14. Yo no Quería

Cayden

Sentía que mi corazón estaría a punto de salirse ¿Qué mierda es lo que digo? La cursilería jamás había quedado conmigo, sin embargo, esto era parte de lo que Alejandra había logrado transformar en mí. Sólo con pensar en ella me hace sentir como un estúpido adolescente  enamorado, y sí, es lo que soy. Tal vez no un adolescente pero sí un hombre que esta perdidamente enamorado.

Lo que más deseo en estos instantes es poder llegar y estar a su lado, quiero estar con ella para tranquilizarla y orientarla, esto será un poco difícil pero bueno, ella nunca me la ha puesto nada fácil, sino todo lo contrario. Mi niña nunca ha sido una chica fácil, eso yo lo sé, esa y muchas  cosas más fueron lo que me hicieron fijarme en ella; aunque de igual manera debo admitir que no hay un solo segundo en que no me reicrimine no haberla visto antes para desde un principio hacer las cosas bien e iniciar a conquistarla. ¿Porque carajos me resultaba indiferente, si era todo lo que yo buscaba? Ella era un tanto extraña, pero eso sólo era parte de lo que me hacía amarla más; constantemente escuchaba que varios la llamaban amargada porque no se reía de las mismas estupideces que otros chicos de su edad, era bastante reservada en ciertas cosas sin embargo, cuando reía se le hacían aquellos finos y apenas visibles oyuelos entre sus labios y mejillas. Su curiosidad era algo novedoso, sus berrinches eran un tanto tediosos y tiernos a la vez (sin duda una fascinante combinación).

Miraba hacia la puerta, apenas había concluido la renovación de la casa de Ale, se supone que ella Estaba con una amiga, pero yo estaba ansioso. ¿Y si no era así? Casi nunca intercambiaba palabras conmigo más que un par de veces, y yo sólo quería escuchar su voz dirigiéndose únicamente a mí. En esos momentos la puerta se abrió y ella entró, intente tomar aquella indiferencia de nuevo, así que muy discreto la veía. Fue mi sorpresa cuando la ví sentarse en frente de mi.

—Profesor Dunkel— odio que me diga así. Me gustaría que me llamará por mi nombre o con un lindo apodo.—¿Puedo hacerle una pregunta?

—¿Es de la clase?— continúe con mi aire de indiferencia y seriedad, sin quitar "mi vista" de lo que leía.

—No.

—Si no es ninguna tontería— ella fruncio el ceño, aún recordaba la  noche anterior en el patio— pregunté señorita Pliego.— sonrió delicadamente y sentí mi corazón quererse salir.

—¿Usted porque se enamoró de mi prima?— ¿Enamorado? ¿Yo? ¿De Anel? Eso si que era divertido

No quitaba su mirada ansiosa de encima de mi.

—¿A lo que me refiero, es.....— se quedo pensativa unos momentos.

Quería tomarla y besarla pero aun no era el momento. Pronto.

—¿Qué es lo que piensa que una persona ve primero, lo físico o los sentimiento?— formulo. Por supuesto que el fisico.

—Para los chicos de tu edad, creo que la respuesta sería los sentimiento. Eso es lo que gran parte quiere creer.

—Pero no es más que una mentira. Vamos profesor, no le he preguntado por los chicos de mi edad o mi generación, sino lo que usted piensa.— no me gusta el tono en cómo me habla, pero a la vez me parece excitante.

—Es mi respuesta, pienso que en esta generación gran parte de los y especialmente las jóvenes suelen caer en un sueño, donde la ilusión que un sentimiento es lo primero en que uno se fija es más grande que la realidad. Por eso hay una gran taza de obsesiones, corazones rotos y ¿Porque no decirlo también? secuestros.

—Bueno, pero no todas las personas son así. No todas las personas hacen eso, no todos son malos — que inocente.— no se puede generalizar a todas las personas por unos pocos. Concuerdo con usted al decir que la mayoría de las personas suele pensar que los sentimientos son lo que se ven principalmente, porque es una enorme mentira. Un sentimiento es algo intangible, por lo tanto no es algo que pueda verse; todo lo contrario al físico, sin importar lo que creamos es lo primero que vemos en una persona para empezar, como decirlo...... a escáneres. Después claro que la conocemos y podemos comenzar a juzgarla ya no por su físico, sino por los sentimientos que ellos demuestran— me encanta lo que dice, sin embargo, le falta ver que hay personas que suelen mentir incluso en eso, tal como yo.

—Buena observación, señorita Pliego.— dije con asentimiento de cabeza y ella sólo sonrió.

—¿Sabe? Yo no creo que toda la gente sea mala, bueno.... o quizás todos los somos pero de diferentes maneras.  Creo que sólo tomamos caminos erróneos. Me alegro que mis amigos no sean esa clase de gente. sonríe. Sin duda es bastante ingenua.

¿No crees que sea posible? No se si conozcas la historia del..... Sindrome de Estocolmo.

Eh escuchado hablar de él, sin embargo no creo mucho en su existencia. Digo, ¿Quien en su sano juicio secuestraria por amor? ¿O quien pudiera enamorarse por ello? Suena muy tonto, no creo que haya gente así. La gente no es mala, quizás sólo sea el entorno donde crecieron que los volvió así. De cualquier manera supongo que yo no debo preocuparme por eso, esas cosas sólo les puede pasar a las chicas extremadamente hermosas y yo no lo soy— se encoge de hombros. ¿Que mierda es lo que dice?

