Capitulo 5: Olvidada
Se sentía mucho mejor tras haberse echado una larga siesta. Ya no tenía molestias en el cuello, ni problemas respiratorios, y no veía nada borroso. Probablemente, le habrían quedado algunas marcas como prueba del incidente con la amante de Natsu pero mejor eso que perder la vida.
Lentamente se incorporó en la cama y se llevó la mano a la cabeza sintiendo un ligero mareo al haberse levantado tan de prisa. Sacó las piernas de la cama sin levantarse y miró el reloj. Ya eran las cuatro de la tarde y ella se moría de hambre. No tenía nada de comer sobre el escritorio así que probablemente Natsu se habría olvidado de ella. A pesar de su último encuentro, era muy extraño que no se hubiera pasado a dejarle algo de comer o a comprobar cómo se encontraba. Estaba resultando ser un secuestrador muy desconsiderado aunque, a lo mejor, era así como debía ser.
Se quedó mirando la línea de luz procedente de la puerta. ¿Estaba abierta? Estaba más que sorprendida viendo que sí que estaba abierta. Natsu debía haberse ido tan cabreado que ni había cerrado y ella iba a aprovechar ese descuido.
Emocionada se levantó rápidamente de la cama y corrió hacía el umbral de la puerta. Al mirar descubrió una especia de salón con sofás, mesas y una pantalla plana enorme. Aquel sitio estaba completamente vacío por lo que ésa era su gran oportunidad para escapar. Salió de puntillas de la habitación para evitar hacer cualquier ruido por si tenía cerca de ella a los secuestradores, pero al ver un periódico de ese día en la mesa no pudo evitar detenerse. ¿Habrían denunciado ya su desaparición?
- Vamos a ver... ¿dónde está la sección de terrorismo?- gruñó- o será otra sección aunque lo más lógico es que vaya por esa zona...mmm...
Se puso a pasar hojas hasta llegar a aquella sección y fue leyendo todos los títulos en busca de uno dedicado a ella, pero no lo encontró. ¿Es que nadie se había dado cuenta de que la habían secuestrado? Asustada y aferrándose a la idea de que se hubiera equivocado de sección siguió rebuscando sin éxito.
Desesperada agarró el mando de la televisión y en el teletexto se situó a al hora de las noticias para repetirlas y ver si salía algo, pero nada. No podía ser cierto, alguien tenía que haberla echado en falta...
- ¿Habrá algún teléfono por aquí?
Rebuscó por toda la sala algún teléfono, ordenador o móvil, pero no encontró nada. ¿Es que los secuestradores sólo utilizaban el busca?
- Tal vez haya algún teléfono en alguna otra habitación...
Salió corriendo del salón y fue a parar a un largo pasillo en penumbra. Había muchísimas puertas a cada lado, todas paralelas a la del otro lado. Tenía dos opciones: o arriesgarse a intentar abrir todas o no abrir ninguna. Aunque teniendo en cuenta que no tenía nada que perder...
Rápidamente empezó con la puerta que tenía al lado pero estaba cerrada con llaves. Algunas puertas estaban abiertas, pero no tenían teléfonos dentro. Además todas eran habitaciones. ¿Sería allí donde dormían los secuestradores?
- ¡Joder! Tiene que haber alguna habitación con teléfono...
Abrió dos puertas más y a la tercera, divisó un móvil sobre una mesilla. Abrió la tapa del móvil y marcó el número de casa de su madre.
- ¿Aquí la mansion heartfilia, con quién tenemos el gusto?
- ¡Mamá!
- Lucy, ¿cómo es que llamas tan pronto? – le preguntó- normalmente no nos llamas hasta final de mes.
- Verás mamá, tengo problemas...
- No me digas más, hija- se la escuchó suspirar- te va mal en la universidad.
- Mamá...
- Tranquila, no te preocupes- la interrumpió- todo el mundo puede tener un bajón, pero sé lo lista que eres y estoy segura de que te recuperarás en seguida.
- ¡Mamá, no es eso!
- Entonces es un problema de hombres, ¿no? – se escucharon unos ruidos- oye Lucy, te tengo que dejar, el abuelo ha vuelto a pelearse con el cartero.
- Pero mamá... -le colgó- me han secuestrado... - murmuró débilmente.
