Rojo, eso era todo lo que aquella niña veía frente a sus ojos. El rojo de la sangre mientras se deslizaba por su rostro. Sangre que emajaba de los cortes que ocupaban el setenta por ciento de su cuerpo gran parte de ellos en su cara. El cabello estaba pegado  a sus hombros, todo cubierto con el líquido carmesí que poco a poco se hacía coágulos, ya no lloraba, no tenía fuerzas para eso, solo pedía que todo terminara, que aquella pesadilla tuviera un final y ese final llegaría antes de lo que ella creía.

Silbando como de costumbre apareció por la puerta de entrada del pequeño local donde se encontraban. Con un refresco en sus manos cubiertas por los guantes y disfrutando de lo que para él era un hermoso lienzo.

— Mira cuánta belleza — dijo en voz alta— en verdad que la juventud es un divino tesoro. Aún recuerdo cuando cumplí mis veintes y en ese entonces ya aterrorizaba a todo un país. Es divertido trabajar desde las sombras. Por un lado todos halagan mi maravilloso trabajo como cirujano y por el otro todos temen al regreso del Asesino del Campus. No sé si me siga gustando ese nombre, al final no tiene mucho que ver conmigo actualmente. Ahora soy más refinado y hasta grotesco. Un contraste poco probable pero que yo encuentro sumamente interesante. ¿ Quieres ver qué he hecho contigo ? Tú eres mi más reciente cuadro. Y como todo un artista necesito poder mostrar lo que hago, así que serás como protagonista de la historia, la primera en verla.

Con cuidado arrastró un espejo del tamaño de una persona y lo colocó frente a ellos, luego pasó por detrás de dónde se encontraban amarrada la chica y se puso detrás de ella. Aflojó la base de su camilla artesanal y la puso en posición horizontal de modo que quedara parada frente al espejo. La imagen era surrealista. La joven tenía sus piernas desgarradas, la piel separada de sus músculos hacían la forma de pequeñas tiras levantadas y clavadas a la camilla como si de unas pequeñas alas se trataran.

— ¿Verdad que es hermoso? He tenido que trabajar con mucho cuidado para que no murieras desangrada ya que habría sido una lástima no dar mi toque final a la gran pintura que crearemos. Al final parecerás toda una diosa. La mismísima Afrodita sentiría envidia de lo hermosa que quedarás. Tus piernas ya son la viva representación de Hermes, el mensajero de los dioses y eso serás; mi mensajera ante el mundo. Tú serás mi gran regreso, mi entrada por la puerta ancha, la reaparición del único asesino que no ha fallado, porque sí, antes de mi han existido muchos y después de mi vendrán más, pero a mí no me atraparán y mi legado será eterno.

Mientras hablaba acariciaba lo que para él era su obra maestra. Había cortado los senos de la chica y estos antes protuberantes y tentadores hora solo eran una fina línea cubierta de puntos. La cara de ella tenía muchas cortadas en todas las direcciones, no eran profundas como para causar daño pero si lo suficientemente hondas para que la sangre fluyera. En su frente había tallado un tercer ojo y le había colocado un pedazo de vidrio tornasol que simulaba la pupila.

— En gran parte de la cultura oriental el tercer ojo solo se abre cuando tienes pleno conocimiento de la vida espiritual y de lo que representas en este plano astral. Tú has logrado esa iluminación y alcance en vida y es algo que te acompañará cuando hayas dejado este plano. Llevarás mi mensaje a todos lados y así seré conocido en todas las dimensiones que puedan existir.

La joven que ya para ese punto estaba más muerta que viva no sostenía ni el peso de su cabeza y era más un cascarón vacío que una persona con conocimientos de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Jonathan entonces agarró un cuchillo de doble filo y lo enterró en su plano abdomen y realizó un gran corte desde donde se encontraba su ombligo hasta donde comenzaba su tráquea quedando de esa manera el cuerpo inerte y sin vida, dejando en ese justo momento todos los órganos expuestos y regados en el piso del lugar.

Se alejó unos pasos de su escena del crimen y apagó una cámara que había grabado todo el proceso y el discurso dado por Jonathan.

— Bello — dijo — sencillamente bello.

Recogió su indumentaria, limpió lo que había quedado y lo sumergió en alcohol para eliminar todo rastro de sangre antes de guardar las cosas en un pequeño maletín que siempre lo acompañaba. Se quitó el traje de nylon que protegía sus ropas y lo metió en ácido dónde poco a poco se fue haciendo una masa amorfa y sin rastros de su ADN.

Con toda la frialdad que lo caracterizaba salió del lugar y metió la mano en su bolsillo, sacó un cigarrillo y lo prendió, le dió una larga calada y de su chaqueta extrajo uno de sus tantos celulares desechables, escribió un mensaje y luego lo envío. Apagó el aparato y luego lo rompió cargando con él los pedazos que quedaron en sus manos.

Al otro lado del  país el teléfono del Agente Desmond se iluminaba y aparecía en su  pantalla una imagen que lo dejó de piedra.

Ante su incrédula mirada aparecía una  joven muerta y prácticamente descuartizada. Debajo de la foto una dirección y unas caritas sonrientes.

También unas palabras que eran claramente una burla a la inteligencia del FBI : Bienvenido al equipo agente. Espero que se divierta tanto como yo y que aguantes un poquito más que el agente anterior. No querría que corrieras con su misma suerte. Atentamente un gran admirador de su equipo.

PD: dígame ¿con cuál de todos empiezo mi eliminación?

La cara de Desmond no perdió ni pizca de su característica calma, ya que, como a Jonathan le encantaba el juego del gato y el ratón, no tenía preguntas sin responder o tal vez solo una. ¿ Dónde había conseguido su número ? Pero apostaba a que alguien como aquel hombre tendría muchas maneras de conseguir la información que quisiera. Igual llamaría a su equipo e irían al lugar que señalaba la dirección en el mensaje.

Las cosas se ponían cada vez más interesante y siempre disfrutaba de una buena cacería.

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Hiiii, he vuelto.
Antes de que termine la semana vuelvo con el capítulo que les debo. Por ahora paciencia.