Capítulo 39 Lo que ocultaba


London había cometido la locura de decir que estábamos casados delante de mi abuela y de la suya. Le había advertido que aquello ni siquiera estaba cerca de funcionar, pero en el momento de la desesperación viendo como nuevamente intentaban arrinconarnos, seguí con su juego.


Vi el rostro de amabas desfigurarse, se veían confundidas y poco convencidas de lo que acabábamos de decir, pero yo tenía una certeza de algo, cuando hay un mínimo de duda, uno tiene que avanzar y tratar de que la situación termine de convencer.


—No importa si creen en nuestra palabra o no, en el caso de que el casamiento si estuviera hecho, saben que no podrán formar un divorcio tan pronto —negué poniéndome de pie—. Queríamos que esto fuera por las buenas, que lo aceptaran sin rechistar y no tener que discutir al respecto de todo esto, pero siempre terminan por hacerlo difícil.


—Yo no espero que tú, abuela, me des tu aprobación al respecto, también tengo bastante en claro lo que me dijiste antes. También lo hablé con mis padres y hemos llegado a un acuerdo, no voy a dejar que me arruines la vida, no como quisiste hacer con la suya —explicó London con la mirada puesta en un punto—. Sé también que tienes intenciones de que si no fuera yo sea mi hermana quien se case, pero si crees que ella tiene menor carácter que yo y que vas a lograr que sé dé por vencida fácil, es porque se te olvida quién nos educó.


La abuela de London se quedó en un profundo silencio, parecía que le acababan de dar un profundo trago amargo y eso me causó un sentimiento de satisfacción profundo.


Tomé la mano de London y la enlacé a la mía, quería salir de allí de una jodida vez, pero entonces miré a mi abuela. Mi corazón se sentía profundamente estrujado por toda la situación, era una de las personas que más quería que aceptara mi casamiento, pero lo veía en su mirada, que todo en su interior se sentía en una batalla.


—Espero que te des un tiempo para pensar en todo esto y aceptar lo que decidí. —le dije mirando sus ojos y me gané una leve mirada de su parte—. Sé que cargas con la decepción de las malas decisiones que tomé, pero estoy intentando ser feliz y me encargaré de enmendar mis errores de alguna manera en un futuro.


Tras decir aquello nos dispusimos a salir del restaurante, justo cuando el mesero volvía con los platos para todos. London se detuvo la observé y tenía la mano de su abuela sobre su hombro.


—Sí crees que voy a darme por vencida contigo tan fácil es porque tampoco me conoces. Mira todos los años que han pasado tus padres casados y aún tengo la esperanza de que se separen, no perderé la esperanza de que recapacites.


Aquellas palabras fueron lo último que escuchamos de parte de su abuela ese día. Salimos de allí y al menos yo sentía una pesadez en todo el cuerpo.


No era solamente que hubiéramos mentido con respecto del casamiento, sino que también la situación y todos los problemas repetitivos me tenían extremadamente cansado.


—Queen, sé que lo que hice de decir que nos casamos antes del viaje fue repentino, que me dijiste que no lo hiciera —se detuvo y me jaló hacia ella para abrazarme con fuerza.


Su rostro se apoyó contra mi pecho. Me quedé un leve momento paralizado, sin saber qué decir o que hacer y entonces escuché el sonido de su sollozo.


—No puedo evitar sentir que si no lo hacía de este modo no tendríamos ni un momento de paz y que al menos hemos ganado un poco más de tiempo. No quiero correr el riesgo de que encuentren una fisura entre ambos y que puedan utilizarlo para separarnos. —respondió con su voz entrecortada.


En sus ojos se podía ver reflejado el miedo y no podía decir que en el fondo de mi interior yo no me sintiera de ese mismo modo. Lo hacía, me sentía jodidamente aterrado de que nuestras familias siguieran insistiendo en separarnos, no quería perder por nada en este mundo a London.


—Entonces regresemos ahora mismo, dejemos las maletas en el hotel y que luego las manden. Vamos a volver realidad tu mentira ahora mismo. —susurré acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja.


—¿Estás seguro de esto Queen? —preguntó con su tono de voz entrecortado.


Me quedé callado un momento, luego una leve sonrisa asomó de mis labios y todas las facciones en el rostro de London se suavizaron, se veía tranquila.


—Por supuesto que estoy seguro London, no hay nada en este mundo que yo quiera más ahora mismo que ser tu esposo —susurré.


Mis labios besaron los suyos con dulzura y ella me rodeó con calidez, enlazando sus dedos en mi cabello.


Regresamos en un vuelo bastante tranquilo, ni siquiera pasamos al hotel. Lo único positivo es que antes de bajar del crucero nos habían dado ropa limpia, así que agradecía que nos habíamos tomado una ducha antes.


Aprovechamos a descansar de toda la situación y lo que fuera que iba a venir después. Miramos algunas películas, London estuvo hablando sobre el futuro, sobre planes de cosas que le gustaría que hiciéramos y sobre el viaje que quería para la luna de miel.


Yo por mi parte estaba pensativo, aunque la estuviera escuchando por supuesto. Tenía en mi mente dando vueltas las palabras que había tenido mi abuela, el sufrimiento ocasionado a mi madre y todo lo que podría ocurrir,


También pensé en la conversación que había tenido con Dalton, la posibilidad de que aquello no fuera honesto del todo y un sentimiento de tristeza se apoderó de mí.