Perfecto. Era lógico que su madre no la echara en falta teniendo en cuenta lo poco que llamaba a casa, ¡pero es que no la había escuchado! Aunque teniendo en cuenta el humor de su madre, se lo habría tomado a broma. ¡Claro, a broma! Tenía que llamar a Loki. Se apresuró a marcar el número de teléfono de Loki, el cual se sabía de memoria gracias a todas las veces que había intentado devolverle las bromas, y rezó porque contestara y le creyera.
- ¿Diga?
- ¡Loki, tienes que ayudarme!
- Oye, Lucy estás llevando demasiado lejos tu bromita, ¿no crees? – la regañó- faltar a la universidad para que me crea que te han secuestrado ya es pasarse.
- ¡Loki, me han secuestrado de verdad!
- Si, claro- no le creyó- ya puedes ir volviendo a la universidad o te quitarán la beca.
- ¿Qué? – preguntó asustada.
- El decano de la facultad me lo ha dicho, y si no hicieras como que no estás cuando te voy a llamar casa y me contestarás al puñetero móvil, te lo hubiera dicho antes.
- ¡Loki tienes que explicarle que me han secuestrado y llamar a la policía! – le suplicó.
- Lucy, si no te importa una mierda tu futuro, es cosa tuya.
- Pero Loki... - le colgó- es cierto...
No se lo podía creer. Nadie se creía ni una palabra de lo que ella decía. Pero era cierto que estaba secuestrada, ¿cómo demonios podía demostrarlo?
Dejó caer el móvil al suelo y comenzó a sollozar. Nunca saldría de allí a ese paso, nadie se percataría de que había sido secuestrada, pensarían que era una joven con problemas que se había escapado del mundo y finalmente, todos la olvidarían.
- ¿Se ha olvidado todo el mundo de ti?
Lucy abrió los ojos como platos al escuchar esa desconocida voz a su espalda. ¡Se había metido en la habitación de ese hombre! Se giró lentamente y se sonrojó mirando al hombre tan solo cubierto con una fina toalla atada en la cintura. Estaba completamente mojado y la puerta del baño abierta. Probablemente, se estaba duchando cuando entró y ella no se había dado cuenta. Además, era muy guapo, tanto que le recordaba en cierto modo a Natsu. Alto, y muy musculoso. Nunca había visto a un hombre que estuviera así. Los muslos anchos y fuertes, las caderas estrechas, los abdominales bien formados y duros, los pectorales grandes y fuertes, los hombros anchos y sus brazos eran enormes. Pero lo mejor sin duda era su melena rubia, su piel bronceada, sus ojos azules y sus labios finos.
Ya tenía el sustituto perfecto de Natsu. Ese hombre era perfecto para cumplir la misión de desvirgarla y de paso podría engañarlo para que la ayudara a escapar. ¿Eran imaginaciones suyas o estaba empezando a desarrollar un preocupante síndrome de Estocolmo?
- Muñeca, estás muy callada... - murmuró con la voz ronca- ¿te he asustado?
Lucy negó sacudiendo la cabeza con énfasis y se levantó del suelo dándose cuenta de que el hombre le sacaba lo mismo que Natsu.
- Tú eres el capricho de Natsu, ¿no?
Lucy agachó la cabeza dándole a entender que tenia la razón.
- Si yo fuera él no te dejaría sola ni un instante.
Lucy se sonrojó y cruzó los dedos detrás de la espalda para que ese hombre no la entregara a Natsu.
- Pero aún no me has contestado... ¿se han olvidado de ti?
- Sí... - murmuró Lucy- siento haber utilizado tu móvil sin permiso.
- No pasa nada, preciosa- miró su cuerpo con absoluto descaro- estoy seguro de que sabrás pagármelo muy bien.
Un momento, ¿en serio estaba dispuesta a perder la virginidad con ese tío que acaba de conocer y que probablemente tendría muchas más amantes que Natsu? Tenía que largarse cuanto antes de esa habitación y de ese sitio. Tenía que huir, volver a su casa, continuar con la universidad y sus estudios y olvidar aquel terrible episodio.
- Lo siento, pero tengo que irme- intentó pasar a su lado- si Natsu se da cuenta de que...
