Primer Día (1/2)

Holiii a todos!! Espero estén de lo mejor y estén prosperando donde quiera que se encuentren, aquí abajo está el deseado (supongo) Capitulo de este Fanfic, razón de haber tardado tanto, realmente un montón de mal redactadas excusas sin sentido y mi tiempo por supuesto. Pero bueno, disfrútenlo, pero antes, lo siento por tardar tanto, tal vez explique mi situación actual más detalladamente en mi Blog, no se preocupen, no es nada de gravedad, pero es complicado conectarme constantemente con mi internet. Les debo una gran explicación, lo siento a todos.

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Weavile se encontraba en la entrada de la Secundaria, parada debajo del arco que formaba esa bien decorada entrada, se dedicaba un momento de reflexión sobre esa institución, su nueva casa de "aventuras de auto-descubrimiento" la tipo hielo rio brevemente, la mera idea de descubrir cosas nuevas sobre si misma se le hace tonta y poco influyente en cómo se siente ahora mismo, aunque no tan mal como al despertarse, con ese recuerdo constante de Sam, su buen amigo el Zangoose, que conoce tan bien como ella esas garras de la soledad honda, suspira largamente, ella admitía tener cierta ansiedad, se rasco el brazo, su cuerpo cosquilleaba como si hubieran hormigas debajo de su tejido y queriendo salirse por sus poros, al percatarse de su leve miedo a esa reducida sociedad llamada compañeros de estudio acumulo su sentir escondiéndolo en un gesto tenso y dilatado.

Traga saliva duro, sin ánimos de quedarse todo el día en esa entrada, habían miradas sobre ella, muchas, esos ojos se multiplicaban en su entorno, miles de fulminantes miradas, caminó con paso apresurado como si no quisiera que la atraparan por detrás o escuchar cosas sobre su persona, criticas, pre-juicios, opiniones manchadas de negro, se encogió de hombros queriendo estar escondida en un baúl, en vez de ver a sus lados los cientos de Pokémones que se distorsionan en un borroso mirar, pues su vista estaba desenfocada, por completo absorta en sus pensamientos, estos atacan como flechas su mente, recuerdos.

Empujones, golpes, insultos, critica, lágrimas, sollozos, moretones, raspones, depresión, dolor, indecisión, temor. Personalidad indefinida.

Miles de argumentos invaden su pequeño cerebro que apenas y entendía eso que le pasaba, su voz interna, esa que le da razones para seguir, titubeaba, sus piernas no daban para más, ahí en un mar de inseguridades, recuerdos podridos quedaban a la deriva jugando con libertad sobre su voluntad, cualquier aspecto externo no le penetraba los tímpanos.

Un tronido extraño le pasa fugaz por el frente, otro más, muchos, estos la tomaban por el pelaje y la sacaban a la realidad, parpadea fuerte un par de veces, el ambiente se aclara y todo toma proporciones normales, alguien suena los dedos frente a ella, reacciona y los aparta como reflejo.

-Al fin respondes – Dice como si fuese un milagro, era una Floatzel erguida frente de ella, de su edad o incluso un poco mayor, Weavile toma control de sus acciones, y la mira con cautela, no parece ser alguien mala pero si de fuerte carácter, se notaba en su postura intimidante que tienen los Pokémon con decisión en sus propósitos – Soy Floatzel, formo parte de la vocería general del directorio y represento la institución, estoy buscando a los nuevos alumnos para firmar su llegada – Afirma, pasándole a las manos un papel cartulina con un bolígrafo.

Weavile con algo de indecisión toma el bolígrafo aun aturdida por salir de su mente con tal rapidez, empieza a firmar su nombre con su notable caligrafía que sus padres le han hecho repasar por años para que sea presentable, para ellos la persona se define en su manera de escribir, como si cada cursiva te definiera, esa idea la odiaba Weavile, ella podía escoger ser alguien o nadie, por ahora era nadie, mira de re ojo a esa tipo agua que espera que termine con una ancha sonrisa, la ponía incomoda y empieza a sudar, esa sensación de estar con alguien nuevo que le calentaba la cabeza por la vergüenza de ser ella misma frente alguien desconocido, termina de firmar y le entrega aun temblorosa el papel.

