Capítulo 14 Veamos si eres capaz
La situación me había sobrepasado, la realidad es que todo este juego que había comenzado como una venganza con Queen estaba tomando otro rumbo, compartir tiempo con él me había llevado a darme cuenta de que realmente no es ni la mitad de lo que muestra y entonces había ocurrido, me había terminado por gustar.
En mi interior tenía una necesidad de saber si aquella noche había significado algo en la vida de Queen, porque en la mayor parte del tiempo que compartimos siempre es tan atento, siempre está tan al pendiente de mí que me hace suponer que sí le ocurre lo mismo. Eso es lo que había pensado hasta que Eva se quedó dormida y me atreví a preguntarle al respecto, no sé en qué momento me había pasado ese estúpido pensamiento, era obvio que para él no era igual.
Queen solamente tiene un objetivo claro y es su venganza, me necesita para llevarlo a cabo, porque cree que esto le va a doler a Dalton, pero yo no veo que le esté doliendo, yo solamente pienso que en realidad le causa incomodidad saber que su hijo está saliendo con la mujer que era su amante.
Debo de decir que al principio tenía tantas ganas como Queen de verlo sufrir, de verle arrepentido, pero al darme cuenta de que quizá podría encontrar en Queen lo que no tenía con él, por un momento mi sed de venganza se calmó.
Tras su respuesta en el automóvil, empecé a cuestionarme sobre la tontería que estaba a punto de hacer, me iba a casar, algo que tenía un gran significado para mis padres, me subiría a un altar frente a un padre y a los ojos de dios, para una mentira, que duraría lo mismo que el matrimonio de Dalton.
Cuando todo acabe seguramente Queen querrá firmar el divorcio, quizá con la esperanza de recuperar su oportunidad con Marina luego de explicarle lo que en realidad estuvo pasando y yo me quedaré con el corazón roto, porque soy una tonta enamoradiza.
Quizá esta sea una lección de la vida, para que termine por darme cuenta de que no puedo enamorarme del primer hombre que demuestre saber tratarme, que debo separar el amor del follar, pero son cosas que jamás me enseñó nadie.
Ahora me encuentro parada frente a mi padre, que acaba de aparecer de la nada en uno de los momentos más incómodos que podríamos estar teniendo, mi padre odia las demostraciones de afecto ante sus ojos, dice que es una verdadera falta de respeto que sus hijas estemos con una pareja y tengamos contacto físico, que como nuestro padre no tendría que ver eso.
Respeto su pensamiento, al igual que me gusta respetar su hogar, debí de mantener la distancia de Queen, decirle con respecto a esto, para que tuviera más cuidado, ahora mismo mi padre lo debe tener entre ceja y ceja, sobre todo porque debe de haber visto la tensión entre ambos.
—Muchacho —dijo aclarando su voz— Debe ser importante para que mi hija lo haya traído ante sus padres, así que sea bienvenido a nuestro hogar, ya tendremos tiempo de conocernos mejor, pero antes me gustaría poder pasar un tiempo con London, hace mucho que no veo a mi pequeña.
Sentí mis mejillas arder, esa es una de las cosas que me da más pena de mi padre, él siempre me trata como si aún fuera una niña pequeña, sin importar quién esté delante y en ocasiones eso puede resultar una vergüenza para mí.
—Claro, comprendo señor, así será —asintió Queen con seriedad.
Pasamos a la casa, apenas entré, sentí el olor que provenía desde la cocina, mi madre seguramente estaba preparando la comida para la noche, siempre que vengo le gusta preparar mucha comida y darme de comer hasta que no me entre ni un bocado más.
Diría que me niego a tal cosa, pero la realidad es que pasar un año sin poder ver a tu madre y disfrutar de su deliciosa comida, la de toda la vida, es una tortura que ningún ser humano debería de pasar.
De repente ella se asomó limpiando sus manos en una servilleta, la ancha sonrisa y sus ojos acuosos me hicieron sentir que claramente no solo era yo que había echado en falta su presencia. Me apretujó en un cálido abrazo, hundí mi rostro entre su cuello y su mejilla para aspirar el olor de su perfume, se sentía tan reconfortante, el abrazo de una madre siempre será el mejor hogar, siempre podrá aliviar cualquier dolor del alma.
—Cariño, ni siquiera estás comiendo bien —murmuró pasando las manos por mi cabello— Estás delgada y se te ve muy cansada, deberías pensar en quedarte un tiempo aquí en casa, sabes que para nosotros no serás nunca un paso.
—Lo sé mamá, pero estoy bien, pasé por un tiempo de estrés, no quise decirles nada, porque no quería preocuparlos —me separé un poco para observar a Queen, que se veía un poco incómodo— Mamá, quiero presentarte a Queen.
Mi madre levantó la mirada para observarlo, ella siempre ha sido mucho más flexible que mi padre, siempre me ha apoyado en todas las decisiones que tomé, así que espero que en esta ocasión me ayude que el fin de semana sea un poco más leve para él, tengo la sensación que en el segundo día querrá salir corriendo de la casa.
—Bienvenido Queen, lamento mucho no haber notado tu presencia, sabes eso de tener lejos a London no es muy fácil para nosotros —comentó.