—No deberías subestimarte a ti misma, Ale.— no sabe lo que dice, ella es más bella de lo que creería.

—No lo hago, profesor Dunkel. Creo que le eh quitado bastante tiempo, se lo agradezco.— sonríe.

Hay si tan sólo supiera, que ve la realidad de manera un tanto distercionada se daría cuenta de las cosas.

—MAMÁ ¿Sabes de que nacionalidad era el Cheguevara?

—Cubano— responde de manera neutral Jorge. Ale Niega.

—Error, era argentino. Después conoció a Fidel Castro, y al final fueron juntos a Cuba para hacer la revolución.— mi niña lista.

—Si ya sabes ¿para que preguntas?— cuestiona Sandra.

Quería estar segura. Es que mi profesor de historia es un uraño.

Su madre le llama la atención pero no deja de reír, así como yo, por primera vez yo soy el causante de su risa y sonrisa. No sé hasta cuanto tiempo podré soportar esto, cuanto tiempo más la dejaré en la ignorancia de que ella es mía. De que me pertenece, de que la quiero sólo para mi. Y que si felicidad esta a mi lado.

Al entrar a nuestro hogar, lo primero que hago es ir a la habitación donde la deje, me acerco y siento una gran ternura al ver dormir tan tranquila. Todo en ella es tan perfecto. Me acerco y acarició su mejilla, es sumamente suave; paso mi vista hacia la charola. No ha comido nada, bueno, puede ser que no ha despertado. De echo, no creo que haya despertado, salgo de la habitación y me dirijo a la cocina para prepararle algo de comer. Quizás....... bueno creo que es tiempo que conozca otra clase de comida que no sea la mexicana, china o americana. Así que le preparó una rica sopa de anguila y por si no le llega a gustar también preparo unas salchichas al estilo alemán. Miro la hora, ya es tarde. Maldición. Regreso a la habitación de mi pequeña,  se ve tan tierna que no quiero despertarla pero debe comer o se enfermara y yo no quiero eso.

Me acerco y con cuidado sacudo un poco su hombro, sin duda sí que tiene el sueño pesado, vuelvo a sacudirla un poco más fuerte pero sin el grado de lastimarla.

—Cinco minutos más, mami— dice y vuelve a abrazar la almohada, no hay duda, esta mujer me causa demasiada ternura, tanta que hace que mi corazón se derrita. Sin evitarlo rio por la dulzura que desprende
Comienzo a despertarla y lentamente va abriendo sus ojos, se queda exorta en los míos. Con aquel latido tan fuerte le doy los buenos días. Se ve confundida, bastante diría yo, aunque eso ya me lo esperaba. Comienza a hacer preguntas, y yo sólo quiero que coma por lo que sin contestar ninguna salgo de la habitación con la charola llena  y me dirijo a la cocina, donde me dispongo a colocar la que eh acabado de preparar.

Regreso con una sonrisa, espero que se sienta orgullosa del gran chef que su hombre es, sin embargo todo eso se va al carajo cuando en lugar de disfrutar sigue con sus preguntas y me interrumpe cada vez que voy a hablar.

Sé paciente Cayden, sé paciente.

— ¿Porque me ha traído aquí?— interrumpe una vez más. Estoy a punto de llegar a mi límite.

—Es obvio Ale, porque eres mía, me perteneces y tu deber es estar conmigo— respondo a su pregunta.  Parece sorprendida y no sé porque, si es algo que se supone debió haber aprendido.

—Estas loco.

—Por ti, sí.

Parece que no le basta, ¿Porque sigue preguntando cuando ya le he dicho lo obvio? No soy paciente y me incha las bolas tener que estar repitiendo las cosas dos veces.

—¿Dónde estoy?—.

—En casa— estoy llegando a m puro limite— ahora come que se va a volver a enfriar— digo con seriedad.

—Esta no es mi casa— responde.

Me duele que diga eso, me lástima ¿Acaso no ve cuanto sufro por ella?

—No quiero discutir. Por favor, come. No quiero que te enfermes por no hacerlo.

—Pues no tengo hambre, además no entiendo porque se preocupa si me ha secuestrado.

Me enoja que Alejadra no quiera aceptar lo que le ofrezco, maldita sea, sólo trató de ser lindo con ella pero nunca, NUNCA lo ve. No ve nada de lo que hago por ella. Siempre he querido demostrarle cuanto la amo pero simplemente no me deja. Quiere que todó sea por las malas. ¡Joder!

—No me dejaste más opción, tú eres absolutamente mía, además te echaba mucho de menos— si tan sólo supiera cuanto la necesite en todo este tiempo que estuvimos separados.

—Callese, usted es un hipócrita y un mentiroso.—

¿Que? No puedo evitar que el enojo se incorpore en mi cuerpo y que aquel autocontrol poco a poco vaya desapareciendo.

Empiezo a apretar la quijada y los puños— yo sólo quiero que me ames, por eso he tenido que tomar estas medidas.— aunque no quiera aceptarlo abiertamente más que enojo, me da tristeza que no me acepté, me duele que esto tenga que ser así.

—Pues yo jamás lo amaré— decreta— usted ni yo deberíamos estar aquí. Usted le dijo a Anel que lo intentaria con su esposa, se alejaría de todos nosotros.  Se supone que me dejaría en paz, por eso se fue. Es un estúpido mentiroso.............