Floatzel observa un momento el papel y la mira a los ojos, Weavile siente un escalofrió en sus manos, como si la escaneara hasta el alma.

-Weavile – Leyó rápidamente, ante la obviedad de la especie, aunque era normal que hubieran Pokémones con nombres diferentes para evitar la confusión al dirigirte a muchos de esa especie, como Sam, su amigo – Tienes una hermosa letra – Expresó la tipo agua brindándole una sonrisa admirada, Weavile se encogió ante ese gesto, no la adulaban con continuidad, pero igual la presencia de su voz la golpeaba como pañuelo húmedo, con algo de nerviosismo solo pudo tensar la mandíbula y ponerse atiesa al no saber cómo responder a un cumplido.

La Floatzel se mostró confundida al no recibir respuestas de la Pokémon nueva, pues normalmente a ella le responden con fluidez y rapidez, no estaba consciente del infierno al que se enfrentaba la Weavile en su subconsciente y la duda que la consumía al intentar responder, solo pudo sonreír de lado, resignándose a que la siniestro era una Pokémon callada.

-Bueno, Supongo que aquí te dejo, su salón es el 1-B, primer piso al subir al escaleras – Avisó ante la dilatada siniestro, ésta solo pudo asentir lentamente, como siempre, su escaza voluntad no la dejaba articular palabra alguna – Espero verte luego, que pases un increíble primer día – Exclamó situando su papel entre sus manos y alejarse con una sonrisa de la que Weavile ya se estaba cansando, solo porque sentía el compromiso de responder con una y no se le da bien hacerlo, se alejó y se perdió entre los centenares de adolescentes que se encontraban en ese patio.

Weavile suspiro, al verse libre de socializar y tener que hablar, el tan solo pensar de que tendría que hacerlo más veces la hacía temblar y sus inseguridades siempre buscaban ese momento de flaqueo para asomarse. Necesitaba auto-control, fácil decirlo, difícil de realizar, como todo lo que intentaba efectuar. Miró algo alterada a los lados buscando con desespero las escaleras, no aguantaba pasar más tiempo vulnerable a juicios errados, sintió un cosquilleó de felicidad al verlas, tanta que prefirió ir a paso apresurado, casi trotando, escuchaba murmullos, nada la inquietaba más que murmullos, parpadeo un par de veces mara mediar así misma esos pensamientos paranoicos.

Subió las escaleras con recelo, hasta encontrarse en el segundo piso, habían algunos Pokémon por allí, pasando el rato procrastinando mientras tocaban el timbre, intentó tragarse el desasosiego que le sobresalía hasta por el rostro y con una sonrisa fingida en su totalidad, no los observo mucho, antes de que involuntariamente su mirada fuera al frente por el contacto visual, pero pudo notar que eran dos chicos; un Charmeleon y una Roselia, y parecían bastante melosos, con el tipo fuego encimado en la planta como si se la quisiera comer, mientras se decían un montón de cursilerías, "la secundaria, el nido de las hormonas" recordó de un chiste de mal gusto que le contó Sam al ver una serie algo subida de tono sobre la vida escolar, aunque en un tono inadecuado, no podría estar más cerca de la realidad; Drogas, Vulgaridad, Abusos, Turbación y todo tiene que ver con lo innombrable, se estremeció por lo aterradora que se figuraba esa nueva etapa, y que tal vez no sobreviva, en el sentido psicológico por supuesto, pensaba y pensaba, y solo se podía visualizar como una fantasma extenuada mentalmente por preguntarse las cosas hasta ya no poder opinar algo siendo ella misma, con la piel cortada por hilos sociales, y sin rostro por ocultar su sentir.

