EPÍLOGO


Dos años después

"La verdad no dicha"

Kim Seokjin extendió su brazo dando manotazos sobre la mesa de luz junto a su cama para poder apagar el molesto sonido del despertador de su celular. Una vez que lo logró, volvió a acomodarse bajo las sábanas dispuesto a seguir durmiendo, pero la claridad del sol que se filtraba entre las cortinas de su ventana, hicieron que abriera sus ojos con pereza mientras observaba lo pacífico que lucía todo a su alrededor. Por unos segundos no supo en dónde se encontraba, pero rápidamente recordó que estaba en su habitación, en casa de sus padres, donde había dormido desde que era un niño.

Nuevamente el teléfono comenzó a sonar, pero al estar más despierto, se dio cuenta de que no se trataba de la alarma sino de una llamada. Seokjin se incorporó de inmediato y respondió.

-Hola...

-¡¿Dónde demonios estás?! – rugió la voz de su hermana Estefi por el auricular. El joven tuvo que despegar un poco la oreja para no quedar sordo con el grito.

-Ehmm... ¿En casa? – se atrevió a responder Jin todavía confundido y un tanto temeroso por la reacción de la chica. Como lo esperaba, ella volvió a rugir por el auricular.

-¡Lo olvidaste, olvidaste que debías venir por mí! – Estefi en verdad estaba enojada. Jin apenas si lograba recordar la fecha del día y el compromiso que tenía con su hermana, mientras escuchaba cómo la chica suspiraba resignada. – Perdonaré tu vida si apareces aquí en veinte minutos, no más de eso.

-Perdona Estefi, la alarma sonó pero... – comenzó a disculparse el chico sintiendo que su cabeza dolía, todavía estaba aturdido y la somnolencia no había cedido del todo.

-Olvídalo, desde que volviste de EE.UU has estado perdiendo la noción del tiempo a tu alrededor – Estefi no quería demostrarlo, pero en verdad se sentía preocupada. Volviendo a suspirar con más calma, dijo: – Pasarías a buscarme frente a la pizzería para que fuéramos al aeropuerto por Kokkie y por Tony que están volviendo de Italia. ¿Ahora lo recuerdas?

-Sí, sí, en verdad lo siento hermanita – Seokjin insistió en disculparse mientras se ponía de pie y comenzaba a buscar su ropa –. Estaré ahí lo más rápido posible, sólo espera por mí...

-¡Seokjin! – exclamó Estefi del otro lado del teléfono con cierta urgencia en su voz. – Seokjinnie... No tienes que esforzarte demasiado, yo te esperaré, ¿Sí?

Jin permaneció en silencio, hacía años que Estefi no lo llamaba de forma tan cariñosa. Si su memoria no fallaba, no lo había vuelto a llamar de ninguna forma afectuosa desde el momento en que se había enterado de que ellos dos no eran hermanos de sangre, y eso había ocurrido cuando la chica tenía sólo ocho años de edad.

Un suave "te quiero" escapó de los labios de Estefi. A él le hubiera gustado responderle de igual manera, pero la joven había cortado la llamada en ese preciso momento.

Jin, consternado, dejó a un lado su teléfono no sin antes percatarse de los mensajes sin leer. Eran muchos, algunos de Estefi, de su cuñado Tony, y otros de su mejor amigo Min Yoongi. También vio la fecha: veintidós de mayo; ya había pasado más de un mes desde que él había viajado a EE.UU para completar sus estudios de inglés con honores. El tiempo pasaba demasiado rápido, y él no podía dejar de pensar que había algo importante que debía recordar precisamente un veintidós de mayo...

Mientras se vestía a toda velocidad, no pudo evitar rememorar la última llamada de Tony en donde le había pedido ayuda para darle una sorpresa a Estefi en el aeropuerto. Seokjin frunció su ceño un poco molesto por el recuerdo.

