había advertido y no podía decir que me arrepentía, porque realmente no lo hacía, Queen era de las mejores cosas que tenía en mi vida.


—London, ahora mismo no puedes tomar una decisión como esta, sé que es doloroso que su madre le haya planteado una elección, pero...


—Sé que existía la posibilidad de que todo esto saliera mal, es más, estaba segura de que no resultaría —hablé con la voz quebrada—. Pero, no me arrepiento de lo que hemos vivido, no podría... Solamente que no puedo ser tan egoísta, quitarle la oportunidad de tener la relación con su madre que le hizo falta toda la vida.


—Quizá no es lo que él quiere para su vida, tal vez te prefiere a ti London —dijo con la mirada puesta en el suelo Sam.


—Ni él, ni yo podremos vivir cargando con el hecho de que no tendremos a nuestras familias de nuestra parte sabiendo la verdad —susurré y un enorme suspiro salió de mis labios.


Es cierto que ahora mismo me encontraba mucho más calmada, pero eso no quitaba que la tristeza solamente aumentaba en mi interior y la decisión que estaba tomando ahora más que nunca comenzaba a tomar forma.


—Debo irme, me espera un viaje largo —dije rodeando a Sam entre mis brazos.


—Espero que no te arrepientas de esto London —susurró frotando mi espalda.


Si decía que no lo haría sería una gran mentirosa, ni siquiera lo había hecho aún y estaba claro que ya me estaba arrepintiendo de mis palabras. Salí de allí con la mente revuelta, pensando en que le diría a Queen, en la reacción y la decepción que le causaría a mis padres, todo era muy agotante.


Pasé por mi apartamento a buscar algo de ropa, lo metí todo en un pequeño bolso y me apresuré a marcharme. El miedo de que pudiera aparecer Queen a buscarme en ese tiempo se apoderó de mí, pero al parecer él también se encontraba pensando o quizá demasiado dolido como para buscarme en aquellos instantes.


Cuando iba de camino mi móvil comenzó a sonar, vi el nombre de Queen en la pantalla y una lágrima corrió por mi rostro, sin embargo, no me atreví a responderle. Sabía que le debía una buena explicación y una conversación que nos rompería a ambos, pero no podía hacerlo en esos momentos.


...


Esa fue la primera vez en mi vida que había vuelto a casa sin sentir plena felicidad en mi interior, la boca me quedó seca y estando sentada en el coche vi a mi familia salir. Me tardé un poco en bajar, mi madre se detuvo al verme, no hacían falta las palabras, debía de verme como un espanto.


—Cariño, ¿ocurrió algo? —se apresuró a preguntar mi madre en cuanto estuve frente a ella.


—¿Está papá? Necesito hablar algo importante con ambos...


—¿Es sobre el casamiento? ¿Queen hizo algo que no debía? —me interrogó con impaciencia—. Vamos a entrar, tu padre está descansando en la sala.


Cuando puse un pie dentro de la sala mi padre que estaba en el sofá con el mando de la televisión en mano, se puso tenso. Al parecer nadie me conocía mejor que mis padres, ellos sabían que algo estaba ocurriendo.


Sentí el latido de mi corazón en mis oídos, no sabía qué palabras debía de utilizar con ellos, como decirles mirando a sus ojos que les mentí. Era la primera vez que lo hacía, al menos con algo de esta magnitud.


—¿London? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué estás aquí? —soltó una tras otra de sus preguntas mi padre como si no pudiera contener que salieran.


—Necesito que ambos tomen asiento, hay algo que tengo que decirles —hablé suave tratando de mantener la tonalidad en mi voz.


Ambos cruzaron miradas, mi madre se limpió las manos en el mandil que llevaba colgado, no sabía si fue porque tenía las manos sucias de la cocina o sudorosas. Me senté en un sofá frente a ellos, donde pudiera mirarles a la cara.


Deseaba que si ambos se sentían decepcionados de mí se les viera reflejado en sus rostros, poder verlo y jamás olvidarlo. Quería quedarme con esa imagen para no volver a cometer el tonto error de fallarle a las personas que amo.


