23. Rota
Muerdo mi labio inferior intentando callar el sollozo que sale de él.
Cada día que he pasado en este lugar he intentado de todo. ¿Podría ser más estúpida de lo que ya soy? Por alguna extraña razón, seguía creyendo que tarde o temprano ese hombre que en algún momento no sólo fue mi profesor, sino, también el novio de mi prima, se cansaría de mí y abandonaría su estúpida obsesión.
¿Cómo una persona podría ser tan cruel para arruinar la vida de otra?
¿Por qué fui tan estúpida y no hable? Tenía miedo, si, tenía mucho miedo, pero, ¿a qué me llevo temer? Ahora estoy encadenada a ese demente, si tan sólo no me hubiera quedado callada..., por otro lado, ¿de qué me hubiera servido? Nadie me escuchaba.
Damián...
Pienso en mi amigo y algo dentro de mi pecho se oprime. Él era el único que nunca quiso alejarse y al que más me aferre apartar. ¿Él hubiera podido ayudarme?
Siempre dije que cuando detectara alguna señal de amenaza no me callaria, ¿y qué fue lo que hice? Nada.
Caí en todas sus amenazas y permití que arruinara mi vida, sin siquiera percatarme en que momento terminé tocando el fondo de un abismo. Por él me encerré tanto en mí misma que perdí todo lo que amaba: mi mamá, mis hermanos, mis amigos, Aldo...
Todos y cada uno de ellos me dieron una puñalada por la espalda, aun asi, eso no fue lo que más dolió. Lo peor del asunto es que yo misma fui quién les dio el arma para hacerlo.
Extrañaba fragmentos de mi vida de antes, sé que no era color de rosa pero, —sin duda, — resultaba mucho mejor que esto.
—¡¿Ya estás?! — gritó, haciéndome saltar en la ducha, casi me caigo.
Estaba enojado, muy enojado.
—Dame cinco minutos más, te lo suplico. — intenté sonar lo más tranquila posible.
—Bien. —gruñó.
Incosciente, toque mi mejilla derecha e inmediatamente sentí el ardor encima de ella. El muy cabrón me había golpeado.
Quizás fue mi culpa, debí haber sido más cautelosa con mis movimientos.
Debido a este "encarcelamiento" — no hay otra forma de llamarlo —, olvide que Cayden llegaba a verme esta noche para asegurarse que hubiese comido bien, que me encontrará enterita y velar mi sueño, en pocas palabras, para corroborar que no hubiese escapado ni intentado hacerlo, cosa que he tratado. El problema fue que cuando éste llegó, me encontró cuando intentaba quitar el grillete y cadena de mi tobillo.
Ni siquiera pude intentar dar una excusa, además de que no tenía ni la mínima idea de que decirle, Cayden tampoco me dejó.
Su enojo fue tan grande que no reparo en darme una fuerte bofetada que me tiró al piso para después destruir todo a su paso. El miedo que sentí en ese momento es igual al de siempre, ¿por qué siempre debe ser tan violento? ¿por qué tuve que conocerlo? ¿Por qué Anel, lo hizo? ¿Por qué mi familia lo dejó entrar en casa? ¿Por qué no hablé? ¿Por qué mamá dejó de buscarme? ¿Por qué a mí?
Eran tantas preguntas que me hacía en mi cabeza, que, dolía intentar responderlas.
Es muy fácil decir que harías, pero difícil encontrarte en esa situación.
¿Qué mierda esperaba? ¿Qué me diera el Síndrome de Estocolmo? ¡Estamos en México, no en Suecia!
Aspiro una última vez mis lágrimas y todos esos sentimientos de dolor, dejando que el agua de la ducha se lleve mis lágrimas pero no mi sufrimiento. Cierro la llave de la regadera y me seco rápidamente para ponerme la ropa que he dejado en el lavabo.
Observó mi reflejo, mi mejilla está ligeramente roja por el golpe.
Es un salvaje.
—Alejandra. — el enojo no se ha disipado en su tono.
