Capítulo 2.
Nota: Dragon Ball y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a Akira Toriyama.
Sus pisadas resonaban y hacían eco en las paredes. Se tenia que sostener de la pared para procurar no caer al suelo de nuevo.
—¿Crees que sigamos ahí?— pregunto Gohan mientras seguía avanzando.
—No lo creo. Esos idiotas no te darían siquiera una cama.—
Siguieron avanzando, hasta que vieron una luz.
Gohan se apego a la pared y se asomo un poco, intentando ver. Cosa que no logro, pues la luz no le dejaba.
—¿Qué ves?— susurro Gohan.
Vio como Bardock entraba en aquel lugar, y después lo perdió de vista.
Paso un minuto y se desespero.
—¿Bardock?— Le llamó en un susurro mientras se asomaba un poco.
—¿Me buscabas?— pregunto una voz a sus espaldas.
Gohan dio un pequeño salto por el susto, para luego voltearse, encontrándose a Bardock, quien reía como loco.
—¡Eres un idiota!— Le grito en susurro.
Bardock se seguía riendo, haciéndole caso omiso a Gohan. Mientras, este se sonrojo por la vergüenza, para luego bufar y darle la espalda.
Bardock paro de reír, para luego mirar a Gohan con una sonrisa.
—Hay un tipo parecido a mi, también hay un tipo con el cabello en forma de flama, un tipo de piel verde y dos mujeres; una de cabello azul y la otra de cabello negro.—
Gohan examino bien aquellas palabras, para luego volver a ver a Bardock.
—Un segundo, ¿dijiste un tipo parecido a ti?—
—Aja.— asintio con la cabeza.
Gohan pensó durante unos segundos, para luego suspirar.
—Que mala suerte es que lo único que recuerdes sea tu nombre.— hablo para si mismo Bardock
—Lo se— susurro Gohan. Movió su cabeza de un lado a otro, desechando cualquier pensamiento negativo —. Bardock, necesito que vayas ahí y que cuando estén distraídos, me hagas una señal para pasar sin que me noten.—
Bardock bufo; no le gustaba recibir órdenes. Pero no le quedo de otra más que obedecer.
Se paro cerca de donde aquellas personas estaban, y cuando los noto distraídos, le hizo una seña con la mano a Gohan.
El medio-saiyajin logro pasar al otro lado sin ser visto, y soltó un suspiro de alivio por ello.
Bardock fue hacia el, y ambos comenzaron a caminar, sin un rumbo fijo.
El medio-saiyajin se la pasaba abriendo y cerrando puertas, y cabe destacar el hecho de que nunca había visto un lugar tan grande.
Abrió una de las tantas puertas, y una luz le cegó los ojos.
Miro hacia el suelo y se restrego sus puños en sus ojos, y poco a poco se adapto a la luz.
Volvió a levantar la vista, pero no pudo ver por mucho tiempo aquella bola brillante.
—¿Qué clase de lampara o luz es esa?— pregunto Gohan
—No tengo idea, pero alumbra bien.— miro fijamente a aquella esfera —¿Creés que pueda obtener una?—
—Lo dudo.—
Ambos miraron alrededor. Habían varios árboles muy bien cortados y habían algunas flores. Todo lo demás era puro césped.
¿Qué son árboles? ¿Qué es césped? ¿Qué es una flor?
¿Por qué decía palabras de las cuales desconocía su significado?
Un grito se escucho dentro del lugar en el que estaba antes.
—Creo que ya notaron tu ausencia.—
—No me digas— comento con un tono de voz y una sonrisa sarcástica —. Será mejor irnos antes de que nos vean.—
—Corrección. Antes de que te vean.—
—¡Callate y camina!—
Los dos saiyajins empezaron a correr. Y con dos me refiero a uno, porque el otro iba mas lento que una tortuga.
Gohan se escondió detrás de un edificio, y agudizó su oído cuando vio a las mismas personas que describió Bardock salir por el mismo lugar que él.
—¡Gohan!— escucho gritar al hombre que se parecía tanto a Bardock.
Entre-cerro los ojos mirando fijamente a aquella persona. Y se pregunto a si mismo;
—¿Cómo sabe mi nombre?— dijo en un susurro apenas audible.
Bardock, quien estaba junto a Gohan, se volteó, y rápidamente advirtió a Gohan.
—¡Cuidado, Gohan!—
El medio-saiyajin se volteo, justo a tiempo como para esquivar aquel brazo verde.
El medio-saiyajin miro de reojo a Bardock, y al instante noto como sus ojos se volvían grises y casi sin vida.
—¡Maldita sea, Bardock! ¿Justo en este momento te tenia que pasar?— susurro antes de sentir como su energía decaía.
Miro por un momento al de piel verde, sintiendo esa sensación familiar de que ya lo conocía.
No sabía como, ni porque, pero un nombre llego a su mente. Y tan rápido como llego, desapareció.
Escucho voces lejanas, gritando su nombre. Pero dejo de oírlas cuando cayo inconsciente al suelo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top