—CÁLLATE— gritó. Ahora mi paciencia termino, pude soportar sus estúpidas preguntas pero no que afirme que jamás me amara, porque ella lo hará— aquí la única estúpida eres tú. Porque yo en ningún momento dije que te dejaría, deje a Anel más no a ti, dejarte ir nunca ha estado en mis planes ¿y sabes porque? Porque eres mía y lo que me pertenece siempre lo mantengo a mi lado. ¡Te guste o no! ¡Scheiße! Ich dachte es wäre klar (¡Carajo! Pensé que estaba claro)y si no es por las buenas será por las malas.

Ella se lo busco, intente ser amable pero ya no más. Le voy a enseñar quien manda en esta relación, quise hacerlo a su modo pero no. Me acercó y la tomo fuerte del brazo. A ver sí asi aprende— me lástima— se queja, pero no me sentiré culpable, quería las cosas así ¿no? Pues así serán y no me sentiré culpable por ello.

—Come porque créeme que no quiero enseñarte lo malo que puedo ser, sino me obedeces— amenazó. Puedo ser mucho peor que esto, por algo estoy donde estoy y tengo todo lo que tengo.

Pero parece que ni así entiende, se aferra a no comer. Puta madre, se va a enfermar y parece que no le importa, sólo quiere llevarme la maldita contraria. Intento respirar y tratar de calmarme pero ya no funciona, estoy lleno de ira, esta niña suele sacarme fácilmente de quicio. No quiero lastimarla, no quiero desquitar esto que siento con ella, con ella no, así que con gran fuerza impactó mi puño en la pared, no siento dolor tan sólo un pequeño ardor y mi sangre recorrer mis nudillos. Cierra los ojos con fuerza y comienza a llorar, ¿Porque mierda llora? No la he golpeado a ella.

—Con una mierda que comas o te vas a enfermar.— tranquilizate Cayden, tú no quieres lastimarla.

—Deje de fingir preocupación. No voy a comer eso— estoy a punto de decirle algo cuando de pronto, se coloca en la esquina de la cama u comienza a vomitar. Sin pensarlo dos veces me acerco a ella y la tomo del cabello para que no se lo ensucie, no me importa si la escena es asquerosa. Sólo quiero que este bien

—Ale ¿Estas bien?— pregunto claramente preocupado, doy pequeñas palmaditas en su espalda para que sepa que yo estoy con ella y que no la pienso dejar.—Tranquila. Yo estoy aquí—Me mira pero no dice nada porque regresa a la misma posición y vuelve a vomitar.

Me estoy preocupando, ¿Debería llamar a un médico? ¿Qué tal si mi pequeña tiene algo grave....... o un momento.

—Aldo me ha dicho que Ale aún no se mueve como el quiere.

—Pero sigue con ella—

—Según dice que la ama.—

—Y la prima decía que hasta dentro de un año. No dudo que lo hagan como un par de conejos.

Recordé lo que Anel y Leilani decían en su fiesta de cumpleaños. Después lo que estuvo a punto de hacer en su habitación con ese niño, obvio que lo sabía, por eso su cuarto era especial porque en el había instalado pequeñas cámaras y además de que la mande a ironizar para que ningún sonido de lo que pasará adentro saliera. Y ella nunca dejó de ver a ese chico, según los informes salían juntos y en algunas ocasiones ella llegó a ir a su casa, eso solo significaba una cosa.  Ella estaba embarazada de ese niño, mi Ale estaba se había entregado a otro hombre y esperaba un hijo de él.

Me apartó de ella. En estos momentos sólo siento una gran decepción y tristeza recorrer mi cuerpo, y porque no decirlo, también el enojo y la furia. Debo salir, necesito desahogarme, desquitar esto que siento. Quiero llorar, pero no, nunca eh llorado por una mujer, jamás tuve que hacerlo porque siempre tenía a la que quería, porque las mujeres sólo eran para el complacer de los hombres, claro era un acuerdo mutuo, yo las dejaba completamente satisfechas y ellas a mi. Sólo era sexo. Pero Ale, mi pequeña era todo lo contrario. Yo la amaba y deseaba que ella también. Sin embargo, me había engañado. Ahora Alejandra estaba vomitando en el apartamento por llevar en su vientre al hijo de otro niño.

Entre a mi auto como a quien se lo lleva la fregada y sin importarme tan siquiera abrir las rejas, pase, dejándolas un tanto rotas. No me importó ir al tope de la velocidad ni pagarle al policía que se disponía a ponerme una infracción. Llegue a uno de los tantos bares de la zona.

Algunas chicas me miraban cuando pasaba, necesitaba distraerme ¿y porque no con una de ellas? Me acerqué a la barra e inmediatamente la chica que estaba detrás de ella me sonrió.

—¿Que te sirvo guapo?—

La mire de reojo, estaba muy enojado— lo más fuerte que tengas.

—¿Lo más fuerte?— ya le he dicho, porque cojones pregunta de nuevo.

—Si, ¿Eres sorda?— cuestionó, me molesta tener que repetir las putas cosas.

—¿Mal día?— pregunta preparando la bebida.

—No es asunto tuyo— gruño.

Sonríe y me da la bebida— que genio, yo sólo quería ayudar.— coloca sus tretas operadas en la barra. Yo sonrió.— esta va por la casa. Me paso la bebida de una sola, sin duda si es bastante fuerte pero no lo suficiente. Pido otros más, pero no basta. Esto no es para nada fuerte, con esto mi malestar no se me pasa.