<<Tú puedes, Ale, debes ser fuerte. ¿Okey? No dejes que te quite la poca esperanza, saldremos de esta y huiremos lejos de ese demonio.>> Me digo a mí misma, igual que todos los días.
Cierro los ojos de nuevo, repitiéndome una y otra vez que debo ser fuerte.
—Ya salgo. —tomo una gran bocanada de aire, intentando recolectar toda la fuerza posible para no volver a tirarme a llorar. En este punto esta claro que de nada sirve, él no se inmuta por nada.
Esta sentado en el borde de la cama con brazos cruzados y una mirada que es de temer, la frialdad y brutalidad se ven claramente en sus ojos.
—Mira lo que me hiciste hacer. — dice como si fuera mi culpa.
Es un idiota de primera, un maldito bipolar.
Frunzo el ceño, —Yo no te dije que me golpearas ni que destruyeras la habitación ni la sala.
Hay veces, donde no sé cuando quedarme callada.
—¿Ahora el malo soy yo?
Si, siempre lo ha sido. Hasta la pregunta es estúpida.
—¿Sabes qué? — suelta sarcástico — No me respondas, ya sé tu respuesta y déjame decirte que ya no me interesa.
¿Ahora quiere hacerme sentir mal? No, es que esye sujeto tiene que estar en un manicomio de máxima seguridad.
—Realmente no existen personas completamente buenas, aquello forma parte de una estúpida utopía humana. Así que si me quieres dar el título de villano, adelante. — finaliza como si nada.
Lo odio, en verdad lo odio.
Antes creía que no existían personas malas, al menos, no a mi alrededor. Sabía que no todos eran una santa paloma, pero siempre justificaba al hecho de que teníamos derecho a equivocarnos al menos una vez. Nadie era perfecto.
Realmente era una estúpida.
Sí, existían personas malas y mi profesor era una de ellas. Aun no me puedo creer que en algún momento pensé lo contrario, él era un buen mentiroso que sabía mover las piezas siempre a su favor sin importarle dañarme. Tuve que contener todas esas ganas de gritarle lo que en verdad sentía por él, no podía arruinar lo que he estado cosechando en este tiempo.
—Al, no me gusta hacer esto. — se acercó a mi y acarició mi pómulo —Sin embargo, tú me perteneces desde el primer momento en que me llamaste idiota.
De haberlo sabido, jamás lo hubiera dicho en voz alta.
—Yo haría cualquier cosa por tenerte a mi lado, no importa si debo incendiar todo el continente porque nunca voy a dejar que te marches de mi lado, siempre quédate conmigo. — eso último en lugar de cautivarme, sólo logró paralizarme.
Joder, era un hombre guapo. De eso nunca habria duda, pero eso no era suficiente para querer quedarme con él. ¡Abuso de mi! No sólo una vez ni tampoco únicamente físicamente, lo hizo muchas veces y mentalmente, ¿cómo mierda podría estar con él?
—No intentaba hacerlo, pero la cadena me lastimaba, me da comenzon y estaba aburrida —empecé a llorar, arrogándome a sus brazos.
Soporto las ganas de vomitar que tengo por esto. Necesito que confíe en mí. Una vez leí en una plataforma que el sexo podría ayudar a convencer a un hombre y la verdad también lo decía seguidamente mamá, pero yo me niego a llegar a ese extremo, es un salvaje que volvería a lastimarme, ¿cómo podría estar así con ese?
—Lo siento, te prometo que no quería escapar. Pero odio esta cosa, es fastidiosa y me lástima mucho.
—Tú también me lastimas.
Ya va a empezar de bipolar, antes de que empiece con su estúpido verso que me frustra, lo tomo del rostro y con toda la fuerza de voluntad que puedo juntar, rompo la distancia con un beso. Sus manos me toman de la cintura
Me acerca a él más y más, sus labios se mueven con fervor y posesión, adueñandose entero de mi boca.
Mierda, creo que fue un error. El tipo besa bien, quiero vomitar, pero sabe lo que hace.
