Capítulo 28 Condiciones para la heredera


Mi vida se había transformado en caos, en un completo caos que no sabía como resolver. Una completa montaña rusa de emociones, un sin fin de problemas que nunca me pasó por la cabeza que pudiera ocurrirme a mí y ahora estaba aquí, escuchando a la madre de mi futuro esposo, llorar por descubrir que tiene una amante, sin saber que en realidad ya no la tiene.


Me sienta demasiado mal saber que soy la culpable de esa tristeza y puedo ver en la mirada de Queen que incluso él se siente de ese modo, después de todo ella es la única que es completamente inocente en esta historia.


Yo soy culpable de haberme enterado y haberme quedado en silencio, aunque fuera probable que si una completa desconocida te dice que tu marido te está engañando no le creas, al menos sí que tenía evidencias para dejarlo como un cretino.


Al final a mí tanto como a Queen nos ganó el deseo de ver a Dalton destruido, pero en estos momentos solamente estoy viendo destruida a una mujer que no merece nada de esto, que solamente debería estar viviendo su matrimonio feliz, con sus hijos creciendo, lo habitual que debería ocurrir en una vida de casados.


Eso hace que mi odio por Dalton crezca incluso cada día más, aunque debería de estar enfocada en mis problemas, en los verdaderos problemas que no tengo la menor idea de como voy a enfrentar.


De repente veo la pantalla de mi celular iluminarse, miró para encontrarme con que se trata de mi padre- Desde que tuve la visita de mi abuela, supe que llegaría el momento en que mi padre me terminaría llamando, porque ella se iba a encargar de que supieran, de hacerlos sentir el terror, como la verdadera arpía que es.


...


—¿No vas a invitarme a pasar? —dijo de la nada cuando me quedé tiesa en frente a la puerta mirando su cabello pomposo y su rostro sonriente.


—Lo lamento, pero no eres bienvenida en mi casa —le respondí de prisa.


Estaba dispuesta a cerrarle la puerta en la cara, odiaba su manera de saberlo todo, el que siempre tuviera a alguien siguiendo nuestros pasos. Nos podríamos ir incluso a vivir debajo de una piedra en el fondo del mar junto a Patricio estrella y ella nos encontraría, se encargaría de ir por nosotros, de hacernos saber que no podemos escapar del destino.


—Sabes que no tengo ningún problema en continuar esperando para tener esta conversación, puedes retrasarla un poco más si gustas, pero no cambia de que tarde o temprano la tendremos —sentenció antes de que diera el portazo.


Entonces Sam me miró con un gesto de preocupación y Queen me tomó por los hombros, me quedé un momento mirando a ambos, mientras la rabia en mi interior no dejaba de crecer.


—London, sé que no quieres hablar con ella, pero la realidad es que si no la enfrentas no va a dejarte en paz, continuará diciendo necedades, es hora de que la pongas en su sitio —me animó Sam apoyada en el sofá mientras continuaba colocando algunas cosas en una caja.


Tenía razón, debía de darle la cara, tenía que decirle que no iba a asumir su maldita empresa, sin importar lo que estuviera dispuesta a decir, no volveríamos a tener aquella relación que en algún momento ocurrió entre ambos.


Así que me armé de valor y abrí nuevamente la puerta, no me sorprendió para nada que ella continuara allí parada, que ni siquiera se le hubiera movido un cabello, que mantuviera esa asquerosa sonrisa.


—No hablaremos aquí, no es el lugar —sentencié saliendo de mi apartamento.


Caminé en dirección a la cafetería que no queda muy lejos, así que en cuanto llegamos me senté en mi mesa habitual y esperé a que ella hiciera lo mismo. Me pedí un café aunque estaba segura de que la conversación aunque me dejara con la boca seca, no me permitiría darle ni un sorbo antes de que ya quisiera salir huyendo.


—Entonces —digo incitando a que comenzara con la conversación de una vez por todas.


—Eres demasiado impaciente, ni siquiera me has dejado saborear el café y ya quieres que hable —soltó una pequeña risa negando.


—No estoy aquí para beber el café contigo, estoy aquí para que digas lo que tengas que decir, para que luego vuelvas a contar billetes, que es lo único que una anciana que no la quiere ni su propia familia puede hacer —espeté de brazos cruzados.


—Cuando quieres puedes ser muy cruel —dijo mirando un punto fijo y luego continuó— Como te había mencionado antes, quiero que asumas el negocio familiar.


—Como te mencioné antes, no tengo intención de hacerme cargo de tus negocios ni de tus fortunas —miré por la ventana.


Cualquier distracción era mejor que estarle viendo el rostro, me causaban deseos de deshacerme de ella, agradecía que nadie pudiera leer mi mente, porque de lo contrario ella no estaría sentada tan tranquilamente delante de mí.


—¿Qué pasaría si te dijera que tus padres pueden perder la granja? Tu hermanita tendría que dejar la universidad que tanta ilusión le hace, tendrían que regresar a la ciudad, a menos que le proponga a ella quedarse con la herencia y tomar tu lugar —se queda en silencio en cuanto vemos al mesero traer el café.


La veo beber un sorbo de su café, se queda un momento olfateando la taza y suelta un suspiro lleno de satisfacción, lo que me pone aún de más mal humor. ¿Cómo se atrevía a hacer ese tipo de amenazas? Sabía que no iba a beber ese café incluso desde antes que empezara a hablar.