—Toma— me dice la misma chica. La miro y pregunto que es sin necesidad de hablar.— es mezcal, si esto no te hace efecto tendremos que pasar al plan B. Ya hay muchas que te tienen el ojo encima, si ella no te quiere muchas otras si.

Ignoro lo que dice, tomó el vaso y miro a mi alrededor. Realmente hay muchas mujeres mirándome, tanto jóvenes como maduras, cada una con mejor cuerpo que la otra y es aquí donde me cuestionó.

¿Porque carajos estoy aquí por esa niña? Es la segunda vez que me embriago por ella ¿Y porqué? Ni siquiera es mi prototipo de mujer que constantemente solía llevarme a la cama. Me paso el líquido del vaso una vez más, es más fuerte que las anteriores pero sigue sin servir.

—¿No?— niego. Se queda pensativa y sonríe— Hora del plan B— se acerca a las bebidas y empieza a combinar no se cuantas botellas, abre un pequeño cajón de donde saca una bolsita de polvo blanco.— esta bebida es la más especial de todas, sólo los valientes la toman, porque es el paraíso que te sube al cielo y te hace olvidar lo que quieras...........

Dejó de escucharla, sólo tomó el vaso y paso el líquido por mi garganta. Es más fuerte que las otras, no me importa si esto me hace olvidar el dolor que tengo. Pido otra.....

No se en que momento paso, pero estoy aquí muy contento platicando con la chica de la barra y el dueño del bar.

—¿Sabes que?— esta más ebria que yo.— yo no sé lo que le pasa, pero ya no hay hombres de verdad. La mayoría ahora son jotos. Todos los guapos son jotos ¿tú eres joto?— con sólo insinuar eso me empiezo a enojar. Pero luego niega.— no claro que no. Tú si eres un hombre, te vez tan sexi con todos esos tatuajes, esa chica sí que es una estúpida.

El dueño, quien al parecer se llama Pepe se ríe— Problemas en el amor, ¿encerio?

—Si— respondo sin más.

Su semblante cambia de uno divertido a uno indiferente— todas son iguales— escupe con asco.

—¡Ey!— se queja la chica.

—Silencio Tati— ordena y me mira nuevamente.— no vale la pena llorarle a esas perras desagradecidas. Nunca es suficiente para ellas, eres dulce se aprovechan y si eres malo ahí están, nada les parece.

—Señorita Pliego ¿puedo pasar?

Ella volteó y regreso su mirada hacia su pequeño hermano quien cambiaba. Compartía cuarto con su mamá y él — Adelante profesor Dunkel— a pesar de saber que era el novio de su prima seguía llamandome de esa manera tan formal— ¿Sucede algo? ¿Mis cuartillas están mal? — por alguna extraña razón aquel nerviosismo me causa ternura.

—No, de echo esta bastante bien, aunque debo admitir que sí le faltó un poco mas.— me mira un poco decepcionada, no se porque pero eso me hace sentir mal a mi también— no se ponga así, supongo que de igual manera fue mucho se lo dejé de un momento a otro.

—Bueno, eso es todo lo que me quería decir— ¿Acaso me está diciendo que me vaya?— listo Ed,  ya puedes salir a jugar. Sólo no te ensucies mucho o mamá se pondrá furiosa— dice con una sonrisa.

—Si Ale— afirma el pequeño y se echa a correr— hola Cayden.

Ella sigue a su hermano con la mirada y después me mira a mi, comienza a fruncir el ceño— ¿Qué hace aquí?

Vaya que gran bienvenida.

—Anel vino a ver a tu abuela.— mentira, quería verte.

—Cierto — ríe con un poco de vergüenza, es mi imaginacio  ¿o se le hacen pequeños oyuelos cada vez que ríe? 

—Ya que estoy aquí, me gustaría regresarte esto— digo con tono frío extendiendole una bolsa.

Me mira confundida pero la toma, así como la abre.— ¿mamilas?

¿Que como que mamilas? Le arrebató rápidamente la bolsa y sí efectivamente son mamilas, rayos eh olvidado la bolsa en el auto. La escucho reír y ahora soy yo el que Junta las cejas con evidente molestia.

—Lo siento.— decía sin dejar de reír. Sí, se le hacían oyuelos. Se limpió las pequeñas lágrimas que salían— mejor dígame, ¿se siente mejor?— pregunto mirándome directamente a los ojos. En ocasiones llegue a sentir que sus ojos eran cafés completamente oscuros, sin en cambio, en estos momento los veo más claros que aquella tarde de lluvia. Es tan extraño.— profesor Dunkel, profesor Dunkel— veo como pasa su mano cerca de mi cara— oiga no haga eso, que parece tonto.

¿Cómo se ha atrevido a llamarme? ¿Quién se cree que es?

—Ya, lo siento pero a veces es raro. ¿De verdad se encuentra bien?— no le respondo nada, es más no tengo porque darle explicaciones. Suspira— descuide, no es necesario que me diga y tampoco que me regrese las cosas el paraguas le puede servir por si decide quedarse en la lluvia— dice divertida. Al ver que sus palabras parecen molestarme, murmura— a mi me gusta.

Verla inflar un poco más sus cachetes sin duda me causa demasiada ternura. Que niña tan inmadura.