- Verás nena, no te puedo dejar marchar- le puso una mano en la cintura impidiendo que se fuera- aquí tenemos una norma. Aunque pertenezca a otro, cada uno se queda con lo que viene a él.
- ¿Qué?
Pocos instantes después estaba tumbada sobre la cama y el hombre le mordía el cuello con frenesí.
- Tranquila, pequeña... yo no me olvidaré de ti...
Lucy se mostró reacia a corresponder a aquel extraño y atractivo hombre desconocido pero al cabo de unos minutos recibiendo sus besos y caricias e intentando escapar de él inútilmente, descubrió que era mucho más placentero de lo que imaginaba. ¿Por qué no iba a corresponderle? Natsu pretendía tenerla y resultaba que tenía una amante, ¿por qué no iba a poder ella también? Era justo que ambos tuvieran a otra persona y así al menos, podría ver las cosas desde su punto de vista y saber por qué pensaba que podía tener a dos mujeres.
Agarró la cara del hombre entre sus manos y lo acercó a sus hambrientos labios.
....
Natsu entró en el salón junto a Gray. Después de su ruptura con Lisanna, había salido a tomar unas copas con su mejor amigo para despejarse un poco. Necesitaba deshacerse de Lisanna y necesitaba tiempo, mucho tiempo para lograr que Lucy volviera a confiar en él.
Se le encendió en seguida la bombilla al pensar en Lucy. Se había largado sin comprobar que ella estuviera bien del mareo y tampoco le había dejado comida.
- Natsu...- lo llamó- ¡ha pasado algo grave!
Natsu abandonó sus pensamientos y miró a Gray que parecía aterrorizado.
- ¿Qué ocurre?
- Me temo que tú preciosa amiga... - señaló la puerta abierta tras él- se ha esfumado.
Natsu corrió hacía la puerta abierta de la habitación, encontrándose que el interior estaba vacío. Cuando ella le dijo que no confiaba en él se había puesto tan furioso que se había largado sin echar la llave a la puerta. Probablemente, al sentirse mejor, Lucy se había percatado de que la puerta estaba abierta y se había escapado. Ahora mismo estaría denunciándolos a la policía y diciéndoles dónde estaba su cuartel. Iban a tener que desplazarse y él la habría perdido para siempre.
- Natsu, sigue en la casa.
- ¿Cómo lo sabes?
Las palabras de Gray lo animaron.
- Cuando hemos llegado la puerta de la entrada estaba cerrada con llave, si hubiera cogido una de las llaves del armario para escapar, no se habría molestado en cerrar la puerta después- miró hacía el pasillo de las habitaciones- además, esa puerta estaba cerrada al irnos todos.
- ¿Crees que estará en alguna habitación escondida?- reflexionó sobre sus palabras.
- Por allí no hay ninguna otra salida.
Natsu se dirigió hacía la puerta que daba al pasillo y se dio cuenta de que había muchas puertas abiertas. Intentó abrir unas de las cerradas dándose cuenta de que estaban bajo llave.
- Pero ¿por qué se molestaría en abrir tantas puertas? – se preguntó Gray- ¿es que buscaba una habitación de su agrado?
- No... - murmuró Natsu- estaba buscando un teléfono...
Natsu y Gray se miraron asustados. No había teléfonos fijos en las habitaciones, pero alguien podría haberse dejado el móvil por casualidad y si ella lo encontraba y llamaba a la policía, rastrearían el número.
- Gray, tú inspecciona el lado izquierdo y yo el derecho.
- ¡Sí!
Salieron corriendo a sus respectivos lados y exploraron el interior de cada habitación con la puerta abierta.
Natsu no encontraba nada por ninguna parte pero sí los rastros de que Lucy había estado allí. Podía oler su perfume, además que en algunas había movido un poco el edredón o alguna otra cosa y había llegado a encontrar algunos cabellos suyos.
- Natsu, en este lado no hay más puertas abiertas- se unió a él.
- Aquí sólo quedan dos puertas.
Inspeccionaron juntos la siguiente habitación dándose cuenta de que ahí no había nadie y fueron a la última. Se detuvieron ambos al escuchar las risas roncas de una mujer y los jadeos e incluso gemidos de puro placer femenino.
Natsu reaccionó como un relámpago entrando en la habitación. Había reconocido en seguida esa risa.
- ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?