De pronto yo estoy encima de la cama, su mano baja a mi pierna y sube a mi trasero, ¿cómo llegué aquí? Y cuando, intentó separarme, aferra su mano a los laterales de mi cara.
—En verdad, detesto separarme de ti, pequeña — murmura sobre mi boca.
A mí ne gustaría que te alejaras millones de kilómetros lejos de mí, guapo.
—Te hecho de menos cada vez que me voy, te juro que no quiero estar lejos de ti, sólo quiero estar a tu lado. Cuando te veo, se que el cielo no esta allí arriba, sino, en el brillo de tus ojos.
Su mano se mete debajo de mí blusa, eso me alerta, me trae recuerdos...
Mis gritos, su brutalidad, mis lágrimas, su salvajismo, mis súplicas, sus golpes, mi dolor, su placer, el "para", y, su "cállate "
No, por favor no.
De pronto, estoy llorando. Estaba llorando.
Mierda, mierda, mierda. ¡no! No podía llorar, tenía que creer que yo lo amaba u otra mierda similar, debía creerlo.
Joder, soy estúpida.
—Al. — dice entre frialdad y severidad.
Arruinaste nuestra oportunidad.
—Lo siento es que yo... — ¡di algo! —... lo intento, quiero quererte —debería cortarme la lengua por decirle eso. — Pero, a veces es difícil. No quiero una relación de violencia o que tú te creas más que yo, quiero un... — quema, quiero morir — ambos. — terminó diciendo para remplazar "juntos". No podría.
No dice nada, continúa inexpresivo mientras yo estoy muriendo por dentro, aterrada a otro de sus ataques de ira. Se sienta de mi cama y jala con ligera brusquedad de mi tobillo.
Quiero preguntar, antes de hacerlo veo como saca una llave debajo de su manga, ¿cómo diablos...?, y abre el grillete de uno de los pies para seguir con el otro.
Un gran peso me es arrebatado de encima, es como si mis pies fueran un par de plumas, ojalá pudiera volar.
—Mierda — gruñe él.
Estaba tan exorta en mi sueño despierta que no me di cuenta que mis tobillos estaban rojos e hinchados, como si fuera un estimulante siento de repente el ardor y una mueca se lo transmite.
— Scheisse, Scheisse, Scheisse. ¡schwachköpfig! (Mierda, mierda, mierda. ¡Imbécil!) — no tenía idea de que decía, sólo sé que se oía encabronado.
—¿Cayden? — quise decir algo, pero él salió a zancadas dando un portazo.
¿Que demonios?
Me quedé sentada en mi lugar, no era estúpida, ese monstruo no me dejaría así como si nada, me estaba poniendo aprueba. Si corría, él sabría que miento. No debo ser impulsiva, quiero echarme a correr con todas mis ganas, aunque tambien, debo recordar como han terminado las cosas las demás veces.
Diez minutos pasan cuando vuelve a entrar, en sus manos carga unos tenis blancos con apariencia cara.
—¿Te duele mucho?
Niego, estoy entusiasmada.
—Mentirosa.
Se vuelve a sentar a mi lado y sube mis pies encima de su regazo, carga consigo una pomada que aplica en la zona junto a unos vendajes.
Si mal no recuerdo, me dijo que su mamá fue enfermera.
—Saldremos al patio de la Unidad.
Mi mirada se ilumina, no sólo podré salir de este departamento, también podré conocer de mejor forma el parámetro.
—¿Te gustan? Los compre en Zara, sinceramente, fue incómodo. La empleada me acosaba.
Me gustaría decirle con satisfacción "ahora sabes lo que se siente", pero el muy imbécil se está riendo. Así que no es lo mismo.
Me quedó callada, encogida de hombros.
Cayden suspira, —Hubiera sido maravilloso que sintieras celos.
¿Por qué? Si él me deja libre y focaliza su obsesión en alguien más yo sería feliz. Sí, sé que suena fatal, pero a la mierda, quiero ser egoísta. ¿Que me trajo querer ser buena con los otros? Nada, sólo recibía caras y agradecimiento hipocritas, habladurías a mis espaldas y miradas de burla.
