Capítulo 35 Recuerdos marchitos
Esa noche que había empezado como una completa mierda había terminado de una manera completamente diferente. Después de haber salido de aquel baño, que debo de decir que tuve que cubrirle la boca a London en varias ocasiones porque invitados iban a golpear, no había terminado todo allí.
Nos fuimos a nuestra habitación, que le habíamos preguntado a un empleado en dónde estaba. Por supuesto que Chéster nos había tratado de perjudicar, nos había dado habitaciones diferentes y de camas individuales, suponiendo que eso sería un problema para nosotros.
Sin embargo, tampoco habíamos dormido demasiado, estuvimos toda la noche haciéndolo, una y otra vez como si no tuviéramos un límite estipulado. Cuando el cansancio nos ganó, London se acurrucó contra mi cuerpo, me pasó una pierna por encima y se quedó dormida sobre mi pecho.
Si me lo preguntan Chéster nos había hecho un gran favor, aunque estuve a punto de arruinarlo todo, la verdad es que terminó siendo un jodido gancho para terminar con una noche maravillosa.
Además, nunca había dormido tan cerca de London, en una cama matrimonial no era ni siquiera necesario dormir así. Nos levantamos con una energía renovada, lo primero que vi al despertar fue el rostro de London y una enorme sonrisa sobre sus labios cuando me miraba.
—Buenos días —susurró con su voz cálida.
Estaba a punto de responderle cuando golpearon a la puerta. Me apresuré a vestirme para abrir, London se metió al baño del camarote para darse una ducha y cuando abrí la puerta me encontré con el rostro de Chéster.
—¿Pasaste la noche con ella? —preguntó con la voz ronca por la rabia.
—Buenos días para ti también —dije desbordando sarcasmo— Una vez más Chéster, llegaste tarde, ¿acaso no puedes verlo? London está enamorada de mí y eso no es algo que puedas cambiar con tus encantos.
—¿Qué es lo que te sucede Queen? ¿Te vuelven los recuerdos del pasado? —sonrío de lado— Pensaba que el gran Queen no sentía inseguridades, pero ahora solamente veo un hombre inseguro de que pueda robarle a la mujer que ama.
Guardé un momento de silencio, quizá ayer me sentía completamente inseguro, pero ahora mismo de eso no quedaba mucho. La noche con London no solamente había sido la pasión del momento, sino que también había reforzado cosas.
—Vine a avisarles que habrá un almuerzo, uno privado. Alguien vendrá a traerles ropa limpia, también los guiarán al salón privado en el cual almorzaremos lejos del resto de invitados —comunica sin quitar la mirada de mis ojos— Quiero que hablemos de negocios y, ya que descubrí que estás más relacionado con la empresa de lo que pensaba, supongo que deberías de asistir.
—Estaré allí —comenté.
—Lleva a London, quiero compartir más tiempo con ella, después de todo existe un trato —comenta recordándome lo hablado la noche anterior.
Luego de escuchar aquellas palabras simplemente le cerré la puerta en el rostro, No me apetecía ser cortés y amable con una persona que había dejado bastante en claro sus verdaderas intenciones.
Me quité la ropa y me metí al baño junto a London. Ella me miró sin ropa y una sonrisa traviesa apareció sobre sus labios, algo que me llevaba a suponer que quería lo mismo.
El momento en la ducha no había sido lo suficientemente largo, en medio de ese momento golpearon a la puerta, tuve que interrumpirlo. London fue esta vez la que abrió la puerta, envuelta en una bata, recibió nuestra ropa para hoy y en cuanto cerró la puerta salí del baño.
No estaba dispuesto a interrumpir allí lo que habíamos estado disfrutando, la empujé encima de la cama, desaté su bata y volví a entrar en ella.
...
Cuando llegaron a por nosotros apenas habíamos terminado de vestirnos, London apenas alcanzó a ponerse un maquillaje sutil, pero ambos salimos de la habitación con el cabello mojado.