Después de un momento se halló en frente de un muro de concreto como ella lo veía, intentó buscar coraje, pero donde no hay nada, no se encontrará algo, con su típica mano temblante abrió la puerta empujándola, preparándose para ver su salón por un año, tal vez donde pase bastantes penurias, entró, viéndose en una aula, deteriorada, la pintura se pelaba por las paredes y el techo parecía brotado por la humedad que de seguro se debía a una tubería dañada, y carente de pre-supuesto la institución solo ignoraba problemas, ahogo una exhalación al notar que el profesor ya se encontraba allí, aunque Weavile calculaba que faltaban unos minutos para que dieran comienzo las actividades, era un Porigon-Z y se notaba callado y concentrado, probablemente en su cronograma de evaluación, le tocaba matemática, seguramente su perdición, puesto que la carcomían tantas cosas no hallaba espacio en su cerebro para hacer cálculos, solo pudo caminar cohibida hasta la hilera de asientos, y decidió sentarse en el primero junto a la pared, pues solo habrá alguien a su lado, y esperaba que fuera la mangosta que siempre ha ocupado un puesto importante en su vida, sabía lo dependiente emocionalmente que era de él, ¿pero que podía hacer? ¿Arriesgarse a hablar con alguien y ponerla en evidencia?, se sentó tensa recordando tantas veces que se abría a alguien y tal vez por no saber expresarse o simplemente no hacerlo, se aburrían y la dejaban sin más.

Ante su evidente mal humor el profesor asomó la mirada hasta ella, la única chica dentro del aula a esta hora, el profesor esbozó una sonrisa empática pues, insinuaba y casi aseguraba que tenía razón, que era su primer día, y la ansiedad la trastornaba, flotó de su asiento a un costado de Weavile, la cual estaba demasiado ensimismada para notarlo.

-Buenos Días señorita – Saludó con su tono algo agudo, lo que causó la exaltación de la siniestro, quien ya no tenía ganas de forzarse hablar y solo lo vio estando con el alma en un hilo – Le molestaría decirme que le ocurre, digo, ¿por qué no está afuera? – Preguntó el Porigon-Z con la voz más cálida que podía, su esfuerzo lo vio Weavile, algo confundida porque alguien se preocupara por ella, cayó en cuenta de que era demasiado obvia cuando se consumía a sí misma.

-N-no tengo ganas – Le contestó por pura obligación, pues era su superior, aunque le tiritaba la lengua por ello, los profesores siempre intentan perfilar a su alumno, eso la ponía paranoica frente a ellos.

-Entiendo-.

Weavile lo miró de re-ojo y parecía no querer irse, como si con su puro semblante la presionara y responder.

-¿Q-que q-quiere? – Preguntó Weavile a penas, pues sentía que los ojos del maestro la penetraban en lo más súbito, ella solo quería estar sola, no tener que hablar con nadie y ya, parecía mucho pedir algo de paz.

- Nada, solo me preguntaba, ¿por qué tu cara presionada?, te saldrán arrugas si sigues intensificando tus gestos – Comentó el maestro, para después reír un poco por lo bajo, pero Weavile no le daba gracia que sus luchas internas se manifestaran de esa forma en su rostro, el profesor solo continuaba jugando con ella, y no le gustaba en lo absoluto, se limitó a girar la vista al muro y no observar la suplicia del docente.

-Bueno, al grano, de seguro estás nerviosa porque es tu primer día y no conoces a nadie ¿no? – Aventuró.

Weavile se sorprendió un poco al notar que el profesor insistía en el asunto obvio, aunque no exacta la hipótesis del profesor, era algo acertada, el solo pensar en hablar con alguien la aterraba, no quería volver a sentirse humillada por su esfuerzo en caerle bien a alguien, porque su forma de ser era tan "extraña" que no la aceptaban en ningún lado, su madre una vez le dijo, en la luz de la vela de una noche de tormenta sin electricidad, cuando se sentía como un bicho y empezó a gritarle frustrada a su almohada, porque nadie la quería en primer grado, por su rara forma de ver el mundo "La extrañeza es relativa, todos somos raros, pero algunos se crean una vista demasiado general del mundo, y lo vuelven plano, cuando es rocoso, montañoso, boscoso y cambiante" dijo eso sin más y se alejó de la habitación.

Weavile no lo entendió en ese entonces, pero después que lo entendió supo que ella no era la equivocada sino los demás, pero, aun así era complejo hablar con alguien, porque a pesar de que ellos son los equivocados, son mayoría, y la mayoría siempre gana, dejando a la minoría absuelta.