"¿Estás seguro de que puedes conseguirlas?", fue lo que Tony le preguntó después de explicarle que quería regalar a Estefi sus flores favoritas: Smeraldos. Ese tipo de flor era bastante difícil de conseguir a menos que vivieras en el norte de Italia, lugar al cual Tony y su primo Jungkook habían viajado por un intercambio universitario durante los últimos seis meses. Jin conocía una florería muy especial que se dedicaba a traer ese tipo de especies exóticas, así que su respuesta a la pregunta fue positiva. "¡Genial, excelente Seokjin!, Quiero pedirle matrimonio con esas flores en sus manos."

Matrimonio. Obviamente Estefi iba a aceptar con tal de vivir con él y no estar separados si Tony conseguía la beca deportiva en Europa a la cual él y Jungkokkie aspiraban. ¿Eran muy jóvenes para casarse? Sí, lo eran, pero llevaban muchos años siendo novios y la distancia que habían tenido que tomar los últimos meses sólo había logrado unirlos más. ¿Hacían una linda pareja? Desde luego. ¿Tony era un buen muchacho para ella? No tenía dudas ahora que lo conocía mucho más. ¿Sus padres estarían de acuerdo? Quizás sería algo difícil de convencerlos pero, ¿eso en verdad importaba? Entonces, ¿qué era lo que estaba mal?

Bajando las escaleras de a dos peldaños, Seokjin alcanzó a tomar un sorbo de leche como desayuno, agarró las llaves de su camioneta y lanzó arriba del asiento del acompañante su teléfono y su billetera. Sólo debía retirar las flores, esconderlas dentro del auto y buscar a Estefi para finalmente dirigirse al aeropuerto.

Su teléfono volvió a sonar, Jin miró de reojo la pantalla brillante de su celular y leyó el nombre: Min Yoongi. El joven frunció su ceño indeciso acerca de contestar o no, pero finalmente aceptó la llamada.

-¡Hey!, ¿Ya estás con Estefi?, ¿Por qué demonios dejas mis mensajes en visto? – la voz de Yoongi denotaba su molestia.

-Perdona Yoongi, estoy en camino para ir a buscar a mi hermana – le confesó Jin prestando atención al tráfico.

-Entonces aún no llegas... Uf, ella estará realmente molesta – se escuchó que el muchacho lanzaba una risita irónica. – Lo olvidaste... ¿Otra vez tus problemas de memoria? Que yo sepa el jet lag no dura más de una semana, Seokjin.

-No es eso – esta vez Jin se sintió molesto por la burla de su amigo. El semáforo se puso rojo y el joven frenó tratando de concentrarse en las señales de tránsito. – Me quedé dormido y no escuché el despertador.

-De acuerdo, te creo. – Yoongi meditó si debía continuar hablando o no. Llegó a la conclusión de que no podía quedarse callado, necesitaba hacerle entender a Jin que estaba cometiendo un error. – ¿Seokjin, qué harás?, ¿Vas a decirles la verdad?, ¿Finalmente vas a hablar o seguirás huyendo como lo hiciste hace un mes escapando a la casa de tu abuela en EE.UU?

-Te dije que no te metieras en esto, sabes que no puedo... – comenzó Jin sin inmutar su tono de voz, pero el grito de Yoongi cortó sus palabras al momento.

-¡No puedo un carajo Seokjin!, ¡¿Hasta cuándo seguirás haciéndote daño?! , ¡¿Tan difícil es entender que al esconder la verdad estás perjudicando a todos?! – Min Yoongi ya no se quedaría callado. – ¡Nos estás haciendo daño!

Durante unos segundos, ambos permanecieron en silencio. La luz verde indicó que los vehículos debían ponerse en marcha, Seokjin avanzó.

-Lo siento Yoongi, si no lo hice antes, ahora es demasiado tarde – fue todo lo que Jin pudo responder con pesar en su voz. – Gracias por preocuparte, pero estaré bien.