—Vamos, iremos afuera. — dice mientras me amarra las agujetas.
Me pongo de pie, caminando a la puerta y antes de que toque la perilla su brazo tatuado me detiene.
—Espera, dije vamos, no que tú lo harías sola. — su voz y su mirada son muy intimidantes.
—Lo siento.
—Deja de disculparte. — agrega con frialdad destructiva.
¡Bipolar!
De pronto, se desanuda su corbata, un momento, ¿por qué usa traje? ¿por qué no me di cuenta antes?
—¿Qué vas hacer? — le pregunto temerosa y de inmediato, quiero darme una cachetada imaginaria.
—No pensaste que te dejaría salir así — se burla. Sigo sin entender.
—Cayden, está oscuro, es de noche. — trago en seco, llena de confusión.
—Y tú eres muy lista.
—¿No confías en mí?
—No lo tomes así, amor — acorta el par de pasos de distancia — confío en ti, no en tus sentimientos.
Imbécil.
Tengo que hacer algo al respecto.
—Te vas y vienes cada que se te da la regalada gana, me golpeas, me amarras con una fría cadena y aun así, ¿piensas que voy a escapar?
—Soy precavido, si confiara en todo el puto mundo hubiera muerto desde niño, meine Liebe (mi amor)
—¿Precavido? — bufe fingiendo estar ofendida — No he intentado escapar, quiero estat contigo, de hecho... eres lo único que tengo ahora mismo — decir eso último duele un infierno, más, porque sé que es verdad.
Nadie me busca, todos creen que me escapé con un desconocido como una cualquiera. Eso me dice Cayden, y sé que es estúpido creerle, pero me ha dado pruebas, ¿qué puedo hacer yo contra eso? Nada, aunque me duela, no puedo seguir creándome esperanzas imaginarias.
Estoy rota.
—No importa si estás rota, para mis ojos siempre serás perfecta.
Al parecer lo dije en voz alta. Era un hipócrita, él me habia roto.
Fue ese horrible hombre quién me rompió en miles de pedazos, con su estúpida posesividad, su autoritarismo, sus celos estúpidos... ¿Que rayos le paso? ¿Acaso no era él quien no me miraba antes?
Debo morderme la lengua para no decirle todo el veneno que había cultivado en mi interior, no podía dar marcha atrás.
—Por favor, no quiero que me cubras los ojos. — suplico.
Sin embargo, no parece que haya ningún efecto en él, sigue con sus brazos cruzados y su expresión firme
—Entonces, creo que tampoco quieres salir a tomar un poco de aire.
—Si quiero. — me apresuro, suelto un suspiro de cansancio, no sé sí es por discutir con él o por todo en realidad — Bien, ponme la estúpida venda.
Sonríe, esa sonrisa podría encantar a cualquier mujer o chica por lo perfecta que es, incluso, causar un estímulo en la entre pierna. Por mi parte, yo sólo quiero quebrarle cada uno de esos dientes blancos, ¿por qué si es tan malo debe ser atractivo? ¿Acaso, Dios cuando lo creo no se dio cuenta de la crueldad de este demonio?
—Me gusta que seas tan obediente. — oprime sus labios juntos a los míos con castidad.
Idiota.
La luz se obnubila al cubrir mis ojos con esa tela negra, siento su mano tomando la mía y el susurro que eriza mi piel cuando su frío aliento recae en mi cuello.
—Vamos.
Escucho el sonido de la puerta siendo abierta, Cayden me da un suave empujoncito para que de un paso. Sólo es uno antes de que giremos a la derecha para seguir por el pasillo, mentalmente, voy contando los pasos antes de que volvemos a dar vuelta para llegar a la sala, 10.
Todo es oscuro, lo único que escucho es nuestra respiración y el sonido de la suelas de nuestros calzados contra el piso de madera.
1, 2, 3, 4, 5, 6....