-Escúchame niña, no te amargues, solo suéltate y no pienses tanto las cosas, aventúrate un poco y déjate llevar – Dijo algo consternado, como si sintiese eso que pronuncia, para después irse al notar la poca atención que Weavile le prestaba, y se hundió de nuevo en sus documentos.

Al escuchar esto la siniestro, solo se pudo sentir mal de sí misma, los demás no entendían un solo hecho, se escondió ajustándose la bufanda a la altura de la boca, y ocultar su presión, el único hecho que los demás debían entender ...No puedo... pensó desviando la mirada a la entrada del salón, decepcionada de sí misma.

El timbre sonó quebrando el ambiente silencioso y pesado que se había creado en la mente de Weavile y alzó la mirada atenta, pues bien podría entrar Sam al aula, y tendría menos tiempo de pensar en sus vacilaciones, entraron y entraron, pero al cesar la muchedumbre y el salón encontrarse casi lleno, Weavile se encogió de hombros, Sam no entró. Weavile empezó a pensar que le había pasado, porque no se presentó, se quedó mirando su pupitre cabizbaja, tal vez a Sam le pasaba lo mismo que a ella, pero peor, pues él era callado, se podría decir casi mudo, tal vez la Floatzel de antes lo puso demasiado nervioso, y decidió irse antes de que le ocurriese algo debido a su ansiedad.

El Profesor de antes, empezó a pasar la lista y a dar la clase, como si su aura comprensiva se hubiera esfumado y quedara solo alguien que le interpretaba el término "profesor", la clase transcurrió lenta, y se basó en las ecuaciones de segundo grado, Weavile no se pudo concentrar debido a lo escandaloso que era el Primeape de al lado y que a veces le dirigiese un comentario y ella al no saber cómo responder se auto-culpara, aunque también influía la ausencia de la mangosta, que la preocupaba.

La clase siguiente fue Lengua, para Weavile la más sencilla de todas, la profesora era una relajada Vaporeon, su voz parecía trascurrir con el viento, y cuando explicaba parecía que bailaba una coreografía inventada y misteriosa, por la gracia de su caminar y lo benevolente que se veía, ese suave tono, fue un recreo del calvario de Weavile quien por primera vez disfruto la clase de las técnicas de redacción y comprensión que tantas veces le habían entrado por las orejas y no les prestaba atención por simple complejidades internas, parecía que por fin podía concentrarse, pues lo único que la molestaba era la ausencia de su amigo que no la dejaba en paz, y el escandaloso del al lado que se la pasaba contando chistes mal efectuados sobre la clase.

Al terminar la clase, sonó el timbre del recreo, Weavile se encontraba extrañamente relajada, solo suspiro al salir del salón y caminar por el pasillo, y formularse por qué Sam no había llegado ahora que tenía la mente limpia y serena, cosa que solo pasaba cuando se encontraba sola en casa leyendo, extraña reacción, tal vez si tenía cosas que averiguar de sí misma después de todo. La siniestro seguía pensando errante por el pasillo cuando chocó con alguien, perdió el equilibrio y casi se resbala de no ser porque sus reflejos reaccionaron pudo poner el pie para no desplomarse. Al parecer había chocado con un Lucario.

-¡¿Qué te ocurre?! – Dijo éste excesivamente ofendido, mientras se le acercaba con los brazos cruzados y un obvio enojo, Weavile, no respondió a la intensa pregunta, sus manos temblaban, y su cara se distorsionaba hasta convertirse en un aterrado mirar - ¿Qué ocurre? ¿Eres muda o algo? – Cuestionó el Lucario con una sonrisa arrogante, mientras le ofrecía una mirada contundente.

La siniestro se veía parapléjica, su mirada más dilatada de lo normal, intentaba formularse una respuesta, al menos minimizarse y así disculparse por su intromisión accidental, solo podía jugar con sus dedos mirándolo perdida, se sentía como una hormiga, sin la capacidad de responder, esos momentos cuando su confianza se veía comprometida, cuando excavaba y excavaba y no encontraba argumentos con los cuales defenderse, solo ver con una temblorosa visión al Lucario que parecía cansarse de su incompetencia.