-Sólo dime una última cosa – rogó el joven dispuesto a terminar la conversación una vez que obtuviera una respuesta. – ¿Cambió algo el hecho de que hubieras escapado un mes al extranjero?, ¿Cambió algo de todo lo que has sentido durante más de seis años?

-No – respondió finalmente Jin, estacionando la camioneta frente a la florería.

-De acuerdo, buena suerte –. Yoongi cortó la llamada y se sentó en una banca del predio universitario a observar el cielo. Maldijo en voz alta sin importarle que hubiera más alumnos cerca.

Seokjin se apresuró a entrar en la pequeña tienda siendo recibido por el dueño quien sonrió al verle y le indicó que su pedido estaba listo.

-Muchas gracias señor – le saludó el muchacho tomando el ramo en sus manos con total delicadeza. Las flores olían muy bien y su hermoso color sólo le recordó a Jin que su significado era un tanto melancólico a comparación con la hermosura de sus pétalos. Nunca logró entender por qué a Estefi le gustaban tanto.

Subió a la camioneta una vez más y dejó el ramo en la parte trasera, asegurándose de que estaría a resguardo de posibles golpes por el andar del vehículo. Una vez listo, se dirigió a la pizzería en donde su hermana seguramente no estaba muy contenta por la espera.

El tránsito estaba demasiado congestionado ese día, casi más de lo normal. Estefi admiraba los artículos de librería que vendían en una de las tiendas. Seokjin tocó la bocina tratando de llamar su atención así ella podía verlo del otro lado de la calle, pero el ruido se mezcló con el resto de los sonidos callejeros. Afortunadamente, había un lugar disponible junto a la banquina para poder estacionar por unos minutos, así que Jin aparcó la camioneta y marcó el número de Estefi.

-¿Jin, llegaste? – preguntó la chica luego de atender el teléfono, dándose la vuelta en dirección a la calle.

-Sí, estoy justo enfrente, deberías cruzar o se nos hará tarde para llegar al aeropuerto – sonrió su hermano viendo cómo la joven lo buscaba con la mirada. Finalmente ella pudo reconocerlo y elevó un brazo para saludar en la distancia. Él devolvió el saludo.

-De acuerdo, cruzaré por la esquina ahora – respondió la joven casi corriendo hacia el lugar como si fuera una niña.

Jin sonrió sin dejar de seguirla con la mirada, siempre había deseado ver a esa chica feliz y sonriente al igual que a sus amigos. Su gran sueño parecía haberse vuelto realidad, todos estaban viviendo sus vidas con felicidad y eso era lo que importaba.

Fue entonces cuando todo ocurrió muy rápido. Jin desvió su mirada hacia su teléfono para apagarlo y dejarlo a un lado mientras abría la puerta y bajaba de la camioneta dispuesto a recibir a Estefi con un abrazo. Escuchó el sonido de unas ruedas derrapando en el asfalto, levantó su rostro y sólo pudo quedarse allí impotente mientras veía a su hermana estrellarse, rebotar y caer.

Desde ese instante ya no pudo escuchar nada, el viento se hizo frío, y ella yacía en medio de la calle mientras la sangre se extendía por debajo de su desordenado cabello. Volvió a la realidad cuando escuchó a unas personas gritar por ayuda y sus ojos buscaron a su hermana en la esquina pero no la encontraron. Estefi estaba en el asfalto, él no podía ver su rostro pero sabía que era ella.

No podía estar pasando, no de nuevo...

Seokjin sintió el aroma de las flores traído por el viento, y poco a poco fue consiente del sonido de un vidrio comenzando a romperse. La desgarradora imagen del accidente comenzó a quebrarse frente a sus ojos como si se tratara de un cristal. Todos eran felices, todo había salido bien, ¿qué estaba mal?

Había algo importante que Kim Seokjin había olvidado sobre el día veintidós de mayo, y era que el destino de una persona no podía ser cambiado si acaso éste ya había sido escrito con sangre. 

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