—Y bueno, quizás después me compre otro gorro— lo repito, que niña tan inmadura.— Ja, lo hice reír— dice con una sonrisa.

Maldición. Esta niña me saca de quicio.

—Profesor, siempre hay opciones, todas las que nosotros queramos buscar..

—Se lo agradezco.

Asiente— si algún día se siente destrozado y sin saber que hacer, piense en el mejor recuerdo que tenga de toda su vida y aferrarse a él. Le diría que yo lo abrazaria,  pero sinceramente eso sería bastante incómodo. Además de que tengo un profesor muy gruñon que no para de dejarme tarea y de regañarme cada vez que pido un sacapuntas.

—Fíjese que yo tengo una alumna bastante molesta, que no para de interrumpir mi clase, porque no para de pedir cosas prestadas— en realidad nunca hacia un gran ruido pero siempre se los pedía a sus amigos en lugar de sus amigas. No se que me pasa pero desde ese dia ella no sale de mi mente.

Se encoge de hombros y veo que se pone un poco roja. Miro el cuarto, sólo hay una cama, una mesa recargada a una de las paredes, un ropero de madera y la mitad de un closet, lo demás son cajas y la tele al parecer es de las que regalo el Gobierno. Miro una vez más a Alejandra, ella no merece vivir así.

Mi platica con aquel hombre se hizo demasiado larga, había salido de la casa antes de las 2:30 ahora están más de las 10, miraba al frente y tomaba con fuerza el volante, es un milagro que pueda manejar con los efectos del alcohol y la droga, porque no era un idiota, aquel polvo blanco quizás fuera cocaína. Pero eso no importaba, porque aquella plática me había abierto los ojos, estaba claro que Ale era una putita, la putita de  ese idiota, no había estado con nadie más y más le valía no haberlo estado. Eso quería decir que no conocía aún lo que era estar con un hombre, había estado con un niño pero no con un hombre. Por lo tanto yo le enseñaria lo que significaba estar con uno. Así cómo que todo acto trae consecuencia y que su estupidez le traería una muy cara.

Miró la reja un poco safada y sin importarme paso nuevamente sobre ella. Llegó enfrente del edificio donde nuestro "hogar" se encuentra, no tengo ni el más mínimo cuidado al estacionarme por lo tanto el auto queda un tanto chueco. Baje y con la cabeza dando un poco vueltas comencé a caminar mar lado, por lo cual hacía ruidos raros.  Subí por el elevador, quería llegar pronto para castigarla y enseñarle. Al llegar al piso, me tome de la pared unos segundos para poder reincorporarme, me sentía activo, decepcionado,triste y furioso más que nada. Con pasos un poco torpes llegue a la puerta y abrí. Camine anunciando mi llegada, para finalizar por abrir de golpe la de la habitación principal, ella me estaba despierta y me miraba fijamente. Rápidamente mire alrededor y me Di cuenta que había intentado limpiar un poco su estúpido y asqueroso tiradero  de vómito. La mire directamente a los ojos.

—¿Te divertiste tanto burlandote de mi?— escupi con enojo al sólo recordar su estado y lo que había echo para quedar así.

—¿Qué?— pregunto, la muy estúpida, creyó que me iba a engañar.

Eso me hizo enojar, que creyera que podía ser más lista que yo y burlarse de mi, con la ira amontonada me acerqué a ella tan rápido como pude y la palma de mi mano se estrelló contra su rostro.

—ERES UNA ZORRA ALEJANDRA, Du bist eine Hure, Verdammte Schlampe, schamlos (Eres una puta, maldita perra, desvergonzada)— grite furioso, ya no había dolor sólo furia y esa necesidad de castigarla por traicionarme.

Lloraba, no tenía derecho de llorar porque ella se lo había buscado, yo se lo dije, le pedí que se alejara de él, le dije que era mía y de nadie más. Me aleje para que pudieramos estar juntos, no para que se fuera con el primer cabrón y se le abriera de piernas. Pensar en ello solo me hacia enojar más, asi que le di otra cachetada, la cual la hizo caer a la cama, toco su mejilla. Intentaba alejarse pero la cadena que si era lo bastante larga se había enredado en ella misma. Comenzó a gritar como si esto no se lo mereciera, el efecto cada vez era más, me hacía sentir más rabia.

—Así como lo hiciste con ese idiota lo harás conmigo— nego — Si. Sí tan perra fuiste para acostarte con ese mocoso, lo serás para acostarte conmigo. ¿Entendido?— jale la cadena y sin intromisión alguna la atraje por completo hasta a mi.

—No, por favor.— maldita sea.

—CALLATE— ordene, me coloque sobre ella sin darle la oportunidad de siquiera moverse. Comencé a besarla con una gran necesidad antes de que pudiera decir nada, cerró sus labios con fuerza, esto no se iba a quedar así, si quería que todo fuera por las malas así lo haría, hoy le haría entender que era mía, que debía obedecerne y que no podía negarse a mi. Así que jale de su labio con fuerza para así darme paso al interior de su boca.