Al llegar a la mesa en la cual estaba sentada Marina, Dalton y Chéster, una sonrisa apareció sobre mis labios al ver la incomodidad en sus rostros. No había que ser muy expertos, habíamos llegado tarde, con el cabello mojado y mal alineados, lo que significaba que claramente había pasado mucho entre ambos.
De repente miré la etiqueta en el vestido de London, lo que dejaba ver la prisa con la cual nos habíamos vestido, la arranqué con sutileza y Chéster clavó su mirada furiosa sobre mí. No voy a mentir, lo estaba disfrutando como un niño pequeño cuando le das un paquete de sus golosinas favoritas.
—London, le pregunté a tu abuela sobre tu platillo favorito y pedí que te lo prepararan para el almuerzo —dijo Chéster con su rostro apoyado sobre sus manos.
London hizo una mueca de disgusto, rodeó los ojos y se cruzó de brazos. Ahí tenía otro punto menos, London detesta que le hablen sobre su abuela y que la haya nombrado justo antes del almuerzo podría incluso quitarle el apetito.
—Dudo que mi abuela pueda decirte lo que realmente me gusta o no Chéster —comentó London con su mandíbula tensa— No pasamos tiempo juntas desde que soy una niña, de allí hacia aquí han cambiado muchas cosas.
Cuando trajeron la comida, London se quedó mirando el plato, una sonrisa amarga escapó de sus labios. No era necesario preguntarle nada, me di cuenta de que le recordaba a algún momento de su vida en el que quizá estaba feliz.
—¿Estás bien London? —preguntó Chéster con sutileza— Puedo pedir que te cambien el plato.
—No quiero ser descortés —dijo de la nada en un tono tajante London— Pero que sea la primera y última vez que te tomas el atrevimiento de hablar sobre mí, sobre mi pasado o mis gustos con mi abuela, si quieres saber algo simplemente me lo preguntas.
Lo había sentenciado de ese modo tan brusco, que dejó a todos en silencio. Se quedó el ambiente un poco tenso, yo le tomé de la mano a London por debajo de la mesa y sentí como se relajaba un poco.
—Se me quitó el hambre, si me disculpan, voy a retirarme —se puso de pie y me miró un segundo— Te espero en la habitación.
Susurró aquellas palabras, antes de marcharse. Me quedé con un mal sabor, sabía que aquello le había sentado mal y quería estar para ella, pero me tenía que quedar aquí, escuchando las idioteces que Chéster tuviera que decir.
—No debiste hablar con su abuela —dije de repente rompiendo el silencio— Su abuela quiere obligarla a casarse contigo, ¿crees en serio que alguien que la obliga a casarse puede tener una buena relación con ella?
—Tal vez no la debí mencionar, pero no tenía otra explicación para saber sobre sus gustos —comentó con su voz suave y calmada— Buscaré una manera de disculparme con ella después.
—Quiero terminar con esto de una vez, vamos a hablar sobre los negocios, no sé cuál es el plan de pasar unos días en este barco Chéster, pero en lo que a mí respecta, quiero terminar con esto hoy y regresar a mi vida cuanto antes —expresé completamente seguro de lo que decía.
—Lamento decirte Queen, que no hay planes de regresar a la normalidad de vida por estos días —informó mirando a todos en la mesa— Además de estos negocios tengo varios más por cerrar y quiero conocer a London, este ha sido mi objetivo desde un comienzo.
—¿Crees que manteniendo a London en este barco va a darte una oportunidad? —dijo de la nada Dalton rompiendo el silencio— Puedo decir que conozco a esa mujer más de lo que a cualquiera aquí le gustaría. London no te va a dar una oportunidad mientras continúes con esta postura.
El almuerzo completo fue una tortura, no podía sacar de mi cabeza a London y no dejaba de escuchar como Dalton hablaba sobre detalles del negocio. No opiné, simplemente me dediqué a escuchar los detalles e intervine en dos ocasiones cuando había cosas que no encajaban.
