Capítulo 29 Fuera de mi camino


Había muchas cosas que necesitaba averiguar, había algo en la abuela de London que no terminaba por convencerme, ¿por qué no la quería casada conmigo? Al final de cuentas sigo siendo el nieto de una de sus mejores amigas de toda la vida.


Tenía que hablar de ello con mi abuela antes de irnos de viaje y aquello no era algo para lo que faltara mucho tiempo, así que llamé, porque la idea de ir hasta su casa tan temprano, tampoco era que me apeteciera, no me podía dar el lujo de perder el vuelo.


—Hola —escuché decir a mi abuela en un tono adormilado.


—Lamento haberte despertado, buenos días —le saludé un poco apenado mientras caminaba por el balcón.


—Supongo que si me estás llamando debe ser algo de suma urgencia Queen, no es tu costumbre llamar a estas horas y dado que te fuiste de la cena que organicé de una manera tan repentina, no debes estar muy a gusto con las decisiones que tomé —suelta un suspiro audible y la escucho quejarse mientras se levanta.


—Es importante, quiero que me digas si estás enterada de que la abuela de London pretende que se case con otro hombre, por favor, no lo alargues, responde con un sí o no —le pido frotando mi frente y me detengo en seco para apoyarme en el borde del balcón.


—Sí Queen, lo sé perfectamente, sí me llamas para pedirme que interceda, es una mujer bastante testaruda, tiene sus ambiciones y no soy quién para cuestionar las decisiones que toma —se apresura a explicar como si supiera qué palabras saldrían de mis labios.


—Y, ¿tienes conocimiento de que está dispuesta a contarle a mi madre que London fue la amante de mi padre? —suelto de repente.


Escucho un profundo silencio al otro lado de la línea, sé que ella no tenía conocimiento de que London hubiera sido amante de mi padre, de ser así no la hubiera tratado con la misma simpatía, sin embargo, si quiero la ayuda de mi abuela, tengo que comenzar a ser sincero con ella.


—Queen, con esas cosas no se juega —insinuó mi abuela esperando que le dijera que todo lo que había salido por mi boca era una mentira.


—Lo sé, bueno, en defensa de London, ella no tenía idea de lo que estaba sucediendo, mi padre no deja que mi madre ponga un pie en la empresa, gracias a todas las labores que mi madre hace normalmente no tiene tiempo de ir a eventos u otro tipo de compromisos con mi padre, así que él se aprovechó de eso —comento.


—De todos modos, aunque eso que me cuentas sea verdad, no hay manera que yo pueda impedir que ella de esa información si lo desea —comenta mi abuela con aflicción.


—Mi madre ayer recibió unos recortes de fotos, tenían partes de las fotos de London besando la mejilla de mi padre, de London abrazando a mi padre —continuo hablando a pesar de la negativa en sus palabras.


—¿Eso lo hizo Celia? —preguntó con cierta sorpresa.


—No, lo he hecho yo, mi plan inicial del compromiso con London fue únicamente para joderle la vida a mi padre, porque quería verlo sufrir, hasta que él tuviera la valentía de dejar a mi madre, de decirle lo que había estado haciendo porque a mí no me creería —confesé.


—No puedo creerlo —habló en un tono lleno de decepción.


—Me enamoré de ella en el proceso, pero mi padre sigue interesado en London, aunque eso no es lo peor, envié las fotos porque quería ver si mentalmente mi madre estaba lista para saber a lo que iba a enfrentarse, me di cuenta de que no está preparada para saberlo, anoche con esos trozos de fotos se volvió loca, bebió tanto que la tuve que subir yo a su habitación —dije en un quiebre de voz a recordar lo ocurrido.


—No debiste meter a London en la vida de tu madre, sabes que ella le toma aprecio a las personas de prisa, ahora no sé qué harás para solucionar esto Queen, al final tu sed de venganza terminará por hacer añicos la vida de tu madre —me reclama con furia en su tono.


—No me trates como si fuera el verdadero culpable de esto, que mi único pecado fue enamorarme de London, mejor ayúdame con tu amiga, que está por destruirlo todo por sus malditos caprichos, London no se va a casar con otro hombre —sentencio con firmeza.


—No lo entiendes, su abuela la prometió con un príncipe Árabe Queen, esos tratos con esa gente no se rompen fácilmente, ese hombre viaja en una semana para aquí y en ese entonces debe de estar sepultada la relación que tiene contigo —explicó en el mismo tono firme.


—No es mi problema que ella decida sobre una vida que no es suya a su antojo, London tiene voz y voto, no va a casarse con ese hombre, así que si esta vieja debe poner su cabeza en una bandeja para que dejen a su nieta vivir en paz, que lo haga, no estoy dispuesto a soltarla e iré hasta las últimas —dije finalmente-


No le permití decir ni una maldita palabra más, comenzaba a desconocer a mi abuela, ella jamás se había negado a hacerme un favor, nunca se había negado a ayudarme cuando se trataba de mi felicidad ¿Desde cuándo estaba por encima de su nieto y de su hija una amistad?


De repente me di la vuelta, me encontré con que London estaba apoyada en el umbral de la puerta, tenía la mirada en un punto fijo del suelo, yo me aproximé y la rodeé entre mis brazos. No tenía la menor idea de cuanto había escuchado, pero por la expresión que llevaba era más de lo que me hubiera gustado.


—Lo lamento, no quería que tuvieras que escuchar algo de eso —suspiré de forma audible.