—¿En qué tanto piensas? —dijo London arrancándome de mis propios pensamientos.


—En mi madre, estaba cuestionando las palabras que me dijo mi abuela —admití mirando un punto fijo.


—Queen, si te arrepientes de esto, aunque me duela en lo más profundo de mi corazón, quiero que me lo digas y entonces yo me haré responsable de mis sentimientos y veré que hacer con ellos —dijo con su voz estrangulada.


—No me arrepiento ni me arrepentiré nunca del amor tan bonito que hemos creado London, simplemente debo de admitir que si le haré daño a mi madre con todo esto y es algo real. No tiene que ver contigo, el error fue mío y no hablo de nuestro amor tampoco, hablo de las mentiras que dije.


London asintió con cierta comprensión en el rostro y nos quedamos un poco más en silencio, realmente me preocupaba que estuviera pensando que me estaba arrepintiendo aun cuando le había dicho que volviéramos para casarnos y volverlo todo real.


—London, al llegar quiero primero ir a hablar con mi madre, no puedo casarme sin decirle la verdad, quiero hacerlo con la consciencia limpia —admito.


—¿Quieres que te acompañe? Puedo ser tu apoyo si es que lo necesitas.


Lo necesitaba, pero sabía que eso sería mucho más duro para ella, estar ahí y que mi madre probablemente perdiera la cordura y le dijera cosas que le dolerían en lo profundo de su ser. No podía hacerla pasar por esa situación, lo mejor que podía hacer ahora mismo era darle su espacio, dejar que ella me esperara en su casa y luego ir a verla al finalizar.


Al llegar nos separamos en el aeropuerto, le dije que no se preocupara por nada, que todo estaría bien y que luego de terminar con esa conversación iría a verla de inmediato. Emprendí un trayecto hasta la mansión, sentía mi corazón latir desbocado y cuando llegué me encontré con mi madre.


Estaba sentada en la sala con Eva, estaban leyendo historias, las mismas que solía leerme a mí y que tanto me gustaban. Ambas levantaron la mirada, Eva fue la primera en correr a mi encuentro y cuando me encontré con la mirada de mi madre pude darme cuenta de la profunda vergüenza que sentía.


—Eva, puedes darme un momento a solas con mamá, hay una conversación importante que tenemos que tener —le pedí a lo que ella muy a su pesar asintió.


Nos quedamos ambos en silencio, observamos que Eva subía las escaleras y hasta que no estuvo lo suficientemente lejos, ninguno abrió la boca.


—Sé lo que quieres decirme Queen, siento tanto la situación por la que te hice pasar antes de tu viaje de negocios, no debí de embriagarme de ese modo ni de actuar de esa manera —dijo con la mirada puesta en el suelo


—Tienes tus razones para hacerlo madre, sinceramente tengo algo de lo que quiero hablarte, no quiero verte más sufrir del modo que lo vienes haciendo y para ser justos creo que lo mejor que puedo hacer es ser sincero.


Mi madre se quedó en un profundo silencio con un gesto de confusión, como si no comprendiera nada de lo que acababa de decir, no estaba hablando en otro idioma de eso estaba completamente seguro, pero por su expresión lo parecía.


—Escucha madre, la verdad es que no he sido sincero contigo desde hace un tiempo y sé que lo que voy a decirte justo ahora te va a doler más que nada en este mundo, pero no aguanto más vivir con esta carga ni hacer que tú vivas con ella.


—Queen, por favor, si hay algo que tengas que decir hazlo de una vez que esto de los rodeos no me viene nada bien me desata una ansiedad insoportable —dice con un gesto repleto de pena.


—La verdad es que mi padre llevaba años engañándote, cuando regresé descubrí eso, lo vi con su amante en su oficina y no tuve el valor de enfrentarte, tenía miedo de que si te lo decía te vinieras abajo, que te hiciera tanto daño que no pudieras soportarlo —susurré en un quiebre de voz.


Vi las lágrimas correr por el rostro de mi madre y quise detenerme, guardar silencio, volví a ser un cobarde, volví a tener ese maldito miedo de fallarle.


—Lo siento por ocultarlo —susurré— pero eso no es todo.


—La viste, sabes quién es y probablemente la conozco —dice haciendo una mueca.


—Sí, porque es la mujer que yo te he presentado como mi futura esposa.


Hubo un silencio ensordecedor tras decir aquellas palabras y me di cuenta del dolor y la confusión en el rostro de mi madre.


—¿Me estás diciendo que London era la amante de tu padre y que sabiendo eso te involucraste con ella Queen? —me pregunta y no puedo negar.


Escucharlo salir de sus labios hace que sea más horrible que la realidad. Me quedo mirando a mi madre en aquel profundo silencio, no tengo ningún tipo de justificación para lo que le estaba haciendo.


Escuché pasos detrás de mí y cuando volteé medio rostro me encontré con Dalton, estaba parado con determinación.


—London no sabía que yo estaba casado, cuando empezamos a salir le mentí, le hice creer que era viudo —agregó.


No sabía cuanto había escuchado de la conversación, pero estaba seguro de que su presencia no iba a ayudar para nada que mi madre entendiera lo que estaba ocurriendo.


—No lo puedo creer —se pasa las manos por el rostro—. Esto es... Lo esperaba de todos, incluso de él, pero tú Queen, no...


Intenté aproximarme a ella, traté de poner mi mano sobre su hombro, pero se apartó con brusquedad y el dolor en mi interior volvió a ser fuerte.

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