-Y-yo... Y-o - Es lo único que se escapó de sus tribulaciones, tenía miedo, a ser juzgada, a que no le vuelvan a dirigir la mirada por aquella humillación, su mente se volvió un nido enmarañado de probabilidades que de una u otra forma la convertían en la pobre víctima que parecía indefensa frente a un depredador abusivo.

El Lucario sonrió y luego se le escaparon unas carcajadas burlonas, mientras Weavile desviaba la mirada avergonzada de su deficiencia para hablar, contestar y defenderse, seguir concavando en lo mismo, tenía ganas de callar las carcajadas descontroladas con un puño hielo, pero los brazos no le daban, ni las piernas para escapar de la situación que ya parecía un show pues empezaba a percibir susurros y comentarios inaudibles, que significaban que los demás empezaban a ver todo esto.

La maldita presión social, cayó sobre Weavile como un bloque de concreto sobre su cerebro, precipitada y cansada, de contenerse, su cuerpo hace tiempo que le dicta hacer cosas pero su poca voluntad la paraba en seco, la siniestro soltó un gruñido por lo bajo, señal de la lucha entre lo que siempre hacía y lo que quería hacer.

-¡Jajaja, hay! – Exclamaba, respirando hondo por el rato que llevaba riendo ciegamente, se podría decir que pasó un rato agradable a costa de Weavile – Me hiciste reír compañera, dime como es; "Y-yo, Y-yo" – Imitó con un claro asentó de víctima burlón que hartaba a la siniestro, poco a poco su afilado pensar se derretía en pura rabia – Escúchame chica, deberías hablar más seguido, pareces una lavadora de tanto que tiemblas – Comentó sin dejar si tono burlón y mirarla de una manera orgullosa.

Weavile no soportaba un brabucón en este estado, y menos con lo cansada de sus neuronas y lo harta que la tenía, por reflejo fugazmente se apresuraron en aparecer los recuerdos de los cretinos compañeros de primaria que amaban reírse de esa misma manera, la siniestro tensó los colmillos ya teniendo suficiente de ello, su cuerpo quería atacarlo en lugar de huir, exteriorizar todo de una manera violenta, sus manos temblaban buscando una oportunidad para arremeter contra él, el cual cambio su semblante ante el obvio enojo de la siniestro, sin duda lo llegaba a asustar, no podía aceptarlo y menos frente a los chicos que estaban de espectadores, recupero su compostura con un gesto soberbio y le acercó más de lo que estaba, a lo cual la siniestro respondió dando un paso hacia atrás, no le gustaba tener a nadie cerca, menos a ese sujeto que de tan solo un accidente haya encontrado la excusa perfecta para crear una escena utilizándola como protagonista.

-Ok pequeña... - Empezó éste con un tono profundo hasta acercarse el espacio que ella había creado para eludirlo, pero ya Weavile se encontraba demasiado ocupada propiciándole miradas de muerta al no hallar el coraje para responder a sus comentarios – No quiero que lo tomes personal – Dijo éste superior mientras la empujaba fuertemente con una sonrisa, Weavile aturdida logro apaciguar la caída con sus manos y gruñir un poco por el golpe de la caída – No me gusta cómo me miras, y no permitiré que te acostumbres a hacerlo de esa manera – Amenazó mientras acercaba su pata a su cuello, con las claras intenciones de presionarla hasta que cediera a sus peticiones, pero Weavile no se iba a dejar rebajar más de lo que ella lo hace, no permitiría que el primer día ya tuviera el papel de atormentada.

De un impulso como si por un momento sus fuerzas hubieran engañado a sus inseguridades, lo golpeó con una zarpa de garra umbría en el rostro, todo estaba en blanco, solo lo realizó sin pensar por primera vez, se escucharon exclamaciones y gritos por parte de algún profesor, al recuperar la noción Weavile se dio cuenta de la escena que había montado.