—¿Les dijo Camile que vinimos con la hermana de Queen, cierto? —les pregunté y ellos cruzaron miradas.
—Sí, nos comentó por encima que vendría con ustedes, no se preocupen, será bienvenida, donde hay lugar para dos, hay lugar para tres —dijo mi padre.
Sabía a lo que se estaba refiriendo, mi padre siempre tuvo el pensamiento de que una mujer no debería de dormir con un hombre hasta luego del casamiento, otro de los pensamientos anticuados que no encajan con la sociedad actual. Así que por supuesto que pretendía que no vamos a dormir en la misma habitación, o en este caso si lo hacemos estará Eva de por medio.
Pasamos a la sala, tuvimos que esperar unos minutos de silencio incómodo mientras mi madre iba a apagar el fuego de la cocina, para que la comida no fuera a quemarse, entonces cuando todos estuvimos sentados, me dispuse a hablar, pero Queen me miró con insistencia.
—Quisiera ser yo quien les hable —me pidió en un susurro y mis padres intercambiaron miradas.
Asentí, a mis padres tampoco les gustaba eso de que no pudieran escuchar lo que estábamos hablando, era otro punto incómodo para ellos, debí de hacer una lista de "Cosas que no deberías de hacer delante de mis padres".
—Le estaba diciendo a London que quería ser yo quien hablara con ustedes primero, comprendo que deben de tener muchas preguntas, entre ellas por qué de manera de repente su hija llega a casa con un muchacho y lo presenta ante ustedes —dijo con un tono firme mirando a mis padres a los ojos.
—Sí, en realidad quería preguntarle el día que me llamó, pero su padre estaba durmiendo y no me permitió decir demasiado —admitió con sinceridad mi madre.
—Yo supongo que tú debes de ser el novio de mi hija, hasta el momento no lo ha dicho como tal, pero ante lo visto, es lo más evidente —respondió mi padre tratando de transmitir serenidad en la tonalidad de su voz.
—Yo le propuse matrimonio a su hija, me quiero casar con ella por qué estoy realmente enamorado, pero no quiero casarme con ella sin el consentimiento de su familia, me gustaría que me conozcan y por supuesto tener la oportunidad de conocerles, para que si ustedes consideran que soy un hombre honesto me permitan acompañar en el camino a su hija —dijo Queen soltando al aire de manera entrecortada.
Tal vez desde el sitio en el que estaban mis padres no se podía ver del todo, pero realmente estaba con la respiración entrecortada, desde aquí a su lado se veía los nervios con cada palabra pronunciada, aunque esto fuera demasiado importante para su plan, se lo estaba tomando demasiado en serio, de hecho en mí pensar esto es justo lo que mi padre hubiera esperado de cualquier hombre que pretenda casarse con una de sus hijas.
—Pensé que este día nunca llegaría —dijo mi madre, que se le desfiguró el rostro por la emoción y una lágrima rodó por su mejilla— Me hace muy feliz que hayas encontrado el amor hija.
Sonreí con sutileza aguantando las lágrimas, no solamente porque estaba emocionada por su felicidad, sino porque en el fondo sentía una mezcla de emociones indescriptible, entre ellas una de tristeza, por saber que esto en realidad no sería de verdad.
—Queen, ¿verdad? —preguntó mi padre fingiendo no saberlo y él asintió— Admito que a pesar de que no me has provocado la mejor impresión de primeras, debo darte una oportunidad, por qué es la felicidad de mi hija la que está de por medio y si ella piensa que tú se la puedes dar, no me negaré a darte el beneficio de la duda.
—¿Pero? —dijo Queen adelantándose a sus palabras y mi padre asomó una sonrisa.
—Pero, entregar a una hija como padre responsable implica asegurarme de que eres el indicado para ella, que eres un hombre digno de tener a London, en esta casa se educó a una mujer con valores, a una mujer fuerte, luchadora, una mujer que jamás te soltará la mano en tus peores momentos y cualquier hombre que quiera tener un tesoro como ese, de una mujer que estará en tus peores tormentas, debe de probar que es capaz de darle lo mismo —respondió mi padre mirándome de reojo.
—Papá —susurré.
—Hija, puedes odiarme toda la vida, si terminando este fin de semana decido no aprobar a este muchacho, puedes casarte con él de todos modos a pesar de mis palabras, pero si no lo apruebo no estaré en tu boda, tampoco le veré la cara a este hombre nuevamente en la vida, porque soy un hombre firme, porque sé lo que a mi hija le conviene y aunque me odies, yo siempre seré primero un padre y los padres velamos por la felicidad de los hijos, no queremos que pasen por los dolores que ya hemos pasado —comentó.
—Estoy de acuerdo señor, no voy a negarme a demostrarle que estoy hecho para su hija, así que no importa lo que tenga que hacer, por ella estoy dispuesto a todo —interrumpió con firmeza cuando mi padre puso la mirada sobre él.
—Empezaste menos diez puntos, chico, ahora tienes un punto, veamos si eres capaz de conservarlo —se cruzó de brazos.
No estaba demasiado seguro de lo que aquello significaba, pero sin duda el fin de semana de Queen con mi padre de por medio no sería nada fácil, solamente esperaba que fuera capaz de soportarlo, de lo contrario, no habría manera de que el casamiento se llevara a cabo.
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