Estaba a punto de decirle que me iba a largar, cuando chasqueó los dedos, en señal a eso, el hombre que estaba a su lado, de un maletín sacó un sobre, ella me lo tendió encima de la mesa y ahí fue en donde todo comenzó a pintarme mal.


Dentro del sobre, habían fotos de mi familia, fotos de mi padre cargando huevos, leche, verduras en su camión, todo lo que normalmente entrega en las tiendas que hay en las ciudades, lo que vende.


Había también un recuento, los nombres de las tiendas, la cantidad de mercancía entregada, los días de entrega de cada pedido, un montón de cosas que realmente no esperaba que mi abuela tuviera el conocimiento.


—Si tus padres pierden esa lista de clientes, no van a tener como mantener la granja, como mantener a todos los animales que dependen de los ingresos, no van a poder pagar la universidad de tu hermana, se van a sentir en aprietos London —vuelve a insistir en aquellas palabras— Tienes tiempo para pensar en esto hasta que regreses de ese viaje.


—¿Pensar qué? ¿Cómo sabes del viaje? —pregunto con el ceño arrugado.


—Vas a casarte, pero no será con Queen, cuando regreses de ese viaje, quiero que sepas que vas a conocer a tu futuro esposo, será el hombre que va a dirigir el negocio de la familia a tu lado y ni siquiera intentes negarte —sonrió de lado— No deberías de ser tan descuidada e ir hablando de tus planes y de tus problemas tan a la ligera en cualquier sitio.


—¿Qué estás tratando de decir con todo esto? —siento que me cuesta respirar.


—Trato de decir, que tus secretos ahora son mis secretos, no te preocupes, tampoco me interesa destruir la familia de Queen —bebió otro sorbo de café.


Había sido demasiado, me bastaba con que me estuviera amenazando con mi propia familia, no podía ahora meter a Queen en medio, no podía hacer nada que pudiera dañarlo, porque eso no iba a permitirlo jamás.


Me puse de pie en pleno silencio y de un golpe lancé su taza al suelo, la tenía sobre los labios, y vi como la comisura de su labio empezaba a sangrar por el golpe. No me importaba que todos en ese sitio me estuvieran mirando, que las lágrimas a causa de la rabia estuvieran corriendo por mis mejillas, quería destruirla.


—¡No vas a volver mi vida un infierno! ¡No vas a hacer conmigo lo mismo que hiciste con mi padre y mi madre! —sentencié desbordada de irritación.


Ella con la mayor calma posible tomó una servilleta del centro de la mesa y la presionó sobre el corte de su labio, sin quitar su mirada de la mía.


—Con el paso del tiempo solamente te volviste una mocosa insolente London, pero volveré a enseñarte lo que es la verdadera educación —se puso de pie tras decir aquellas palabras— Tienes hasta volver del viaje para tomar una decisión, me encargaré de adelantarme a darle la noticia a tus padres, porque sé que cuando regreses, como una mujer sensata, harás lo que es correcto.


...


Volví a la realidad cuando Queen tocó mi hombro, me había perdido tanto en mis pensamientos que ni siquiera tomé la llamada de mi padre. Lo observé en silencio sentarse a mi lado, ni siquiera me había dado cuenta de que las lágrimas estaban cayendo por mis mejillas. No había sido capaz de decirle lo que en realidad me dijo mi abuela, porque sé que si le digo que nuestro matrimonio va a terminarse, no va a reaccionar de la mejor manera.


No sé como se supone que voy a arreglarlo todo, mi abuela pudo darse cuenta de que no iba a ceder por la universidad de mi hermana, sobre todo porque tengo dinero ahorrado como para continuar pagando esa universidad, pero también porque sé que mis padres buscarían la manera de cubrir esos gastos.


Nunca he visto a mis padres como personas incapaces, al contrario, sé que son los suficientemente trabajadores como para salir de cualquier crisis, pero mi abuela no piensa lo mismo, por eso me hizo una amenaza tan estúpida.


Sin embargo, ahora el verdadero problema es que me está amenazando con algo un poco más grave, el hecho de que sepa lo de Dalton lo pone todo en peligro, si no tenemos cuidado con mi abuela, ella podría simplemente decirle toda la verdad a la madre de Queen, aunque eso no vaya a separarnos, no creo que actualmente ella esté preparada para pasar por un trauma de esa magnitud.


—London, no quiero que te culpes por todo lo que está ocurriendo, tú no tienes que sentirte triste por esto —me pasó suavemente la mano por la espalda.


—Siento que esto no va a resultar bien Queen, yo veo que tu madre no está capacitada para aguantar lo que se viene, apenas supo de esto y está destruida, imagina si lo terminara por descubrir todo —murmuré en un tono moderado por las dudas de que pudiera aparecer.


—Tampoco creo que esté capacitada, por eso creo que hay que esperar un poco más antes de decirle que eras tú y de explicarle la situación —comentó cabizbajo.


—Mi abuela lo sabe —confieso de repente y veo como su mirada se clava sobre mí.


—¿Qué dices? ¿Cómo que lo sabe? ¿Qué tanto sabe? —interroga de prisa poniéndose en alerta.



—Lo sabe todo, nos ha escuchado hablando con Sam, aunque tengo la sensación de que incluso lo sabe desde antes —paso las manos por mi rostro con irritación— Quiere que me case con otro hombre, esa es la condición para quedarse en silencio y dado la situación que acabamos de vivir Queen, no creo que estemos en condiciones de negarnos.

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