El Lucario se estaba levantando forzosamente del suelo confundido y temblante, con una pequeña sensación de mareo, al llevarse la pata a la mejilla por el agudo dolor, notó que sus dedos estaban húmedos y al mirarlos ahogo una maldición al ver sangre, pues en su rostro se pintaban unas marcas de zarpas donde empezaba a desbordarse la sangre, cayendo por gota manchando el suelo de granito, lo fueron a socorrer unos compañeros intentando que se levantase por completo, el tipo lucha estaba experimentando muchas emociones, pero la más sobresaliente fue la frustración; miraba con rabia incontenible a la siniestro, como si su vista vibrara a su alrededor.

-Ahora sí, te la buscaste – Susurro Lucario al terminar de ser ayudado por sus amigos, Trevenant y Lairon, no se permitiría ser golpeado de tal manera por una don nadie, ahora esa chica vería el mismísimo infierno de caer en el territorio de Lucario.

Weavile retrocedió dos pasos alterada, acababa de arañarlo, y sabía que solo se estaba defendiendo, pero los demás no lo entenderían, se llevó las manos a la boca anonada, mientras las múltiples miradas se desviaban del adolorido Lucario a ella, claramente enojadas, porque la que salía perdiendo siempre era la más vulnerable en la situación, siempre defendían al superior, al más influyente, al amado por todos, y marginaban a los que no tiene oportunidad contra ellos.

Empezaron a escucharse comentarios por lo bajo: "Agresiva" "Violenta" "Aléjense de ella" "Deberían castigarle" " ¿cómo se atreve?"...

Todo ello la apuñalaba como puñales envenenados, sabía que era mala, despreciable, no querida, pero le dolía lo recalcado tan excesivamente, no encajaría nunca en ningún lado ¿no? La siniestro se tapó su cara con la bufanda y se dio la vuelta para salir disparada a algún lugar, no le importaba donde, solo quería alejarse de esa sensación que le oprimía el pecho, dejar de escuchar, arrancarse las orejas por un momento, sus ojos se aguaron mientras se asomaba una lágrimas por sus mejillas, corría sin cesar esquivando a los demás en el pasillo que se le quedaban mirando extrañados, hasta llegar a un pequeño pasillo que daba con los baños, se arre costó a una pared limpiándose las lágrimas con el brazo, indagando en el hecho de que todo lo hacía mal.

-¡¿Por qué soy así?! – Gritó desgarradoramente golpeando la pared con sus puños – No puedo hablar, no opino, solo callo y me quemo a mí misma – Decía poniendo las manos en su rostro y restregar las lágrimas que solo salían sin poder parar – ¡¿No sirvo?! ¡¿Acaso es eso?! – Exclamó tragando saliva y sollozando, a lo que sus manos se dirigían a sus hombros, para posteriormente caer sentada delante la pared - No soy buena... - Se dijo a sí misma mirando su zarpa afligida, de ésta se notaba la sangre que se secaba, la rabia le subió desde el pecho y todo convergió en ese instante, sus inseguridades, baja autoestima, dolor, abandono – Sam, nunca llegaste – Dijo con un hilo de voz, su cabeza cayó sobre sus rodillas y se quedó un rato en aquella posición fetal, llorando en silencio.

Quien la viera de ese modo, siempre pasaba lo mismo los primeros días, eran el peor momento de su vida, y consideraba que prefería morir antes de vivir eso por centésima vez, la degradación la consternaba. Sus ojos ya estaban lo suficientemente hinchados y no podía encontrar más cosas de la cual culparse, el miedo la invadió de golpe, debía rendir cuentas del asunto con Lucario, eso bastó para alzar la mirada llena de desaliento y con ojos somnolientos.

-¿Q-que te ocurrió? – Pregunto una voz algo extraña, no por lo rara, sino porque no la descifraba, sus ojos estaban tan hinchados que no lograba ver con claridad, se tallo lo parpados para limpiar su vista y era...

Continuará...

Bueno manada, hasta aquí el segundo capitulo, desde ahora intentaré ponerle más empeño a mi vida literaria, lo siento si tardé, pero no saben por todos los problemas por los que he pasado, ya lo aclararé completamente en mi blog :'3, mis disculpas sinceras de antemano y espero que pronto vuelvan a ser las cosas como antes, de cualquier modo, ¿quién creen ustedes que será la voz misteriosa 0w0?

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