Al finalizar me preocupaba London, así que pasé por la cocina del Crucero, le pedí a uno de los chefs si podía preparar algo para comer. Pedí algo de comida rápida, aunque no fuera lo más nutritivo, sabía que no iba a decirle que no, de vez en cuando a todas las personas nos gusta comer algo de comida rápida.
También le llevé un poco de Helado, siempre en momentos de angustia sienta bien comer un poco de helado.
Al llegar a la habitación la encontré tumbada sobre la cama, metí el helado en el refri. Ella siguió cada uno de mis movimientos en silencio, vi sus ojos, estaban irritados y no necesitaba que dijera que estuvo llorando mucho para saberlo.
La hamburguesa la puse sobre la mesa y me senté a su lado en la cama, en ese absurdo silencio. No era bueno consolando a las personas, no sabía como hacerlo, pero busqué las palabras adecuadas en mi mente sin éxito.
—¿Cómo les fue? —preguntó ella con su voz un poco apagada.
—Bien, supongo. La realidad es que no dejaba de pensar en que quería estar aquí a tu lado, sabía que no estabas bien.
Ella se sentó sobre la cama y me rodeó en un fuerte abrazo, su cabeza descansaba sobre mi hombro, lo que me llevó como único acto a acariciar suavemente su cabello.
—Gracias Queen —susurró, sentí sus lágrimas cayendo sobre mi camisa— Me siento como si volviera a ser una niña pequeña, ingenua e insegura.
Una simple comida había bastado para llevarla a ese estado, eso me hizo entender que ella también tenía heridas profundas por sanar, que su abuela le había hecho un gran daño.
—Ella siempre que iba a su casa me preparaba mi platillo favorito —empezó a decir y se separó un poco para mirarme a los ojos— Pensaba que si me daba todo lo que me gustaba me quedaría allí, que me olvidaría de mis padres e incluso de mi hermana.
Una sonrisa amarga salió de sus labios, bajó la mirada unos segundos a sus manos, estaban temblorosas jugando con un borde de la manta. Yo coloqué mis manos encima de las suyas y las cubrí con sutileza, dando un leve apretón que le decía "Estoy aquí", entonces ella continuó.
—En medio de mi inocencia yo pensaba que mi abuela era de las mejores personas que existían en el mundo. Mis padres no me hablaron nunca mal de ella, pero entonces la escuché hablando de planes para separarlos, la escuché hablando sobre mi futuro y el de mi hermana. —una mueca de disgusto apareció en sus labios y negó— No quise volver a verla nunca, aunque nunca les dije la verdadera razón a mis padres, pero no era necesario, ellos sabían lo que mi abuela era.
Eso me llevaba a preguntarme por qué mi abuela era tan buena amiga de una persona como ella, que quería destruir un matrimonio feliz como el de los padres de London. Es decir, no es como el matrimonio de mis padres, que lleva años pendiendo de un hilo y que intentan mantenerlo por mi hermana Eva, en el caso de los padres de London en realidad se aman.
Eso debería ser suficiente para la abuela de London, no es fácil encontrar en un mundo tan podrido el amor verdadero y me gustaría creer que todos los padres quieren ver a sus hijos siendo felices. Digo que me gustaría creerlo, porque luego de saber como actúa la abuela de London, puedo entender que su prioridad no es para nada la felicidad de los integrantes de su familia.
—Te prometo que ahora que me tienes, haré hasta lo imposible para que ella no pueda arruinar tu vida y la de tu familia —aseguré acariciando su mejilla con suavidad— Pero ahora basta de esas preocupaciones London, no le des más poder sobre tu vida a tu abuela y no permitas que te arruine algo que deberías estar disfrutando.
Me levanté de la cama y le extendí la hamburguesa que le había traído.
—Espero que esto sea suficiente, ya que no pudiste comer nada —sonreí con sutileza.
London asintió sonriendo también y disfruté el momento de verla comer, al menos había logrado arrancarle una sonrisa.
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