Los miró furioso a ambos. La mujer a la que amaba y uno de sus mejores amigos estaban en una posición algo más que comprometida. ¡Qué estúpido al pensar que ella se merecía lo mejor, que era dulce, inocente¡
La muy zorra estaba tumbada sobre una cama con un hombre que estaba casi completamente desnudo y parecía gustarle esa situación puesto que tenía el vestido bajado hasta las caderas mostrando la opulencia de sus senos y los labios hinchados por los apasionados besos. No habían llegado a intimar del todo porque él les acababa de interrumpir pero si no hubiera llegado... ¡Malditos los dos!
- Natsu... - Sting se incorporó- ¡qué agradable sorpresa! Justo ahora estaba conociendo a tu amiga.
- Metiéndole la lengua hasta la garganta, ¿no? – se contuvo a gritar.
- Ya sabes como soy.
- Aléjate de ella ahora mismo- gruñó- te doy cinco segundos para apartarte o te juro que te vuelo la cabeza.
Si bien Sting no tenía miedo de Natsu, estaba seguro de que cumpliría su promesa así que se bajó de la cama, alejándose de ella. No contaría con el apoyo de nadie si él y su amigo decían que lo habían pillado con las manos sobre su juguetito. Las normas eran muy claras, no podía tocar a la chica de otro ni aunque estuviera enamorado de ella y sólo pudo lamentar no haber sido lo bastante rápido a la hora de follar. Sus jueguecitos lentos y sensuales le habían llevado deliberadamente a perderse lo que probablemente hubiera sido uno de los mejores polvos de su vida.
Lucy había terminado de colocarse el vestido tapándose los senos y levantó la cabeza mirando desafiante a Natsu. No iba a permitir que la acongojara. ¡Ella tenía tanto derecho como él a tener un amante!
Natsu no podía creerse cómo Lucy podía tener el descaro de mirarlo de esa forma. Acababa de abrazarse a otro hombre y de dedicarle los besos y las caricias que a él le pertenecían. ¡Lo había traicionado!
- Lucy, ven aquí- le ordenó.
- No quiero.
Ahora sí que estaba consternado. La adorable Lucy se había vuelto de repente independiente y autoritaria. Frunció el ceño y le dio la misma orden con un gesto, pero ella volvió a negarse. ¿Qué demonios se creía? No podía liarse con otro hombre a sus espaldas y encima pretender que se cumplieran sus órdenes. ¡Demonios, ella era la prisionera! No tenía ni voz, ni voto.
- Lucy, recuerda que estás aquí secuestrada- gruñó- no estás en condiciones de hacer lo que te dé la santa gana.
- Eso lo decidiré yo.
- Niña malcriada.
Lucy ya había agotado su paciencia del todo. Rodeó la cama para cogerla y se dio cuenta de que Lucy le tenía miedo puesto que parecía a punto de saltar al otro lado de la cama para evitar que la cogiera. No le permitió escapar.
Agarró su brazo y tras haberla acercado lo suficiente, le pasó un brazo por la espalda y luego se la subió sobre un hombro. Lucy pataleó, chilló, mordió e hizo todo lo posible por soltarse, pero Natsu, cabreado, le dio un azote en el trasero extremadamente doloroso o por lo menos lo suficiente como para hacer que se callara y gimiera de dolor.
Gray tenía una expresión de pánico al ver la cara de enojo que tenía Natsu. Le daba pena Lucy por lo mal que lo iba a pasar, pero no podía hacer nada por ella, en ese momento, no lo escucharía.
Natsu llegó con ella hasta la habitación donde la tenía recluida y la lanzó sobre la cama.
- ¡Ahhh!
Lucy gimió de dolor por la manera tan brusca de tirarla que había tenido Natsu.
- Mira que eres desconsiderado... - murmuró.
Se puso de rodillas sobre la cama con mucho esfuerzo y vio como Natsu cerraba la puerta con llave pero había un problema: ¡Él seguía adentro!
- Esto es lo que debí hacer contigo desde el principio.
- ¿Eh?
Natsu se quitó la gabardina y la lanzó al suelo y luego comenzó a desabrocharse la camisa negra.
- Natsu, ¿qué pretendes?
Natsu no le contestó simplemente la miró lujuriosamente dándole a entender qué iba a pasar.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top