—No he sido sincera con ambos, todo este tiempo cometí muchos errores y no quería decepcionarlos, mejor dicho, sabía que los decepcionaría, por lo que decidí callar —relamí mis labios mientras hablaba con mis manos temblorosas.


Ambos se veían serios, pero en mi madre veía compasión, algo muy diferente a lo que reflejaba mi padre.


—Continúa —exigió mi padre con severidad.


—Mi matrimonio con Queen, comenzó siendo una farsa, estaba destruida por una relación anterior de la que nunca tuve el valor de hablarles —mis ojos se llenaron de lágrimas, no logré sostenerles la mirada, los vi impactados—. Yo... Salía con mi jefe, un hombre mayor que yo...


Mi padre se puso de pie, no pude evitar el levantar mi mirada a su rostro, rojo de la furia y lo próximo que alcancé fue a sentir la bofetada estrellarse en mi rostro con fuerza. Su mano curtida me adormeció la mejilla, me la cubrí con rapidez y bajé la mirada con las lágrimas brotando de mis ojos.


—No solamente me siento decepcionado, siento que he fallado como padre. Yo no le enseñé a mi hija a ocultarme la verdad, le enseñé que su hogar era su jodido lugar seguro, le enseñé valores y le enseñé que la vida se encarga de la gente que hace las cosas mal. —escuché su voz romperse.


Mis labios se presionaron con fuerza, sabía que cada una de sus palabras llevaban la razón, pero no sabía de donde sacar el valor para continuar con la verdad que necesitaba dejar salir ahora mismo.


—Hay más —murmuré y escuché un quejido salir de los labios de mi madre.


—No más London —suplicó mi madre que se dejó caer sobre el sofá—. Esto ya es suficiente, puedes quedarte con el resto de tu verdad.


—Lo sabrán a final de cuentas y prefiero que lo sepan de mis labios, porque mi abuela me ha estado amenazando con toda esta información —obligué a mis piernas temblorosas a ponerse de pie—. Mi jefe, el hombre con el que salí antes de Queen, fue con su padre, Dalton.


Mi padre ni siquiera se movió, en esta ocasión parecía sin fuerzas para volver a darme otra bofetada, otra de esas que yo tenía muy en claro que me merecía.


—Creo que lo mejor que puedes hacer si quieres conservarnos como una familia unida es casarte con el hombre que tu abuela eligió para ti —dice de la nada mi padre—. Rompe ese compromiso falso y absurdo con Queen, empieza desde cero lejos de esa familia.


—Querido, creo que eso es apresurad...


—No, no es apresurado, es una decisión tomada, si no quiere hacerlo entonces no tendrá un sitio en esta casa nunca más —exclamó con firmeza—. Ella puede asumir la empresa de su abuela, puede tener una vida diferente y no tiene por qué continuar cerca de esas personas, supongo que está claro que ni Queen ni Dalton son personas sanas.


—No lo planeamos, no estaba en el plan enamorarnos de verdad —susurré tratando de contener la impotencia que guardaba—. Pero, hoy antes de venir a verlos ya había tomado la decisión de romper el compromiso.


—Entonces sabes lo que tienes que hacer —terminó por decirme mi padre.


Simplemente, asentí, aunque la idea de casarme con Chéster fuese la más descabellada de la vida en mi opinión, quizá terminaría por zanjar todo este asunto.


Me dirigí a mi habitación, noté que Camile se asomó apenas por la puerta de su habitación y me tomó del brazo. Me jaló dentro de su habitación, tenía un gesto de preocupación y los auriculares colgados en el cuello, lo que me hizo saber que no quiso escuchar la conversación.


—Cuando empecé a escuchar la voz de papá me los coloqué, no quise escuchar de más. Tampoco quiero hacer preguntas sobre qué pasó. —sus palabras me hicieron sentir que la garganta me ardía y ella me rodeó entre sus brazos.


—Siento todo esto —susurré derrumbándome una vez más.

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