—No tienes que ofrecerme una disculpa Queen, por el contrario, me desperté por la conversación y no pude evitar pensar que ninguna persona hubiera hablado de ese modo para quedarse a mi lado, cualquiera se hubiera pensado dos veces en arriesgarlo todo por mí —hunde su rostro contra mi pecho


—London —murmuré su nombre acariciando su cabello— No estés triste, te prometo que lo vamos a resolver juntos.


—Ahora más que nunca estoy segura de que eres el primer hombre que me ama de verdad —separó su rostro de mi pecho y la observé limpiarse las lágrimas con las mangas de su camiseta.


No sabía qué decirle, tampoco era justo que ningún hombre fuera capaz de sacrificarlo todo por ella, es una mujer de esas que una vez pasan por tu vida como un torbellino es imposible olvidarlas, Dalton es la prueba de ello.


...


La llevé dentro, bajamos a tomar el desayuno, todo lo más de prisa que pudimos y marchamos al aeropuerto.


Tuvimos un viaje bastante calmado, pensaba que al menos tendría un momento a solas con London al llegar, que nos podríamos instalar en el hotel, pasar algo de tiempo juntos el resto del día para descansar, pero al llegar al aeropuerto mi padre había enviado a un hombre a recogernos.


—Señor Queen, su padre lo está esperando para que almuercen juntos, llegaré las maletas al hotel —dijo el hombre tomando mis maletas y las de ella.


—De acuerdo —dije sin oponer demasiada resistencia.


—No mencionó nada de la llegada de la señorita —dice en un tono un poco incómodo— ¿Debería de informarle? ¿Solicitar otra habitación?


—No te preocupes, la señorita es mi prometida, además de mi secretaria personal, así que no debe preocuparse, ponga todo en mi habitación y ya me encargo yo de hablar con mi padre —concluyo.


El hombre se limitó a asentir, nos llevó al restaurante en el que mi padre estaba esperando y cuando nos bajamos me quedé un momento mirando el sitio, había elegido un sitio muy discreto, al gusto de Marina, pero también de London.


Cuando entramos observé todas las mesas, me topé con la mirada de mi padre y la de Marina, a ambos pareció tomarles por sorpresa la llegada de London a mi lado, ella enlazó su brazo con el mío antes de avanzar.


Cuando llegamos a la mesa ni siquiera le dirigimos la palabra, solamente tomamos asiento, yo me aseguré de acercar la silla de London y aquel simple acto pareció enloquecer a Marina, que se puso de pie de prisa para irse en dirección al tocador.


—Iré al tocador también un momento —dice London con media sonrisa.


No sabía si lo que pretendía era hablar con Marina o si también tenía alguna urgencia, pero eso dejaba la oportunidad perfecta para poder cruzar palabra con mi padre.


—¿Qué le dijiste a tu madre? No ha dejado de llamarme —dice mi padre de repente sin despegar la mirada de la mía.


Estaba dispuesto a llegar a donde fuera necesario para sacar primero que nada a la abuela de London del camino, incluso si eso ponía a mi padre en medio y si podía deshacerme de los dos en el proceso, lo haría sin duda.


—No he sido yo, resulta que la abuela de London quiere que ella se case con otro hombre, al parecer no cumplo con sus estándares —ojeo la carta con una media sonrisa en el rostro.


—¿Eso que tiene que ver con tu madre? —pregunta de prisa entre dientes.


—Tiene que ver que tiene que presionarla por alguna parte, así que ha dicho que no le importa si tiene que soltar el secreto de que tú y ella han tenido una aventura, planea hacerlo a menos que ella acceda a casarse —levanto la vista para observar su rostro pálido.


—¿Entonces ella...? —pregunta sosteniendo su respiración.


—No, no lo sabe, pero lo han llegado retazos de tus fotos con London, las que ella tenía en su apartamento antes, en medio de la mudanza las ha tirado, al parecer su abuela las recuperó y decidió darle un susto, así que mi madre ahora tiene la certeza de que tienes una amante —me encojo de hombros.


Se queda en un profundo silencio, entonces lo veo pensativo, es mi momento de continuar hablando, si lo dejo pensar demasiado podría caer en cuenta de que quizá no estoy siendo del todo sincero.


—¿Cuánto tiempo crees que tardará mi madre en saber que es London? Mira, si te detienes a pensarlo, eso no te conviene, a mí tampoco me conviene que lo sepa justamente ahora —empiezo a explicar y él se apoya sobre sus manos— Si lo descubre no solamente te vas a quedar sin tu matrimonio, sino que no vas a tener a London tampoco.


—Tú tienes más que perder, si te detienes a pensarlo, eres tú el que no se podrá casar con London —pone una sonrisa victoriosa sobre sus labios.


—¿Yo? Ya perdí a mi familia una vez, puedo volver a perderla para crear una nueva junto a ella —miento mirando fijamente sus ojos— ¿Cómo verás a Eva? ¿Crees que mi madre te volverá a mirar la cara? Dos hijos que te odian, tu exmujer que no te quiere ver, sin familia cercana, no te queda nada Dalton.


Le había calado, lo vi en el gesto de dolor que colocó en su rostro, le había dolido hasta lo más profundo, al final sabía que lo que estaba diciendo no era un poco más que la verdad.


—¿Por qué trajiste a London? —preguntó de repente.


—Porque mientras pueda no voy a perder la oportunidad de verte desearla y no poder tenerla, London es mía —esbocé una enorme sonrisa.



Después de esas palabras, vi como London regresaba a la mesa, se sentó nuevamente a mi lado y compartimos la carta, al parecer no era el único a la cual se le había abierto el apetito.

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