Se negaba a entregarse a mi, sin en cambio a ese niño si que le abrió las piernas. Me sentia más que humillado. Puse mi oído a trabajar al mil, esperando a que ella dijera que no había echo nada, que esto era un error pero de sus labios no salió ni mierda. Entonces, era cierto. Mis manos se dirigieron a su pecho, ahora más que nunca necesitaba demostrarle lo que significaba estar con alguien más experimentado. Súplicas, llanto y una gran excitación nos rodeaban por completo. Ya no podía soportar mucho, de un sólo jalón rompí cada botón dejando al descubierto esa parte de su cuerpo, sus pechos no eran grandes pero me encantaban con tan sólo verlos, acerqué mi boca y comencé a besarla, subcionar y dejar pequeñas marcas que fueran testigo de que me pertenecía completamente

Verdammt (Maldita)— grite cuando sentí sus  dientes; le voy a enseñar, mi puño volvió a estrellar contra su cara, dejandola aturdida para que yo volviera a mi trabajo.

Ahora si que ya no podía más,  la necesitaba, necesitaba estar en su interior. Con prisa, quite su ropa y de paso la mía. Seguía removiendose, aún no entendía que eso no le serviría de nada y que sólo ocasionaba mi enojo, un nuevo golpe se situó en su rostro distrayendola y permitiendome entrar en ella de una sola estocada.

Abrí los ojos grandemente, estaba muy estrecha como para haber estado con alguien en este tiempo, maldita sea, ella no me había engañado. Ale no de hsbia vuelto a acostar con nadie en mucho tiempo. Quise salir de ella y pedirle perdón, pero no podía dar marcha atrás. Esa sensación que en estos momentos sentía era única, no estaba seguro si era por los efectos del alcohol pero continúe con mis embestidas. Sentí sus uñas clavarse en mis brazos por la línea de dos de mis tatuajes, me duele admitirlo pero eso sólo me provocaba más. Los gritos, lamentos y suplicas dejaron de salir de su boca. Necesitaba más de ella, así que tome de su cintura mientras con mi mano libre me apoyaba en el colchón, estaba desesperado por sentirla más, acelere cada embestida, apretandola más contra a mi y profundizando a su vez las penetraciones. Nunca había sentido esto antes, no me quiero ni imaginar como se sentirá cuando ella comience a participar, volteó ligeramente y miro su rostro; esta echa un mar de lágrimas, sus labios se entre abrían soltando algunos sollozos y jadeos. Su cuerpo tiembla, soy una mierda de verdad, veo como sufre pero me gusta como su cuerpo se ajusta a la perfección con el mio. Ocultó mi rostro en su cuello a la par que suelto un ronco gruñido cuando me vengo en su interior. Salgo de su interior, aunque realmente no quiero hacerlo. Ella mira hacia otro lado; su cuerpo lanza algunos espasmos y miro su pierna ser recorrida por un hilo rojo, miro con más detalle y veo sangre. Eso no es posible, mi pequeña no era virgen ni tampoco le tocaba su regla hasta dentro de 1 semana ¿no es asi?

¿Que hice? Me pongo rápidamente mis pantalones junto con mi boxer y abrocho mi bragueta para salir de ahí e ir a mi cuerpo.

Soy la peor persona del mundo, lastime a mi Ale. Todo por mis putos celos, por mi puro egoísmo y ego. Lastime a mi niña. De nuevo el enojo comienza a invadir mi cuerpo y como un adolescente golpeó la pared a dar grado de que hago un oyó en ella.

Me siento en la cama y colocó mis manos en mi cabeza.

—Eres un idiota Dunkel— me digo. Lo que quiero es matarme a mi mismo.

Cierro mis ojos, sintiéndome como la peor basura y a su vez intentando olvidar de la satisfacción que sentí estar dentro de ella. Ya estrecha, tan pequeña e inocente, tan mía.

Yo no quería esto, no quería que las cosas pasarán así. Yo no queria lastimarla, maldita sea se supone que debía ser especial para los dos, pero el idiota de Cayden tenía que cagarla.

A la mañana siguiente me dirijo a la habitación de Alejandra, abro la puerta y lo que veo me rompe el corazón, con sólo verme intenta correr, no ha dormido (seguramente no pudo pegar el ojo por pensar que yo regresaría a hacerle más daño) Scheiße (mierda). Comienza a llorar y a rogar que ya no le haga más daño. Miró la cama y ahí sigue impregnada la gran mancha de sangre. No puedo, de verdad que ya no puedo, sé que nunca le he llorado a ninguna mujer pero es que Ale no es cualquiera, ella es mi pequeña y ahora también es mujer. Me acerco a ella, ya no me importa lo que alguna vez creí simplemente me arrodilló frente a ella y suplico su perdón. Lo necesito, esto me duele de una manera que no debería, mira sorprendida mis lágrimas, pero no me importa yo sólo quiero su perdón y poder regresar a mi futuro con ella. Me empiezo a excusar con mis estúpidas acciones impulsivas de ayer, si tan sólo me hubiera quedado con ella, sino hubiera tomado o aceptado aquella combinación de droga y alcohol, sino hubiera escuchado. La abrazo, se niega y me aparta de su lado; su carita esta completamente golpeada, carajos son un maldito imbécil.

—lo odio— dice destrozada y con la voz llena de rencor.

No, ella no puede odiarme. Alejandra no puede hacerlo, ella tiene que amarme tanto como yo la amo. Me niego a creer que jamás sentirá algo por mi, no, eso no puede ser posible.