Cuento 23 antes de volver a salir por la puerta del departamento, y son 40 cuando llegamos al ascensor. Si cálculo el tiempo, no nos tomamos más de dos minutos en llegar hasta aquí, y los pasos eran de velocidad y magnitud media. Si quiero escapar debería, utilizar medio minuto para lograr tener este alcance y eso ya seria sólo demasiado.
—¿Nerviosa?
Afirmo con un movimiento de arriba a abajo. Eso no parece gustarle, solo un segundo después siento su fuerte apretón en mis mejillas.
—¿Qué te he dicho de cuando no me respondes?
—Afirme con la cabeza — trató de justificarme, estoy segura que él puede ver mi mueca de dolor.
—Prefiero que lo hagas de forma oral. — vuelve a decir. —Me gusta oír tu voz.
—Bien. — gruño desesperada.
No necesito contar cuantas veces el ascensor suena, la primera vez que quise escapar de aquí supe que eran cuatro pisos.
Son 50 pasos pequeños que damos para salir del edificio de los departamentos en su estamos, estoy segura que lo ha hecho a propósito.
—No dejes que el coco me coma — le digo en broma, para poder despistarlo.
—Jamás.
Son 30 pasos medianos antes de girar a la derecha y cinco para girar en dirección a la izquierda. De nuevo lo hace para distraerme.
Me eleva al aire entre sus brazos y baja un escalón. Siento como me sienta en una banca y me quita la venda. El cielo es oscuto con apenas unos destellos blancos de las estrellas. Casi quiero llorar por lo hermoso que se ve, ¿es tonto que esté emocionada? Porque lo estoy.
Habia olvidado lo que era respirar aire fresco, sentir el frío de una helada noche y tener al menos un 5% de sensación a libertad
Estar cautiva por tanto tiempo me hace ver lo estúpida que fui por bo aprovechar estos pequeños detalles.
—¿Estás bien? — encuentro toques de preocupación.
Asenti muchas veces con una sonrisa en el rostro. Después de mucho, empezaba a sentir emoción, me sentía cerca de la libertad. Por un segundo, me pareció que mis sacrificios tenían frutos.
Estaba rota, tal vez no podría pegar mis piezas completas y, de hacerlo, no volvería a ser la misma, pero podría tener una vida lejos de él.
Eso era lo que más deseaba. Y haría todo porque fuera así, a la mierda que otras cosas debía hacer, necesitaba escapar lo más pronto de aquí y de sus garras.
Por primera vez, después de mucho, me sentía ligeramente libre y atesoraria esta sensación.
—Ale.
Lo escuche, no quería arruinar mi momento con sus estupideces, sin embargo, no estaba en pocision para hacerlo enfadar.
Me giré hacia él —fingiendo — una gran sonrisa.
—¿Si?
—Te amo. — algo se clavó en mi pecho, miedo y pavor, percibía sinceridad en sus palabras y, al mismo tiempo, seriedad y amenaza. —Yo haría cualquier cosa para que te quedarás conmigo.
Trague en seco, no obstante, aunque mi sentido común me dijese "corre" o mi voluntad se acobardara, no le dejé de sonreír.
Con dos pasos, acortó la distancia, inclinandose lo suficiente para abrazarme con fuerza que lastimaba pero que al mismo tiempo te indicaba eras necesaria para esa persona.
—Lo que sea. — repitió cerca de mi oído, haciéndome estremecer.
Y me di cuenta, no acabaría de romperme todavía.
________________________________________________________________________
Hola wattleaders!
¿Cómo están? Espero que bien, sé que tiene tiempo que no publicó, pero en mi defensa yo les había dicho que iba a dedicarme en "La máscara del payaso", la cual, si les gusta Secustro obsesivo, les gustará esa o la de Jared: Sin ella no hay deseo. Solo que la de la máscara tiene más misterio y suspenso.
Como les dije, voy a dedicarme mas a la otra, porque quiero terminarla.
Aunque, sea corto espero les haya gustado
Voten y comenten ❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top