Al final sólo me pide tomar un baño, me sigue causando ternura lo despistada que suele ser mi pequeña. La llevo al baño que estaba en la misma habitación y me dispongo a escombrar más este tiradero. Quitó la sábanas llenas de vómito y recojo la lámpara que hace unos momentos arroje para colocarla en su lugar. Volteó a ver una vez más la cama. Y la tristeza y odio hacia mi se empieza apoderar en mi cuerpo, las lágrimas vuelven a caer. Esa mancha es parte de la pérdida de su inocencia, por una parte me hace sentir que yo le quite eso. Quitó esas cobijas y colocó una mucho más bonita, una de color rosa.  Saco aquella charola, no ha comido y eso me preocupa porque no quiero que se enferme. Ahora que lo pienso, el amigo que me vendió esta unidad me dijo que antes sus hombres lo usaban para desestrezarse así que quizás pudiera haber condones y demás. Busco en el único mueble si hay algún anticonceptivo y no. Al perecer sí que se los llevaron.

Pienso si le traje todo, le compre ropa interior, sueteres...... rayos, olvide lo más importante. No le traje pantalones ni playeras, eres un idiota Cayden, estaba tan emocionado con por fin tenerla a mi lado que lo olvide por completo. Un momento, en el carro tengo las compras que una vez hice con Raquel; ella se había comprado una pijama. Bajo rápidamente y sacó la bolsa. Sí, aquí está. El pantalón es de color Rosa con algunos corazones negros y la blusa es Blanca con corazones rosas y negros. Es muy linda, seguramente le quedará mejor a mi Ale.

Salgo y comienzo a preparar algo para desayunar. Ya me preocupe, ha estado bastante en la ducha y si hace alguna estupidez como.....
No, corro hacia el baño y le pregunto si se encuentra bien, me dispongo a entrar pero su voz me lo impide. Suspiró, creo que necesita una larga después de lo que paso ayer; con un poco de nerviosismo le informó lo ocurrido con la pijama. Vuelvo a salir para ver la comida. Una vez que escucho que me llama, sonrió, justo a tiempo.

—¿Te parece si comemos en la sala viendo una película?— pregunto mientras entró a la habitación, no esta, miro hacia todos lados— ¿Ale? ¿Mi amor?— entró un poco más y lo último que siento como algo impactarse fuertemente en mi cabeza, caigo al momento. Sólo veo a Ale correr. No, Ale regresa. Caigo en la inconsciencia.

Comienzo a despertar y recuerdo que ayer rompi la reja, no pensé que esto pasaría—Alejandra! HIER KOMMEN (¡Alejandra! Ven aqui)— a pesar de que la cabeza me duela me pongo se pie, siento algo húmedo recorrer mi cabeza, sangre.

Salgo y no la veo. No, Ale no puede dejarme, su lugar es a mi lado. Tengo que llegar a la salida antes que ella. Corro lo más rápido que puedo, en estos momentos solo siento miedo, si ella se va quizás lo haga para siempre, tengo miedo de perderla. Esto no puede pasar, Ale es mía y no quiero perderla.  Este sentimiento cada vez se hace más presente.

Lo bueno de que el lugar sea grande y ella despistada es que tardará un poco en llegar incluso al área de juegos. Tomo aire, al parecer aún no llega. Me recargo cerca de un árbol y la veo llegar, mira desorientada todo el lugar pero a la vez salta de felicidad. Ellos sólo pusieron esa música porque yo se los pedí. Me acerco rápidamente antes de permitirle dar un paso más y la tomo de los cabellos.

—¿QUE MIERDA TE PASA? — grito mientras ella empieza a llorar. La cabeza aun me duele.

—Me lástima, por favor sueltame

Intenta clavar sus uñas en mis manos pero eso sólo despierta en mi más furia, así que paró, el agarre lo hago más fuerte y terminó dándole una cachetada, suelta un chillido más fuerte.

¡Hält die Klappe! (¡Callate!)— exclamo. Vuelve a intentar soltarse de mi agarre pero sólo logra que la golpee otra vez. La llevo hasta el edificio que esta en el centro de la unidad, es un poco largo el camino porque el lugar es grande.

—Basta por favor, vas a arrancarme el cabello— llora una vez más.

—¡Que te calles!— exclamó furioso. La jalo con más fuerza hasta meterla al ascensor. Sólo llora. Entramos al apartamento y la aviento hacia el piso.

—No quiero estar aquí— solloza.

—Lástima, porque aquí te vas a quedar.  Tú lugar es a mi lado y ya te lo dije, lo mío lo mantengo junto a mi.

Ella niega, vuelvo a acercarme y le doy una bofetada.— ¡Madura! Tú eres mía, sólo mía. No puedes querer escapar— exclamó muy cerca de su rostro.— ¿Porque mierda quisiste hacerlo?.— empiezo a sacudirla y ella no para de llorar— CALLATE— le digo y sin si quiera prevenirlo mi puño se estrella en su estómago suelta un poco de aire. Ya no puedo controlarlo. Mis puños se van hacia lo primero que esta a su alcance, ella.

Cierra los ojos. Me enoja saber que ni siquiera pudo con el castigo que se merecía. Me pongo de pie y le doy una fuerte patada a la mesa del centro de la sala, ocasionando que esta al momento se rompa. No se como sentirme, sí culpable por lo que le eh echo o simplemente indiferente por haber querido escapar.

Ayer abusaste de ella imbécil, era obvio que querría escapar. Y ahora lo querrá más después de eso.

—¡Carajo!— empiezo a destruir todo lo que esta a mi alrededor.

La sala queda completamente irreconocible, la comida se ha quemado. Miro una vez más a Ale, sigue tirada en el piso; no creo haberla matado, recuerdo en las peleas que solia ir cuando iba al Instituto nos golpeabamos peor. Checo su pulso, al parecer se desmayó. Suspiró y acaricio su rostro. Hay más golpes en el, su ojo esta morado y el otro lado de su labio también esta Partido. Alzó un poco su blusa, su abdomen esta completamente rojo. Suelto un suspiro.

—Amor, yo no quiero hacerte daño. Pero no puedes irte de mi lado. Te amo Ale y sólo quiero estar bien, eres muy terca.— le doy un beso en la mejilla y la tomo en brazos para llevarla de nuevo a la cama y recostarla.

En ese momento me entra una llamada, ruedo los ojos al ver que es Anel.  Resoplo y me acerco a mi pequeña para colocarle la cadena de nuevo. Sobo un poco sus tobillo mientras contestó.

—¿Bueno?— respondo

—¿Cayden?— esta llorando.

—Si. ¿estas bien, Anel?— creo saber que tiene aunque aún así debo hacerme el incrédulo.

—No— llora con más fuerza, que dramática.— Ale ha desaparecido desde antier y la policía dice que no puede hacer nada hasta que las 72 horas se cumplan. Quería saber sí tú podrías ayudarnos— quiero negarme pero por una parte me conviene estar cerca del caso y despistar cualquier pista que tengan.— ¿Cayden?

—Voy para allá.— digo antes de colgar. Una vez que terminó de masajear el tobillo a mi bebé, le colocó la cadena. Camino hacia mi cuarto y voy por otra para así poder ponerla en su otro tobillo.  No se a que hora despierte o si lo hará hoy pero tampoco sé cuánto tiempo tarde.

Me dirijo a la cocina y no creo que tenga tiempo de cocinarle algo más a mi niña, por lo tanto sólo hago unos cuantos sándwiches, le sirvo un vaso de jugo de guayaba y llevo la charola a su habitación.

—Te amo pequeña— digo dándole un beso en la frente antes de salir. Llamó a un cerrajero y le digo que si arregla la reja antes de que yo llegué le pagaré el triple. Encantado acepta y no pregunta nada más.

Manejo hasta la antigüa casa de Alejandra y me estaciono. Aún tengo las llaves pero no quiero que piensen que las tengo. Tocó la puerta y la abuelita de Ale me abre la puerta.

—Cayden— se ve muy demacrado.

—Anel me marcó— le digo con una sonrisa que aparenta ser forzada. Asiente y me da el paso. Cuando me ve Anel corre hacia a mi, si que es una estúpida. La alejó de mi y me acerco a Sandra que se ve peor que los demás.

—Sandra— sube la mirada, sus ojos muestran grandes ojeras, al parecer no ha podido dormir en estos días; su nariz esta demasiado roja

—Mi niña....— comienza a llorar y me abraza derrumbandose.

—Tranquila, donde quiera que este, ella esta bien. Lo prometo— le digo acariciando su cabeza.

—Fui una pésima madre, sólo la regañaba. Ya no le decía que la quería sino todo lo contrario, esto es mi culpa.— lloraba; por un momento quise sentirme mal, pero Ale estaría mejor conmigo. Yo le daría todo.

—No es tu culpa Sandra. Anel me dijo que la policía no hacia nada.

—Esos malditos no quieren mover ni un solo dedo por mi gorda.— llora de nuevo.

—Vamos, yo te acompañare esta vez. A ver que logramos.

Afirma con un movimiento de cabeza y nos dirigimos a la delegación. Ahí nos atiende una joven bastante incompetente y después de "mover" algunos cuantos contactos comienzan a atendernos. Algo que nos encanta tanto a mi promo Björn como a mi es que, México sea un tanto corrupto.

—Es muy probable que su hija se haya escapado........

—No, mi hija nunca haría eso— exclama con evidente enfado Sandra. La calmó y escuchamos de nuevo al encargado del lugar.

—Calmese Señora. Por los datos que me ha dado; parece ser que la niña tenia problemas tanto en casa como en la escuela. Además por lo que han investigó los rumores que se decían de ella, era una........

—Callese. Mi hija no era esa.— grito.

—Calmese o la saco— amenazo.

Volví a calmar a Sandra. Poco después Aldo llegó con su mamá y sin verlo venir se acercó a él, dándole una buena cachetada, volteandole la cara.

—Por tu culpa mi hija desapareció, iba contigo debías traerla de vuelta— lloró ella con gran rabia.

Debo admitir que ver aquello me encantó. Por esa razón no le inpedi hacerlo, sonreí muy a mis adentros aquellos. Ese niño ya no  seria un problema.

Conforme pasaron las horas, no pasaba nada, así que con mucho trabajo me lleve a Sandra a su casa.

—Gracias de verdad Cayden. Lamento mucho lo de.......

—Tranquila. No hay problema, lo que necesite no dude en contactarme intentaré ayudarla en lo que pueda.

Me dio un último abrazo y entró a su casa. Regrese a mi auto y volví a manejar.

—Lo siento mucho Sandra, pero Ale es mi mujer y estará mucho mejor conmigo.— siempre le estaría agradecido a Sandra por procrear al ser más hermoso del universo, pero no dejaría a mi mujer por nada del mundo, ella había nacido para ser mía como yo nací para ser de ella. Ese era nuestro propósito.

Mire el camino. Tendría que darle las nuevas buenas a mi princesa.

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